José Clemente Orozco no solo pintaba, también era un gran escritor.

Leer a José Clemente Orozco

En su aniversario luctuoso recordamos al gran muralista, pero ésta vez, no desde sus pinturas, sino desde sus palabras.

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Poco antes del 7 de septiembre de 1949, José Clemente Orozco había acabado de pintar el mural en la bóveda de la antigua sede del Palacio Legislativo de Jalisco y, ya de regreso en la capital, había empezado los primeros trazos de un mural en el Multifamiliar Miguel Alemán, invitado por Mario Pani. Faltaban dos meses para que cumpilera 66 años, pero aquel día, José Clemente Orozco murió.

Nació en  Zapotlán el Grande, Jalisco, que ahora se llama Ciudad Guzmán en 1883 y después se mudó a la Ciudad de México. Cerca de su casa estaba una de sus influencias más tempranas y que lo llevó a interesarse por la pintura: una imprenta donde José Guadalupe Posada hacía sus grabados. Ahí obtuvo sus primeras lecciones de uso del color, cuando veía al artista en su camino de regreso de la escuela.

Como reflejo a lo que le causaba ver el trabajo de Posada, entró a estudiar por las noches a la Academia de San Carlos. A los catorce años tuvo que dejar aquello porque lo mandaron a estudiar a la Escuela Nacional de Agricultura, cosa que a él no le interesaba en lo más mínimo. Sin embargo, se las arregló para no dejar de hacer arte y ganar un poco de dinero haciendo mapas topográficos. No fue hasta 1909 que abandonó el oficio agrónomo para dedicarse por completo a la pintura.

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