El cabaret que denuncia y libera
El actor y dramaturgo César Enríquez lleva La Prietty Guoman al Centro Cultural Helénico.
César Enríquez desaparece frente a su espejo antes de cada función. Es un ritual que ejecuta con tranquilidad, utilizando todo tipo de cosméticos: sombras, rubor, lápiz labial e incluso pegamento en barra, que diluido en agua puede desaparecer cualquier rastro de una ceja en un par de minutos. Poco a poco, el actor y dramaturgo mexicano abandona su apariencia común para convertirse en el personaje principal del monólogo La Prietty Guoman, que actualmente se presenta en el Foro La Gruta del Centro Cultural Helénico.
En la obra, que este 31 de agosto cumple dos años en cartelera y seis temporadas con teatros llenos, Enríquez interpreta a una prostituta transexual que decide repasar el soundtrack que la ha acompañado a lo largo de su vida, desde los años en los que la sociedad la obligaba a asumir una identidad que no le correspondía hasta su esperado primer encuentro con el amor de su vida, al más puro estilo de una comedia romántica de los años noventa.
Sin embargo, como es característico del cabaret, la puesta no se detiene en su festiva trama, sino va un poco más allá, punzando en temas que aquejan a la comunidad trans en México, como la discriminación, la intolerancia social y especialmente, la violencia que día a día viven las personas que luchan por su derecho a ser diferentes. «Para hacer cabaret necesito trabajar a partir de algo que me duele, me lastima o me incomoda socialmente. Rara vez puedo crear un personaje si no es desde ahí», confiesa Enríquez, también autor del monólogo, en entrevista con Gatopardo.
El dolor es algo palpable al momento de analizar el discurso de La Prietty Guoman. En una de sus escenas, después de interpretar en el escenario temas de Madonna, Mariah Carey (o María Caray, como se le llama en la obra) y Whitney Houston, el personaje se sincera con su público, enlistando un par de cifras que exponen la difícil situación a la que vive la comunidad LGBTIQ en nuestro país. Después de un momento de liberación escénica, la «mujer bonita» del título se encuentra con la realidad que le dio origen a su historia.
«El personaje nace a partir de dos sucesos, el dolor que sentía por una amiga que acababa de morir asesinada y el crimen de odio en (la discoteca) Pulse, en Orlando», recuerda Enríquez, quien también cuenta que la poca atención que se le da a los asesinatos de mujeres trans, fue uno de los motores que impulsaron su proceso creativo. «Claro que me dolía Orlando, pero yo pensaba, ¿por qué todos somos Orlando y ninguno es Veracruz?, ¿por qué yo como gay homonormado de una sociedad más o menos relevante, soy más importante que una mujer trans de Veracruz? Fue en ese momento cuando me di cuenta de que tenía que hablar de esto».
En el camino, el también director recordó un pasaje del libro Esclavas del poder, donde la periodista Lydia Cacho entrevistaba a una prostituta que jugaba con la idea de abandonar la profesión una vez que encontrara al Richard Gere que la haría feliz, igual que lo hizo Julia Roberts en Mujer Bonita (Pretty Woman). Fue de ahí, que Enríquez obtuvo el título de su monólogo, la idea que da origen a su escenografía (un alargado auto blanco, similar al de Gere en el filme de Gary Marshall) y las principales aspiraciones de su personaje.
Además, para construir un personaje más auténtico, el actor se empapó del ambiente del que vendría La Prietty Guoman, trabajando con sus amigas trans y otros integrantes de la comunidad el tratamiento del guion, acoplando su jerga, sus experiencias de vida y su vestimenta. «Creo que el espectáculo va más allá de treparme en unos tacones. A estas chicas generalmente las tratan como payasos, se burlan de ellas o no dejan de ser vistas como hombres vestidos de mujeres y con tacones. Parte del proyecto, es visibilizarlas con respeto», dice.
A dos años de su primera presentación, La Prietty Guoman ha logrado mantenerse en el gusto del público e incluso las instituciones culturales, participando en la Muestra Nacional de Teatro 2018, el Encuentro de Artes Escénicas México 2018, el Festival de San Sebastián en España y el Festival Latino de Chicago. Además, el espectáculo se ha presentado a fundaciones, personas en situación de calle y recientemente en la penitenciaria de Santa Martha Acatitla, en una función especial dedicada a la comunidad LGBT, las mujeres trans encarceladas y el pabellón para personas con VIH, algo que el autor describe como una experiencia interesante y catártica para todos los asistentes, él incluido. «Yo jamás pensé que el espectáculo iba a tener toda la relevancia que está teniendo», dice.
Al finalizar la sexta temporada de su monólogo, prevista para el 27 de septiembre, Enríquez explorará el tema del machismo en una tragedia a la mexicana que estrenará junto al grupo de teatro penitenciario del Foro Shakespeare. «Estamos trabajando con temas que a ellos todavía los aprisionan, porque aún tienen cierta homofobia y cierto machismo del que se quieren librar», sentencia.
Tras unos últimos arreglos, y después de haber solucionado un problema con uno de sus aretes, la Prietty Guoman sale a escena a contar su historia, liberarse de sus demonios, hacer una necesaria denuncia y demostrar que, como decía Celia Cruz en una de las canciones que componen el soundtrack de su vida, «las penas se van cantando».
La Prietty Guoman
Hasta el 27 de septiembre
Foro La Gruta – Centro Cultural Helénico
www.helenico.gob.mx
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