El misterioso caso de los 110 jóvenes intoxicados en Chiapas

El misterioso caso de los 110 jóvenes intoxicados en Chiapas

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Tiempo de Lectura: 00 min

Las incongruencias en la investigación y poca información sobre el caso, hicieron necesario viajar hasta Bochil en busca de respuestas.

Texto de
Fotografía de
Realización de
Ilustración de
Traducción de

La noche del viernes 7 de octubre, en la comunidad rural de Bochil, Chiapas, localizada a hora y media de la capital del estado, 110 adolescentes de la escuela secundaria Juana de Asbaje llegaron al hospital con síntomas graves de intoxicación: vómito, mareo, desmayos, etcétera.

No era el primer caso con estas características, sino el tercero en muy poco tiempo.  El primero ocurrió 14 días antes, específicamente el 23 de septiembre, también en una escuela secundaria localizada en Tapachula, Chiapas, zona que colinda con la frontera de Guatemala, donde 21 estudiantes fueron hospitalizados por las mismas razones; el segundo caso se dio el 6 de octubre, un día antes de la tragedia de Bochil, igualmente en un municipio de Tapachula, donde cinco jóvenes presentaron los mismos síntomas en otro hospital.

Muy poco tiempo después, las mismas escenas se repitieron en otros estados, Veracruz e Hidalgo, levantando alarmas en todo el país.

El caso de Bochil suma el mayor número de afectados y hay varias teorías sobre las posibles causas, pero la intoxicación con cocaína a través del agua o alimentos es la más sonada y aceptada por las familias, partiendo de que los padres que pudieron llevar a sus hijos a hospitales privados recibieron pruebas toxicológicas positivas a esa droga. Sin embargo, las autoridades, tanto locales como federales, han insistido en negar esta posibilidad, argumentando que las pruebas que ellos hicieron a otros estudiantes unas horas después dieron resultados negativos. Según especialistas, la cocaína permanece en la sangre únicamente entre 40 y 90 minutos, mientras que en la orina permanece apenas 24 horas, lo cual podría explicar resultados opuestos entre pruebas realizadas con varias horas de diferencia.

Las incongruencias en la investigación y poca información sobre el caso, hicieron necesario viajar hasta Bochil en busca de respuestas.

¿Qué sustancia intoxicó a tantos jóvenes y cómo llegó a su escuela?, ¿por qué las autoridades no han comunicado con claridad los avances de la investigación? y ¿cómo han afrontado esta situación los adolescentes y padres de familia afectados?

Bochil es una comunidad con una amplia población indígena, mayoritariamente tzotzil, localizada entre montañas, con un clima bastante frío y donde el transporte público es limitado. Ahí, Alexandra Kaori, una de las 110 adolescentes que llegaron en el hospital la noche del 7 de octubre, relata cómo cada uno de sus compañeros fue cayendo desmayado en la escuela, donde los profesores optaron por darles leche para mantener la calma y aliviar los malestares.

Tras largas horas de tensión tratando de mantener estable a su hija en medio del caos generado en el IMSS Bienestar de la localidad, el padre de Alexandra, Miguel Hernández, habla del acercamiento que ha tenido con las autoridades.

“Cinco padres de familia hemos hablado con los fiscales, la verdad nos atendieron muy amablemente y nos dijeron cómo están viendo el caso ellos”, comenta.

El fiscal de adolescentes a nivel estatal, Eduardo Morales, es la figura que ha mantenido un contacto más cercano con las y los afectados; sin embargo, la presencia de la secretaria de Educación Pública del Estado, Aidé Domínguez, y la del fiscal general Olaf Gómez Hernández, ha sido prácticamente nula. Dieron apenas una conferencia de prensa desde lo ocurrido en Tapachula, después de la cual no han aparecido en los medios.

Para este episodio se solicitaron entrevistas con el fiscal general del Estado, la secretaria de Educación y el fiscal de adolescentes, pero no se recibió respuesta en ningún caso.

La secrecía institucional y el notorio aumento del narcotráfico en el Estado respaldan cada vez más la teoría de que el factor de intoxicación fue cocaína. “No le voy a mentir, aquí en Bochil sí se maneja mucha droga, todo al que usted le pregunte, hasta sí pregunta en el parque, le sabrán decir dónde puede encontrar droga”, comparte Miguel.

De acuerdo con datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública, hasta marzo de 2022 los delitos y las detenciones por venta de drogas al menudeo en Chiapas se han incrementado hasta en un 190% respecto al año anterior, siendo San Cristóbal de las Casas, Comitán, Arriaga y Tapachula algunos de los municipios que registran la mayor venta de drogas sintéticas. Alexandra, hija de Miguel y una de las niñas afectadas, ya había notado esta distribución dentro de la secundaria Juana de Asbaje. “Lo único que sé es que ya habían metido tachas y marihuana a la escuela, no me acuerdo qué vez fue, pero también habían metido cocaína, es todo lo que sé”, compartió.

Hasta el momento, las únicas medidas propuestas por las autoridades a nivel estatal son las “Jornadas Preventivas para la Salud de las y los Adolescentes”, que incluirán charlas preventivas para estudiantes, padres y profesores, orientadas a combatir las adicciones.

“Nuestra postura es que no queremos al director ni a los docentes, no los queremos porque ya no hay confianza, tenemos miedo de mandar a nuestros hijos a la escuela”, declaró una madre afectada que prefirió no dar su nombre.

Aún quedan muchas dudas respecto a estas misteriosas intoxicaciones y la frecuencia con la que están ocurriendo, pinta un panorama muy preocupante que Semanario Gatopardo seguirá muy de cerca.

Escucha aquí el episodio completo en voz de Fernanda Caso y Fabiola Vázquez en Spotify, Apple, Amazon o en tu plataforma de pódcast preferida.

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La noche del viernes 7 de octubre, en la comunidad rural de Bochil, Chiapas, localizada a hora y media de la capital del estado, 110 adolescentes de la escuela secundaria Juana de Asbaje llegaron al hospital con síntomas graves de intoxicación: vómito, mareo, desmayos, etcétera.

No era el primer caso con estas características, sino el tercero en muy poco tiempo.  El primero ocurrió 14 días antes, específicamente el 23 de septiembre, también en una escuela secundaria localizada en Tapachula, Chiapas, zona que colinda con la frontera de Guatemala, donde 21 estudiantes fueron hospitalizados por las mismas razones; el segundo caso se dio el 6 de octubre, un día antes de la tragedia de Bochil, igualmente en un municipio de Tapachula, donde cinco jóvenes presentaron los mismos síntomas en otro hospital.

Muy poco tiempo después, las mismas escenas se repitieron en otros estados, Veracruz e Hidalgo, levantando alarmas en todo el país.

El caso de Bochil suma el mayor número de afectados y hay varias teorías sobre las posibles causas, pero la intoxicación con cocaína a través del agua o alimentos es la más sonada y aceptada por las familias, partiendo de que los padres que pudieron llevar a sus hijos a hospitales privados recibieron pruebas toxicológicas positivas a esa droga. Sin embargo, las autoridades, tanto locales como federales, han insistido en negar esta posibilidad, argumentando que las pruebas que ellos hicieron a otros estudiantes unas horas después dieron resultados negativos. Según especialistas, la cocaína permanece en la sangre únicamente entre 40 y 90 minutos, mientras que en la orina permanece apenas 24 horas, lo cual podría explicar resultados opuestos entre pruebas realizadas con varias horas de diferencia.

Las incongruencias en la investigación y poca información sobre el caso, hicieron necesario viajar hasta Bochil en busca de respuestas.

¿Qué sustancia intoxicó a tantos jóvenes y cómo llegó a su escuela?, ¿por qué las autoridades no han comunicado con claridad los avances de la investigación? y ¿cómo han afrontado esta situación los adolescentes y padres de familia afectados?

Bochil es una comunidad con una amplia población indígena, mayoritariamente tzotzil, localizada entre montañas, con un clima bastante frío y donde el transporte público es limitado. Ahí, Alexandra Kaori, una de las 110 adolescentes que llegaron en el hospital la noche del 7 de octubre, relata cómo cada uno de sus compañeros fue cayendo desmayado en la escuela, donde los profesores optaron por darles leche para mantener la calma y aliviar los malestares.

Tras largas horas de tensión tratando de mantener estable a su hija en medio del caos generado en el IMSS Bienestar de la localidad, el padre de Alexandra, Miguel Hernández, habla del acercamiento que ha tenido con las autoridades.

“Cinco padres de familia hemos hablado con los fiscales, la verdad nos atendieron muy amablemente y nos dijeron cómo están viendo el caso ellos”, comenta.

El fiscal de adolescentes a nivel estatal, Eduardo Morales, es la figura que ha mantenido un contacto más cercano con las y los afectados; sin embargo, la presencia de la secretaria de Educación Pública del Estado, Aidé Domínguez, y la del fiscal general Olaf Gómez Hernández, ha sido prácticamente nula. Dieron apenas una conferencia de prensa desde lo ocurrido en Tapachula, después de la cual no han aparecido en los medios.

Para este episodio se solicitaron entrevistas con el fiscal general del Estado, la secretaria de Educación y el fiscal de adolescentes, pero no se recibió respuesta en ningún caso.

La secrecía institucional y el notorio aumento del narcotráfico en el Estado respaldan cada vez más la teoría de que el factor de intoxicación fue cocaína. “No le voy a mentir, aquí en Bochil sí se maneja mucha droga, todo al que usted le pregunte, hasta sí pregunta en el parque, le sabrán decir dónde puede encontrar droga”, comparte Miguel.

De acuerdo con datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública, hasta marzo de 2022 los delitos y las detenciones por venta de drogas al menudeo en Chiapas se han incrementado hasta en un 190% respecto al año anterior, siendo San Cristóbal de las Casas, Comitán, Arriaga y Tapachula algunos de los municipios que registran la mayor venta de drogas sintéticas. Alexandra, hija de Miguel y una de las niñas afectadas, ya había notado esta distribución dentro de la secundaria Juana de Asbaje. “Lo único que sé es que ya habían metido tachas y marihuana a la escuela, no me acuerdo qué vez fue, pero también habían metido cocaína, es todo lo que sé”, compartió.

Hasta el momento, las únicas medidas propuestas por las autoridades a nivel estatal son las “Jornadas Preventivas para la Salud de las y los Adolescentes”, que incluirán charlas preventivas para estudiantes, padres y profesores, orientadas a combatir las adicciones.

“Nuestra postura es que no queremos al director ni a los docentes, no los queremos porque ya no hay confianza, tenemos miedo de mandar a nuestros hijos a la escuela”, declaró una madre afectada que prefirió no dar su nombre.

Aún quedan muchas dudas respecto a estas misteriosas intoxicaciones y la frecuencia con la que están ocurriendo, pinta un panorama muy preocupante que Semanario Gatopardo seguirá muy de cerca.

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La noche del viernes 7 de octubre, en la comunidad rural de Bochil, Chiapas, localizada a hora y media de la capital del estado, 110 adolescentes de la escuela secundaria Juana de Asbaje llegaron al hospital con síntomas graves de intoxicación: vómito, mareo, desmayos, etcétera.

No era el primer caso con estas características, sino el tercero en muy poco tiempo.  El primero ocurrió 14 días antes, específicamente el 23 de septiembre, también en una escuela secundaria localizada en Tapachula, Chiapas, zona que colinda con la frontera de Guatemala, donde 21 estudiantes fueron hospitalizados por las mismas razones; el segundo caso se dio el 6 de octubre, un día antes de la tragedia de Bochil, igualmente en un municipio de Tapachula, donde cinco jóvenes presentaron los mismos síntomas en otro hospital.

Muy poco tiempo después, las mismas escenas se repitieron en otros estados, Veracruz e Hidalgo, levantando alarmas en todo el país.

El caso de Bochil suma el mayor número de afectados y hay varias teorías sobre las posibles causas, pero la intoxicación con cocaína a través del agua o alimentos es la más sonada y aceptada por las familias, partiendo de que los padres que pudieron llevar a sus hijos a hospitales privados recibieron pruebas toxicológicas positivas a esa droga. Sin embargo, las autoridades, tanto locales como federales, han insistido en negar esta posibilidad, argumentando que las pruebas que ellos hicieron a otros estudiantes unas horas después dieron resultados negativos. Según especialistas, la cocaína permanece en la sangre únicamente entre 40 y 90 minutos, mientras que en la orina permanece apenas 24 horas, lo cual podría explicar resultados opuestos entre pruebas realizadas con varias horas de diferencia.

Las incongruencias en la investigación y poca información sobre el caso, hicieron necesario viajar hasta Bochil en busca de respuestas.

¿Qué sustancia intoxicó a tantos jóvenes y cómo llegó a su escuela?, ¿por qué las autoridades no han comunicado con claridad los avances de la investigación? y ¿cómo han afrontado esta situación los adolescentes y padres de familia afectados?

Bochil es una comunidad con una amplia población indígena, mayoritariamente tzotzil, localizada entre montañas, con un clima bastante frío y donde el transporte público es limitado. Ahí, Alexandra Kaori, una de las 110 adolescentes que llegaron en el hospital la noche del 7 de octubre, relata cómo cada uno de sus compañeros fue cayendo desmayado en la escuela, donde los profesores optaron por darles leche para mantener la calma y aliviar los malestares.

Tras largas horas de tensión tratando de mantener estable a su hija en medio del caos generado en el IMSS Bienestar de la localidad, el padre de Alexandra, Miguel Hernández, habla del acercamiento que ha tenido con las autoridades.

“Cinco padres de familia hemos hablado con los fiscales, la verdad nos atendieron muy amablemente y nos dijeron cómo están viendo el caso ellos”, comenta.

El fiscal de adolescentes a nivel estatal, Eduardo Morales, es la figura que ha mantenido un contacto más cercano con las y los afectados; sin embargo, la presencia de la secretaria de Educación Pública del Estado, Aidé Domínguez, y la del fiscal general Olaf Gómez Hernández, ha sido prácticamente nula. Dieron apenas una conferencia de prensa desde lo ocurrido en Tapachula, después de la cual no han aparecido en los medios.

Para este episodio se solicitaron entrevistas con el fiscal general del Estado, la secretaria de Educación y el fiscal de adolescentes, pero no se recibió respuesta en ningún caso.

La secrecía institucional y el notorio aumento del narcotráfico en el Estado respaldan cada vez más la teoría de que el factor de intoxicación fue cocaína. “No le voy a mentir, aquí en Bochil sí se maneja mucha droga, todo al que usted le pregunte, hasta sí pregunta en el parque, le sabrán decir dónde puede encontrar droga”, comparte Miguel.

De acuerdo con datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública, hasta marzo de 2022 los delitos y las detenciones por venta de drogas al menudeo en Chiapas se han incrementado hasta en un 190% respecto al año anterior, siendo San Cristóbal de las Casas, Comitán, Arriaga y Tapachula algunos de los municipios que registran la mayor venta de drogas sintéticas. Alexandra, hija de Miguel y una de las niñas afectadas, ya había notado esta distribución dentro de la secundaria Juana de Asbaje. “Lo único que sé es que ya habían metido tachas y marihuana a la escuela, no me acuerdo qué vez fue, pero también habían metido cocaína, es todo lo que sé”, compartió.

Hasta el momento, las únicas medidas propuestas por las autoridades a nivel estatal son las “Jornadas Preventivas para la Salud de las y los Adolescentes”, que incluirán charlas preventivas para estudiantes, padres y profesores, orientadas a combatir las adicciones.

“Nuestra postura es que no queremos al director ni a los docentes, no los queremos porque ya no hay confianza, tenemos miedo de mandar a nuestros hijos a la escuela”, declaró una madre afectada que prefirió no dar su nombre.

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La noche del viernes 7 de octubre, en la comunidad rural de Bochil, Chiapas, localizada a hora y media de la capital del estado, 110 adolescentes de la escuela secundaria Juana de Asbaje llegaron al hospital con síntomas graves de intoxicación: vómito, mareo, desmayos, etcétera.

No era el primer caso con estas características, sino el tercero en muy poco tiempo.  El primero ocurrió 14 días antes, específicamente el 23 de septiembre, también en una escuela secundaria localizada en Tapachula, Chiapas, zona que colinda con la frontera de Guatemala, donde 21 estudiantes fueron hospitalizados por las mismas razones; el segundo caso se dio el 6 de octubre, un día antes de la tragedia de Bochil, igualmente en un municipio de Tapachula, donde cinco jóvenes presentaron los mismos síntomas en otro hospital.

Muy poco tiempo después, las mismas escenas se repitieron en otros estados, Veracruz e Hidalgo, levantando alarmas en todo el país.

El caso de Bochil suma el mayor número de afectados y hay varias teorías sobre las posibles causas, pero la intoxicación con cocaína a través del agua o alimentos es la más sonada y aceptada por las familias, partiendo de que los padres que pudieron llevar a sus hijos a hospitales privados recibieron pruebas toxicológicas positivas a esa droga. Sin embargo, las autoridades, tanto locales como federales, han insistido en negar esta posibilidad, argumentando que las pruebas que ellos hicieron a otros estudiantes unas horas después dieron resultados negativos. Según especialistas, la cocaína permanece en la sangre únicamente entre 40 y 90 minutos, mientras que en la orina permanece apenas 24 horas, lo cual podría explicar resultados opuestos entre pruebas realizadas con varias horas de diferencia.

Las incongruencias en la investigación y poca información sobre el caso, hicieron necesario viajar hasta Bochil en busca de respuestas.

¿Qué sustancia intoxicó a tantos jóvenes y cómo llegó a su escuela?, ¿por qué las autoridades no han comunicado con claridad los avances de la investigación? y ¿cómo han afrontado esta situación los adolescentes y padres de familia afectados?

Bochil es una comunidad con una amplia población indígena, mayoritariamente tzotzil, localizada entre montañas, con un clima bastante frío y donde el transporte público es limitado. Ahí, Alexandra Kaori, una de las 110 adolescentes que llegaron en el hospital la noche del 7 de octubre, relata cómo cada uno de sus compañeros fue cayendo desmayado en la escuela, donde los profesores optaron por darles leche para mantener la calma y aliviar los malestares.

Tras largas horas de tensión tratando de mantener estable a su hija en medio del caos generado en el IMSS Bienestar de la localidad, el padre de Alexandra, Miguel Hernández, habla del acercamiento que ha tenido con las autoridades.

“Cinco padres de familia hemos hablado con los fiscales, la verdad nos atendieron muy amablemente y nos dijeron cómo están viendo el caso ellos”, comenta.

El fiscal de adolescentes a nivel estatal, Eduardo Morales, es la figura que ha mantenido un contacto más cercano con las y los afectados; sin embargo, la presencia de la secretaria de Educación Pública del Estado, Aidé Domínguez, y la del fiscal general Olaf Gómez Hernández, ha sido prácticamente nula. Dieron apenas una conferencia de prensa desde lo ocurrido en Tapachula, después de la cual no han aparecido en los medios.

Para este episodio se solicitaron entrevistas con el fiscal general del Estado, la secretaria de Educación y el fiscal de adolescentes, pero no se recibió respuesta en ningún caso.

La secrecía institucional y el notorio aumento del narcotráfico en el Estado respaldan cada vez más la teoría de que el factor de intoxicación fue cocaína. “No le voy a mentir, aquí en Bochil sí se maneja mucha droga, todo al que usted le pregunte, hasta sí pregunta en el parque, le sabrán decir dónde puede encontrar droga”, comparte Miguel.

De acuerdo con datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública, hasta marzo de 2022 los delitos y las detenciones por venta de drogas al menudeo en Chiapas se han incrementado hasta en un 190% respecto al año anterior, siendo San Cristóbal de las Casas, Comitán, Arriaga y Tapachula algunos de los municipios que registran la mayor venta de drogas sintéticas. Alexandra, hija de Miguel y una de las niñas afectadas, ya había notado esta distribución dentro de la secundaria Juana de Asbaje. “Lo único que sé es que ya habían metido tachas y marihuana a la escuela, no me acuerdo qué vez fue, pero también habían metido cocaína, es todo lo que sé”, compartió.

Hasta el momento, las únicas medidas propuestas por las autoridades a nivel estatal son las “Jornadas Preventivas para la Salud de las y los Adolescentes”, que incluirán charlas preventivas para estudiantes, padres y profesores, orientadas a combatir las adicciones.

“Nuestra postura es que no queremos al director ni a los docentes, no los queremos porque ya no hay confianza, tenemos miedo de mandar a nuestros hijos a la escuela”, declaró una madre afectada que prefirió no dar su nombre.

Aún quedan muchas dudas respecto a estas misteriosas intoxicaciones y la frecuencia con la que están ocurriendo, pinta un panorama muy preocupante que Semanario Gatopardo seguirá muy de cerca.

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La noche del viernes 7 de octubre, en la comunidad rural de Bochil, Chiapas, localizada a hora y media de la capital del estado, 110 adolescentes de la escuela secundaria Juana de Asbaje llegaron al hospital con síntomas graves de intoxicación: vómito, mareo, desmayos, etcétera.

No era el primer caso con estas características, sino el tercero en muy poco tiempo.  El primero ocurrió 14 días antes, específicamente el 23 de septiembre, también en una escuela secundaria localizada en Tapachula, Chiapas, zona que colinda con la frontera de Guatemala, donde 21 estudiantes fueron hospitalizados por las mismas razones; el segundo caso se dio el 6 de octubre, un día antes de la tragedia de Bochil, igualmente en un municipio de Tapachula, donde cinco jóvenes presentaron los mismos síntomas en otro hospital.

Muy poco tiempo después, las mismas escenas se repitieron en otros estados, Veracruz e Hidalgo, levantando alarmas en todo el país.

El caso de Bochil suma el mayor número de afectados y hay varias teorías sobre las posibles causas, pero la intoxicación con cocaína a través del agua o alimentos es la más sonada y aceptada por las familias, partiendo de que los padres que pudieron llevar a sus hijos a hospitales privados recibieron pruebas toxicológicas positivas a esa droga. Sin embargo, las autoridades, tanto locales como federales, han insistido en negar esta posibilidad, argumentando que las pruebas que ellos hicieron a otros estudiantes unas horas después dieron resultados negativos. Según especialistas, la cocaína permanece en la sangre únicamente entre 40 y 90 minutos, mientras que en la orina permanece apenas 24 horas, lo cual podría explicar resultados opuestos entre pruebas realizadas con varias horas de diferencia.

Las incongruencias en la investigación y poca información sobre el caso, hicieron necesario viajar hasta Bochil en busca de respuestas.

¿Qué sustancia intoxicó a tantos jóvenes y cómo llegó a su escuela?, ¿por qué las autoridades no han comunicado con claridad los avances de la investigación? y ¿cómo han afrontado esta situación los adolescentes y padres de familia afectados?

Bochil es una comunidad con una amplia población indígena, mayoritariamente tzotzil, localizada entre montañas, con un clima bastante frío y donde el transporte público es limitado. Ahí, Alexandra Kaori, una de las 110 adolescentes que llegaron en el hospital la noche del 7 de octubre, relata cómo cada uno de sus compañeros fue cayendo desmayado en la escuela, donde los profesores optaron por darles leche para mantener la calma y aliviar los malestares.

Tras largas horas de tensión tratando de mantener estable a su hija en medio del caos generado en el IMSS Bienestar de la localidad, el padre de Alexandra, Miguel Hernández, habla del acercamiento que ha tenido con las autoridades.

“Cinco padres de familia hemos hablado con los fiscales, la verdad nos atendieron muy amablemente y nos dijeron cómo están viendo el caso ellos”, comenta.

El fiscal de adolescentes a nivel estatal, Eduardo Morales, es la figura que ha mantenido un contacto más cercano con las y los afectados; sin embargo, la presencia de la secretaria de Educación Pública del Estado, Aidé Domínguez, y la del fiscal general Olaf Gómez Hernández, ha sido prácticamente nula. Dieron apenas una conferencia de prensa desde lo ocurrido en Tapachula, después de la cual no han aparecido en los medios.

Para este episodio se solicitaron entrevistas con el fiscal general del Estado, la secretaria de Educación y el fiscal de adolescentes, pero no se recibió respuesta en ningún caso.

La secrecía institucional y el notorio aumento del narcotráfico en el Estado respaldan cada vez más la teoría de que el factor de intoxicación fue cocaína. “No le voy a mentir, aquí en Bochil sí se maneja mucha droga, todo al que usted le pregunte, hasta sí pregunta en el parque, le sabrán decir dónde puede encontrar droga”, comparte Miguel.

De acuerdo con datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública, hasta marzo de 2022 los delitos y las detenciones por venta de drogas al menudeo en Chiapas se han incrementado hasta en un 190% respecto al año anterior, siendo San Cristóbal de las Casas, Comitán, Arriaga y Tapachula algunos de los municipios que registran la mayor venta de drogas sintéticas. Alexandra, hija de Miguel y una de las niñas afectadas, ya había notado esta distribución dentro de la secundaria Juana de Asbaje. “Lo único que sé es que ya habían metido tachas y marihuana a la escuela, no me acuerdo qué vez fue, pero también habían metido cocaína, es todo lo que sé”, compartió.

Hasta el momento, las únicas medidas propuestas por las autoridades a nivel estatal son las “Jornadas Preventivas para la Salud de las y los Adolescentes”, que incluirán charlas preventivas para estudiantes, padres y profesores, orientadas a combatir las adicciones.

“Nuestra postura es que no queremos al director ni a los docentes, no los queremos porque ya no hay confianza, tenemos miedo de mandar a nuestros hijos a la escuela”, declaró una madre afectada que prefirió no dar su nombre.

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No era el primer caso con estas características, sino el tercero en muy poco tiempo.  El primero ocurrió 14 días antes, específicamente el 23 de septiembre, también en una escuela secundaria localizada en Tapachula, Chiapas, zona que colinda con la frontera de Guatemala, donde 21 estudiantes fueron hospitalizados por las mismas razones; el segundo caso se dio el 6 de octubre, un día antes de la tragedia de Bochil, igualmente en un municipio de Tapachula, donde cinco jóvenes presentaron los mismos síntomas en otro hospital.

Muy poco tiempo después, las mismas escenas se repitieron en otros estados, Veracruz e Hidalgo, levantando alarmas en todo el país.

El caso de Bochil suma el mayor número de afectados y hay varias teorías sobre las posibles causas, pero la intoxicación con cocaína a través del agua o alimentos es la más sonada y aceptada por las familias, partiendo de que los padres que pudieron llevar a sus hijos a hospitales privados recibieron pruebas toxicológicas positivas a esa droga. Sin embargo, las autoridades, tanto locales como federales, han insistido en negar esta posibilidad, argumentando que las pruebas que ellos hicieron a otros estudiantes unas horas después dieron resultados negativos. Según especialistas, la cocaína permanece en la sangre únicamente entre 40 y 90 minutos, mientras que en la orina permanece apenas 24 horas, lo cual podría explicar resultados opuestos entre pruebas realizadas con varias horas de diferencia.

Las incongruencias en la investigación y poca información sobre el caso, hicieron necesario viajar hasta Bochil en busca de respuestas.

¿Qué sustancia intoxicó a tantos jóvenes y cómo llegó a su escuela?, ¿por qué las autoridades no han comunicado con claridad los avances de la investigación? y ¿cómo han afrontado esta situación los adolescentes y padres de familia afectados?

Bochil es una comunidad con una amplia población indígena, mayoritariamente tzotzil, localizada entre montañas, con un clima bastante frío y donde el transporte público es limitado. Ahí, Alexandra Kaori, una de las 110 adolescentes que llegaron en el hospital la noche del 7 de octubre, relata cómo cada uno de sus compañeros fue cayendo desmayado en la escuela, donde los profesores optaron por darles leche para mantener la calma y aliviar los malestares.

Tras largas horas de tensión tratando de mantener estable a su hija en medio del caos generado en el IMSS Bienestar de la localidad, el padre de Alexandra, Miguel Hernández, habla del acercamiento que ha tenido con las autoridades.

“Cinco padres de familia hemos hablado con los fiscales, la verdad nos atendieron muy amablemente y nos dijeron cómo están viendo el caso ellos”, comenta.

El fiscal de adolescentes a nivel estatal, Eduardo Morales, es la figura que ha mantenido un contacto más cercano con las y los afectados; sin embargo, la presencia de la secretaria de Educación Pública del Estado, Aidé Domínguez, y la del fiscal general Olaf Gómez Hernández, ha sido prácticamente nula. Dieron apenas una conferencia de prensa desde lo ocurrido en Tapachula, después de la cual no han aparecido en los medios.

Para este episodio se solicitaron entrevistas con el fiscal general del Estado, la secretaria de Educación y el fiscal de adolescentes, pero no se recibió respuesta en ningún caso.

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“Nuestra postura es que no queremos al director ni a los docentes, no los queremos porque ya no hay confianza, tenemos miedo de mandar a nuestros hijos a la escuela”, declaró una madre afectada que prefirió no dar su nombre.

Aún quedan muchas dudas respecto a estas misteriosas intoxicaciones y la frecuencia con la que están ocurriendo, pinta un panorama muy preocupante que Semanario Gatopardo seguirá muy de cerca.

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Las incongruencias en la investigación y poca información sobre el caso, hicieron necesario viajar hasta Bochil en busca de respuestas.

La noche del viernes 7 de octubre, en la comunidad rural de Bochil, Chiapas, localizada a hora y media de la capital del estado, 110 adolescentes de la escuela secundaria Juana de Asbaje llegaron al hospital con síntomas graves de intoxicación: vómito, mareo, desmayos, etcétera.

No era el primer caso con estas características, sino el tercero en muy poco tiempo.  El primero ocurrió 14 días antes, específicamente el 23 de septiembre, también en una escuela secundaria localizada en Tapachula, Chiapas, zona que colinda con la frontera de Guatemala, donde 21 estudiantes fueron hospitalizados por las mismas razones; el segundo caso se dio el 6 de octubre, un día antes de la tragedia de Bochil, igualmente en un municipio de Tapachula, donde cinco jóvenes presentaron los mismos síntomas en otro hospital.

Muy poco tiempo después, las mismas escenas se repitieron en otros estados, Veracruz e Hidalgo, levantando alarmas en todo el país.

El caso de Bochil suma el mayor número de afectados y hay varias teorías sobre las posibles causas, pero la intoxicación con cocaína a través del agua o alimentos es la más sonada y aceptada por las familias, partiendo de que los padres que pudieron llevar a sus hijos a hospitales privados recibieron pruebas toxicológicas positivas a esa droga. Sin embargo, las autoridades, tanto locales como federales, han insistido en negar esta posibilidad, argumentando que las pruebas que ellos hicieron a otros estudiantes unas horas después dieron resultados negativos. Según especialistas, la cocaína permanece en la sangre únicamente entre 40 y 90 minutos, mientras que en la orina permanece apenas 24 horas, lo cual podría explicar resultados opuestos entre pruebas realizadas con varias horas de diferencia.

Las incongruencias en la investigación y poca información sobre el caso, hicieron necesario viajar hasta Bochil en busca de respuestas.

¿Qué sustancia intoxicó a tantos jóvenes y cómo llegó a su escuela?, ¿por qué las autoridades no han comunicado con claridad los avances de la investigación? y ¿cómo han afrontado esta situación los adolescentes y padres de familia afectados?

Bochil es una comunidad con una amplia población indígena, mayoritariamente tzotzil, localizada entre montañas, con un clima bastante frío y donde el transporte público es limitado. Ahí, Alexandra Kaori, una de las 110 adolescentes que llegaron en el hospital la noche del 7 de octubre, relata cómo cada uno de sus compañeros fue cayendo desmayado en la escuela, donde los profesores optaron por darles leche para mantener la calma y aliviar los malestares.

Tras largas horas de tensión tratando de mantener estable a su hija en medio del caos generado en el IMSS Bienestar de la localidad, el padre de Alexandra, Miguel Hernández, habla del acercamiento que ha tenido con las autoridades.

“Cinco padres de familia hemos hablado con los fiscales, la verdad nos atendieron muy amablemente y nos dijeron cómo están viendo el caso ellos”, comenta.

El fiscal de adolescentes a nivel estatal, Eduardo Morales, es la figura que ha mantenido un contacto más cercano con las y los afectados; sin embargo, la presencia de la secretaria de Educación Pública del Estado, Aidé Domínguez, y la del fiscal general Olaf Gómez Hernández, ha sido prácticamente nula. Dieron apenas una conferencia de prensa desde lo ocurrido en Tapachula, después de la cual no han aparecido en los medios.

Para este episodio se solicitaron entrevistas con el fiscal general del Estado, la secretaria de Educación y el fiscal de adolescentes, pero no se recibió respuesta en ningún caso.

La secrecía institucional y el notorio aumento del narcotráfico en el Estado respaldan cada vez más la teoría de que el factor de intoxicación fue cocaína. “No le voy a mentir, aquí en Bochil sí se maneja mucha droga, todo al que usted le pregunte, hasta sí pregunta en el parque, le sabrán decir dónde puede encontrar droga”, comparte Miguel.

De acuerdo con datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública, hasta marzo de 2022 los delitos y las detenciones por venta de drogas al menudeo en Chiapas se han incrementado hasta en un 190% respecto al año anterior, siendo San Cristóbal de las Casas, Comitán, Arriaga y Tapachula algunos de los municipios que registran la mayor venta de drogas sintéticas. Alexandra, hija de Miguel y una de las niñas afectadas, ya había notado esta distribución dentro de la secundaria Juana de Asbaje. “Lo único que sé es que ya habían metido tachas y marihuana a la escuela, no me acuerdo qué vez fue, pero también habían metido cocaína, es todo lo que sé”, compartió.

Hasta el momento, las únicas medidas propuestas por las autoridades a nivel estatal son las “Jornadas Preventivas para la Salud de las y los Adolescentes”, que incluirán charlas preventivas para estudiantes, padres y profesores, orientadas a combatir las adicciones.

“Nuestra postura es que no queremos al director ni a los docentes, no los queremos porque ya no hay confianza, tenemos miedo de mandar a nuestros hijos a la escuela”, declaró una madre afectada que prefirió no dar su nombre.

Aún quedan muchas dudas respecto a estas misteriosas intoxicaciones y la frecuencia con la que están ocurriendo, pinta un panorama muy preocupante que Semanario Gatopardo seguirá muy de cerca.

Escucha aquí el episodio completo en voz de Fernanda Caso y Fabiola Vázquez en Spotify, Apple, Amazon o en tu plataforma de pódcast preferida.

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Las incongruencias en la investigación y poca información sobre el caso, hicieron necesario viajar hasta Bochil en busca de respuestas.

Texto de
Fotografía de
Realización de
Ilustración de
Traducción de

La noche del viernes 7 de octubre, en la comunidad rural de Bochil, Chiapas, localizada a hora y media de la capital del estado, 110 adolescentes de la escuela secundaria Juana de Asbaje llegaron al hospital con síntomas graves de intoxicación: vómito, mareo, desmayos, etcétera.

No era el primer caso con estas características, sino el tercero en muy poco tiempo.  El primero ocurrió 14 días antes, específicamente el 23 de septiembre, también en una escuela secundaria localizada en Tapachula, Chiapas, zona que colinda con la frontera de Guatemala, donde 21 estudiantes fueron hospitalizados por las mismas razones; el segundo caso se dio el 6 de octubre, un día antes de la tragedia de Bochil, igualmente en un municipio de Tapachula, donde cinco jóvenes presentaron los mismos síntomas en otro hospital.

Muy poco tiempo después, las mismas escenas se repitieron en otros estados, Veracruz e Hidalgo, levantando alarmas en todo el país.

El caso de Bochil suma el mayor número de afectados y hay varias teorías sobre las posibles causas, pero la intoxicación con cocaína a través del agua o alimentos es la más sonada y aceptada por las familias, partiendo de que los padres que pudieron llevar a sus hijos a hospitales privados recibieron pruebas toxicológicas positivas a esa droga. Sin embargo, las autoridades, tanto locales como federales, han insistido en negar esta posibilidad, argumentando que las pruebas que ellos hicieron a otros estudiantes unas horas después dieron resultados negativos. Según especialistas, la cocaína permanece en la sangre únicamente entre 40 y 90 minutos, mientras que en la orina permanece apenas 24 horas, lo cual podría explicar resultados opuestos entre pruebas realizadas con varias horas de diferencia.

Las incongruencias en la investigación y poca información sobre el caso, hicieron necesario viajar hasta Bochil en busca de respuestas.

¿Qué sustancia intoxicó a tantos jóvenes y cómo llegó a su escuela?, ¿por qué las autoridades no han comunicado con claridad los avances de la investigación? y ¿cómo han afrontado esta situación los adolescentes y padres de familia afectados?

Bochil es una comunidad con una amplia población indígena, mayoritariamente tzotzil, localizada entre montañas, con un clima bastante frío y donde el transporte público es limitado. Ahí, Alexandra Kaori, una de las 110 adolescentes que llegaron en el hospital la noche del 7 de octubre, relata cómo cada uno de sus compañeros fue cayendo desmayado en la escuela, donde los profesores optaron por darles leche para mantener la calma y aliviar los malestares.

Tras largas horas de tensión tratando de mantener estable a su hija en medio del caos generado en el IMSS Bienestar de la localidad, el padre de Alexandra, Miguel Hernández, habla del acercamiento que ha tenido con las autoridades.

“Cinco padres de familia hemos hablado con los fiscales, la verdad nos atendieron muy amablemente y nos dijeron cómo están viendo el caso ellos”, comenta.

El fiscal de adolescentes a nivel estatal, Eduardo Morales, es la figura que ha mantenido un contacto más cercano con las y los afectados; sin embargo, la presencia de la secretaria de Educación Pública del Estado, Aidé Domínguez, y la del fiscal general Olaf Gómez Hernández, ha sido prácticamente nula. Dieron apenas una conferencia de prensa desde lo ocurrido en Tapachula, después de la cual no han aparecido en los medios.

Para este episodio se solicitaron entrevistas con el fiscal general del Estado, la secretaria de Educación y el fiscal de adolescentes, pero no se recibió respuesta en ningún caso.

La secrecía institucional y el notorio aumento del narcotráfico en el Estado respaldan cada vez más la teoría de que el factor de intoxicación fue cocaína. “No le voy a mentir, aquí en Bochil sí se maneja mucha droga, todo al que usted le pregunte, hasta sí pregunta en el parque, le sabrán decir dónde puede encontrar droga”, comparte Miguel.

De acuerdo con datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública, hasta marzo de 2022 los delitos y las detenciones por venta de drogas al menudeo en Chiapas se han incrementado hasta en un 190% respecto al año anterior, siendo San Cristóbal de las Casas, Comitán, Arriaga y Tapachula algunos de los municipios que registran la mayor venta de drogas sintéticas. Alexandra, hija de Miguel y una de las niñas afectadas, ya había notado esta distribución dentro de la secundaria Juana de Asbaje. “Lo único que sé es que ya habían metido tachas y marihuana a la escuela, no me acuerdo qué vez fue, pero también habían metido cocaína, es todo lo que sé”, compartió.

Hasta el momento, las únicas medidas propuestas por las autoridades a nivel estatal son las “Jornadas Preventivas para la Salud de las y los Adolescentes”, que incluirán charlas preventivas para estudiantes, padres y profesores, orientadas a combatir las adicciones.

“Nuestra postura es que no queremos al director ni a los docentes, no los queremos porque ya no hay confianza, tenemos miedo de mandar a nuestros hijos a la escuela”, declaró una madre afectada que prefirió no dar su nombre.

Aún quedan muchas dudas respecto a estas misteriosas intoxicaciones y la frecuencia con la que están ocurriendo, pinta un panorama muy preocupante que Semanario Gatopardo seguirá muy de cerca.

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La noche del viernes 7 de octubre, en la comunidad rural de Bochil, Chiapas, localizada a hora y media de la capital del estado, 110 adolescentes de la escuela secundaria Juana de Asbaje llegaron al hospital con síntomas graves de intoxicación: vómito, mareo, desmayos, etcétera.

No era el primer caso con estas características, sino el tercero en muy poco tiempo.  El primero ocurrió 14 días antes, específicamente el 23 de septiembre, también en una escuela secundaria localizada en Tapachula, Chiapas, zona que colinda con la frontera de Guatemala, donde 21 estudiantes fueron hospitalizados por las mismas razones; el segundo caso se dio el 6 de octubre, un día antes de la tragedia de Bochil, igualmente en un municipio de Tapachula, donde cinco jóvenes presentaron los mismos síntomas en otro hospital.

Muy poco tiempo después, las mismas escenas se repitieron en otros estados, Veracruz e Hidalgo, levantando alarmas en todo el país.

El caso de Bochil suma el mayor número de afectados y hay varias teorías sobre las posibles causas, pero la intoxicación con cocaína a través del agua o alimentos es la más sonada y aceptada por las familias, partiendo de que los padres que pudieron llevar a sus hijos a hospitales privados recibieron pruebas toxicológicas positivas a esa droga. Sin embargo, las autoridades, tanto locales como federales, han insistido en negar esta posibilidad, argumentando que las pruebas que ellos hicieron a otros estudiantes unas horas después dieron resultados negativos. Según especialistas, la cocaína permanece en la sangre únicamente entre 40 y 90 minutos, mientras que en la orina permanece apenas 24 horas, lo cual podría explicar resultados opuestos entre pruebas realizadas con varias horas de diferencia.

Las incongruencias en la investigación y poca información sobre el caso, hicieron necesario viajar hasta Bochil en busca de respuestas.

¿Qué sustancia intoxicó a tantos jóvenes y cómo llegó a su escuela?, ¿por qué las autoridades no han comunicado con claridad los avances de la investigación? y ¿cómo han afrontado esta situación los adolescentes y padres de familia afectados?

Bochil es una comunidad con una amplia población indígena, mayoritariamente tzotzil, localizada entre montañas, con un clima bastante frío y donde el transporte público es limitado. Ahí, Alexandra Kaori, una de las 110 adolescentes que llegaron en el hospital la noche del 7 de octubre, relata cómo cada uno de sus compañeros fue cayendo desmayado en la escuela, donde los profesores optaron por darles leche para mantener la calma y aliviar los malestares.

Tras largas horas de tensión tratando de mantener estable a su hija en medio del caos generado en el IMSS Bienestar de la localidad, el padre de Alexandra, Miguel Hernández, habla del acercamiento que ha tenido con las autoridades.

“Cinco padres de familia hemos hablado con los fiscales, la verdad nos atendieron muy amablemente y nos dijeron cómo están viendo el caso ellos”, comenta.

El fiscal de adolescentes a nivel estatal, Eduardo Morales, es la figura que ha mantenido un contacto más cercano con las y los afectados; sin embargo, la presencia de la secretaria de Educación Pública del Estado, Aidé Domínguez, y la del fiscal general Olaf Gómez Hernández, ha sido prácticamente nula. Dieron apenas una conferencia de prensa desde lo ocurrido en Tapachula, después de la cual no han aparecido en los medios.

Para este episodio se solicitaron entrevistas con el fiscal general del Estado, la secretaria de Educación y el fiscal de adolescentes, pero no se recibió respuesta en ningún caso.

La secrecía institucional y el notorio aumento del narcotráfico en el Estado respaldan cada vez más la teoría de que el factor de intoxicación fue cocaína. “No le voy a mentir, aquí en Bochil sí se maneja mucha droga, todo al que usted le pregunte, hasta sí pregunta en el parque, le sabrán decir dónde puede encontrar droga”, comparte Miguel.

De acuerdo con datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública, hasta marzo de 2022 los delitos y las detenciones por venta de drogas al menudeo en Chiapas se han incrementado hasta en un 190% respecto al año anterior, siendo San Cristóbal de las Casas, Comitán, Arriaga y Tapachula algunos de los municipios que registran la mayor venta de drogas sintéticas. Alexandra, hija de Miguel y una de las niñas afectadas, ya había notado esta distribución dentro de la secundaria Juana de Asbaje. “Lo único que sé es que ya habían metido tachas y marihuana a la escuela, no me acuerdo qué vez fue, pero también habían metido cocaína, es todo lo que sé”, compartió.

Hasta el momento, las únicas medidas propuestas por las autoridades a nivel estatal son las “Jornadas Preventivas para la Salud de las y los Adolescentes”, que incluirán charlas preventivas para estudiantes, padres y profesores, orientadas a combatir las adicciones.

“Nuestra postura es que no queremos al director ni a los docentes, no los queremos porque ya no hay confianza, tenemos miedo de mandar a nuestros hijos a la escuela”, declaró una madre afectada que prefirió no dar su nombre.

Aún quedan muchas dudas respecto a estas misteriosas intoxicaciones y la frecuencia con la que están ocurriendo, pinta un panorama muy preocupante que Semanario Gatopardo seguirá muy de cerca.

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La noche del viernes 7 de octubre, en la comunidad rural de Bochil, Chiapas, localizada a hora y media de la capital del estado, 110 adolescentes de la escuela secundaria Juana de Asbaje llegaron al hospital con síntomas graves de intoxicación: vómito, mareo, desmayos, etcétera.

No era el primer caso con estas características, sino el tercero en muy poco tiempo.  El primero ocurrió 14 días antes, específicamente el 23 de septiembre, también en una escuela secundaria localizada en Tapachula, Chiapas, zona que colinda con la frontera de Guatemala, donde 21 estudiantes fueron hospitalizados por las mismas razones; el segundo caso se dio el 6 de octubre, un día antes de la tragedia de Bochil, igualmente en un municipio de Tapachula, donde cinco jóvenes presentaron los mismos síntomas en otro hospital.

Muy poco tiempo después, las mismas escenas se repitieron en otros estados, Veracruz e Hidalgo, levantando alarmas en todo el país.

El caso de Bochil suma el mayor número de afectados y hay varias teorías sobre las posibles causas, pero la intoxicación con cocaína a través del agua o alimentos es la más sonada y aceptada por las familias, partiendo de que los padres que pudieron llevar a sus hijos a hospitales privados recibieron pruebas toxicológicas positivas a esa droga. Sin embargo, las autoridades, tanto locales como federales, han insistido en negar esta posibilidad, argumentando que las pruebas que ellos hicieron a otros estudiantes unas horas después dieron resultados negativos. Según especialistas, la cocaína permanece en la sangre únicamente entre 40 y 90 minutos, mientras que en la orina permanece apenas 24 horas, lo cual podría explicar resultados opuestos entre pruebas realizadas con varias horas de diferencia.

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Bochil es una comunidad con una amplia población indígena, mayoritariamente tzotzil, localizada entre montañas, con un clima bastante frío y donde el transporte público es limitado. Ahí, Alexandra Kaori, una de las 110 adolescentes que llegaron en el hospital la noche del 7 de octubre, relata cómo cada uno de sus compañeros fue cayendo desmayado en la escuela, donde los profesores optaron por darles leche para mantener la calma y aliviar los malestares.

Tras largas horas de tensión tratando de mantener estable a su hija en medio del caos generado en el IMSS Bienestar de la localidad, el padre de Alexandra, Miguel Hernández, habla del acercamiento que ha tenido con las autoridades.

“Cinco padres de familia hemos hablado con los fiscales, la verdad nos atendieron muy amablemente y nos dijeron cómo están viendo el caso ellos”, comenta.

El fiscal de adolescentes a nivel estatal, Eduardo Morales, es la figura que ha mantenido un contacto más cercano con las y los afectados; sin embargo, la presencia de la secretaria de Educación Pública del Estado, Aidé Domínguez, y la del fiscal general Olaf Gómez Hernández, ha sido prácticamente nula. Dieron apenas una conferencia de prensa desde lo ocurrido en Tapachula, después de la cual no han aparecido en los medios.

Para este episodio se solicitaron entrevistas con el fiscal general del Estado, la secretaria de Educación y el fiscal de adolescentes, pero no se recibió respuesta en ningún caso.

La secrecía institucional y el notorio aumento del narcotráfico en el Estado respaldan cada vez más la teoría de que el factor de intoxicación fue cocaína. “No le voy a mentir, aquí en Bochil sí se maneja mucha droga, todo al que usted le pregunte, hasta sí pregunta en el parque, le sabrán decir dónde puede encontrar droga”, comparte Miguel.

De acuerdo con datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública, hasta marzo de 2022 los delitos y las detenciones por venta de drogas al menudeo en Chiapas se han incrementado hasta en un 190% respecto al año anterior, siendo San Cristóbal de las Casas, Comitán, Arriaga y Tapachula algunos de los municipios que registran la mayor venta de drogas sintéticas. Alexandra, hija de Miguel y una de las niñas afectadas, ya había notado esta distribución dentro de la secundaria Juana de Asbaje. “Lo único que sé es que ya habían metido tachas y marihuana a la escuela, no me acuerdo qué vez fue, pero también habían metido cocaína, es todo lo que sé”, compartió.

Hasta el momento, las únicas medidas propuestas por las autoridades a nivel estatal son las “Jornadas Preventivas para la Salud de las y los Adolescentes”, que incluirán charlas preventivas para estudiantes, padres y profesores, orientadas a combatir las adicciones.

“Nuestra postura es que no queremos al director ni a los docentes, no los queremos porque ya no hay confianza, tenemos miedo de mandar a nuestros hijos a la escuela”, declaró una madre afectada que prefirió no dar su nombre.

Aún quedan muchas dudas respecto a estas misteriosas intoxicaciones y la frecuencia con la que están ocurriendo, pinta un panorama muy preocupante que Semanario Gatopardo seguirá muy de cerca.

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La noche del viernes 7 de octubre, en la comunidad rural de Bochil, Chiapas, localizada a hora y media de la capital del estado, 110 adolescentes de la escuela secundaria Juana de Asbaje llegaron al hospital con síntomas graves de intoxicación: vómito, mareo, desmayos, etcétera.

No era el primer caso con estas características, sino el tercero en muy poco tiempo.  El primero ocurrió 14 días antes, específicamente el 23 de septiembre, también en una escuela secundaria localizada en Tapachula, Chiapas, zona que colinda con la frontera de Guatemala, donde 21 estudiantes fueron hospitalizados por las mismas razones; el segundo caso se dio el 6 de octubre, un día antes de la tragedia de Bochil, igualmente en un municipio de Tapachula, donde cinco jóvenes presentaron los mismos síntomas en otro hospital.

Muy poco tiempo después, las mismas escenas se repitieron en otros estados, Veracruz e Hidalgo, levantando alarmas en todo el país.

El caso de Bochil suma el mayor número de afectados y hay varias teorías sobre las posibles causas, pero la intoxicación con cocaína a través del agua o alimentos es la más sonada y aceptada por las familias, partiendo de que los padres que pudieron llevar a sus hijos a hospitales privados recibieron pruebas toxicológicas positivas a esa droga. Sin embargo, las autoridades, tanto locales como federales, han insistido en negar esta posibilidad, argumentando que las pruebas que ellos hicieron a otros estudiantes unas horas después dieron resultados negativos. Según especialistas, la cocaína permanece en la sangre únicamente entre 40 y 90 minutos, mientras que en la orina permanece apenas 24 horas, lo cual podría explicar resultados opuestos entre pruebas realizadas con varias horas de diferencia.

Las incongruencias en la investigación y poca información sobre el caso, hicieron necesario viajar hasta Bochil en busca de respuestas.

¿Qué sustancia intoxicó a tantos jóvenes y cómo llegó a su escuela?, ¿por qué las autoridades no han comunicado con claridad los avances de la investigación? y ¿cómo han afrontado esta situación los adolescentes y padres de familia afectados?

Bochil es una comunidad con una amplia población indígena, mayoritariamente tzotzil, localizada entre montañas, con un clima bastante frío y donde el transporte público es limitado. Ahí, Alexandra Kaori, una de las 110 adolescentes que llegaron en el hospital la noche del 7 de octubre, relata cómo cada uno de sus compañeros fue cayendo desmayado en la escuela, donde los profesores optaron por darles leche para mantener la calma y aliviar los malestares.

Tras largas horas de tensión tratando de mantener estable a su hija en medio del caos generado en el IMSS Bienestar de la localidad, el padre de Alexandra, Miguel Hernández, habla del acercamiento que ha tenido con las autoridades.

“Cinco padres de familia hemos hablado con los fiscales, la verdad nos atendieron muy amablemente y nos dijeron cómo están viendo el caso ellos”, comenta.

El fiscal de adolescentes a nivel estatal, Eduardo Morales, es la figura que ha mantenido un contacto más cercano con las y los afectados; sin embargo, la presencia de la secretaria de Educación Pública del Estado, Aidé Domínguez, y la del fiscal general Olaf Gómez Hernández, ha sido prácticamente nula. Dieron apenas una conferencia de prensa desde lo ocurrido en Tapachula, después de la cual no han aparecido en los medios.

Para este episodio se solicitaron entrevistas con el fiscal general del Estado, la secretaria de Educación y el fiscal de adolescentes, pero no se recibió respuesta en ningún caso.

La secrecía institucional y el notorio aumento del narcotráfico en el Estado respaldan cada vez más la teoría de que el factor de intoxicación fue cocaína. “No le voy a mentir, aquí en Bochil sí se maneja mucha droga, todo al que usted le pregunte, hasta sí pregunta en el parque, le sabrán decir dónde puede encontrar droga”, comparte Miguel.

De acuerdo con datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública, hasta marzo de 2022 los delitos y las detenciones por venta de drogas al menudeo en Chiapas se han incrementado hasta en un 190% respecto al año anterior, siendo San Cristóbal de las Casas, Comitán, Arriaga y Tapachula algunos de los municipios que registran la mayor venta de drogas sintéticas. Alexandra, hija de Miguel y una de las niñas afectadas, ya había notado esta distribución dentro de la secundaria Juana de Asbaje. “Lo único que sé es que ya habían metido tachas y marihuana a la escuela, no me acuerdo qué vez fue, pero también habían metido cocaína, es todo lo que sé”, compartió.

Hasta el momento, las únicas medidas propuestas por las autoridades a nivel estatal son las “Jornadas Preventivas para la Salud de las y los Adolescentes”, que incluirán charlas preventivas para estudiantes, padres y profesores, orientadas a combatir las adicciones.

“Nuestra postura es que no queremos al director ni a los docentes, no los queremos porque ya no hay confianza, tenemos miedo de mandar a nuestros hijos a la escuela”, declaró una madre afectada que prefirió no dar su nombre.

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Bochil es una comunidad con una amplia población indígena, mayoritariamente tzotzil, localizada entre montañas, con un clima bastante frío y donde el transporte público es limitado. Ahí, Alexandra Kaori, una de las 110 adolescentes que llegaron en el hospital la noche del 7 de octubre, relata cómo cada uno de sus compañeros fue cayendo desmayado en la escuela, donde los profesores optaron por darles leche para mantener la calma y aliviar los malestares.

Tras largas horas de tensión tratando de mantener estable a su hija en medio del caos generado en el IMSS Bienestar de la localidad, el padre de Alexandra, Miguel Hernández, habla del acercamiento que ha tenido con las autoridades.

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No era el primer caso con estas características, sino el tercero en muy poco tiempo.  El primero ocurrió 14 días antes, específicamente el 23 de septiembre, también en una escuela secundaria localizada en Tapachula, Chiapas, zona que colinda con la frontera de Guatemala, donde 21 estudiantes fueron hospitalizados por las mismas razones; el segundo caso se dio el 6 de octubre, un día antes de la tragedia de Bochil, igualmente en un municipio de Tapachula, donde cinco jóvenes presentaron los mismos síntomas en otro hospital.

Muy poco tiempo después, las mismas escenas se repitieron en otros estados, Veracruz e Hidalgo, levantando alarmas en todo el país.

El caso de Bochil suma el mayor número de afectados y hay varias teorías sobre las posibles causas, pero la intoxicación con cocaína a través del agua o alimentos es la más sonada y aceptada por las familias, partiendo de que los padres que pudieron llevar a sus hijos a hospitales privados recibieron pruebas toxicológicas positivas a esa droga. Sin embargo, las autoridades, tanto locales como federales, han insistido en negar esta posibilidad, argumentando que las pruebas que ellos hicieron a otros estudiantes unas horas después dieron resultados negativos. Según especialistas, la cocaína permanece en la sangre únicamente entre 40 y 90 minutos, mientras que en la orina permanece apenas 24 horas, lo cual podría explicar resultados opuestos entre pruebas realizadas con varias horas de diferencia.

Las incongruencias en la investigación y poca información sobre el caso, hicieron necesario viajar hasta Bochil en busca de respuestas.

¿Qué sustancia intoxicó a tantos jóvenes y cómo llegó a su escuela?, ¿por qué las autoridades no han comunicado con claridad los avances de la investigación? y ¿cómo han afrontado esta situación los adolescentes y padres de familia afectados?

Bochil es una comunidad con una amplia población indígena, mayoritariamente tzotzil, localizada entre montañas, con un clima bastante frío y donde el transporte público es limitado. Ahí, Alexandra Kaori, una de las 110 adolescentes que llegaron en el hospital la noche del 7 de octubre, relata cómo cada uno de sus compañeros fue cayendo desmayado en la escuela, donde los profesores optaron por darles leche para mantener la calma y aliviar los malestares.

Tras largas horas de tensión tratando de mantener estable a su hija en medio del caos generado en el IMSS Bienestar de la localidad, el padre de Alexandra, Miguel Hernández, habla del acercamiento que ha tenido con las autoridades.

“Cinco padres de familia hemos hablado con los fiscales, la verdad nos atendieron muy amablemente y nos dijeron cómo están viendo el caso ellos”, comenta.

El fiscal de adolescentes a nivel estatal, Eduardo Morales, es la figura que ha mantenido un contacto más cercano con las y los afectados; sin embargo, la presencia de la secretaria de Educación Pública del Estado, Aidé Domínguez, y la del fiscal general Olaf Gómez Hernández, ha sido prácticamente nula. Dieron apenas una conferencia de prensa desde lo ocurrido en Tapachula, después de la cual no han aparecido en los medios.

Para este episodio se solicitaron entrevistas con el fiscal general del Estado, la secretaria de Educación y el fiscal de adolescentes, pero no se recibió respuesta en ningún caso.

La secrecía institucional y el notorio aumento del narcotráfico en el Estado respaldan cada vez más la teoría de que el factor de intoxicación fue cocaína. “No le voy a mentir, aquí en Bochil sí se maneja mucha droga, todo al que usted le pregunte, hasta sí pregunta en el parque, le sabrán decir dónde puede encontrar droga”, comparte Miguel.

De acuerdo con datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública, hasta marzo de 2022 los delitos y las detenciones por venta de drogas al menudeo en Chiapas se han incrementado hasta en un 190% respecto al año anterior, siendo San Cristóbal de las Casas, Comitán, Arriaga y Tapachula algunos de los municipios que registran la mayor venta de drogas sintéticas. Alexandra, hija de Miguel y una de las niñas afectadas, ya había notado esta distribución dentro de la secundaria Juana de Asbaje. “Lo único que sé es que ya habían metido tachas y marihuana a la escuela, no me acuerdo qué vez fue, pero también habían metido cocaína, es todo lo que sé”, compartió.

Hasta el momento, las únicas medidas propuestas por las autoridades a nivel estatal son las “Jornadas Preventivas para la Salud de las y los Adolescentes”, que incluirán charlas preventivas para estudiantes, padres y profesores, orientadas a combatir las adicciones.

“Nuestra postura es que no queremos al director ni a los docentes, no los queremos porque ya no hay confianza, tenemos miedo de mandar a nuestros hijos a la escuela”, declaró una madre afectada que prefirió no dar su nombre.

Aún quedan muchas dudas respecto a estas misteriosas intoxicaciones y la frecuencia con la que están ocurriendo, pinta un panorama muy preocupante que Semanario Gatopardo seguirá muy de cerca.

Escucha aquí el episodio completo en voz de Fernanda Caso y Fabiola Vázquez en Spotify, Apple, Amazon o en tu plataforma de pódcast preferida.

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