El documental de Marcela Arteaga cuenta la historia de Carlos Spector, un abogado migratorio de Texas que pelea por conseguir asilo político para mexicanos que huyen de la violencia y el olvido en un pueblo devastado por la guerra contra el narcotráfico.
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Como un cambio radical y necesario en la narrativa en torno a la Guerra contra el Narcotráfico, El guardián de la memoria presenta la belleza y el dolor del pueblo de Guadalupe en Chihuahua. Con atardeceres longevos, coloridos y silenciosos, el documental se aleja de la presentación de elementos obvios que hacen alusión a la guerra.
En cambio, la directora y guionista Marcela Arteaga presenta amaneceres cálidos y vientos que arrastran la arena del desierto hacia fuera y dentro de Guadalupe, como una metáfora para entender su violenta historia.
Basta con notar la soledad, que es un personaje más en este territorio, para entender que hay una historia oscura que contar. Las casas derruidas, con algún color vivo todavía, conservan los recuerdos de las familias desplazadas por la violencia originada en la llamada Guerra contra el Narco. Otras viviendas, aún ocupadas, pero dañas como si hubiera pasado un terremoto o un tornado, son prueba visual suficiente de la violencia que está por terminar con un pueblo.
Sin el escándalo de metralletas o el rojo de sangre, esta película rememora a las víctimas, a través de la voz del abogado Carlos Spector, quien hace frente a la impunidad en la frontera.
La historia de El Guardián de la Memoria, que logró el Premio Ojo a Largometraje Documental Mexicano en el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) 2019, narra la escalada de violencia en Guadalupe desde el 2008. A ese pueblo llegaron primero los policías federales, detonando rivalidad con los estatales y los municipales. Más tarde la situación empeoró, pues llegaron los militares.
«Sin el escándalo de metralletas o el rojo de sangre, esta película rememora a las víctimas, a través de la voz del abogado Carlos Spector, quien hace frente a la impunidad en la frontera».
Los testimonios que presenta la película coinciden, por desgracia, de muchas maneras: adultos que recuerdan a sus hijos que salieron a jugar, a trabajar, o a la escuela y que no regresaron. Abuelos y abuelas que se volvieron padres, madres, abogados, activistas y luego víctimas de extorsión por alzar la voz.
El guardián de la memoria aborda el rol del periodismo, los medios y los activistas en lo que parece ser el fin de la democracia en ese territorio, ahora en quietud. El documental retrata la forma en que, ante un ineficaz sistema de justicia, cuando las familias de inocentes desaparecidos o asesinados protestan o indagan por su cuenta, son amenazados por las autoridades, en este caso, bajo el mando del entonces gobernador de Chihuahua, César Duarte.
Carlos Spector, que creció en Guadalupe y que además es judío, observó que el interés mutuo de los grupos en el poder era acallar a la población que pensaba diferente o que no se sometía al terror. Porque otro común denominador entre las víctimas era la falta de miedo, pues les habían quitado todo y ya no había nada que perder.
«Crimen autorizado»
La película explica cómo en este contexto de violencia se dio la migración de familias enteras hacia Estados Unidos. Este fenómeno llamó la atención de Spector, quien se dedicaba a mediar la situación migratoria de los mexicanos en Estados Unidos.
En años recientes el flujo migratorio de México a ese país ha cambiado, pues antes llegaba primero el hombre de familia y luego de varios meses de trabajo, su familia entera. Pero ahora, las familias completas llegaban a Estados Unidos huyendo de la violencia después de denunciar extorsiones, amenazas y falta de protección ante el ejército, la policía federal los cárteles del narcotráfico.
Sin embargo, al no tratarse de una guerra civil, sumado a la política antiinmigrante de el país del norte, no existía la posibilidad de que Estados Unidos otorgara asilo político a mexicanos desplazados. A pesar de eso, la necesidad de huir hizo que en Guadalupe, un poblado que llegó a tener hasta 17 mil habitantes, para 2016, quedaran a penas mil 500 personas.
«A ese pueblo llegaron primero los policías federales, detonando rivalidad con los estatales y los municipales. Más tarde la situación empeoró, pues llegaron los militares».
El Guardián de la Memoria explora el camino que recorrió Carlos Spector para llegar al concepto de “crimen autorizado” y pelear en Estados Unidos por el derecho al asilo para mexicanos. A partir de los casos de los habitantes de Guadalupe, el abogado podía probar que las autoridades y el Estado, que debían garantizar la seguridad a la ciudadanía chihuahuense, fueron omisos ante la escalada de la violencia, en parte, por los intereses que compartían con la iniciativa privada.
En este contexto, Carlos Spector rescata la memoria que mantiene del Holocausto, para cumplir con lo que él cree que es su deber en Guadalupe. El Guardián de la Memoria retrata la desolación, la desesperanza y la injusticia que implica permitir la desaparición de un poblado en México.
Pese a que la mitad de las personas que aparecen en la película fueron eventualmente deportados, El Guardián de la Memoria vislumbra un haz de esperanza para quienes están exiliados por la violencia.
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