Verano 1993: La belleza de las pequeñas cosas - Gatopardo

La belleza de las pequeñas cosas

Carla Simón dirige “Verano 1993”, una historia autobiográfica y enternecedora sobre el luto de una niña y su encuentro con una nueva familia.

Tiempo de lectura: 3 minutos

El sol veraniego es distinto de todos los demás. Sus rayos cálidos iluminan las mañanas de juegos infantiles, de criaturas inocentes que se sientan junto al río o debajo de los árboles para soñar con cuentos de hadas. Para Frida (Laia Artigas), una niña catalana de seis años de edad, este sol también es un abrazo necesario. Sus padres han muerto a consecuencia del SIDA y ella debe adaptarse a su nueva vida, adoptada por su tía Marga (Bruna Cusí), en el campo, lejos de su natal Barcelona. Verano 1993, de la catalana Carla Simón, es una historia de inspiración autobiográfica que retrata el periodo inmediato a la muerte de la madre de la directora, el verano que cambió su vida.

Hablada completamente en catalán, esta película ha tenido un exitoso recorrido por festivales internacionales, además de una cálida recepción por parte de la crítica. El Festival Internacional de Cine de Berlín la reconoció como Mejor Ópera Prima, además del Gran Premio de Jurado Internacional, además de que en la edición más reciente de los Premios Goya se llevó tres reconocimientos, incluido el de Mejor Dirección Novel para Simón, quien encontró en la ficción la mejor manera de narrar su propia infancia.

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Mientras estudiaba un posgrado en la London Film School y después de filmar Las pequeñas cosas (2014), un cortometraje sobre dos hermanos que encuentran a su abuela muerta, Simón encontró que el tema de los niños enfrentándose a la muerte era algo que le interesaba mucho seguir explorando. “Seguramente era por mi experiencia personal y el hecho de estar en Londres, lejos de casa, hace que des más valor a lo que te define, a tu gente, a tu sitio y en la escuela nos decían que siempre era importante empezar hablando de lo que sabíamos,” cuenta en entrevista telefónica con Gatopardo. “Todos el tema de las relaciones familiares era algo que me interesaba también y salió de forma muy natural empezar hablando de mi infancia”.

Para filmar Verano 1993, Simón trabajó con un grupo pequeño de actores para crear la intimidad necesaria en una familia como la que quería poner en pantalla. Bruna Cusí, actriz de cine y TV en España, interpretó a Marga, la tía de Frida, quien debe ayudar a su hija adoptiva a superar el momento tan difícil que vive a una corta edad. Hay una naturalidad muy fresca con la que suceden las emociones en pantalla, especialmente en las escenas con las niñas actrices, Laia Artigas y Paula Robles (Anna). Para lograr esta dulzura y sensibilidad, Carla Simón llevó un proceso especial con las niñas: “Laia no tenía una idea exacta del viaje emocional de Frida, íbamos día a día, escena a escena, situación a situación para entender, para ir viendo cómo era la mejor manera de sacar cada emoción que necesitábamos”.

Carla Simon Verano 1993

El escenario campestre es fundamental para entender las sutilezas en la vida de Frida, quien no cuenta con más interlocutores que sus tíos, sus muñecas y su prima de tres años. “Ir de la ciudad al pueblo para mí fue algo muy importante, pues mis recuerdos de esa época no están muy bien definidos, pero de eso sí me acuerdo muy bien”, agrega la directora sobre la necesidad de mostrar a Frida rodeada de naturaleza. “Era muy poético y muy bonito, pero a la vez me parecía una amenaza constante”.

Con las caminatas entre la hierba y las tardes tranquilas, los silencios son largos y envuelven a Frida en un ensueño estival. “Creo que en el cine, cuando puedas, es mejor contarlo sin palabras porque se va a parecer más a la vida,” reflexiona Simón. “Me gusta mucho observar relaciones a partir de gestos, entender con muy poco que hay detrás de cada uno. Poco a poco fui quitando diálogo y encontrando maneras de contar en el silencio que me parecían más reales y sobre todo, más cinematográficas”.

Así, con sus silencios y su dulce melancolía, Verano 1993 sumerge al espectador en un mundo etéreo visto desde la mirada sorprendida de una niña que no termina de comprender cómo es que su vida dio un vuelco. Como los rayos del sol al despertar en una mañana veraniega, así se filtra la sensibilidad estética de Carla Simón, una cineasta catalana cuya carrera empieza a despegar.

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