El nuevo boom de la novela gráfica
El mercado mexicano le abre paso a la novela gráfica de la mano de Penguin Random House.
En los últimos años, la novela gráfica ha abandonado el acomodado espacio como género de culto que había ocupado desde su creación a finales del siglo XX y poco a poco se ha acercado a las masas.
Es cierto que las primeras aproximaciones con el público mainstream ya las habían logrado autores como Will Eisner, responsable de la popularización del término «novela gráfica»; Alan Moore, artista que revolucionó la industria del cómic con su aproximación a la alta literatura; y Art Spiegelman, creador de la primera novela gráfica reconocida con el prestigioso Premio Pulitzer, Maus. Sin embargo, la publicación de ciertos títulos y su posterior adaptación a otros medios, como el cine y la televisión, ha aumentado el interés de los lectores por consumir este género.
«Ahora los lectores son mucho más globales. Se enteran de los lanzamientos mundiales y no solamente de nuestros trabajos locales», señala Michelle Griffing, editora de Penguin Random House, en entrevista con Gatopardo. «Tenemos a un lector más educado y sofisticado que sigue creciendo, sigue en evolución y que busca muchos más tipos de contenidos».
Ante la creciente demanda, la editorial, una de las más importantes del mundo, amplió su catálogo local de novelas gráficas en 2016. La oferta incluye, por ejemplo, una versión de El manifiesto del partido comunista de Marx y Engels ilustrada por Fernando Vicente; la guía ilustrada La magia del orden, escrita por Marie Kondo y la alabada novela gráfica que aborda el dilema de la identidad sexual durante la adolescencia, Fun Home. Otras opciones son el cómic feminista sobre la historia cultural de la vulva, El fruto prohibido y el homenaje a Roberto Bolaño, Estrella distante, en el que Javier Fernández y Fanny Marín enfrentan al autor de Los detectives salvajes con su álter ego, Arturo Belano y su personaje Carlos Weider.
«Tomamos como referencia ventas de libros parecidos publicados anteriormente, la conversación general y lo que está sucediendo en la cultura pop, los medios, las noticias y cómo esto influye en los gustos y el interés de nuestros lectores», explica Griffing al ser cuestionada sobre la selección de proyectos que la editorial decidió presentar en los estantes nacionales. De ese cuidadoso análisis de mercado se deriva también la publicación de obras como The End of the F***ing World, novela gráfica del historietista norteamericano Charles S. Forsman que obtuvo notoriedad tras su adaptación a la televisión británica.
Recordando su época como adolescente, marcada por la depresión y el aislamiento, Forsman retrata la historia de James, un psicópata con tendencias homicidas autoaceptadas y Alyssa, una joven insatisfecha con su vida. Al encontrarse durante un desayuno en la escuela, ambos deciden utilizarse para conseguir sus metas: la de ella, salir de su rutina; la de él, cometer su primer asesinato. Mientras escapan de su escuela y sus padres, James y Alyssa descubren finalmente lo que siempre habían buscado, aunque resultó quizás ser lo opuesto a sus planes originales.
La novela explora con irreverencia y sagacidad el desarrollo de dos jóvenes inestables expuestos a situaciones oscuras. «The End of the Fucking World es una novela violentísima en la que cuadro a cuadro pasan cosas duras, pero esa es la manera en que estos personajes digieren el proceso de crecer. Se rehúsan a ser adultos, a ser responsables, a hacer caso de lo que dicen las autoridades o sus papás, e incluso prefieren sentir dolor físico que acomodarse al establishment«, comenta la editora del título.
En su adaptación a la pantalla chica, el espíritu de Forsman se mantuvo, interesándose en los detalles mínimos de su historia a pesar de romper con la economía propia del lenguaje de la novela gráfica. La única diferencia con el material original es que la serie deja una posibilidad para continuar con la historia de The End of the F***ing World, que el propio autor cerró en la publicación impresa. Hace unas semanas Netflix anunció que, tras el éxito de la serie, protagonizada por Alex Lawther y Jessica Barden habrá segunda temporada.
Para la editorial esto es una buena oportunidad para llegar con la novela gráfica a un público cada vez más grande. «No nos molesta tener que decir que es ‘el libro en el que se basó la serie’, al contrario, es una herramienta y si llega de este modo a más personas estará perfecto. Aún hay muchos espacios por llenar», menciona Griffing.
Con la publicación de títulos como The End of the F***ing World, la novela gráfica esquiva los obstáculos que la atrapaban en un nicho y llega al vasto público que persigue las buenas historias. Ahora, con un mercado mexicano más receptivo a este género, solo queda entregarse a las viñetas.
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