Durante un año, Nayib Bukele ha buscado desmantelar las pandillas en El Salvador. Detenciones arbitrarias de jóvenes, torturas, celdas sobrepobladas y muertes a golpes son las historias detrás de las cifras de cero homicidios con las que se presume haber pacificado al país. Es el fin de las maras, dicen los videos oficiales. Las comunidades rurales, que nunca tuvieron pandillas, se han quedado solas y atemorizadas. Esta es la historia del acoso que ha vivido el pueblo de Guarjila.
Un gran botín: la base de datos con información genética que resguarda la FGR. Un sospechoso: el excomisionado Nacional de Búsqueda, Roberto Cabrera Alfaro, acusado de robar datos para entregarlos a un laboratorio privado. Y un país con morgues y panteones que desbordan cuerpos sin identificar. Ésta es una crónica de cómo se lucra con el dolor en un país que duplicó en tres años el número oficial de desaparecidos; una historia de convenios opacos y laboratorios privados que buscan hacer negocio y de un Estado, incapaz y corrupto, que les abre esa puerta.
En Veracruz, una cuadrilla de seis hombres tiene por trabajo buscar en fosas clandestinas lo que queda de quienes ahí fueron escondidos. No son padres detrás del rastro de sus hijos, tampoco voluntarios. Son jornaleros que rascan la tierra a cambio de un sueldo pagado por los familiares de desaparecidos.