Pese a los esfuerzos internacionales, la violencia contra las mujeres no disminuye. Asociaciones civiles como Casa Gaviota crean espacios seguros y de solidaridad, que ofrecen terapia, asesoría legal, talleres educativos y, sobre todo, una comunidad para las víctimas.
Lo que comenzó como una serie de protestas contra una alza en el pasaje del metro, se transformó en un estallido social nunca antes visto. Millones de chilenos salieron a las calles a reclamar por un modelo de país más equitativo, que culminó en un plebiscito que aprobó reescribir la Constitución de Pinochet.