Hasta mediados del siglo XX solían fluir por la capital mexicana por lo menos 45 ríos, que fueron entubados casi en su totalidad, bajo una visión higienista y de progreso. Pero ése sólo fue uno de los más recientes intentos por sacar el agua de la “ciudad chinampa”: en realidad, la supresión de su cultura lacustre data de la Conquista.
Los testimonios de los niños que migran llenan de pena y vergüenza, no sólo por las tragedias y dificultades que narran, sino porque revelan que las leyes que describen procesos para que puedan estar seguros son letra muerta.