Un paseo por el viejo y salvaje Oeste
Recorremos el legado cinematográfico que las historias de vaqueros le dejaron al cine
El western es el género que el cine estadounidense aportó a la historia de este arte. Su marco histórico se sitúa en el Oeste norteamericano del siglo XIX, con todas las connotaciones humanas, sociales y políticas de la época. Desde diferentes perspectivas, aborda la idea del enfrentamiento entre el bien y el mal, entre modernidad y pasado, la violencia, el sueño americano, la soledad, la culpa, el sacrificio, la conquista de nuevas fronteras, la ley persiguiendo a criminales, criminales con códigos morales, la reinvención o la posibilidad de expiación de lo hecho o vivido, la obsesión, las introspecciones de carácter moral, la justicia.
El escritor y crítico argentino Maximiliano Curcio explica el común denominador de las películas del oeste. Éstas incluyen un personaje central que comparte similitudes con los antiguos caballeros del folklor europeo, entre ellas su calidad de nómada: “enfrentando villanos, rescatando mujeres en peligro y transgrediendo las normas de las estructuras de la sociedad sin traicionar su honor, bajo la figura de un vaquero o un pistolero cuya caracterización incluye una vestimenta típica, su revolver y su fiel compañero el caballo, figura que llega a adquirir dimensiones importantes para la historia narrada”. Estos elementos son herramientas del western para narrar historias morales en escenarios inhóspitos, salvajes y desoladores.
Aunque no es el género más prolífico de las últimas décadas, sí se han producido algunos títulos muy interesantes en años recientes. Su “regreso” nos da el pretexto de proponer pasear por la historia del cine para conocer o reencontrarse con valiosos filmes de esta familia.
Los títulos más salvajes del Oeste
Hell or High Water (2016), dirigida por David Mackenzie y protagonizada por Jeff Bridges, Chris Pine y Ben Foster, cuenta la historia de Toby (Chris Pine), un joven padre divorciado, y su impulsivo hermano Tanner (Ben Foster), un ex presidiario recién salido de la cárcel, se dirigen al Oeste de Texas para realizar una serie de robos en unas pocas sucursales bancarias. El objetivo de Toby es conseguir el dinero suficiente para salvar la granja familiar, que está en peligro. Nada más cometer el primer robo, un veterano Ranger de Texas (Jeff Bridges) y su compañero irán tras la pista de los hermanos. Una inteligente modernización del género, con lecturas sociales contemporáneas.
En 2015, Bone Tomahawk con Kurt Russel y Patrick Wilson ofrecía una macabra historia de persecución y rescate en un filme que se atrevía a incorporar ideas o guiños de otros géneros de distintas formas. Cautivante y provocadora, se trataba de algo mucho más rico que el mal logrado remake de Los 7 Magníficos de 2016. Mejor vayan directo a la versión original de 1960 dirigida por John Sturges y protagonizada por Yul Brynner, Steve McQueen, Charles Bronson y Eli Wallach. Este filme a su vez era una adaptación de Los 7 Samuráis de Akira Kurosawa, en un contexto de western.
En 2010, los siempre ácidos, mordaces y muy cínicos hermanos Coen demostraron que además de una desarrollada cinefilia que llena sus películas de guiños a géneros e influencias clásicas, también tienen corazón y capacidad para una historia emotiva y sensible con su versión de Temple de acero (True Grit), este western ya hecho con John Wayne en 1969. La historia de Mattie Ross, una valiente chica de catorce años que tras el asesinato de su padre está firmemente decidida a hacer justicia, quien contrata los servicios del veterano agente Rooster Cogburn (Jeff Bridges), borracho y excelente pistolero. La cinta recibió 10 nominaciones al Oscar.
Hablando de los Coen, estos ya preparan un western para Netflix, una antología en seis partes titulada The Ballad of Buster Scruggs.
Por años se aseguró que la última verdadera joya cinematográfica del género era Los imperdonables de Clint Eastwood en 1992. Se trata de la sensible y reflexiva historia de un pistolero retirado, viudo y padre de familia, quien tiene dificultades económicas para sacar adelante a su hijos y cuya única salida es hacer un último trabajo. A pesar de no querer regresar a la vida que lo ha llenado de demonios y fantasmas por dentro. En compañía de un viejo colega y de un joven inexperto, nuestro protagonista tendrá que matar a dos hombres que le cortaron la cara a una prostituta.
Cuando se piensa en Eastwood, el otro gran vaquero norteamericano después de John Wayne, es imposible no recordarlo en esa interesante adaptación europea de este género que fue el spaguetti western, en particular, las películas del italiano Sergio Leone. Érase una vez en el Oeste es una épica de 3 horas que muestra lo mejor del subgénero. Por su parte, la “trilogía del dólar”, protagonizada por Eastwood como el “hombre sin nombre”, nos permite ver la evolución de este particular ejercicio de género, empezando con Por un puñado de dólares, siguiendo con Por unos dólares más y culminando con la gran El Bueno, El Malo y El Feo.
Los fans de Quentin Tarantino descubrirán en The Wild Bunch la inspiración reflejada en su cine. Esta película de Sam Peckinpah (1969) propuso un tipo de puesta en escena y edición que dio como resultado una violencia cinematográfica nunca antes vista.
Todo recorrido por el western deberá invariablemente tener como destino final al cine de John Ford… aunque hay otros clásicos de la época que bien valdría visitar como High Noon (1952) de Fred Zinnemann, Río Rojo (1948) y Río Bravo (1959) de Howard Hawks, Shane (1953) y Giant (1956) de George Stevens.
John Ford y su actor de cabecera John Wayne establecieron las bases del western para en las siguientes dos décadas empujar el género a nuevos lugares, en la forma en que se contaban las historias y en lo que las historias decían y buscaban señalar o hacer reflexionar.
De la romántica Stagecoach (1939), que se convirtió en una plantilla para el género, con la historia de este valiente criminal con principios y la espectacular fotografía y escenarios de Monument Valley, Utah; hasta la oscura y violenta The Searchers (1956), una historia de obsesión, venganza y rescate, los westerns de Ford durante este tiempo observan y compartían diversas perspectivas, historias o momentos de la relación histórica o social con esa etapa de ese país y sus significados. Entre 1939 y 1956 el público que asistía al cine había tenido que asimilar una experiencia gigantesca (en lo individual y en lo colectivo) como lo fue la Segunda Guerra Mundial.
El cine de Ford creció y evolucionó sabiendo y considerando esto. Las observaciones y temas que pone en sus primeros westerns distan mucho de las reflexiones a las que invita en los 50s, cuando él y su público han visto un mundo más violento, complejo, lleno de matices y de cuestionamientos sobre nuestras acciones.
Esta sería nuestra recomendación de ruta panorámica para revisitar y disfrutar de un género que nunca se ha ido, y que es parte e inspiración importante en la historia del cine.
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