Twitter no es una plaza pública, no es el zócalo o el centro de la ciudad. A ese antro de moda no puede entrar muchísima gente por la brecha digital, por el costo del internet, por las asimetrías estructurales y muchos factores más. Reconocerlo como plaza pública hace que los gobernantes presten más atención a lo que sucede ahí adentro. Es un lugar privilegiado.