Tiempo de lectura: 5 minutosScott Fitzgerald, como muchos de los personajes de sus novelas y cuentos, salió de un pasado no tan glorioso para encontrarse de pronto en la cima de la prosperidad, que prometían los años 20 en Estados Unidos —quizás la década de sus mayores éxitos literarios—. Entre jazz, champaña y flappers de vestidos cortos, se convirtió en el autor mejor pagado de su generación, que alguien nombró perdida, por su cercanía con la Primera Guerra Mundial y la Gran Depresión.
Fitzgerald, elegantemente vestido y con el cabello perfectamente peinado, escribía lo mismo sobre la falsa promesa norteamericana del ascenso social y sobre el desencanto que trajo la posguerra y posteriormente el materialismo; a un siglo de la presentación de su primer novela —A este lado del paraíso— se puede leer su voz como el testamento de una época y la desilusión ante el mito del “sueño americano”. Un sueño que buscaron migrantes y nativos y que se construyó hegemónicamente con nuevas industrias como la cinematográfica. Muchos tuvieron que despertar sin haberlo alcanzado.
Entrelazados con sus más de 150 cuentos, Francis Scott Fitzgerald ocultaba detrás de una apariencia de abundancia varios problemas; entre ellos la nula aceptación de la aristocracia neoyorquina, que lo consideró un nuevo rico y le cerró algunas puertas, justo como le pasó al protagonista del Gran Gatsby. También durante esa década se agudizó su relación con el alcohol, particularmente con el whiskey, que a pesar de la prohibición que Estados Unidos puso a las bebidas espirituosas, llegó a los labios de Fitzgerald para convertirse en fiesta y en uno de los responsables del fin de su carrera.
Además del alcoholismo, Fitzgerald era dependiente de Zelda Sayre, su esposa durante 20 años. Ambos mantenían una relación complicada que solo el tiempo logró acabar. Sobre Zelda cuentan que tenía ambiciones monetarias que dilapidaron las ganancias y adelantos que recibía Scott, en viajes, estadías en París y en la Riviera Francesa. Además, gustaba de vestidos diseñados por Jean Patou y Chanel, que llenaron su guardarropa y que la hacían lucir bella a un muy alto precio.
Zelda, quien tomó el apellido Fitzgerald, tenía ambiciones literarias que Scott apagó después de que ella publicara su novela, también semiautobiográfica, Save me the waltz. La esquizofrenia que padecía terminó por enterrar sus deseos de escribir en habitaciones de hospitales psiquiátricos que su esposo pagaba con préstamos de su editor, que terminaron por llevarlo a la bancarrota.
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“Claro, toda vida es un proceso de demolición”, escribió él en un grandioso ensayo sobre estos tumultuosos años, titulado el Crack-Up, que fue publicado en 1936. Después de eso intentó convertirse en guionista, pero antes de lograrlo un infarto acabó con su vida.
Este 24 de septiembre se cumplen 122 años del nacimiento de Francis Scott Fitzgerald. En la numerología fitzgeraldiana el 122 es igual al número de rechazos que el autor sufrió por parte de las editoriales antes de que aceptaran publicarlo. Para recordar a uno de los mejores escritores que dio el siglo XX, hacemos un recuento de sus cinco novelas con rasgos autobiográficos. Una de sus mayores críticas y amigas, Gertrude Stein, dijo que el trabajo y el talento narrativo de Fitzgerald traspasaría los años. Tuvo razón, sus libros aún se encuentran entre los más vendidos de esta década. A 78 años de su muerte Fitzgerald sigue vivo.
A este lado del paraíso (1920)
A este lado del paraíso fue publicada y editada por Scribner’s en 1920 y logró vender más de 40 mil copias ese año. Lo que convirtió casi de inmediato a Fitzgerald en el autor mejor pagado de su generación. El éxito de la publicación le ayudó a darse a conocer en círculos intelectuales y en la alta sociedad neoyorquina, que nunca terminó por adoptarlo. También le abrió paso para casarse con Zelda Sayre, quien lo había rechazado anteriormente por no tener dinero.
El libro es protagonizado por un joven y apuesto estudiante de Princeton que pasa todo su tiempo escribiendo. En el narra los retos de vivir en la sociedad norteamericana tras el fin de la guerra mundial. Como Amory Blaine, el protagonista de esta novela, Fitzgerald estudió en esa universidad antes de ser reclutado por el ejército, sin embargo nunca fue a la guerra, pues cuando se encontraba por abordar el barco que lo llevaría a Francia, se anunció el fin de conflicto.
Hermosos y malditos (1922)
Escrito casi de manera compulsiva entre el invierno de 1921 y la primavera de 1922, mientras Fitzgerald esperaba el nacimiento de Frances, su primer y única hija. Hermosos y malditos es una gran e irónica novela que busca retratar a la juventud americana de la alta sociedad durante los años 20. Entre la música de charleston y el alcohol, el personaje principal cuenta cómo se desmorona la sociedad tradicional anterior a la guerra y cómo se enfrenta él, su esposa y sus amigos al cambio brusco que representa el fin o el nuevo comienzo del sueño americano.
El gran Gatsby (1925)
Algo que pocos saben es que Fitzgerald, al igual que Hemingway, nunca fue un experto en ortografía. Como testimonio están los borradores de El gran Gatsby. Este libro es considerado la “Gran Novela Norteamericana”, un término acuñado por los críticos que consideraron que este relato es un retrato fiel de los valores y la cultura de Estados Unidos durante el siglo XX. En esta novela también aparece un personaje recurrente en las historias de Fitzgerald, el automóvil.
Aquí se exploran temas como la decadencia y los excesos, pero también el amor y la dificultad de obtenerlo por diferencias sociales. Los personajes del libro son similares al propio Fitzgerald y a su esposa Zelda, y está inspirado en las diversas fiestas a las que acudieron entre Nueva Jersey, Manhattan y Paris. Cuando Fitzgerald entregó la novela terminada a su editor, la había titulado Bajo el rojo, el blanco y el azul, los colores de la bandera norteamericana.
Este libro ha llegado a la pantalla grande en múltiples ocasiones, la más reciente dirigida por Baz Lurhman y protagonizada por Leonardo DiCaprio y Carey Mulligan.
Suave es la noche (1934)
Para que F. Scott Fitzgerald escribiera Suave es la noche, tuvieron que pasar cerca de 9 años. Los estudiosos de su vida y sus letras creen que durante ese tiempo padeció el famoso síndrome del «bloqueo del escritor». En la novela narra las vivencias de un joven psicólogo que tiene una esposa esquizofrénica. Fitzgerald la escribió como un testimonio sobre su vida con Zelda mientras ella se encontraba internada en un psiquiátrico. Además, se cree que la escribió como una especie de venganza a su esposa, después que ella publicara una novela titulada Save me the waltz, donde dio a conocer a través de la ficción, partes de la vida privada de Fitzgerald, algo que lo molestó profundamente.
Suave es la noche pasó inadvertida por la crítica, que esperaba un libro similar a El gran Gatsby, y las ventas de libro tampoco fueron nada buenas. Sin embargo, recientemente fue rescatada y se considera uno de los trabajos más conmovedores y más importantes de la carrera de Francis Scott Fitzgerald.
El último magnate (1941)
Esta novela fue escrita en un periodo donde Fitzgerald viajó a Hollywood, intentando reconstruir su carrera convirtiéndose guionista. El último magnate ocupó un lugar especial en las labores de Fitzgerald, que intentó convertirla en su siguiente obra maestra. El tenía pensado que el libro constaría de 31 capítulos, pero solo terminó 18. La novela quedó inconclusa tras la muerte de Fitzgerald a los 44 años, a causa de un infarto.
El último magnate pretendía ser El gran Gatsby, pero del mundo del cine. El personaje principal está basado en el productor cinematográfico Irving Thalberg. La edición que se puede leer actualmente fue armada con notas que Edmund Wilson, uno de los amigos más cercanos de Fitzgerald, consiguió para lograr publicarlo.
En 1976 se llevó al cine dirigida por Elia Kazan y protagonizada por Robert De Niro. Después, Sony produjo en 2016 una serie basada en esta última novela de Fitzgerald, protagonizada por Matt Bomer, que se estrenó en la plataforma Amazon Prime.