Ellen Key, la primera defensora del placer sexual de las mujeres

La primera defensora del placer sexual de las mujeres

Ellen Key fue una de las primeras mujeres en cuestionar los roles de género y escribir al respecto

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La primera ola del feminismo nació a la par de la Ilustración. Fue “el hijo no querido”, como le llamó la filósofa Amelia Valcárcel. En el Siglo de las Luces, cuando la razón se postró sobre todo lo demás, la polémica de igualdad y diferencia entre los sexos se colocó por primera vez como discurso dentro de la sociedad.

Ellen Key fue una de las primeras mujeres de Europa en cuestionar los roles de la mujer, además de escribir libros y dar clases de orientación feminista. Su enfoque era crítico de la forma en que la educación reforzaba los roles de género establecidos. 

Ellen Key nació el 11 de diciembre de 1849 en la mansión de su padre –un propietario agrícola dedicado a la política con tendencias liberales– en Sundholm, Suecia.

La educaron bajo un un rígido cristianismo, pero conforme fue creciendo tuvo acceso a libros de Charles Darwin, Herbert Spencer (naturalista, filósofo, sociólogo, psicólogo y antropólogo inglés) y a Thomas Henry Huxley (biólogo conocido como el Bulldog de Darwin por defenderlo siempre), por lo que le fue absolutamente natural comenzar a cuestionarse los procesos evolutivos de los seres humanos, así como de los otros seres vivos.

Dos de sus primeras publicaciones se titulaban Seres Humanos (1899) y Las Líneas de la Vida (19031906)

Parte de sus estudios salían del desencanto que Ellen Key tuvo con las ideas progresistas que Europa comenzó a implementar tras la Revolución Francesa. Su padre, envuelto en la política, la acercó mucho a ese mundo, involucrándola en las controversias del momento.

Sin embargo, la única ocasión en que asistió a la escuela fue para tomar el  Curso de Educación para Mujeres Adultas de Jenny Rossander, y lo hizo solo durante el invierno porque también tenía que cumplir con tareas de la casa, como ser la secretaria de su padre.  El resto del tiempo fue educada en casa por dos institutrices, primero una alemana y después una francesa.

En 1868 su padre obtuvo un escaño del Riksdag, el parlamento sueco, y se mudaron a Estocolmo. Ahí comenzó a trabajar como profesora en una pequeña escuela exclusiva para mujeres en la que tenía siete alumnas.

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Ellen Key / Wikimedia Commons

Su experiencia como maestra fue un parteaguas en su vida, que cobró especial relevancia, pues fue en ese momento que empezó a reflexionar sobre el impacto que los programas educativos tienen en las personas. Los ensayos que publicó al respecto le ganaron fama y reconocimiento.

«Libros contra libros de texto», fue su primer ensayo ampliamente leído y se publicó en el periódico Verdandi en 1884. Posteriormente, en este mismo periódico, publicó los artículos «Declaración sobre coeducación» y «Asesinato del alma en las escuelas», entre otros.

En sus múltiples lecturas se topó con cientos de ideas socialistas, muchas de las cuales le llamaban la atención. La “educación del pueblo” le despertó un particular interés e intentó fundar una universidad para mujeres en Estocolmo, pero no lo logró.

Poco después de este fallido intento Ellen Key comenzó a dar clases en el Instituto Obrero de esa ciudad, un trabajo que continuó hasta principios de 1900, cuando dejó la docencia para dedicarse por completo a escribir.

El primer texto que publicó en esta nueva etapa de su vida marcó su memoria en la historia. Se titula El siglo del niño y en él plantea que la mejor forma de enseñar se basa en la bondad. Su texto proponía una nueva pedagogía familiar en la que no se golpeara a los niños y niñas como forma de coacción.

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Ellen Key en el Tribunal Superior mientras la Unión Nacional para los Derechos de los Votos Políticos de las Mujeres celebra el sufragio de las mujeres en 1921. / Wikimedia Commons

También estableció que la cultura y las bellas artes eran herramientas para elevar el alma, cosa que en términos de educación era elemental para la motivación del estudiante.

Estas propuestas, muy revolucionarias para su época, ejercieron una significativa influencia sobre la calidad de la educación tanto en Suecia como en otros países y fueron traducidas a numerosas lenguas. Actualmente, su texto sigue utilizándose en las escuelas de pedagogía.

En 1903 publicó Amor y matrimonio. Este fue otro trabajo altamente revolucionario, pues aunque mantenía que el aporte de las mujeres en términos de maternidad a la sociedad era vital y era una de las formas en las que podían lograr su máximo desarrollo como seres humanos, discutía que las condiciones de la maternidad debían de ser reestructuradas y protegidas por el Estado tanto económicamente como políticamente.

Denunció que debido a la dependencia económica que tenían las mujeres durante los años de crianza, experimentaban subordinación, por lo que la responsabilidad financiera debía de ser asumida por el gobierno.

En este texto también demandaba el abierto reconocimiento de la vertiente sexual del amor, incluyendo el placer sexual de la mujer, cosa que escandalizó a la sociedad europea del momento y después se extendió al resto del mundo.

A pesar de la importancia y el alcance de sus publicaciones, Ellen Key es conocida por muy pocos. La mayoría son psicólogos y pedagogos que la leyeron en la escuela, quizá, o estudiantes de las influencias feministas de finales del siglo XIX. Sin embargo, el trabajo de Key fue el fundamento para las luchas que continúan, no sólo en términos de educación, sino de igualdad de género.


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