Salvaje, la brutal intimidad
La ópera prima del cineasta Camille Vidal-Naquet retrata la prostitución masculina en Francia
Fue el año pasado cuando el francés Camille Vidal-Naquet debutó en la semana de la Crítica del Festival de Cannes con su ópera prima Salvaje (Sauvage, título original en francés). Entonces la prensa anunciaba con bombo y platillo a su protagonista, Félix Maritaud, como el actor revelación en un brutal retrato de la prostitución masculina en Estrasburgo. Esta cinta llega a las salas de cine mexicanas, convirtiéndose en uno de los títulos imperdibles del mes.
“Mi película no es política en el sentido clásico del término”, cuenta Vidal-Naquet con un aire de seguridad, en una entrevista que concedió a Gatopardo en las vísperas del estreno. La cinta podría enmarcarse dentro de una serie de trabajos enraizados en la cultura LGBT, pero a pesar de tener un fuerte vínculo con este universo, cerrarla ahí sería reducir su potencial. Salvaje no es tanto una película de protesta, en la trama nadie lucha por sus derechos o alguna injusticia. “Cuando uno dice ‘político’ suele referirse a alguien que pelea y defiende una opinión, pero aún así creo que hay algo muy político en la película. Lo que es político para mí es la elección de mostrar gente que no es representada en ningún lado más, a estos chicos que se prostituyen en las calles y muchas personas ni siquiera saben que existen”, aclara.
Con un exitoso recorrido en festivales, Salvaje cuenta la historia de Léo, un vagabundo homosexual con un patrón de autodestrucción que rige su vida. Un chico de 22 años, que el público va descubriendo, que se prostituye, se droga y no tiene dónde vivir. No obstante, a pesar de su contexto adverso, Léo es en realidad ingenuo y cándido, y sus malestares no se originan por la prostitución, sino por la gente que constantemente se aprovecha de él y lo lastima, a veces con lujo de violencia. Pero eso no lo detiene. No le importa vivir en un mundo cruel. Su preocupación principal es buscar el amor y la intimidad.
El retrato del protagonista se vuelve fundamental. La cinta nunca se separa de él, y todos los eventos son experimentados desde su cercano punto de vista. La cámara en constante movimiento lo sigue sólo a él y a los eventos que suceden alrededor, lo que hace que su ternura o brutalidad sean también vividas de primera mano. Esta experiencia también se refleja en el trabajo de fotografía, a cargo de Jacques Girault, donde la luz natural conecta eficazmente con el espectador.
Vidal-Naquet fue muy específico a la hora de construir su película. Para poder escribir el guion, pasó tres años trabajando con las ong que ayudan a personas como Léo, chicos que se prostituyen en las calles. Para cuidar este retrato, el director no permitió improvisación ni trabajo libre, la película está cuidadosamente trazada: “Félix confió en mí completamente con este personaje. Me dio su cuerpo para esta película y es una separación importante”, dice Vidal-Naquet. “Porque ésta no es una película donde el actor trabaja con psicología, sino con cuerpo y sensaciones. La actuación fue muy precisa. Hasta el último respiro estaba marcado en el guion”.
Este énfasis en el personaje es importante. Vidal-Naquet estaba muy interesado en hacer una cinta sobre una persona idealista en un contexto feroz. “Usualmente en algunas películas o libros, cuando uno lee sobre prostitución, siempre es algo que causa problemas al protagonista. En Salvaje, la prostitución no es un problema para Léo, simplemente es lo que hace, pero jamás se queja de ello. No estoy diciendo que sea bueno o malo, simplemente que tiene emociones”, explica el cineasta, y asegura que la humanización de su personaje —un chico hambriento de intimidad, que necesita encontrar cercanía con los demás— es el núcleo de su ópera prima.
“La idea es ofrecerle al espectador pasar unos días en la vida de un trabajador sexual, y para esto, necesitaba representarlo como algo ordinario. No como un gran evento. Cuando vives en las calles tienes sentimientos”, confiesa Vidal-Naquet sobre cómo este joven marcado por las calles necesita encontrar calidez humana en un mundo cruel.
Finalmente, y a pesar de la brutalidad de sus secuencias, Salvaje está guiada por una constante común: la imperante necesidad de amor e intimidad.
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