Hasta ahora ha sido artista de culto, cineasta, performer, escritora y musa del mundo hipster.
Era de esperarse que a Miranda July le interesaran las letras. Sus padres, además de ser escritores, fundaron una pequeña editorial justo en el año de su nacimiento, por lo que los libros fueron sus compañeros diarios desde muy temprana edad. Sin embargo, July, cuyo verdadero apellido es Grossinger, no se limitó a la escritura, pues también ha probado suerte en la dirección de cine, el guionismo, la actuación, la música y el arte contemporáneo.
Nacida como Miranda Jennifer Grossinger el 15 de febrero de 1974 en Vermont, comenzó a involucrarse en las artes durante la secundaria, cuando combinaba sus días de clase con pequeñas obras que interpretaba en un club punk de Berkley, California. A los 16 escribió y dirigió una obra llamada The Lifers, en la que empleó a veinte actrices latinas para tomar los roles principales. La obra se presentó en el club 924 de la calle Gilman y fue apreciada por la crítica especializada en teatro independiente. El especialista en música Lawrence Livermore dijo que The Lifers era “más punk que cualquier banda”. July había debutado con el pie derecho.
Para 1996, Miranda July ya había roto con todos los límites de su círculo, incluso había abandonado la escuela y la actuación para enfocarse en la música. Ese mismo año publicó el EP Margie Ruskie Stops Time, hecho en colaboración con la banda The Need para el sello Kill Rock Stars. Mientras su carrera musical apenas comenzaba, su popularidad en el pueblo había aumentado, especialmente por su forma de vestir y comportarse. En una entrevista con mono.kultur, July contó que una vez llegó a la inauguración de una exposición de arte usando la cabeza de una botarga de muñeco de nieve. No necesitó más para robarse la noche.
A lo largo de la década de los noventa, July incursionó en el performance, principalmente representado por su pieza Love Diamond en la que interpretaba a múltiples personajes femeninos que jugaban diferentes roles en su cultura; los espectáculos de spoken-word y las instalaciones de video. En ese aspecto es donde dio su aportación más importante: Big Miss Moviola, un sistema de distribución para directoras independientes que les permitía enviar sus cortometrajes para ser compilados y distribuidos en paquete con otros trabajos de cineastas emergentes. La iniciativa, surgida sin fines de lucro, se convirtió en Joanie 4 Jackie, principal productora y distribuidora de cortos feministas en los Estados Unidos.
De las temáticas que abordó en sus espectáculos y sus cortometrajes, July obtuvo la idea para lo que sería su primera película Tú, yo y todos los demás (Me and You and Everyone We Know), estrenada en el Festival de Cine de Sundance en 2005. La cinta, que abordaba la historia de una artista solitaria que trabaja como taxista y su encuentro con un padre recién separado, ganó la Cámara de Oro del Festival de Cine de Cannes y el Premio Especial del Jurado en Sundance. Además recibió dos nominaciones a los Independent Spirit Awards y fue considerada por el prestigioso crítico Roger Ebert como una de las mejores películas de la primera década del siglo XXI.
Al filme le siguió la película El futuro (The Future), comedia estrenada en 2011 sobre una pareja que lidia con un problema de percepción del tiempo y el espacio tras tomar la decisión de adoptar a un gato.
Durante esa década también trabajó en varios proyectos artísticos, incluyendo el proyecto Learning to Love You More, exhibido el Museo Whitney y el Museo de Arte de Seattle. Diseñó una escultura para la Biennale de Venecia, organizó un proyecto que exponía correos electrónicos privados de personajes públicos (incluyendo a la actriz Kirsten Dunst y el basquetbolista Kareen Abdul-Jabbar), y fundó la aplicación Somebody, en la que permitía a los usuarios enviar mensajes que serían leídos en persona por un mensajero al receptor.
Y sí, Miranda July también es escritora, y le gusta contar historias de mujeres torpes y extrañas, de chicas ordinarias pero un poco perdidas, que llevan su rareza como bandera. Es casi imposible leer su primera novela, El primer hombre malo, sin olvidarse de que es la musa del hipsterismo.
En los últimos años, July también ha trabajado como guionista y ha publicado incluso en The New Yorker; directora de vídeos musicales; y actriz, participando en la serie Atlanta y la aclamada película independiente Madeline’s Madeline, que habla sobre una mujer que se toma demasiado en serio su trabajo como artista. Parece que Miranda July era la mujer indicada para aparecer en ese filme.
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