Recuerdos de una superviviente
Las memorias de Chrissie Hynde son una oportunidad para descubrir a uno de los personajes clave de la escena postpunk anglófona.
Un largo y accidentado camino llevó a Chrissie Hynde (1952) desde Akron, Ohio, hasta la cúspide del éxito (y con éste, casi a la destrucción) en la escena londinense postpunk de finales de los setenta con su banda new wave The Pretenders. En una entrevista que dio a la CBC, declaró que su más reciente libro autobiográfico A todo riesgo. Memorias airadas de una Pretender (editado en español por Malpaso Ediciones) era una suerte de homenaje a su banda, porque cuando murieron el guitarrista Jimmy Honeyman-Scott y el bajista Pete Farndon no se habló de ellos como lo ameritaban: “Sentí que merecían mucho más crédito del que tuvieron”, dijo sobre este libro compuesto de 278 páginas.
La Akron que ella describe aquí tenía poco del verde y el azul de otras ciudades de Ohio, era una ciudad teñida de gris como la industria llantera de la que se había mantenido. Aunque la mayoría de las fábricas de neumáticos ya habían cerrado, persistía la cultura automovilística. Así, ella se acostumbró a pedir ride. En esa ciudad que colapsaba, se gestó la semilla de una mujer indestructible, que a los 65 años de edad es mucho más de lo que se atrevió a soñar.
Hynde tenía 14 años cuando llegó a Estados Unidos el primer álbum de The Beatles. En la escena de Ohio podías ir a los clubes a escuchar a The Velvet Underground, The Jeff Beck Group y Alice Cooper, pero quizá un momento definitorio para esta flacucha adolescente fue cuando se escapó con una amiga para ver tocar David Bowie e Iggy Pop en Cleveland, y un guardaespaldas de los músicos las invitó a unirse a ellos. Desde ese momento decidió que la música sería su destino. Sin asomo de vergüenza, confiesa que la escuela nunca le interesó: aunque entró a la Universidad Estatal de Kent a estudiar Artes Visuales, lo hizo, sobre todo, para marcar distancia de la casa paterna. KSU era, además, un semillero de oposición contra la guerra en Vietnam, y cuando la Guardia Nacional disolvió una manifestación, Hynde vio morir al novio de una amiga. Cuando Neil Young compuso la canción Ohio, inspirada en la tragedia, escribe que significó una especie de reivindicación para la comunidad estudiantil.
Fue este hecho lo que la llevó a vivir en una comuna hippie de Toronto, y luego en Cholula, Puebla, donde se dedicó más a vagabundear que a estudiar, pero siempre con el objetivo de mudarse a Londres para empezar una carrera musical. Hynde no supo mantenerse al margen del alcohol, en un primer momento, porque “le quitaba la timidez”, y de las drogas duras, más adelante, quizá porque todo el que aspirara a ocupar un lugar en la escena musical las consumía. Cuando logró convencer a sus padres de que le dieran dinero para “ir a estudiar” a Europa, voló a Londres, donde alternó su estadía con breves periodos en París. En ambas capitales la droga fluía como río, y si pretendías ser alguien en el negocio de la música, no podías sustraerte a su poderosa atracción.
En Londres trabajó reseñando discos y conciertos para la revista nme, aunque siempre se sintió una farsante; y vendía ropa en la tienda de Malcolm McLaren y Vivienne Westwood. Ahí conoció a The Clash y a Sex Pistols. Estuvo a punto de casarse con Sid Vicious, sólo para obtener la residencia legal en Inglaterra, pero el matrimonio nunca se llevó a cabo porque Sid no llegó al registro civil.
El punk estaba en su apogeo, y Ray Davies, líder de The Kinks, que se convertiría años después en el padre de su hija. Para seducir a Chrissie, le puso su canción favorita: «The Great Pretender», por Tony Williams de The Platters, de donde tomaría el nombre para su grupo.
Hynde se convirtió en la líder de The Pretenders cuando el punk empezaba su declive. «Brass in Pocket», compuesta por Ray Davies para The Kinks, se convirtió en su primer éxito en 1979. Su voz, melodiosa y al mismo tiempo agresiva, hacía química con la guitarra de Jimmy Honeyman-Scott, el bajo de Pete Farndon y la batería de Martin Chambers. Al mismo tiempo, Sid Vicious, que había apuñalado en el estómago a su novia Nancy Spungen, moría de una sobredosis de heroína un día después de la fiesta que organizó su madre para celebrar su puesta en libertad por el asesinato de Nancy.
En 1980, el disco debut Pretenders llegó al número uno en las principales listas del Reino Unido. Con la aparición de MTV, la fama del grupo se extendió más allá de esas fronteras, y su primera gira mundial marcó el regreso de Hynde a su país, Estados Unidos. ¿Quién iba a pensar que un día iba a amanecer en la misma cama de hotel que su ídolo de la adolescencia Iggy Pop? Unos años habían bastado para pasar de ser una groupie a alguien que estaba a su nivel, una estrella igual que él.
El 24 de julio de este año, ella y sus nuevos Pretenders (de los miembros originales sólo sobreviven el baterista Martin Chambers y Hynde) tocaron en el Universal Music Festival en el Teatro Real de Madrid, compartiendo con el público su nuevo material, Alone. A los 65 años, conserva la silueta delgada, la actitud rebelde y la energía de cuando era una chica veinteañera cantando «Brass in Pocket».
Con moraleja o no, Chrissie Hynde es una superviviente.
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