Vicente Rojo: La búsqueda de la geometría – Gatopardo

La búsqueda de la geometría

Vicente Rojo, uno de los grandes artistas del país, recibió a Gatopardo en su estudio en Coyoacán para conversar sobre su trabajo. Se ha dicho que Rojo “pinta la escritura” y “escribe la pintura”. A la vez defiende el espacio de la plástica como un refugio: lo considera el último reducto de la libertad individual. Su trabajo abarca distintos medios como pintura, libros de artista, ilustración, grabado y escultura, una multitud de series pictóricas y escultóricas desarrolladas durante décadas.

Tiempo de lectura: 13 minutos

Llego al estudio de Vicente Rojo en Coyoacán una tarde de otoño. El artista plástico me recibe afablemente. El recinto, iluminado en su totalidad, revela pistas de las piezas que componen la muestra “Abecedario”, trasladadas a la Galería López Quiroga. Hay rastros de purpurina sobre su mesa, algunas esculturas de letras en madera colocadas en estantes, diversos objetos pertenecientes a su quehacer esparcidos por todo el lugar.

Nacido el 15 de marzo de 1932 en Barcelona, Rojo viste una camisa vino, un suéter azul, pantalones de pana gris, zapatos negros y un gorro de lana: su vestimenta le da un aire de Hemingway.

Charlamos sobre las series que ha realizado desde 1952. “Aproximaciones”, “Señales”, “Negaciones”, “Recuerdos”, “México bajo la lluvia”, “Escenarios”, “Escrituras”. Ha pasado su vida tratando de imaginar que siempre está comenzando. Tiene un sueño recurrente que sucede en un extraordinario y remoto escenario cercano al mar.

—En el sueño me convierto en un niño. Es de gran intensidad visual. Constituye una parte de los escenarios que, como un murmullo constante, atesoro en mi memoria —dice Rojo.

—¿Cómo percibes el vínculo entre artes plásticas y literatura?

—Las formas inaugurales de mis cuadros se van transfigurando, de manera que, frecuentemente, los puntos de partida, al igual que los personajes de una ficción, se modifican.

Su vocación se reveló de manera precoz.

—Se manifestó, lo he dicho en diversas ocasiones, por una obsesiva necesidad de tener en las manos todo tipo de materiales: lápices de colores, papeles, tijeras, pegamento (premura que persiste hasta hoy; a veces creo no haber superado la infancia). Así intenté imaginar una obra como pintor, como escultor —continúa Rojo—. He aseverado que mis manos me representan desde la infancia: ellas simbolizan toda mi relación con el mundo.

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