Macaulay Culkin: El pobre angelito finalmente sonríe
Tras una compleja relación con Hollywood y la fama adquirida a tan corta edad, Macaulay Culkin, el protagonista de las películas favoritas de quienes vivimos la infancia en los noventa, finalmente hace las paces con una industria que lo dejó solo en casa y lo atormentó toda la vida.
Hay escenarios y momentos que parecieran estar condenados a repetirse. Al menos —y por suerte— solo una vez al año. Si hubiera algún manual de cómo hacer una típica cena navideña, la descripción inicial siempre estaría conformada por una mesa larga y llena de comida, botellas de refresco a medio terminar, sidra barata de distintas tonalidades, gente enfrascada en discusiones o fisgoneando en los regalos… y un niño rubio de ojos azules, que lo contempla todo mientras esboza una pícara sonrisa.
Kevin McCallister, el hijo más pequeño de una familia sorpresivamente millonaria —y vergonzosamente distraída— ha sido el invitado de honor a las navidades del mundo desde 1990, cuando nos mostró que no hay edad mínima para ser valiente y defender tu hogar de cualquier criminal.
Con Mi pobre angelito, Macaulay Culkin supo darle al clavo —o pisarlo, si se entiende la referencia— para robarse el corazón de la audiencia y convertirse en un ícono que será recordado, citado e imitado por siempre. Chris Columbus, director de ese clásico inolvidable, y de muchos otros más como Papá por siempre (1993), Quédate a mi lado (1998) y las dos primeras entregas de la saga fílmica de Harry Potter, en 2001 y 2002, respectivamente, siempre supo que no había mejor opción para el papel que este pequeño de apenas diez años. Aunque no quisiera reconocerlo.
En 1989, Tío Buck al rescate, cinta escrita y dirigida por el prolífico John Hughes —responsable de todo lo amado por los niños nacidos en los años ochenta y noventa, como El club de los cinco, Beethoven, Daniel el travieso y 101 dálmatas, entre muchas otras— desvió las miradas hacia uno de los niños que conforman el elenco de este filme protagonizado por el icónico John Candy; un pequeño y divertido Macaulay Culkin quien, con apenas ocho años, logró estar a la altura de una leyenda de la comedia.
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Durante el rodaje de aquella película, Hughes se convenció rápidamente de que Macaulay sería el actor ideal para protagonizar la idea navideña que maquinaba. Sin embargo, al platicar la idea con Chris Columbus, el director se resistía a aceptarlo. De acuerdo con las palabras del propio cineasta —registradas en el audiocomentario del DVD de la película—, la cercanía del nuevo proyecto con el filme de Tío Buck pudo haberlo puesto como un “pusilánime” frente a la comunidad hollywoodense. “No había nadie que se le acercara a él”, concluyó Columbus luego de castear a cientos de niños. «Cuando hizo la prueba para Kevin McCallister, [Culkin] no parecía un personaje infantil fabricado por Hollywood”, comentó el realizador en entrevista con Today. “Parecía [un niño] real [frente a la cámara]. Y fue inmediata e intensamente encantador y divertido».
Al organizar su plan maestro contra los bandidos mojados, bailar junto a un Michael Jordan de cartón al ritmo de “Rockin’ Around the Christmas Tree”, de la cantante Brenda Lee, el personaje de Culkin logró su cometido: se deshizo (brevemente) de su familia, defendió su hogar, dejó una plancha marcada en la cara de Daniel Stern, quemó la poca cabellera de Joe Pesci y le dejó al mundo uno de esos regalos cinematográficos que al ver una vez más, nos llenan de felicidad.
Mientras el público reía y disfrutaba con la valentía del pequeño Kevin, Culkin alcanzaría rápidamente esa fama destinada solo para las estrellas más grandes de la industria; una que viene acompañada de las situaciones más complejas, oscuras y dolorosas que nadie nunca está listo para enfrentar. Especialmente si eres un niño de apenas diez años de edad.
Con una taquilla mundial de ochenta millones de dólares para Tío Buck al rescate y casi quinientos millones de dólares por Mi pobre angelito, Culkin se convirtió en el rostro más cotizado a inicios de la década de los noventa. Los éxitos no se detuvieron y el actor nos regalaría otros clásicos del cine como Mi primer beso (1991), Mi pobre angelito 2: Perdido en Nueva York (1992), Ricky Ricón (1994) y los videoclips “Black Or White”, de Michael Jackson (1991), y “Sunday”, de Sonic Youth (1998). En menos de diez años, el chico que estaba lejos de cumplir la mayoría de edad ya sumaba en su cuenta bancaria entre quince y veinte millones de dólares, así como un montón de problemas esperándolo en la puerta.
«En ese momento la pasaba bien», le dijo Culkin a Esquire en 2020, cuando abrió su corazón por primera vez y se calificó a sí mismo como “una puta” necesitada de atención en aquellos años de su vida. “Pero no tiraba de la manga de mi madre o de mi padre diciéndo: ‘Mamá, papá, quiero ser actor’. Me gustaba porque se me daba bien y sabía [cómo hacerlo]. Al menos, era lo bastante astuto para entender la buena atención”, y remató al afirmar: “Tuve mucha diversión sin haber sido feliz. Y era feliz sin necesariamente haberme divertido”.
Al igual que “el pobre” Ricky Ricón —su último papel en aquel momento—, Culkin estaba harto de los lujos, el trabajo, la vida solitaria y los pleitos provocados por el dinero. Como aquel personaje que tenía un McDonald’s dentro de su mansión, el actor solo anhelaba ser un niño normal y volver a un salón de clases. «Empecé a fastidiarme. Empecé a expresarlo y no me escuchaban: Yo decía: ‘quiero ir a la escuela; ¡no he estudiado un año entero desde primero!'», pero nadie lo escuchó.
Con la separación de sus padres Kit Culkin y Patricia Brentrup, además de una mala relación entre él y sus hermanos con su padre, inició un largo y extenuante conflicto legal por la custodia de siete hijos. Particularmente por el control de las ganancias de Macaulay. A la par, los rumores sobre su cercana relación con Michael Jackson lo colocaron en medio de las denuncias en contra del llamado “Rey del pop” por abuso sexual de menores. La tragedia siguió marcando su vida cuando, en el año 2000, su media hermana Jennifer murió de una sobredosis y ocho años después, en 2008, su hermana mayor Dakota fue atropellada por un automóvil en Los Ángeles y perdió la vida al día siguiente. El 25 de junio de 2009, Jackson, su gran amigo, falleció por una intoxicación severa de calmantes. Meses después, en agosto, John Hughes sufrió un infarto fulminante con apenas 59 años de edad. Culkin se alejó del mundo. Si bien tuvo pequeñas participaciones en series como Will & Grace y Robot Chicken, poco se sabía de él. Su nombre figuraba únicamente cuando una que otra foto sobre “su mal estado” aparecía en internet, cuando tuvo problemas con la policía o se le relacionó al consumo y abuso de drogas; sin olvidar, claro, cuando Ryan Gosling vistió una playera con el rostro del actor. Sin embargo, este pobre angelito seguía encerrado en casa, alejado de la crueldad de la fama y la tiranía de los reflectores.
Feliz Navidad, inmundo animal
Diciembre de 2018 nos dejó un gran regalo que nadie esperaba. Aunque fuera por unos instantes, volvimos a la casa de los McCallister. La icónica fachada apareció en la pantalla nuevamente decorada para la Navidad y una vez más sin sus integrantes al interior… excepto uno. Como ocurriera después de aquella secuencia donde John Williams nos regaló la canción que sonará por siempre en nuestra mente cuando nos quedamos dormidos y hay que correr hacia algún compromiso —como, por ejemplo, un vuelo a París—, la puerta hacia el ático se abrió y Kevin apareció frente a nosotros. No lucía exactamente como la última vez que lo vimos, sino veintiocho años mayor.
Confundido y preguntando al aire por sus padres, Kevin supo que, una vez más, estaba solo en casa; ahora, acompañado del asistente de Google y de un plato enorme de helado, un repartidor de pizza a la entrada y el rostro del actor Ralph Foody como el gángster Johnny de la película ficticia Angels with Filthy Souls, que el pequeño de los McCallister usa para asustar a todo aquel que ose acercarse a la puerta de su hogar.
“Hola chicos, ¿quieren sentirse viejos? Ya tengo cuarenta. De nada”, publicó Culkin meses después en su hoy inhabilitada cuenta de X —antes Twitter—. “Es mi regalo al mundo: Hago que la gente se sienta vieja. Ya no soy un niño, ese es mi trabajo”, dijo con ironía y la sensación de que, después de tanta oscuridad, nuestro actor favorito estaba de vuelta. Esta vez jugando el juego de la vida a su modo y con las reglas a su favor.
Así fundó el sitio web y pódcast Bunny Ears, con el que, de alguna forma, se burla de la toxicidad que abunda en internet, especialmente de aquellas teorías conspirativas alrededor de su vida personal y de lo que ocurrió con Kevin tras el segundo abandono de su familia. “He oído algunas”, le dijo a Jimmy Fallon en The Tonight Show donde recordó una que trataba de explicar cómo el pequeño se convirtió en el temible Jigsaw —de la saga de películas de horror Saw— o aquellas más trágicas: “Me muero todo el tiempo”, bromeó. «La primera vez que me pasó me llamó mi abogado. Yo tenía quince o dieciséis años. Me dijo: ‘Mac, ¿eres tú?’ Y yo: ‘Sí’. ‘Oh, Ok. Solo lo quería comprobar porque CNN acaba de anunciar que has muerto’. Ocurre una o dos veces al año», dijo entre risas.
Culkin formó la banda The Pizza Underground —en homenaje tanto a la banda de Lou Reed y John Cale como a ese delicioso alimento italiano de queso y pepperoni— y realizó un concurso entre sus fans a quienes les pidió su ayuda para sustituir su segundo nombre, Carson, por una de las siguientes cinco opciones: “Shark Week”, “Kieran” —como su hermano, la estrella de la serie Succession—, “TheMcRibIsback” y “Publicity Stunt”, además de “Macaulay Culkin”. La última opción resultó ganadora con casi 61 000 votos, entonces el actor se llamaría Macaulay Macaulay Culkin Culkin, si su abogado lo logra y la ley lo permite.
«La gente asume que estoy loco, chiflado, dañado, que soy raro o estoy destrozado”, dijo el actor a Esquire. “Y hasta hace uno o dos años, me había mantenido oculto de alguna forma, así que lo entiendo. Pero hoy es como ok, todo el mundo: dejen de actuar tan escandalizados por todo, porque estoy ya relativamente bien adaptado”.
En esa misma entrevista el actor finalmente habló de las dos cosas que marcaron su carrera: el “divorcio” de sus padres y su relación con Michael Jackson. «Siempre se malinterpreta [el hecho de] que me ‘emancipé’ de mis padres. Quité legalmente los nombres de ellos de mi fondo fiduciario y busqué un albacea, alguien que se ocupara de mis finanzas, por si alguien quería meter el puto dedo meñique en el pastel. Pero la historia [se vendió como] que ‘me divorcié de mis padres’. Pensé que lo estaba haciendo limpiamente, quitando el nombre de mi padre y el de mi madre [de mi fondo], para que mi opinión fuera imparcial. Y cuando lo hice, todo acabó mucho más rápido».
Sobre el rey del pop, Culkin declaró tajantemente: «[Michael] nunca me hizo nada. Nunca le vi hacer nada. Y especialmente en este momento, no tengo ninguna razón para guardarme nada. El tipo ha fallecido. […] No voy a decir que sería elegante ni nada por el estilo, pero ahora es un buen momento para hablar. Y si tuviera algo de lo que hablar, lo haría. Pero no, nunca vi nada. Nunca [me] hizo nada».
Una sonrisa de franca felicidad
Macaulay Culkin sonríe como lo ha hecho toda la vida. Como en cada una de sus películas. Como siempre que está frente a una cámara. Pero esta vez, esa sonrisa es muy especial. La ocasión ocurre en diciembre de 2023, cuando está por develar una estrella con su nombre en el Paseo de la Fama de Hollywood. Frente a él se encuentra su querida ahijada Paris Jackson —heredera del intérprete de “Billie Jean”—, la actriz Natasha Lyonne, con quien compartió créditos en Party Monster (2003), el actor y director Seth Green, cocreador de la serie animada Robot Chicken, así como la actriz Brenda Song esposa de Culkin con quien tuvo dos hijos.
El rodaje en Tailandia de Changeland (2019) —ópera prima de Green— marcó el inicio del amor entre Culkin y Song, conocida por su papel en la serie Zack y Cody: Gemelos en acción. En abril de 2021, la pareja recibió a su primer hijo, llamado Dakota Song Culkin, en honor a su fallecida hermana. Para enero de 2022, la pareja se comprometió y en marzo tuvieron a su segundo bebé. «La gente no se da cuenta de lo increíblemente amable, leal, dulce e inteligente que es», dijo Song sobre su esposo en entrevista con Esquire. «Lo que realmente hace a Mack tan especial es que es Mack sin complejos. Él sabe quién es y está 100% de acuerdo con ello. Y eso para mí es una cualidad increíblemente sexy. Ha trabajado muy duro para ser la persona que es”, agrega Brenda en la citada entrevista. «Ha pasado por tantas tragedias; ha tenido tantos altibajos; ha visto el lado feo de esta industria y también ha visto el lado más asombroso de ella. Así que [ahora] puede señalar exactamente lo que no quiere y lo que no le gusta. Pero sí, ojalá, ojalá, ojalá [que Mack retome su vida profesional]».
Ahora, Culkin luce como nunca se le había visto. Es posible afirmar que se debe a que el actor ha logrado construir esa familia que nunca tuvo de niño. Si la terapia psicológica se aplica de la misma forma para todos los que sufrieron algún tipo de abandono en la infancia, Macaulay sabe mejor que nadie las consecuencias de olvidar a sus hijos en casa y lo que se debe hacer (y no) para construir una familia completa y feliz.
«Me gustaría dar las gracias a Brenda. Lo eres absolutamente todo”, le dijo el actor a su esposa, el día de la develación de su estrella en el Paseo de la Fama en Hollywood. “Eres mi campeona. Eres la única persona más feliz por mí hoy que yo. No solo eres la mejor mujer que he conocido, eres la mejor persona que he conocido. Me has dado todo mi propósito. Me has dado una familia».
A su lado, una conmovida Catherine O’Hara sonríe emocionada. De alguna u otra forma, esa última línea resuena en ella, la “madre ficticia” que el cine le dio a Culkin y a quien ha mantenido cerca de su vida durante más de treinta años. “[Mi pobre angelito] fue, es y siempre será una sensación mundial», dijo O’Hara en su turno al micrófono. «La razón por la que familias de todo el mundo no pueden dejar pasar un año sin verla y amarla juntos es por Macaulay Culkin. Es cierto: tuvo un gran guion y un excelente director, pero su interpretación perfecta nos dio todo en esta extraordinaria aventura. Sé que trabajó muy duro, pero hizo que actuar pareciera la cosa más natural del mundo. A este precioso niño de diez años le llamaban superestrella, una máquina de hacer dinero, uno de los jóvenes más atractivos de Hollywood”, agregó con ironía. “¿Cómo sobrevive alguien a eso? Creo que tendrías que poseer una cierta cualidad. Un don que el querido John Hughes obviamente reconoció en él: sobre su sentido del humor. Es un signo de inteligencia en un niño y es clave para sobrevivir a cualquier edad», añadió.
Con lágrimas en los ojos, Culkin sonríe como lo ha hecho toda la vida. Como en cada una de sus películas. Como siempre que está frente a una cámara. Pero esta vez lo hace de una forma muy especial; tanto, que lo obliga a bajar la mirada, y a enjugar ese llanto de alegría. Como alguien que no está acostumbrado a dejarse verse así, el actor acelera el paso de su ceremonia y dice frente a las cámaras: “Para terminar, y en el espíritu de las fiestas, sólo quiero decir: Feliz Navidad, inmundos animales”. Luce satisfecho. Finalmente el pobre angelito está en paz.
ARTURO MAGAÑA ARCE. Periodista cinematográfico con más de diez años de experiencia. Cliente frecuente de Central Perk, alumno de Hogwarts, miembro de la Alianza Rebelde y cácaro del cine mexicano. Colaborador de MVS Noticias, Imagen Multicast y Aristegui Noticias.
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