La práctica escultórica de Anish Kapoor
Llega una de las exposiciones más esperadas del año. La primera retrospectiva en México de Anish Kapoor abrirá sus puertas en el MUAC.
Anish Kapoor tiene inquietudes mucho más grandes de las que caben en una mente convencional. Las ha resuelto a través de una larga práctica escultórica en la que no se niega a sí mismo ninguna posibilidad, escala, material, reto tecnológico, político o espacial. Sus piezas de arte público —quizás ninguna como Cloud Gate, en el Millenium Park, de Chicago— lo han colocado en el imaginario popular como un imán de turistas y locales, que encuentran en su superficie reflejante el escenario perfecto para tomarse selfies que circulan en masa por las redes sociales, convirtiendo su pieza en una imagen de postal. Algo que Cuauhtémoc Medina, curador en jefe del Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC), define como “autocontemplación de las audiencias”, y que para los gobiernos de estas ciudades es una magnífica noticia. Todo esto, y el hecho de que una parte de su obra tiene esa infalible capacidad de excitar los sentidos, trastornar la perspectiva, y embelesar al que mira, tiene mucho que ver con que se haya convertido en uno de los favoritos de las ferias de arte. Está instalado entre los 10 artistas más caros del Reino Unido, pero este originario de Bombay, India, es mucho más que eso. A finales de mayo, el MUAC recibirá la exhibición Anish Kapoor. Arqueología: Biología, y dejará eso muy claro.
Al artista, a quien le sobran críticos dentro y fuera del mundo del arte, le obsesiona la experiencia de vacío y la posibilidad de crear objetos en los que, al igual que en las personas, el interior es siempre más grande que el exterior. Ha investigado por décadas la noción del no-objeto, y la forma de traducir ese concepto a lo escultórico, por contradictorio que parezca. Medina tiene un buen comparativo. “Uno no llamaría objeto al mar, porque no tenemos la capacidad de dominarlo con nuestra percepción.” Parte de su obra parece perderse en la indefinición, pero aún hay mas. En cuanto a materiales, ha esculpido con pigmentos formas escrupulosas que, como en Mother as Mountain (1985), parecen emerger del suelo o las paredes para mostrar sólo una parte, la más pequeña, como lo hace un iceberg. En otra serie que incluye piezas como My Red Homeland (2003) y Svayambh (2007), ha resuelto su proceso escultórico a través de máquinas que arrastran enormes bloques de cera y óleo del color más rojo posible, con resultados que se le escapan de las manos, pero impactan su entorno y a quien los mira, como lo harían enormes bloques de sangre que de alguna manera han logrado mantenerse bajo cierto control, sin dejar de mancharlo todo a su paso. “La pérdida de expectativa en torno al objeto escultórico, a partir de los años setenta, encuentra en un par de artistas como Kapoor, una refutación seria”, dice Medina.
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El mayor ejemplo de otra serie dentro de su trabajo, que subordina espacios y lleva al límite la noción de escala y la relación entre espacio negativo y arquitectura, es Leviathan, la monumental obra que instaló al interior del Grand Palais de París en 2011. En esa exhibición manipuló al visitante para que primero tuviera que ver la pieza desde su interior: un enorme espacio rojo y amorfo, rodeado de túneles con destino indefinido. Algo de la luz que entra a través de los techos cristalinos del Grand Palais atravesaba también la estructura, hecha de pvc de un milímetro de ancho, y la vista era al mismo tiempo misteriosa y espectacular. Al salir, los visitantes recorrían el exterior de la pieza intentando descifrar la estructura entre púrpura y café, que no puede verse completa desde ningún punto de vista, y no parece guardar ninguna relación con lo que hay en su interior. El impacto mediático de la pieza también fue inmenso.
Su exploración a nuevas posibilidades escultóricas continúa. Recientemente se anunció que adquirió los derechos del pigmento “más negro” del mundo, uno que tiene la capacidad de absorber la luz de manera casi absoluta. El artista está trabajando en otra pieza monumental que dará al espectador una experiencia de total vacío y oscuridad.
Kapoor está también en la selecta lista de artistas que han montado exhibiciones en el Palacio de Versalles. Como aquel palacio y sus enormes jardines pertenecieron a Luis XIV, y desde cualquier punto no se ve más que orden y belleza inmaculada, a Kapoor le pareció que había que traer al lugar un poco de oscuridad, tierra y enormes rocas sacadas de contexto. Entre otras piezas, colocó frente al Estanque de Latona, en el corazón de los jardines, una enorme estructura tubular con una abertura de forma parecida a la de una oreja, o una vagina, como de inmediato la identificaron los visitantes, críticos y partidarios. La pieza fue controversial desde el minuto uno, y poco después ya corría el rumor de que se trataba de la representación de la vagina de María Antonieta. Por si fuera poco, la pieza fue vandalizada con grafitis de consignas antisemitas violentas. Kapoor, de origen indo-judío, se rehusó a borrarlas, y en Francia el problema fue tal que el presidente François Hollande pidió hablar con él personalmente, y aunque terminó por aceptar que el artista no quería borrarlas “por razones pedagógicas”, el caso llegó a la corte, en un largo juicio que Kapoor terminó perdiendo, pero no del todo. Se aseguró de salir del problema a su manera. Cubrió parcialmente las consignas con hoja de oro, como lo está también gran parte de Palacio de Versalles. Pero lo hizo sólo parcialmente, lo suficiente para que no pudieran leerse, pero su existencia siguiera siendo evidente. Como era de esperarse en la época del Rey Sol, tapó con opulencia la agitación. Ése también es Anish Kapoor.
Anish Kapoor. Arqueología: Biología.
Museo Universitario Arte Contemporáneo
28 de mayo al 27 de noviembre.
muac.unam.mx
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