Nuevo orden: la película que le teme a la pobreza

Nuevo orden: la película que le teme a la pobreza

Luego del León de Plata que ganó en Venecia, la nueva película de Michel Franco explora, como la pesadilla burguesa que es, el miedo a la revolución, menospreciando las invisibles causas que la provocan.

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Una mujer escapa con el amante de su hija en Las hijas de Abril (2014). Ambos llegan a un departamento en lo que parece la colonia Condesa y, aunque están desempleados, se dan lujos que deberían ser inaccesibles, como ropa de boutique y una motocicleta. La verosimilitud no es una exigencia del melodrama, el género en el que se mueve el director y guionista Michel Franco. Sin embargo, su indiferencia inagotable por la realidad demuestra una imaginación tal que ya no expresa a un autor melodramático sino a uno decidido a hacer de la telenovela una tendencia del cine contemporáneo. Esto se acentúa en una filmografía que aspira a analizar situaciones de relevancia social —el secuestro en Daniel y Ana (2009); el acoso escolar en Después de Lucía (2012); la marginalidad en A los ojos (2014); la eutanasia en Chronic (2015), pero que más bien tiende a mostrarnos el efectismo de, por ejemplo, un atropellamiento que no expresa mucho más que la tragedia de no fijarse al cruzar la calle. No sorprende que Nuevo orden (2020), su más reciente película, ahora en cines, se enfoque no en las razones de una violenta manifestación en México —y la militarización que provoca—, sino en las consecuencias que tendría tal crisis para la clase dominante.

De hecho, se puede decir que Nuevo orden se comporta como una pesadilla. Los sueños representan sucesos desprovistos de causa y nos atormentan con materializaciones de lo que tememos. En Nuevo orden vemos a la burguesía paralizada frente a una horda morena que lleva la cara pintada como en las representaciones salvajes de indígenas en los westerns. Más que individuos, estos seres son la idea de lo “otro” que se nos viene encima en las pesadillas. Posteriormente, Franco les niega su humanidad a otros enemigos morenos de la burguesía, en planos donde la protagonista es torturada. Sus rostros aparecen fuera de foco, rodeando a una cara blanca y clarísima; en otras ocasiones su presencia se anuncia con nucas, piernas: cuerpos sin cara. Es natural compadecer a quien sufre, claro, pero al borrar los rostros de los victimarios se les percibe más como los trapos que persiguieron a Frodo Baggins que como personas con psiques y motivaciones.

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