Tiempo de lectura: 5 minutosEn Matterhorn (2011), Karl Marlantes, un escritor estadounidense que combatió en Vietnam, describe la extrañeza con la que un teniente blanco de la infantería de marina observa el dap, un saludo elaborado por los soldados negros durante la guerra para expresar unidad en destacamentos racistas. Existen variaciones incontables del saludo, desde sólo chocar los puños hasta palmear los antebrazos y los nudillos, pero siempre funge como signo y ritual. Muchas veces el saludo es deliberadamente difícil con tal de excluir al opresor blanco. Hacia el final de la novela, el teniente protagónico pide a uno de sus subordinados negros que le enseñe el saludo en un torpe intento de expresar solidaridad. Su gesto termina entendiéndose como una apropiación cultural, una invasión. En cierto modo, este detalle sintetiza la forma en que se ha representado históricamente la experiencia negra de Vietnam: bajo una mirada forastera que a veces comprende pero que, por lo general, deforma.
Si los libros más populares sobre la guerra fueron escritos por blancos —se me ocurren Philip Caputo o Tim O’Brien—, en el cine no hay distinción. Las películas clásicas de Vietnam las han dirigido Oliver Stone, Francis Ford Coppola, Stanley Kubrick, Michael Cimino. Incluso cineastas fuera de Estados Unidos que han discutido o representado la guerra en sus filmografías, de Agnès Varda a Werner Herzog, son blancos. Y en cambio, el 33% de los soldados estadounidenses que combatieron en Vietnam eran negros, aunque su comunidad sólo constituía el 11% de la población nacional en aquella época.
En los años setenta, Larry Clark y Haile Gerima —un director afroestadounidense y el otro etíope— hicieron películas donde aparecían veteranos negros que vivían entre la subversión y los abusos policiacos en Los Ángeles, pero muy pocos espectadores las vieron; además no eran representaciones de la guerra sino del regreso a un país racista e ingrato. Hasta los años ochenta y noventa, directores como Carl Franklin y Preston A. Whitmore II al fin pudieron dirigir películas sobre Vietnam con explosiones y balazos como tantos cineastas blancos lo habían hecho antes. Sin embargo, ninguno pudo juntar el espectáculo con la complejidad temática; en el caso de Franklin, su película, Eye of the Eagle 2: Inside the Enemy (1989), ni siquiera era protagonizada por un elenco afrodescendiente.
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Da 5 Bloods (2020) de Spike Lee
El estreno de Da 5 Bloods (2020), de Spike Lee, que apareció recientemente en Netflix, coincidió con los disturbios provocados por los asesinatos de George Floyd y Rayshard Brooks, entre muchísimos otros casos de abuso policiaco que los preceden. No sólo es un evento significativo por tratarse de una película sobre la experiencia negra en Vietnam, también es un intento revisionista del director por corregir lo que ya se había filmado al respecto, y cuyo fin último es empoderar a su comunidad.
Lee es quizás el único cineasta popular negro que expresa sin timidez sus opiniones militantes sobre la opresión racial, ya sea en películas tan controvertidas como Do the Right Thing (1989) y Malcom X (1992), o en sus desinhibidas declaraciones a la prensa. En consonancia, su nueva cinta tiene un modo de operar que resulta subversivo: Da 5 Bloods es una producción de alrededor de 50 millones de dólares que golpea a Hollywood por sus errores de representación —en un punto los protagonistas se burlan de Rambo y Chuck Norris—, como imita su estilo con el fin de arreglar los atropellos.
«No sólo es un evento significativo por tratarse de una película sobre la experiencia negra en Vietnam, también es un intento revisionista del director por corregir lo que ya se había filmado al respecto».
La trama narra el regreso de cuatro veteranos negros a Vietnam en la actualidad. Su intención es recuperar una maleta llena de oro que encontraron durante la guerra y que no pudieron llevarse de vuelta a casa. También desean salvar los restos de su líder de escuadrón, Stormin’ Norman (Chadwick Boseman), que los adoctrinó en las ideas del empoderamiento negro y planeó robarse el oro de su propio ejército en compensación por la opresión de su comunidad. El personaje aparece en pocas escenas pero es importante porque en él se reúnen las ideas de Martin Luther King Jr. y Malcolm X para darnos una especie de Cristo negro cuyo fantasma explica: “morí por ustedes”.
En la primera escena nos encontramos con el dap. Llama la atención cómo está compuesta la imagen: dos veteranos, Eddie (Norm Lewis) y Melvin (Isiah Whitlock Jr.), están ubicados frente a la cámara mientras se palpan el uno al otro en el complicado ritual. En el fondo aparecen los otros dos miembros del escuadrón, Otis (Clarke Peters) y Paul (Delroy Lindo), a punto de reunirse con ellos. El plano muestra un signo de identidad al frente de la composición para resumir las intenciones de Lee con la película y sugerir la soledad que los personajes vivieron en medio de un contingente blanco. Este tema se infiere más a partir de lo que mostró Lee en su otra película bélica, Miracle at St. Anna (2008), cuando un veterano negro de la Segunda Guerra Mundial mira en la televisión The Longest Day y musita frustrado: “Nosotros también peleamos por este país”.
Da 5 Bloods (2020) de Spike Lee
En Da 5 Bloods, los recuerdos del combate vienen acompañados de la música heroica y sentimental de Terence Blanchard; la cámara exalta la bravura de los soldados y le da al fin a la comunidad negra estadounidense el placer de verse estelarizando la guerra. Sin embargo, en una escena los protagonistas masacran a una patrulla norvietnamita mientras ésta discute un poema. El contraste es significativo: en una escena vemos a los oprimidos siendo al fin héroes, pero en otra se nos recuerda que en aquella guerra neocolonial todos los estadounidenses fueron opresores. Lee no sólo ha hecho una película que escuche la experiencia del soldado negro, sino también la de los vietnamitas.
Para poder sacar el oro de Vietnam, los veteranos reciben la ayuda de Tiên (Lê Y Lan), una antigua amante de Otis, y Desroche (Jean Reno), un empresario francés. Estos personajes cumplen un rol simbólico, como todos los de la película, que en el caso de Desroche se establece cuando Paul empieza a agredirlo y le recuerda que Estados Unidos salvó a Francia en la Segunda Guerra Mundial. Desroche se impone señalándole su ignorante versión de la historia. Ambos personajes sugieren el ánimo imperialista de sus países.
«En una escena vemos a los oprimidos siendo al fin héroes. Pero en otra se nos recuerda que los estadounidense fueron opresores. Es una película que escucha la experiencia del soldado negro, y también la de los vietnamitas».
Cuando los veteranos se adentran en la jungla para encontrar el oro y los restos de su líder de escuadrón, Lee comienza a referirse a The Treasure of the Sierra Madre (1948), de John Huston, y a expresarnos su película como una de aventuras. Si en el filme de Huston la codicia extrajo los gestos más deformados de Humphrey Bogart, aquí el síndrome de estrés postraumático está ligado al egoísmo y a la formidable interpretación de Delroy Lindo que, en un par de soliloquios cerca del final, demuestra un control de sus gestos que podría expresar, sin necesidad de palabras, la deshidratación de su espíritu. Su personaje, Paul, es un votante de Trump que responde violentamente a la sola presencia de los vietnamitas y que presume un discurso patriotero para problematizar la idealización del veterano negro.
Spike Lee nunca le ha temido ni a la artificialidad ni al didacticismo militante, y por ello sus personajes de repente discuten pasajes de la historia negra. A menudo se atraviesa metraje documental de figuras históricas como Angela Davis y Mohammed Ali, y por toda la película se escucha What’s Going On, el álbum antibélico de Marvin Gaye. Da 5 Bloods no es un espacio fílmico que aspire al naturalismo. Al contrario, Lee se ciñe a las convenciones del cine de aventuras y permite que la lógica pandee frente a las necesidades de su discurso. Quizá la decisión más obvia sea que en las escenas situadas durante la guerra, los personajes no están maquillados para verse más jóvenes. Insertados desde el presente en sus propios recuerdos, los rostros avejentados de los veteranos demuestran la eternidad de muchos dolores: de matar, de temer morir, de perder ante todo. Por una vez, y aunque sea sólo en un ejercicio de ficción, Da 5 Bloods conquista para la comunidad negra una victoria: la de ser representada, con honestidad y furia, desde adentro.