Yorgos Lanthimos solía expresar una visión cercana a otros cineastas incómodos como Michael Haneke, con alto grado de subversión. Con Poor Things, el cineasta logra una puesta en escena elementalmente atractiva, bonita, pero insignificante: un envoltorio pastel que fetichiza a Emma Stone más de lo que provoca con su historia de rebelión femenina.