La orquesta imposible de Alondra de la Parra – Gatopardo

La directora de orquesta que logró lo imposible

Alondra de la Parra buscó hacer algo con la música para paliar la violencia doméstica que han vivido mujeres y niños durante el confinamiento. Un proyecto altruista que conjuntó a 30 músicos de 14 países para tocar juntos (y a la distancia) el «Danzón No. 2» de Arturo Márquez.

Tiempo de lectura: 8 minutos

Camina con paso seguro por el proscenio. La acompañan los aplausos entusiastas, rítmicos, del público. La directora de orquesta Alondra de la Parra aparece con el cabello corto, rizado. Todos la miran. Lleva un traje negro con pantalón; su estampa es impecable. Sólo las mangas de tela translúcida permiten atisbar un rasgo de coquetería.

Es la noche del 13 de junio de 2015 y Alondra de la Parra está en la Filarmónica de París, en la avenida Jean Jaurès, en plena Cité de la Musique, en el 19e arrondissement, distrito parisino que alberga museos y salas de concierto. Es el año 2015 y la idea de que un virus pudiera confinar a la humanidad sonaba a argumento de novela de ciencia ficción. Con un brinco sube al podio y se planta al frente de l’Orchestre National d’Île de France (conocida en el mundo de habla hispana como la Orquesta de París) y aunque levanta la batuta, el público continúa aplaudiendo rabiosamente. Tanto que ella voltea y con la mano libre hace una seña para que cesen los aplausos.

Siguiendo su batuta, comienza suave, su ritmo de madera, la clave. Luego, el clarinete. Acordes después, la flauta transversa y el oboe. El resto de los instrumentos se van incorporando, siempre bajo la dirección de De la Parra, cuyo entusiasmo y movimiento de manos y de cuerpo va in crescendo, al compás de la música. Para cuando suenan los violines, aquello ya es una fiesta: la orquesta francesa interpreta el “Danzón No. 2” del compositor también mexicano Arturo Márquez. De la Parra se ha distinguido por buscar que suenen piezas de compositores latinoamericanos en orquestas de fama internacional como ésta (o como la Filarmónica de Londres, la Orquesta Tonhalle de Zúrich o la Sinfónica de Radio Berlín). Aunque nació en Nueva York —dice que por una casualidad— se ha interesado en que se toque la música de estas latitudes  en todo el mundo.

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