La vocera: La fuerza de la lucha indígena – Gatopardo

La vocera: La fuerza de la lucha indígena

Luciana Kaplan estrena su más reciente documental, La vocera, en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara. A través del caso de Marichuy, la mujer indígena que buscó ser candidata presidencial, explora la lucha indígena y la desigualdad social en México.

Tiempo de lectura: 4 minutos

En 2017, cuando uno veía en la televisión la imagen de María de Jesús Patricio Martínez, mejor conocida como “Marichuy”, resultaba difícil entender la importancia de su candidatura a la presidencia de México. Los prejuicios y la ignorancia de quienes la entrevistaban colgaron alrededor de ella una cortina que tuvo el poder de caricaturizarla más de lo que ya lo está una mujer indígena en México. En el documental La vocera (2020), Luciana Kaplan muestra a un conductor de televisión diciéndole a Marichuy, aparentemente molesto, que él no entiende por qué tendría que lanzarse como una candidata indígena, que un candidato católico se ofrecería a los votantes simplemente como un mexicano. Pero como lo evidencian el documental y el periodismo de mayor calidad, no es lo mismo haber nacido hombre, blanco y católico en la Ciudad de México que crecer nahua en la marginalidad y la traición institucional. Nadie se burla de la apariencia o del acento del citadino al hablar; nadie le cuestiona por qué, pudiendo ser otro, se presenta como lo que es. Resulta inquietante pensar que, si el comunicador que nos muestra Kaplan no entendió la necesidad de una política identitaria, su audiencia probablemente entendió menos.

Ante estos significados evadidos, las imágenes de La vocera buscan tejer una narrativa que enfrente no sólo la ignorancia sino la indisposición a entender realidades distintas. Frente al prejuicio y el privilegio, la experiencia de quien realmente ha sufrido. Pero fiel al estilo y a las convicciones de la propia Marichuy, el documental no es una mera crónica de su vida y de su frustrada campaña por la candidatura presidencial sino una imagen compleja de su misión como vocera del Congreso Nacional Indígena. Marichuy ni estaba ni está sola, como lo explica ella misma durante un mítin en la película, y su aspiración no fue nunca concentrar el poder; al contrario, su “yo” es un “nosotros” que aspiró, más que a la silla presidencial, a visibilizar el abuso contra las comunidades indígenas, tan distintas, pero tan similares en sus reclamos.

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