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En las últimas décadas se construyeron masivamente casas de interés social, muchas de las cuales hoy se encuentran abandonadas, sin servicios y habitadas por unos cuantos que permanecen ahí por franca necesidad. Carecer de vivienda acorta de manera profunda la esperanza de vida. No tener un techo digno, con servicios adecuados y disponibles, determina la salud y el bienestar de los habitantes de cualquier metrópoli. En el país hay al menos seis millones de casas deshabitadas o cuyos dueños no las habitan de tiempo completo. 

 

¿Qué ocurrió en los últimos veinte años, cuando las constructoras erigieron innumerables casas que no pudieron dar cobijo a cientos de personas que siguen sin ver satisfecho su derecho humano a un hogar propio? La violencia, la corrupción y el despojo quedan diluidos en una burocracia sin fin y al final de esa cadena quedan las víctimas: familias que viven en lugares imposibles, endeudadas, que no pueden aspirar ni siquiera a un préstamo y deben invadir. En México, ser pobre suele salir muy caro.

Por: Lydiette Carrión

Hace cinco años comenzó a documentarse el peor fraude inmobiliario que han sufrido los trabajadores del país. Juicios exprés, en paquete, con los que casas adeudadas o abandonadas pasaron a manos del Infonavit. Detrás está un complejo entramado de jueces, magistrados y notarios que lo permitieron. Se considera que Nayarit fue donde se hizo el mayor fraude, pero hay pistas de que esto ocurrió en muchos otros estados.

Por: Lydiette Carrión/Ignacio Alvarado

Casas abandonadas que se convirtieron en tapias, despojadas de puertas y ventanas; casas de seguridad, picaderos, tiraderos de cadáveres. Hubo quienes llegaron sin nada, las ocuparon, las rescataron y las habitan de manera irregular. No hay institución que sepa con exactitud cuántas familias viven en estos contextos. Ante la recuperación de viviendas que busca el Infonavit, ¿qué pasará con sus habitantes?

Por: Celia Guerrero

Desplazados por la violencia, en el sur de la sierra de Sinaloa, lograron que el gobierno les proporcione una vivienda, ante la imposibilidad de retornar a sus comunidades. Pero las condiciones en las que les fueron entregadas 55 viviendas, en la periferia de Mazatlán, distan mucho de ser dignas, y arrojan a sus habitantes  a la marginalidad. Nuevos fraccionamientos replican los mismos errores de la vivienda social.

Por: Lydiette Carrión/Miguel León 

Maestros, trabajadores industriales y pequeños comerciantes adquirieron una vivienda en Colinas de Santa Fe, en el puerto de Veracruz, uno de los cientos de fraccionamientos para los derechohabientes del Infonavit. Casas de unos cuantos metros, sin servicios, sin drenaje, producto de la construcción masiva que detonó una terrible política de financiamiento. Casas diseñadas para vender, no para vivir. Esta historia forma parte del especial «Vivienda en crisis».