América Latina está en un estadio intermedio en espera de la anhelada o temida nueva normalidad. Éstos son los apuntes de un diario personal, un recuento del año del coronavirus, de las noticias y las discusiones que inundaron nuestras pantallas. Apuntes de una intrascendencia diaria de la que fuimos testigos.
El reggaetón salió de Puerto Rico hace veinte años y encontró una capital extraña: Medellín, Colombia. Hoy J Balvin es uno de los mayores exponentes de este género —el nuevo pop—, y uno de los más escuchados en el planeta. Es el hombre que lo reinventa todo y a su antojo. Éste es el perfil de un hombre imposible de encontrar.
Medellín tiene una historia oscura. Sin embargo, durante sus peores años, se gestó otra industria millonaria, además del narcotráfico: la producción musical. Hoy, en la segunda ciudad más grande de Colombia, se producen algunos de los éxitos más grandes del reggaetón.
Durante un largo periodo los combates entre el ejército y la guerrilla obligaron a los habitantes de La Puria a dejar la zona. Más de ochenta familias de la comunidad Emberá Katío permanecieron como desplazados en Medellín, poco a poco, los Emberá empezaron a regresar a partir de 2013.
Casi por azar, Albeiro Lopera, un punk de Medellín, se hizo fotógrafo. Pero gracias a su carisma y a su buen ojo se convirtió en uno de los testigos más representativos de la ola de violencia que incendió Colombia en las últimas décadas.