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Los <i>Premios Gorrita Azul</i>, un reconocimiento que inició como un meme

Los <i>Premios Gorrita Azul</i>, un reconocimiento que inició como un meme

Texto de
Fotografía de
Realización de
Ilustración de
Traducción de
Fotografía de Souleyman Messalti.
30
.
01
.
24
AAAA
Tiempo de Lectura: 00 min

Existen bromas que, además de provocar risa, plantean preguntas profundas y de largo aliento. Aunque los Premios Gorrita Azul podrían parecer,  por su nombre ,un chiste del artista Mario García Torres (Monclova, 1975), en realidad surgen de la necesidad legítima de reconocer lo más destacado de las artes visuales en México.Sin embargo, estos premios no son resultado de  un acto institucional, sino más bien una iniciativa de la comunidad artística, que aprovecha la colaboración de aliados para crear nuevas narrativas sobre el mundo del arte.

La historia es simple y reveladora del tipo de galardón que se presenta. Poco después de la pandemia, García Torres, uno de los artistas mexicanos con mayor visibilidad dentro y fuera del país, decidió volverse community manager de una cuenta de Instagram,  @morilloshk, vinculada a una empresa de manejo y traslado de obra de arte, el cual rápidamente adquirió popularidad gracias a que diariamente publica decenas de memes sarcásticos vinculados al mundo del arte.

En ese contexto de ocio y humor, el artista lanzó a finales de 2021 una pregunta que en realidad era una provocación: ¿cuál fue la exposición más interesante del año? Aun cuando García Torres imaginó que nadie le haría caso, inmediatamente los seguidores empezaron a opinar y, sin demasiado trámite, se armó la votación para elegir la mejor exposición colectiva y la mejor exposición individual en las categorías de museo, galería y espacios alternativos. Los seis Premios Gorrita Azul 2021, que no dan ninguna remuneración monetaria, se abrieron a una votación pública y se dieron a conocer en el mismo sitio de Instagram y la experiencia se repitió al año siguiente con una mayor participación del público.

No es una cosa cómica, pero sí es algo que nos permite ver al mundo del arte sin tomárnoslo muy en serio.

Para el 2023 García Torres decidió sacar de la virtualidad los premios y formalizarlos, sin que eso implicara dar un premio en metálico. Los Premios Gorrita Azul se presentaron oficialmente ante los medios de comunicación, se conformó un jurado integrado por personajes reconocidos en el campo artístico (la artista Paloma Contreras Lomas y los curadores Magnolia de la Garza, Kit Hammons, Tobias Ostrander y Alejandro Romero) y habrá una premiación el 17 de abril en un recinto institucional, el Museo Franz Mayer.

Al trascender las redes sociales, los premios crecieron para reconocer no sólo las seis ternas originales, sino también categorías nuevas, como Contribución Excepcional a la Escena, Objeto del Año, Premio a la Trayectoria Artística, Texto Crítico del Año, Espacio Independiente del Año, Curador del Año, Artista Promesa del Año, Museo del Año y Artista del Año.

En este punto no queda claro qué pasa con el premio, ya que, si bien mantiene el irreverente nombre de Premios Gorrita Azul, la realidad es que toda su estructura se volvió la de un premio institucional. Cuenta incluso con el patrocinio de Mezcal Amarás.

En entrevista, García Torres reconoció que mantener esta ambigüedad fue importante al reconfigurar el premio: “Después de darle muchas vueltas y llegar a esta versión más formalizada, en la que existe un jurado, la premiación será en un museo y toda esta cosa legitimadora, era claro que el premio seguiría llamándose Gorrita Azul, porque estos premios nacieron de una broma, de decir por qué no definimos cuál fue la exposición más interesante. Cada vez que posteaba algo sobre los premios siempre pensé que a nadie le iba a importar, pero salió mucha gente a participar y a sumarse”.

Fotografía de Souleyman Messalti.

En ese sentido, explicó que aunque el premio se ha vuelto algo importante para mucha gente, eso no impide que pueda conservar su lado poco serio. “No es una cosa cómica, pero sí es algo que nos permite ver al mundo del arte sin tomárnoslo muy en serio. Sí son unos premios en el sentido estricto de la palabra, pero no como si fuera algo que se escribe en piedra. Nos interesa poder seguir cambiando, por eso hay 13 premios en lugar de uno, no queríamos convertir a una persona en un Dios, sino mantener esa discusión lo más viva posible y potencialmente con un impacto para todos”.

Si bien la creación de un premio o la administración de una cuenta de Instagram pueden parecer actividades alejadas de lo que en teoría hace un artista visual, en el caso de García Torres es fácil vincularlo con su producción como creador conceptual. Desde sus inicios siempre estuvo interesado en cruzar esa frontera entre artista y curador, o artista y gestor.

“Tal vez algún día dirija un museo”, dijo entre broma y en serio, al tiempo que recordó su primera exposición importante en 2003, “I Also Ask Myself…”, cuando en la Galería de Arte Mexicano constituyó legalmente una empresa llamada Abastecedora de Galerías y Museos. La idea era que el artista escribiera e hiciera ciertos servicios para que los coleccionistas no compraran objetos, sino acciones, y pudieran involucrarse invitando a más clientes para que el negocio creciera y generara utilidades para todos.

Antes de esto, García Torres ya había sido curador del Museo de Arte Carrillo Gil y director de la última edición del Foro Internacional de Teoría de Arte Contemporáneo. Ahora,convertirse en  director artístico de un premio se dio de forma muy natural.

“Finalmente creo que los premios son una institución, o más bien, un vehículo para seguir discutiendo qué es arte, qué no es arte, dónde están los límites de las cosas. En ese sentido, sí es verdad que a mí siempre me ha interesado cruzar los límites del trabajo artístico, meterme en temas curatoriales, y creo que a través de mis exposiciones siempre ha estado el cuestionar cuáles son las estructuras que hacen el arte posible”, explicó el artista.

Como curador de Arte Latinoamericano para la Tate Modern, Tobias Ostrander aceptó ser jurado de los Premios Gorrita Azul porque está consciente de que el reconocimiento para el artista siempre termina siendo algo muy efímero, que casi se limita al día de la inauguración de su exposición. “Este premio es una manera de pensar más a largo plazo y de hacerlo a partir de esta idea de comunidad, porque permite resaltar lo que vemos junto como mundo del arte. Siento que el premio es una invitación de pensar anualmente el campo artístico y de ver a futuro, en el sentido de que genera esta sensación de que si no fui premiado haré lo posible para ser reconocido al año siguiente”, dice.

Paloma Contreras Lomas, la única artista que participa como jurado en esta edición del premio, conoce bien los Premios Gorrita Azul porque fue nominada y ganó en una de las ediciones anteriores. “Me llevé mi Gorrita Azul y unos esquites, conocí a mucha banda muy chida que de otra forma no hubiera sabido de ella. Sé que todo comenzó como una cosa muy cotorra, pero a partir de que la banda sí se prendió es que ahora decidieron que esta edición tuviera un jurado y cuando me hablaron me sentí muy honrada porque la gente del comité la admiro un montón y creo que todo este esfuerzo es muy importante. Obviamente, como cualquier premio puede ser controversial, pero creo que hay una parte celebratoria y de goce que me parece importante en este momento tan complicado para el país y para el mundo”.

También te puede interesar "Daniel Saldaña París: el arte del fracaso"

Para Contreras Lomas sería deseable que los Premios Gorrita Azul siguieran creciendo, para que en un futuro existiera un premio en metálico para los artistas jóvenes y que también lograra descentralizarse, para que estos mecanismos de visibilización se fuera abriendo cada vez más.

Giovana Jaspersen, directora del Museo Franz Mayer, recordó durante la presentación a medios que su decisión para convertirse en sede de los Premios Gorrita Azul estuvo guiada, entre otras cosas, por  la certeza de que este galardón fue algo que creció de manera orgánica, lo que lo convierte en el mejor diagnóstico para comprender que está cubriendo una necesidad que no se había atendido.

“Tal efervescencia en la respuesta y participación de la gente en redes sociales a algo que comenzó como un juego, como una broma, demuestra que ahí tenemos una necesidad que nadie estaba cubriendo desde las instituciones y que es por lo que nace de manera natural, pues parte de la propia comunidad”.

Jaspersen afirmó que unos premios de este tipo van a contracorriente de esa limitación que tradicionalmente se impone al arte de esa posibilidad de gozo o de disfrute de una broma. “Como lo contó Mario, el premio nació de una cuenta de memes, en la cual todos nos estamos riendo de las mismas cosas. Justamente este juego es también un nuevo sistema de comunicación y de códigos que están haciendo un vinculante entre nuestras audiencias y que permite narrarnos desde otro punto”, recordó.

Los Premios Gorrita Azul se entregarán el 17 de abril en el Museo Franz Mayer. Los nominados a cada premio se anunciarán el 11 de febrero en Soho House, para posteriormente dar paso a las votaciones en el sitio web oficial de los premios (www.premiosgorritaazul.com).

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Existen bromas que, además de provocar risa, plantean preguntas profundas y de largo aliento. Aunque los Premios Gorrita Azul podrían parecer,  por su nombre ,un chiste del artista Mario García Torres (Monclova, 1975), en realidad surgen de la necesidad legítima de reconocer lo más destacado de las artes visuales en México.Sin embargo, estos premios no son resultado de  un acto institucional, sino más bien una iniciativa de la comunidad artística, que aprovecha la colaboración de aliados para crear nuevas narrativas sobre el mundo del arte.

La historia es simple y reveladora del tipo de galardón que se presenta. Poco después de la pandemia, García Torres, uno de los artistas mexicanos con mayor visibilidad dentro y fuera del país, decidió volverse community manager de una cuenta de Instagram,  @morilloshk, vinculada a una empresa de manejo y traslado de obra de arte, el cual rápidamente adquirió popularidad gracias a que diariamente publica decenas de memes sarcásticos vinculados al mundo del arte.

En ese contexto de ocio y humor, el artista lanzó a finales de 2021 una pregunta que en realidad era una provocación: ¿cuál fue la exposición más interesante del año? Aun cuando García Torres imaginó que nadie le haría caso, inmediatamente los seguidores empezaron a opinar y, sin demasiado trámite, se armó la votación para elegir la mejor exposición colectiva y la mejor exposición individual en las categorías de museo, galería y espacios alternativos. Los seis Premios Gorrita Azul 2021, que no dan ninguna remuneración monetaria, se abrieron a una votación pública y se dieron a conocer en el mismo sitio de Instagram y la experiencia se repitió al año siguiente con una mayor participación del público.

No es una cosa cómica, pero sí es algo que nos permite ver al mundo del arte sin tomárnoslo muy en serio.

Para el 2023 García Torres decidió sacar de la virtualidad los premios y formalizarlos, sin que eso implicara dar un premio en metálico. Los Premios Gorrita Azul se presentaron oficialmente ante los medios de comunicación, se conformó un jurado integrado por personajes reconocidos en el campo artístico (la artista Paloma Contreras Lomas y los curadores Magnolia de la Garza, Kit Hammons, Tobias Ostrander y Alejandro Romero) y habrá una premiación el 17 de abril en un recinto institucional, el Museo Franz Mayer.

Al trascender las redes sociales, los premios crecieron para reconocer no sólo las seis ternas originales, sino también categorías nuevas, como Contribución Excepcional a la Escena, Objeto del Año, Premio a la Trayectoria Artística, Texto Crítico del Año, Espacio Independiente del Año, Curador del Año, Artista Promesa del Año, Museo del Año y Artista del Año.

En este punto no queda claro qué pasa con el premio, ya que, si bien mantiene el irreverente nombre de Premios Gorrita Azul, la realidad es que toda su estructura se volvió la de un premio institucional. Cuenta incluso con el patrocinio de Mezcal Amarás.

En entrevista, García Torres reconoció que mantener esta ambigüedad fue importante al reconfigurar el premio: “Después de darle muchas vueltas y llegar a esta versión más formalizada, en la que existe un jurado, la premiación será en un museo y toda esta cosa legitimadora, era claro que el premio seguiría llamándose Gorrita Azul, porque estos premios nacieron de una broma, de decir por qué no definimos cuál fue la exposición más interesante. Cada vez que posteaba algo sobre los premios siempre pensé que a nadie le iba a importar, pero salió mucha gente a participar y a sumarse”.

Fotografía de Souleyman Messalti.

En ese sentido, explicó que aunque el premio se ha vuelto algo importante para mucha gente, eso no impide que pueda conservar su lado poco serio. “No es una cosa cómica, pero sí es algo que nos permite ver al mundo del arte sin tomárnoslo muy en serio. Sí son unos premios en el sentido estricto de la palabra, pero no como si fuera algo que se escribe en piedra. Nos interesa poder seguir cambiando, por eso hay 13 premios en lugar de uno, no queríamos convertir a una persona en un Dios, sino mantener esa discusión lo más viva posible y potencialmente con un impacto para todos”.

Si bien la creación de un premio o la administración de una cuenta de Instagram pueden parecer actividades alejadas de lo que en teoría hace un artista visual, en el caso de García Torres es fácil vincularlo con su producción como creador conceptual. Desde sus inicios siempre estuvo interesado en cruzar esa frontera entre artista y curador, o artista y gestor.

“Tal vez algún día dirija un museo”, dijo entre broma y en serio, al tiempo que recordó su primera exposición importante en 2003, “I Also Ask Myself…”, cuando en la Galería de Arte Mexicano constituyó legalmente una empresa llamada Abastecedora de Galerías y Museos. La idea era que el artista escribiera e hiciera ciertos servicios para que los coleccionistas no compraran objetos, sino acciones, y pudieran involucrarse invitando a más clientes para que el negocio creciera y generara utilidades para todos.

Antes de esto, García Torres ya había sido curador del Museo de Arte Carrillo Gil y director de la última edición del Foro Internacional de Teoría de Arte Contemporáneo. Ahora,convertirse en  director artístico de un premio se dio de forma muy natural.

“Finalmente creo que los premios son una institución, o más bien, un vehículo para seguir discutiendo qué es arte, qué no es arte, dónde están los límites de las cosas. En ese sentido, sí es verdad que a mí siempre me ha interesado cruzar los límites del trabajo artístico, meterme en temas curatoriales, y creo que a través de mis exposiciones siempre ha estado el cuestionar cuáles son las estructuras que hacen el arte posible”, explicó el artista.

Como curador de Arte Latinoamericano para la Tate Modern, Tobias Ostrander aceptó ser jurado de los Premios Gorrita Azul porque está consciente de que el reconocimiento para el artista siempre termina siendo algo muy efímero, que casi se limita al día de la inauguración de su exposición. “Este premio es una manera de pensar más a largo plazo y de hacerlo a partir de esta idea de comunidad, porque permite resaltar lo que vemos junto como mundo del arte. Siento que el premio es una invitación de pensar anualmente el campo artístico y de ver a futuro, en el sentido de que genera esta sensación de que si no fui premiado haré lo posible para ser reconocido al año siguiente”, dice.

Paloma Contreras Lomas, la única artista que participa como jurado en esta edición del premio, conoce bien los Premios Gorrita Azul porque fue nominada y ganó en una de las ediciones anteriores. “Me llevé mi Gorrita Azul y unos esquites, conocí a mucha banda muy chida que de otra forma no hubiera sabido de ella. Sé que todo comenzó como una cosa muy cotorra, pero a partir de que la banda sí se prendió es que ahora decidieron que esta edición tuviera un jurado y cuando me hablaron me sentí muy honrada porque la gente del comité la admiro un montón y creo que todo este esfuerzo es muy importante. Obviamente, como cualquier premio puede ser controversial, pero creo que hay una parte celebratoria y de goce que me parece importante en este momento tan complicado para el país y para el mundo”.

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Para Contreras Lomas sería deseable que los Premios Gorrita Azul siguieran creciendo, para que en un futuro existiera un premio en metálico para los artistas jóvenes y que también lograra descentralizarse, para que estos mecanismos de visibilización se fuera abriendo cada vez más.

Giovana Jaspersen, directora del Museo Franz Mayer, recordó durante la presentación a medios que su decisión para convertirse en sede de los Premios Gorrita Azul estuvo guiada, entre otras cosas, por  la certeza de que este galardón fue algo que creció de manera orgánica, lo que lo convierte en el mejor diagnóstico para comprender que está cubriendo una necesidad que no se había atendido.

“Tal efervescencia en la respuesta y participación de la gente en redes sociales a algo que comenzó como un juego, como una broma, demuestra que ahí tenemos una necesidad que nadie estaba cubriendo desde las instituciones y que es por lo que nace de manera natural, pues parte de la propia comunidad”.

Jaspersen afirmó que unos premios de este tipo van a contracorriente de esa limitación que tradicionalmente se impone al arte de esa posibilidad de gozo o de disfrute de una broma. “Como lo contó Mario, el premio nació de una cuenta de memes, en la cual todos nos estamos riendo de las mismas cosas. Justamente este juego es también un nuevo sistema de comunicación y de códigos que están haciendo un vinculante entre nuestras audiencias y que permite narrarnos desde otro punto”, recordó.

Los Premios Gorrita Azul se entregarán el 17 de abril en el Museo Franz Mayer. Los nominados a cada premio se anunciarán el 11 de febrero en Soho House, para posteriormente dar paso a las votaciones en el sitio web oficial de los premios (www.premiosgorritaazul.com).

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Existen bromas que, además de provocar risa, plantean preguntas profundas y de largo aliento. Aunque los Premios Gorrita Azul podrían parecer,  por su nombre ,un chiste del artista Mario García Torres (Monclova, 1975), en realidad surgen de la necesidad legítima de reconocer lo más destacado de las artes visuales en México.Sin embargo, estos premios no son resultado de  un acto institucional, sino más bien una iniciativa de la comunidad artística, que aprovecha la colaboración de aliados para crear nuevas narrativas sobre el mundo del arte.

La historia es simple y reveladora del tipo de galardón que se presenta. Poco después de la pandemia, García Torres, uno de los artistas mexicanos con mayor visibilidad dentro y fuera del país, decidió volverse community manager de una cuenta de Instagram,  @morilloshk, vinculada a una empresa de manejo y traslado de obra de arte, el cual rápidamente adquirió popularidad gracias a que diariamente publica decenas de memes sarcásticos vinculados al mundo del arte.

En ese contexto de ocio y humor, el artista lanzó a finales de 2021 una pregunta que en realidad era una provocación: ¿cuál fue la exposición más interesante del año? Aun cuando García Torres imaginó que nadie le haría caso, inmediatamente los seguidores empezaron a opinar y, sin demasiado trámite, se armó la votación para elegir la mejor exposición colectiva y la mejor exposición individual en las categorías de museo, galería y espacios alternativos. Los seis Premios Gorrita Azul 2021, que no dan ninguna remuneración monetaria, se abrieron a una votación pública y se dieron a conocer en el mismo sitio de Instagram y la experiencia se repitió al año siguiente con una mayor participación del público.

No es una cosa cómica, pero sí es algo que nos permite ver al mundo del arte sin tomárnoslo muy en serio.

Para el 2023 García Torres decidió sacar de la virtualidad los premios y formalizarlos, sin que eso implicara dar un premio en metálico. Los Premios Gorrita Azul se presentaron oficialmente ante los medios de comunicación, se conformó un jurado integrado por personajes reconocidos en el campo artístico (la artista Paloma Contreras Lomas y los curadores Magnolia de la Garza, Kit Hammons, Tobias Ostrander y Alejandro Romero) y habrá una premiación el 17 de abril en un recinto institucional, el Museo Franz Mayer.

Al trascender las redes sociales, los premios crecieron para reconocer no sólo las seis ternas originales, sino también categorías nuevas, como Contribución Excepcional a la Escena, Objeto del Año, Premio a la Trayectoria Artística, Texto Crítico del Año, Espacio Independiente del Año, Curador del Año, Artista Promesa del Año, Museo del Año y Artista del Año.

En este punto no queda claro qué pasa con el premio, ya que, si bien mantiene el irreverente nombre de Premios Gorrita Azul, la realidad es que toda su estructura se volvió la de un premio institucional. Cuenta incluso con el patrocinio de Mezcal Amarás.

En entrevista, García Torres reconoció que mantener esta ambigüedad fue importante al reconfigurar el premio: “Después de darle muchas vueltas y llegar a esta versión más formalizada, en la que existe un jurado, la premiación será en un museo y toda esta cosa legitimadora, era claro que el premio seguiría llamándose Gorrita Azul, porque estos premios nacieron de una broma, de decir por qué no definimos cuál fue la exposición más interesante. Cada vez que posteaba algo sobre los premios siempre pensé que a nadie le iba a importar, pero salió mucha gente a participar y a sumarse”.

Fotografía de Souleyman Messalti.

En ese sentido, explicó que aunque el premio se ha vuelto algo importante para mucha gente, eso no impide que pueda conservar su lado poco serio. “No es una cosa cómica, pero sí es algo que nos permite ver al mundo del arte sin tomárnoslo muy en serio. Sí son unos premios en el sentido estricto de la palabra, pero no como si fuera algo que se escribe en piedra. Nos interesa poder seguir cambiando, por eso hay 13 premios en lugar de uno, no queríamos convertir a una persona en un Dios, sino mantener esa discusión lo más viva posible y potencialmente con un impacto para todos”.

Si bien la creación de un premio o la administración de una cuenta de Instagram pueden parecer actividades alejadas de lo que en teoría hace un artista visual, en el caso de García Torres es fácil vincularlo con su producción como creador conceptual. Desde sus inicios siempre estuvo interesado en cruzar esa frontera entre artista y curador, o artista y gestor.

“Tal vez algún día dirija un museo”, dijo entre broma y en serio, al tiempo que recordó su primera exposición importante en 2003, “I Also Ask Myself…”, cuando en la Galería de Arte Mexicano constituyó legalmente una empresa llamada Abastecedora de Galerías y Museos. La idea era que el artista escribiera e hiciera ciertos servicios para que los coleccionistas no compraran objetos, sino acciones, y pudieran involucrarse invitando a más clientes para que el negocio creciera y generara utilidades para todos.

Antes de esto, García Torres ya había sido curador del Museo de Arte Carrillo Gil y director de la última edición del Foro Internacional de Teoría de Arte Contemporáneo. Ahora,convertirse en  director artístico de un premio se dio de forma muy natural.

“Finalmente creo que los premios son una institución, o más bien, un vehículo para seguir discutiendo qué es arte, qué no es arte, dónde están los límites de las cosas. En ese sentido, sí es verdad que a mí siempre me ha interesado cruzar los límites del trabajo artístico, meterme en temas curatoriales, y creo que a través de mis exposiciones siempre ha estado el cuestionar cuáles son las estructuras que hacen el arte posible”, explicó el artista.

Como curador de Arte Latinoamericano para la Tate Modern, Tobias Ostrander aceptó ser jurado de los Premios Gorrita Azul porque está consciente de que el reconocimiento para el artista siempre termina siendo algo muy efímero, que casi se limita al día de la inauguración de su exposición. “Este premio es una manera de pensar más a largo plazo y de hacerlo a partir de esta idea de comunidad, porque permite resaltar lo que vemos junto como mundo del arte. Siento que el premio es una invitación de pensar anualmente el campo artístico y de ver a futuro, en el sentido de que genera esta sensación de que si no fui premiado haré lo posible para ser reconocido al año siguiente”, dice.

Paloma Contreras Lomas, la única artista que participa como jurado en esta edición del premio, conoce bien los Premios Gorrita Azul porque fue nominada y ganó en una de las ediciones anteriores. “Me llevé mi Gorrita Azul y unos esquites, conocí a mucha banda muy chida que de otra forma no hubiera sabido de ella. Sé que todo comenzó como una cosa muy cotorra, pero a partir de que la banda sí se prendió es que ahora decidieron que esta edición tuviera un jurado y cuando me hablaron me sentí muy honrada porque la gente del comité la admiro un montón y creo que todo este esfuerzo es muy importante. Obviamente, como cualquier premio puede ser controversial, pero creo que hay una parte celebratoria y de goce que me parece importante en este momento tan complicado para el país y para el mundo”.

También te puede interesar "Daniel Saldaña París: el arte del fracaso"

Para Contreras Lomas sería deseable que los Premios Gorrita Azul siguieran creciendo, para que en un futuro existiera un premio en metálico para los artistas jóvenes y que también lograra descentralizarse, para que estos mecanismos de visibilización se fuera abriendo cada vez más.

Giovana Jaspersen, directora del Museo Franz Mayer, recordó durante la presentación a medios que su decisión para convertirse en sede de los Premios Gorrita Azul estuvo guiada, entre otras cosas, por  la certeza de que este galardón fue algo que creció de manera orgánica, lo que lo convierte en el mejor diagnóstico para comprender que está cubriendo una necesidad que no se había atendido.

“Tal efervescencia en la respuesta y participación de la gente en redes sociales a algo que comenzó como un juego, como una broma, demuestra que ahí tenemos una necesidad que nadie estaba cubriendo desde las instituciones y que es por lo que nace de manera natural, pues parte de la propia comunidad”.

Jaspersen afirmó que unos premios de este tipo van a contracorriente de esa limitación que tradicionalmente se impone al arte de esa posibilidad de gozo o de disfrute de una broma. “Como lo contó Mario, el premio nació de una cuenta de memes, en la cual todos nos estamos riendo de las mismas cosas. Justamente este juego es también un nuevo sistema de comunicación y de códigos que están haciendo un vinculante entre nuestras audiencias y que permite narrarnos desde otro punto”, recordó.

Los Premios Gorrita Azul se entregarán el 17 de abril en el Museo Franz Mayer. Los nominados a cada premio se anunciarán el 11 de febrero en Soho House, para posteriormente dar paso a las votaciones en el sitio web oficial de los premios (www.premiosgorritaazul.com).

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Existen bromas que, además de provocar risa, plantean preguntas profundas y de largo aliento. Aunque los Premios Gorrita Azul podrían parecer,  por su nombre ,un chiste del artista Mario García Torres (Monclova, 1975), en realidad surgen de la necesidad legítima de reconocer lo más destacado de las artes visuales en México.Sin embargo, estos premios no son resultado de  un acto institucional, sino más bien una iniciativa de la comunidad artística, que aprovecha la colaboración de aliados para crear nuevas narrativas sobre el mundo del arte.

La historia es simple y reveladora del tipo de galardón que se presenta. Poco después de la pandemia, García Torres, uno de los artistas mexicanos con mayor visibilidad dentro y fuera del país, decidió volverse community manager de una cuenta de Instagram,  @morilloshk, vinculada a una empresa de manejo y traslado de obra de arte, el cual rápidamente adquirió popularidad gracias a que diariamente publica decenas de memes sarcásticos vinculados al mundo del arte.

En ese contexto de ocio y humor, el artista lanzó a finales de 2021 una pregunta que en realidad era una provocación: ¿cuál fue la exposición más interesante del año? Aun cuando García Torres imaginó que nadie le haría caso, inmediatamente los seguidores empezaron a opinar y, sin demasiado trámite, se armó la votación para elegir la mejor exposición colectiva y la mejor exposición individual en las categorías de museo, galería y espacios alternativos. Los seis Premios Gorrita Azul 2021, que no dan ninguna remuneración monetaria, se abrieron a una votación pública y se dieron a conocer en el mismo sitio de Instagram y la experiencia se repitió al año siguiente con una mayor participación del público.

No es una cosa cómica, pero sí es algo que nos permite ver al mundo del arte sin tomárnoslo muy en serio.

Para el 2023 García Torres decidió sacar de la virtualidad los premios y formalizarlos, sin que eso implicara dar un premio en metálico. Los Premios Gorrita Azul se presentaron oficialmente ante los medios de comunicación, se conformó un jurado integrado por personajes reconocidos en el campo artístico (la artista Paloma Contreras Lomas y los curadores Magnolia de la Garza, Kit Hammons, Tobias Ostrander y Alejandro Romero) y habrá una premiación el 17 de abril en un recinto institucional, el Museo Franz Mayer.

Al trascender las redes sociales, los premios crecieron para reconocer no sólo las seis ternas originales, sino también categorías nuevas, como Contribución Excepcional a la Escena, Objeto del Año, Premio a la Trayectoria Artística, Texto Crítico del Año, Espacio Independiente del Año, Curador del Año, Artista Promesa del Año, Museo del Año y Artista del Año.

En este punto no queda claro qué pasa con el premio, ya que, si bien mantiene el irreverente nombre de Premios Gorrita Azul, la realidad es que toda su estructura se volvió la de un premio institucional. Cuenta incluso con el patrocinio de Mezcal Amarás.

En entrevista, García Torres reconoció que mantener esta ambigüedad fue importante al reconfigurar el premio: “Después de darle muchas vueltas y llegar a esta versión más formalizada, en la que existe un jurado, la premiación será en un museo y toda esta cosa legitimadora, era claro que el premio seguiría llamándose Gorrita Azul, porque estos premios nacieron de una broma, de decir por qué no definimos cuál fue la exposición más interesante. Cada vez que posteaba algo sobre los premios siempre pensé que a nadie le iba a importar, pero salió mucha gente a participar y a sumarse”.

Fotografía de Souleyman Messalti.

En ese sentido, explicó que aunque el premio se ha vuelto algo importante para mucha gente, eso no impide que pueda conservar su lado poco serio. “No es una cosa cómica, pero sí es algo que nos permite ver al mundo del arte sin tomárnoslo muy en serio. Sí son unos premios en el sentido estricto de la palabra, pero no como si fuera algo que se escribe en piedra. Nos interesa poder seguir cambiando, por eso hay 13 premios en lugar de uno, no queríamos convertir a una persona en un Dios, sino mantener esa discusión lo más viva posible y potencialmente con un impacto para todos”.

Si bien la creación de un premio o la administración de una cuenta de Instagram pueden parecer actividades alejadas de lo que en teoría hace un artista visual, en el caso de García Torres es fácil vincularlo con su producción como creador conceptual. Desde sus inicios siempre estuvo interesado en cruzar esa frontera entre artista y curador, o artista y gestor.

“Tal vez algún día dirija un museo”, dijo entre broma y en serio, al tiempo que recordó su primera exposición importante en 2003, “I Also Ask Myself…”, cuando en la Galería de Arte Mexicano constituyó legalmente una empresa llamada Abastecedora de Galerías y Museos. La idea era que el artista escribiera e hiciera ciertos servicios para que los coleccionistas no compraran objetos, sino acciones, y pudieran involucrarse invitando a más clientes para que el negocio creciera y generara utilidades para todos.

Antes de esto, García Torres ya había sido curador del Museo de Arte Carrillo Gil y director de la última edición del Foro Internacional de Teoría de Arte Contemporáneo. Ahora,convertirse en  director artístico de un premio se dio de forma muy natural.

“Finalmente creo que los premios son una institución, o más bien, un vehículo para seguir discutiendo qué es arte, qué no es arte, dónde están los límites de las cosas. En ese sentido, sí es verdad que a mí siempre me ha interesado cruzar los límites del trabajo artístico, meterme en temas curatoriales, y creo que a través de mis exposiciones siempre ha estado el cuestionar cuáles son las estructuras que hacen el arte posible”, explicó el artista.

Como curador de Arte Latinoamericano para la Tate Modern, Tobias Ostrander aceptó ser jurado de los Premios Gorrita Azul porque está consciente de que el reconocimiento para el artista siempre termina siendo algo muy efímero, que casi se limita al día de la inauguración de su exposición. “Este premio es una manera de pensar más a largo plazo y de hacerlo a partir de esta idea de comunidad, porque permite resaltar lo que vemos junto como mundo del arte. Siento que el premio es una invitación de pensar anualmente el campo artístico y de ver a futuro, en el sentido de que genera esta sensación de que si no fui premiado haré lo posible para ser reconocido al año siguiente”, dice.

Paloma Contreras Lomas, la única artista que participa como jurado en esta edición del premio, conoce bien los Premios Gorrita Azul porque fue nominada y ganó en una de las ediciones anteriores. “Me llevé mi Gorrita Azul y unos esquites, conocí a mucha banda muy chida que de otra forma no hubiera sabido de ella. Sé que todo comenzó como una cosa muy cotorra, pero a partir de que la banda sí se prendió es que ahora decidieron que esta edición tuviera un jurado y cuando me hablaron me sentí muy honrada porque la gente del comité la admiro un montón y creo que todo este esfuerzo es muy importante. Obviamente, como cualquier premio puede ser controversial, pero creo que hay una parte celebratoria y de goce que me parece importante en este momento tan complicado para el país y para el mundo”.

También te puede interesar "Daniel Saldaña París: el arte del fracaso"

Para Contreras Lomas sería deseable que los Premios Gorrita Azul siguieran creciendo, para que en un futuro existiera un premio en metálico para los artistas jóvenes y que también lograra descentralizarse, para que estos mecanismos de visibilización se fuera abriendo cada vez más.

Giovana Jaspersen, directora del Museo Franz Mayer, recordó durante la presentación a medios que su decisión para convertirse en sede de los Premios Gorrita Azul estuvo guiada, entre otras cosas, por  la certeza de que este galardón fue algo que creció de manera orgánica, lo que lo convierte en el mejor diagnóstico para comprender que está cubriendo una necesidad que no se había atendido.

“Tal efervescencia en la respuesta y participación de la gente en redes sociales a algo que comenzó como un juego, como una broma, demuestra que ahí tenemos una necesidad que nadie estaba cubriendo desde las instituciones y que es por lo que nace de manera natural, pues parte de la propia comunidad”.

Jaspersen afirmó que unos premios de este tipo van a contracorriente de esa limitación que tradicionalmente se impone al arte de esa posibilidad de gozo o de disfrute de una broma. “Como lo contó Mario, el premio nació de una cuenta de memes, en la cual todos nos estamos riendo de las mismas cosas. Justamente este juego es también un nuevo sistema de comunicación y de códigos que están haciendo un vinculante entre nuestras audiencias y que permite narrarnos desde otro punto”, recordó.

Los Premios Gorrita Azul se entregarán el 17 de abril en el Museo Franz Mayer. Los nominados a cada premio se anunciarán el 11 de febrero en Soho House, para posteriormente dar paso a las votaciones en el sitio web oficial de los premios (www.premiosgorritaazul.com).

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Fotografía de Souleyman Messalti.

Los <i>Premios Gorrita Azul</i>, un reconocimiento que inició como un meme

Los <i>Premios Gorrita Azul</i>, un reconocimiento que inició como un meme

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Existen bromas que, además de provocar risa, plantean preguntas profundas y de largo aliento. Aunque los Premios Gorrita Azul podrían parecer,  por su nombre ,un chiste del artista Mario García Torres (Monclova, 1975), en realidad surgen de la necesidad legítima de reconocer lo más destacado de las artes visuales en México.Sin embargo, estos premios no son resultado de  un acto institucional, sino más bien una iniciativa de la comunidad artística, que aprovecha la colaboración de aliados para crear nuevas narrativas sobre el mundo del arte.

La historia es simple y reveladora del tipo de galardón que se presenta. Poco después de la pandemia, García Torres, uno de los artistas mexicanos con mayor visibilidad dentro y fuera del país, decidió volverse community manager de una cuenta de Instagram,  @morilloshk, vinculada a una empresa de manejo y traslado de obra de arte, el cual rápidamente adquirió popularidad gracias a que diariamente publica decenas de memes sarcásticos vinculados al mundo del arte.

En ese contexto de ocio y humor, el artista lanzó a finales de 2021 una pregunta que en realidad era una provocación: ¿cuál fue la exposición más interesante del año? Aun cuando García Torres imaginó que nadie le haría caso, inmediatamente los seguidores empezaron a opinar y, sin demasiado trámite, se armó la votación para elegir la mejor exposición colectiva y la mejor exposición individual en las categorías de museo, galería y espacios alternativos. Los seis Premios Gorrita Azul 2021, que no dan ninguna remuneración monetaria, se abrieron a una votación pública y se dieron a conocer en el mismo sitio de Instagram y la experiencia se repitió al año siguiente con una mayor participación del público.

No es una cosa cómica, pero sí es algo que nos permite ver al mundo del arte sin tomárnoslo muy en serio.

Para el 2023 García Torres decidió sacar de la virtualidad los premios y formalizarlos, sin que eso implicara dar un premio en metálico. Los Premios Gorrita Azul se presentaron oficialmente ante los medios de comunicación, se conformó un jurado integrado por personajes reconocidos en el campo artístico (la artista Paloma Contreras Lomas y los curadores Magnolia de la Garza, Kit Hammons, Tobias Ostrander y Alejandro Romero) y habrá una premiación el 17 de abril en un recinto institucional, el Museo Franz Mayer.

Al trascender las redes sociales, los premios crecieron para reconocer no sólo las seis ternas originales, sino también categorías nuevas, como Contribución Excepcional a la Escena, Objeto del Año, Premio a la Trayectoria Artística, Texto Crítico del Año, Espacio Independiente del Año, Curador del Año, Artista Promesa del Año, Museo del Año y Artista del Año.

En este punto no queda claro qué pasa con el premio, ya que, si bien mantiene el irreverente nombre de Premios Gorrita Azul, la realidad es que toda su estructura se volvió la de un premio institucional. Cuenta incluso con el patrocinio de Mezcal Amarás.

En entrevista, García Torres reconoció que mantener esta ambigüedad fue importante al reconfigurar el premio: “Después de darle muchas vueltas y llegar a esta versión más formalizada, en la que existe un jurado, la premiación será en un museo y toda esta cosa legitimadora, era claro que el premio seguiría llamándose Gorrita Azul, porque estos premios nacieron de una broma, de decir por qué no definimos cuál fue la exposición más interesante. Cada vez que posteaba algo sobre los premios siempre pensé que a nadie le iba a importar, pero salió mucha gente a participar y a sumarse”.

Fotografía de Souleyman Messalti.

En ese sentido, explicó que aunque el premio se ha vuelto algo importante para mucha gente, eso no impide que pueda conservar su lado poco serio. “No es una cosa cómica, pero sí es algo que nos permite ver al mundo del arte sin tomárnoslo muy en serio. Sí son unos premios en el sentido estricto de la palabra, pero no como si fuera algo que se escribe en piedra. Nos interesa poder seguir cambiando, por eso hay 13 premios en lugar de uno, no queríamos convertir a una persona en un Dios, sino mantener esa discusión lo más viva posible y potencialmente con un impacto para todos”.

Si bien la creación de un premio o la administración de una cuenta de Instagram pueden parecer actividades alejadas de lo que en teoría hace un artista visual, en el caso de García Torres es fácil vincularlo con su producción como creador conceptual. Desde sus inicios siempre estuvo interesado en cruzar esa frontera entre artista y curador, o artista y gestor.

“Tal vez algún día dirija un museo”, dijo entre broma y en serio, al tiempo que recordó su primera exposición importante en 2003, “I Also Ask Myself…”, cuando en la Galería de Arte Mexicano constituyó legalmente una empresa llamada Abastecedora de Galerías y Museos. La idea era que el artista escribiera e hiciera ciertos servicios para que los coleccionistas no compraran objetos, sino acciones, y pudieran involucrarse invitando a más clientes para que el negocio creciera y generara utilidades para todos.

Antes de esto, García Torres ya había sido curador del Museo de Arte Carrillo Gil y director de la última edición del Foro Internacional de Teoría de Arte Contemporáneo. Ahora,convertirse en  director artístico de un premio se dio de forma muy natural.

“Finalmente creo que los premios son una institución, o más bien, un vehículo para seguir discutiendo qué es arte, qué no es arte, dónde están los límites de las cosas. En ese sentido, sí es verdad que a mí siempre me ha interesado cruzar los límites del trabajo artístico, meterme en temas curatoriales, y creo que a través de mis exposiciones siempre ha estado el cuestionar cuáles son las estructuras que hacen el arte posible”, explicó el artista.

Como curador de Arte Latinoamericano para la Tate Modern, Tobias Ostrander aceptó ser jurado de los Premios Gorrita Azul porque está consciente de que el reconocimiento para el artista siempre termina siendo algo muy efímero, que casi se limita al día de la inauguración de su exposición. “Este premio es una manera de pensar más a largo plazo y de hacerlo a partir de esta idea de comunidad, porque permite resaltar lo que vemos junto como mundo del arte. Siento que el premio es una invitación de pensar anualmente el campo artístico y de ver a futuro, en el sentido de que genera esta sensación de que si no fui premiado haré lo posible para ser reconocido al año siguiente”, dice.

Paloma Contreras Lomas, la única artista que participa como jurado en esta edición del premio, conoce bien los Premios Gorrita Azul porque fue nominada y ganó en una de las ediciones anteriores. “Me llevé mi Gorrita Azul y unos esquites, conocí a mucha banda muy chida que de otra forma no hubiera sabido de ella. Sé que todo comenzó como una cosa muy cotorra, pero a partir de que la banda sí se prendió es que ahora decidieron que esta edición tuviera un jurado y cuando me hablaron me sentí muy honrada porque la gente del comité la admiro un montón y creo que todo este esfuerzo es muy importante. Obviamente, como cualquier premio puede ser controversial, pero creo que hay una parte celebratoria y de goce que me parece importante en este momento tan complicado para el país y para el mundo”.

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Para Contreras Lomas sería deseable que los Premios Gorrita Azul siguieran creciendo, para que en un futuro existiera un premio en metálico para los artistas jóvenes y que también lograra descentralizarse, para que estos mecanismos de visibilización se fuera abriendo cada vez más.

Giovana Jaspersen, directora del Museo Franz Mayer, recordó durante la presentación a medios que su decisión para convertirse en sede de los Premios Gorrita Azul estuvo guiada, entre otras cosas, por  la certeza de que este galardón fue algo que creció de manera orgánica, lo que lo convierte en el mejor diagnóstico para comprender que está cubriendo una necesidad que no se había atendido.

“Tal efervescencia en la respuesta y participación de la gente en redes sociales a algo que comenzó como un juego, como una broma, demuestra que ahí tenemos una necesidad que nadie estaba cubriendo desde las instituciones y que es por lo que nace de manera natural, pues parte de la propia comunidad”.

Jaspersen afirmó que unos premios de este tipo van a contracorriente de esa limitación que tradicionalmente se impone al arte de esa posibilidad de gozo o de disfrute de una broma. “Como lo contó Mario, el premio nació de una cuenta de memes, en la cual todos nos estamos riendo de las mismas cosas. Justamente este juego es también un nuevo sistema de comunicación y de códigos que están haciendo un vinculante entre nuestras audiencias y que permite narrarnos desde otro punto”, recordó.

Los Premios Gorrita Azul se entregarán el 17 de abril en el Museo Franz Mayer. Los nominados a cada premio se anunciarán el 11 de febrero en Soho House, para posteriormente dar paso a las votaciones en el sitio web oficial de los premios (www.premiosgorritaazul.com).

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