Roni Horn en kurimanzutto
Por primera vez en México, la artista exhibe su trabajo y sus preocupaciones.
Para Mónica Manzutto, fundadora de la galería kurimanzutto, Roni Horn es una artista que le ayudó a ver el mundo de una forma diferente, “nueva”, dice emocionada. Por eso su galería se ha encargado de traer la primera muestra de Horn a México. Un recorrido por los más de 40 años de carrera de esta artista que lo mismo ha hecho dibujo, fotografía y escultura. El cuerpo de obra que se podrá ver al interior de este singular edificio ubicado en la colonia San Miguel Chapultepec, está inspirado en la naturaleza, pero sobretodo en el agua, en sus estados físicos y en los reflejos y luces que produce, pero también en los significados que posee este elemento que fluye (al igual que el tiempo) y que inundarán de manera metafórica la enorme sala principal de esta galería, hasta el 15 de diciembre.
Manzutto, que trabajó de cerca con Roni Horn en la muestra, cuenta que la artista es más bien misteriosa. Pocas veces se ha dejado entrevistar y mucho menos se ha dejado fotografiar si no es por su lente. Pero en esta exposición —dividida en cinco núcleos— se deja ver mucho de ella y de su mundo. Un gran mundo pequeño, donde la soledad, la reclusión y una fuerte inspiración nórdica le han dado una voz y presencia en el arte contemporáneo y donde la relación con su familia y algunos artistas le han dado elementos que le permiten jugar con un sentido particular del humor. Un chiste que se conjuga en los diversos recuerdos que la artista ha acumulado a lo largo de su vida y que intenta contar al espectador con la ayuda de sus fotografías.
¿Quién es ella? Su trabajo ha sido referido por la crítica como una oda a lo ambiguo y al mismo tiempo a la identidad, pero también a los paisajes del interior y los del cambio.
El montaje es para Horn, una pieza aparte. Esta muestra efímera montada por ella misma abre con dos retratos de una Roni Horn andrógina —como lo ha sido desde los 80— vestida de blanco sobre un fondo blanco. A simple vista parecen iguales, pero quizás no lo son. Dejan la tarea al visitante —como si fuera un juego— de encontrar las diferencias o las similitudes que podría haber entre ellas o de quedarse con la duda de si esa disparidad existe. Raúl Zorrilla, director general de la galería asegura que ese “es el espíritu lúdico de Horn”.
Los pares son importantes en la obra de esta artista nacida en Nueva York en 1955, quizá porque la presencia de dos objetos similares, y la comparación que se detona entre ellos, puede alterar su identidad.
Eventualmente Horn huyó del ruidoso Nueva York rumbo al silencio de Islandia, donde como en un retiro se instaló a vivir en un faro rodeada por nada más que por los espectaculares paisajes nórdicos, a los que vuelve cada tanto, pues su obra está llena de ellos.
Entre géiseres, glaciares, volcanes y enormes praderas, encontró en el agua, el hielo y el vapor, la inspiración para vivir y crear. De estos viajes nacieron, una serie de esculturas nombradas Air Burial, hoy presentes en kurimanzutto. A primera vista podrían parecer enormes contenedores de agua o de hielo. Pero al acercarse se revela que estas esculturas no son más que “albercas” de vidrio donde la superficie juega un papel importante. «En la curiosidad», dice Manzutto, y en el reflejo que el mismo espectador tiene de sí mismo, otra dualidad. Pero también en el reflejo de la luz, una preocupación estética de Horn, quien usa las diferentes intensidades del sol al pasar de las horas, para cambiar los ambientes y también la forma en que la gente mira a sus piezas
La dualidad que explora en esas piezas la encontró entre su vida y la de Emily Dickinson —una de sus influencias— quien escribió descriptivas cartas de viaje y hermosos poemas sin haber salido de su habitación y entendiendo el mundo solo a través de una ventana. La ventana de Horn, ampliada por sus viajes, es la de la soledad, pues la mayor parte del año vive en un enorme estudio al norte de Nueva York, a veces, acompañada por su pareja.
En ese estudio de atmósfera limpia (que podría asemejarse a kurimanzutto), elementos como la madera, el vidrio y el concreto pulido conviven con la obra y la luz cambiante de las hectáreas de bosque que lo rodean. Entre esos muros, alejada de todo, al igual que en Islandia, creó en 1993 una serie de esculturas de aluminio y plástico, inspiradas en los poemas de Dickinson, al menos en las primeras frases de ellos. Esta serie se titula When Dickinson shut her eyes y también forman parte de la muestra.
Horn acumula los objetos que forman parte de su intimidad en ese estudio, al que muy pocos pueden acceder. Pero sobre el muro más grande de la galería hay una serie de fotografías tituladas Selected Gifts (publicadas originalmente en un libro) donde se muestra a si misma. En esta pieza, que ocupa el espacio central de la muestra, 43 fotografías retratan los diversos regalos que ha recibido desde 1974 hasta el reciente 2015. En una de ellas aparecen dos albóndigas bañadas con salsa (otra dualidad), mismas que le enviaba su hermana cada tanto y que ella se dedicó a fotografiar y más tarde a comer. También hay juguetes, un libro titulado Repulsive Women —un regalo que Horn recibió con singular alegría— y hasta un juguete que le obsequió el fallecido artista cubano-estadounidense Felix González-Torres. Todo esto con el propósito de mostrar lo cotidiano y lo verdaderamente humano detrás de sí.
Como en un ciclo en el ciclo del agua, la muestra cierra volviendo al inicio: con el núcleo Also known as, una serie de fotografías y retratos de Roni Horn en diferentes momentos de su vida. 34 piezas donde los espacios temporales son saltos de duda entre el pasado y el presente y muestran otra de las preocupaciones retóricas de la fotógrafa. ¿Qué es el tiempo?
Para Manzutto, quien se dice estar feliz por traer a esta artista a México, la obra de Roni Horn, “podría ser sin lugar a dudas un tratado sobre la identidad y el tiempo, pero no sólo la de ella, sino de quien ve la obra”.
*Fotografías cortesía de Galería Kurimanzutto.
Galeria kurimanzutto
Gobernador Rafael Rebollar 94, San Miguel Chapultepec, CDMX
Hasta el 15 de diciembre
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