Un tuit lo desató todo. Un acto de libertad de expresión en el país de Jair Bolsonaro. El escritor brasileño João Paulo Cuenca cuenta de los días en que la organización evangélica Iglesia Universal del Reino de Dios inició una titánica ofensiva en contra suya, con 143 denuncias por parte de pastores que reclaman indemnización. El relato de un asedio contra un periodista en América Latina.
Twitter no es una plaza pública, no es el zócalo o el centro de la ciudad. A ese antro de moda no puede entrar muchísima gente por la brecha digital, por el costo del internet, por las asimetrías estructurales y muchos factores más. Reconocerlo como plaza pública hace que los gobernantes presten más atención a lo que sucede ahí adentro. Es un lugar privilegiado.