Julieta Venegas dice que se ve a sí misma como una pianista que se disfraza con un acordeón en los escenarios. Ella marcó a una generación de mujeres en los años noventa, cuando rompió con el arquetipo de las cantantes «famosas», rubias y operadas. Ahora está de vuelta con uno de los discos más arriesgados –y oscuros– de toda su carrera, «Los momentos».