Octavia pone el foco en lo local

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Tiempo de Lectura: 00 min

La joven empresaria Roberta Maceda apuesta por lo nacional. Las piezas de su firma Octavia se conciben por un equipo creativo mexicano, y su hotel, Octavia Casa, celebra un barrio de la capital y sirve de escaparate para mostrar lo mejor del diseño.

Texto de
Fotografía de
Realización de
Ilustración de
Traducción de

La paciencia y la solidaridad parecen ser la fórmula de la reinvención para Roberta Maceda, la joven empresaria que, con apenas 31 años, fundó y dirige Octavia, la marca de ropa que desde 2015 es una alternativa para quienes buscan prendas accesibles, de muy buena calidad y totalmente hechas en México por manos nacionales. Paciencia porque, aunque parezca que todo está bajo control, las condiciones pueden transformarse de un instante a otro; solidaridad, porque sólo rodeándose de gente valiosa y comprometida es como se pueden resolver los problemas y salir a flote.

Octavia ya era una marca bien consolidada cuando se desató la crisis sanitaria del Covid-19, con puntos de venta exclusivos y una plataforma de e-commerce funcional y confiable. Sin embargo, las medidas de confinamiento obligaron a cerrar la fábrica por tres meses, y las instalaciones sufrieron un asalto. Roberta y su equipo debieron pensar de manera más creativa en la estructura y la forma de colaborar, ya que producir ropa a distancia es sumamente complicado, y debieron dosificar la reserva de existencias en el almacén. Sin embargo, gracias a una buena sinergia en el equipo, lograron ofrecer diseños que respondían a las nuevas necesidades de su clientela: prendas adecuadas para el trabajo remoto, cómodas, que no requirieran tintorería, que fueran asequibles y bonitas.

En paralelo a las dificultades que enfrentaba la fábrica, la apertura de Octavia Casa, su nuevo proyecto, tuvo que aplazarse. El plan había comenzado como un complejo de departamentos, pero había evolucionado —de la mano del arquitecto Pablo Pérez Palacios y la firma PPPA— hasta convertirse en un hotel boutique de siete habitaciones en la colonia Condesa. Con todo listo para abrir en marzo de 2020, sin embargo, sabían que no había marcha atrás. Después de todo, ya habían sobrellevado una crisis previa, cuando la construcción tuvo que ponerse en pausa tras el sismo de septiembre de 2017. Así que, en esta ocasión, aprovechó el tiempo para hacer pruebas, conocer mejor al staff y resolver hasta los más pequeños detalles. Sobre todo, utilizó esos meses para conseguir que el espacio comunicara un aspecto central de su filosofía: la importancia de lo hecho en México. El hotel, mediante una selección cuidadosa de piezas de diseño nacional, subraya la creatividad de nuestro país, vital incluso en tiempos difíciles.

Octavia Casa abrió a finales de año y es parte de un cambio de perspectiva de apoyo a lo local. Está pensado como un escape para quienes vienen de visita a nuestro país en busca de un respiro, con lo que pone su grano de arena en la reactivación del turismo —justo cuando más se necesita— y funciona al mismo tiempo como un aparador del talento local. Además, la apertura de Octavia Casa implicó la generación, de inicio, de casi una decena de empleos.

"Para mí, la idea es que sea mexicano desde adentro; aportar más para ayudar al país."

Hoy, Roberta habla con optimismo y siempre en plural. Menciona a sus papás como sus grandes maestros, a su mamá como su principal aliada en los negocios, al diseñador Jesús Ibarra como su mano derecha y, sobre todo, a su equipo, que a lo largo del año más complicado de la historia reciente se mantuvo ahí: “Agradezco más que nunca al equipo que tenemos”, dice, y reconoce que es reconfortante saber que no está sola en la toma de decisiones.

Octavia y Octavia Casa son marcas comprometidas con nuestro país. Roberta habla con orgullo de que se trata de emprendimientos nacionales: tiene un equipo de 80 personas, todas mexicanas; ella misma es mexicana, y toda la producción ocurre aquí: “Todo lo que eso involucra es una responsabilidad social con México, pero más como empresario, no necesariamente desde la parte de diseño o desde la parte creativa. Para mí, la idea es que sea mexicano desde adentro; aportar más para ayudar al país”. Iniciativas como la campaña “Me quito el sombrero”, de tequila Don Julio, opina, son muy necesarias para brindar ese apoyo, pues considera que es más importante que nunca que las personas y las empresas usen su plataforma para amplificar y dar voz a las iniciativas de otros mexicanos y ayudar a la consolidación de lo local: “Sí tenemos que darle la importancia: sí tenemos esa responsabilidad como mexicanos con otros mexicanos”.

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La joven empresaria Roberta Maceda apuesta por lo nacional. Las piezas de su firma Octavia se conciben por un equipo creativo mexicano, y su hotel, Octavia Casa, celebra un barrio de la capital y sirve de escaparate para mostrar lo mejor del diseño.

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La paciencia y la solidaridad parecen ser la fórmula de la reinvención para Roberta Maceda, la joven empresaria que, con apenas 31 años, fundó y dirige Octavia, la marca de ropa que desde 2015 es una alternativa para quienes buscan prendas accesibles, de muy buena calidad y totalmente hechas en México por manos nacionales. Paciencia porque, aunque parezca que todo está bajo control, las condiciones pueden transformarse de un instante a otro; solidaridad, porque sólo rodeándose de gente valiosa y comprometida es como se pueden resolver los problemas y salir a flote.

Octavia ya era una marca bien consolidada cuando se desató la crisis sanitaria del Covid-19, con puntos de venta exclusivos y una plataforma de e-commerce funcional y confiable. Sin embargo, las medidas de confinamiento obligaron a cerrar la fábrica por tres meses, y las instalaciones sufrieron un asalto. Roberta y su equipo debieron pensar de manera más creativa en la estructura y la forma de colaborar, ya que producir ropa a distancia es sumamente complicado, y debieron dosificar la reserva de existencias en el almacén. Sin embargo, gracias a una buena sinergia en el equipo, lograron ofrecer diseños que respondían a las nuevas necesidades de su clientela: prendas adecuadas para el trabajo remoto, cómodas, que no requirieran tintorería, que fueran asequibles y bonitas.

En paralelo a las dificultades que enfrentaba la fábrica, la apertura de Octavia Casa, su nuevo proyecto, tuvo que aplazarse. El plan había comenzado como un complejo de departamentos, pero había evolucionado —de la mano del arquitecto Pablo Pérez Palacios y la firma PPPA— hasta convertirse en un hotel boutique de siete habitaciones en la colonia Condesa. Con todo listo para abrir en marzo de 2020, sin embargo, sabían que no había marcha atrás. Después de todo, ya habían sobrellevado una crisis previa, cuando la construcción tuvo que ponerse en pausa tras el sismo de septiembre de 2017. Así que, en esta ocasión, aprovechó el tiempo para hacer pruebas, conocer mejor al staff y resolver hasta los más pequeños detalles. Sobre todo, utilizó esos meses para conseguir que el espacio comunicara un aspecto central de su filosofía: la importancia de lo hecho en México. El hotel, mediante una selección cuidadosa de piezas de diseño nacional, subraya la creatividad de nuestro país, vital incluso en tiempos difíciles.

Octavia Casa abrió a finales de año y es parte de un cambio de perspectiva de apoyo a lo local. Está pensado como un escape para quienes vienen de visita a nuestro país en busca de un respiro, con lo que pone su grano de arena en la reactivación del turismo —justo cuando más se necesita— y funciona al mismo tiempo como un aparador del talento local. Además, la apertura de Octavia Casa implicó la generación, de inicio, de casi una decena de empleos.

"Para mí, la idea es que sea mexicano desde adentro; aportar más para ayudar al país."

Hoy, Roberta habla con optimismo y siempre en plural. Menciona a sus papás como sus grandes maestros, a su mamá como su principal aliada en los negocios, al diseñador Jesús Ibarra como su mano derecha y, sobre todo, a su equipo, que a lo largo del año más complicado de la historia reciente se mantuvo ahí: “Agradezco más que nunca al equipo que tenemos”, dice, y reconoce que es reconfortante saber que no está sola en la toma de decisiones.

Octavia y Octavia Casa son marcas comprometidas con nuestro país. Roberta habla con orgullo de que se trata de emprendimientos nacionales: tiene un equipo de 80 personas, todas mexicanas; ella misma es mexicana, y toda la producción ocurre aquí: “Todo lo que eso involucra es una responsabilidad social con México, pero más como empresario, no necesariamente desde la parte de diseño o desde la parte creativa. Para mí, la idea es que sea mexicano desde adentro; aportar más para ayudar al país”. Iniciativas como la campaña “Me quito el sombrero”, de tequila Don Julio, opina, son muy necesarias para brindar ese apoyo, pues considera que es más importante que nunca que las personas y las empresas usen su plataforma para amplificar y dar voz a las iniciativas de otros mexicanos y ayudar a la consolidación de lo local: “Sí tenemos que darle la importancia: sí tenemos esa responsabilidad como mexicanos con otros mexicanos”.

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La joven empresaria Roberta Maceda apuesta por lo nacional. Las piezas de su firma Octavia se conciben por un equipo creativo mexicano, y su hotel, Octavia Casa, celebra un barrio de la capital y sirve de escaparate para mostrar lo mejor del diseño.

La paciencia y la solidaridad parecen ser la fórmula de la reinvención para Roberta Maceda, la joven empresaria que, con apenas 31 años, fundó y dirige Octavia, la marca de ropa que desde 2015 es una alternativa para quienes buscan prendas accesibles, de muy buena calidad y totalmente hechas en México por manos nacionales. Paciencia porque, aunque parezca que todo está bajo control, las condiciones pueden transformarse de un instante a otro; solidaridad, porque sólo rodeándose de gente valiosa y comprometida es como se pueden resolver los problemas y salir a flote.

Octavia ya era una marca bien consolidada cuando se desató la crisis sanitaria del Covid-19, con puntos de venta exclusivos y una plataforma de e-commerce funcional y confiable. Sin embargo, las medidas de confinamiento obligaron a cerrar la fábrica por tres meses, y las instalaciones sufrieron un asalto. Roberta y su equipo debieron pensar de manera más creativa en la estructura y la forma de colaborar, ya que producir ropa a distancia es sumamente complicado, y debieron dosificar la reserva de existencias en el almacén. Sin embargo, gracias a una buena sinergia en el equipo, lograron ofrecer diseños que respondían a las nuevas necesidades de su clientela: prendas adecuadas para el trabajo remoto, cómodas, que no requirieran tintorería, que fueran asequibles y bonitas.

En paralelo a las dificultades que enfrentaba la fábrica, la apertura de Octavia Casa, su nuevo proyecto, tuvo que aplazarse. El plan había comenzado como un complejo de departamentos, pero había evolucionado —de la mano del arquitecto Pablo Pérez Palacios y la firma PPPA— hasta convertirse en un hotel boutique de siete habitaciones en la colonia Condesa. Con todo listo para abrir en marzo de 2020, sin embargo, sabían que no había marcha atrás. Después de todo, ya habían sobrellevado una crisis previa, cuando la construcción tuvo que ponerse en pausa tras el sismo de septiembre de 2017. Así que, en esta ocasión, aprovechó el tiempo para hacer pruebas, conocer mejor al staff y resolver hasta los más pequeños detalles. Sobre todo, utilizó esos meses para conseguir que el espacio comunicara un aspecto central de su filosofía: la importancia de lo hecho en México. El hotel, mediante una selección cuidadosa de piezas de diseño nacional, subraya la creatividad de nuestro país, vital incluso en tiempos difíciles.

Octavia Casa abrió a finales de año y es parte de un cambio de perspectiva de apoyo a lo local. Está pensado como un escape para quienes vienen de visita a nuestro país en busca de un respiro, con lo que pone su grano de arena en la reactivación del turismo —justo cuando más se necesita— y funciona al mismo tiempo como un aparador del talento local. Además, la apertura de Octavia Casa implicó la generación, de inicio, de casi una decena de empleos.

"Para mí, la idea es que sea mexicano desde adentro; aportar más para ayudar al país."

Hoy, Roberta habla con optimismo y siempre en plural. Menciona a sus papás como sus grandes maestros, a su mamá como su principal aliada en los negocios, al diseñador Jesús Ibarra como su mano derecha y, sobre todo, a su equipo, que a lo largo del año más complicado de la historia reciente se mantuvo ahí: “Agradezco más que nunca al equipo que tenemos”, dice, y reconoce que es reconfortante saber que no está sola en la toma de decisiones.

Octavia y Octavia Casa son marcas comprometidas con nuestro país. Roberta habla con orgullo de que se trata de emprendimientos nacionales: tiene un equipo de 80 personas, todas mexicanas; ella misma es mexicana, y toda la producción ocurre aquí: “Todo lo que eso involucra es una responsabilidad social con México, pero más como empresario, no necesariamente desde la parte de diseño o desde la parte creativa. Para mí, la idea es que sea mexicano desde adentro; aportar más para ayudar al país”. Iniciativas como la campaña “Me quito el sombrero”, de tequila Don Julio, opina, son muy necesarias para brindar ese apoyo, pues considera que es más importante que nunca que las personas y las empresas usen su plataforma para amplificar y dar voz a las iniciativas de otros mexicanos y ayudar a la consolidación de lo local: “Sí tenemos que darle la importancia: sí tenemos esa responsabilidad como mexicanos con otros mexicanos”.

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La paciencia y la solidaridad parecen ser la fórmula de la reinvención para Roberta Maceda, la joven empresaria que, con apenas 31 años, fundó y dirige Octavia, la marca de ropa que desde 2015 es una alternativa para quienes buscan prendas accesibles, de muy buena calidad y totalmente hechas en México por manos nacionales. Paciencia porque, aunque parezca que todo está bajo control, las condiciones pueden transformarse de un instante a otro; solidaridad, porque sólo rodeándose de gente valiosa y comprometida es como se pueden resolver los problemas y salir a flote.

Octavia ya era una marca bien consolidada cuando se desató la crisis sanitaria del Covid-19, con puntos de venta exclusivos y una plataforma de e-commerce funcional y confiable. Sin embargo, las medidas de confinamiento obligaron a cerrar la fábrica por tres meses, y las instalaciones sufrieron un asalto. Roberta y su equipo debieron pensar de manera más creativa en la estructura y la forma de colaborar, ya que producir ropa a distancia es sumamente complicado, y debieron dosificar la reserva de existencias en el almacén. Sin embargo, gracias a una buena sinergia en el equipo, lograron ofrecer diseños que respondían a las nuevas necesidades de su clientela: prendas adecuadas para el trabajo remoto, cómodas, que no requirieran tintorería, que fueran asequibles y bonitas.

En paralelo a las dificultades que enfrentaba la fábrica, la apertura de Octavia Casa, su nuevo proyecto, tuvo que aplazarse. El plan había comenzado como un complejo de departamentos, pero había evolucionado —de la mano del arquitecto Pablo Pérez Palacios y la firma PPPA— hasta convertirse en un hotel boutique de siete habitaciones en la colonia Condesa. Con todo listo para abrir en marzo de 2020, sin embargo, sabían que no había marcha atrás. Después de todo, ya habían sobrellevado una crisis previa, cuando la construcción tuvo que ponerse en pausa tras el sismo de septiembre de 2017. Así que, en esta ocasión, aprovechó el tiempo para hacer pruebas, conocer mejor al staff y resolver hasta los más pequeños detalles. Sobre todo, utilizó esos meses para conseguir que el espacio comunicara un aspecto central de su filosofía: la importancia de lo hecho en México. El hotel, mediante una selección cuidadosa de piezas de diseño nacional, subraya la creatividad de nuestro país, vital incluso en tiempos difíciles.

Octavia Casa abrió a finales de año y es parte de un cambio de perspectiva de apoyo a lo local. Está pensado como un escape para quienes vienen de visita a nuestro país en busca de un respiro, con lo que pone su grano de arena en la reactivación del turismo —justo cuando más se necesita— y funciona al mismo tiempo como un aparador del talento local. Además, la apertura de Octavia Casa implicó la generación, de inicio, de casi una decena de empleos.

"Para mí, la idea es que sea mexicano desde adentro; aportar más para ayudar al país."

Hoy, Roberta habla con optimismo y siempre en plural. Menciona a sus papás como sus grandes maestros, a su mamá como su principal aliada en los negocios, al diseñador Jesús Ibarra como su mano derecha y, sobre todo, a su equipo, que a lo largo del año más complicado de la historia reciente se mantuvo ahí: “Agradezco más que nunca al equipo que tenemos”, dice, y reconoce que es reconfortante saber que no está sola en la toma de decisiones.

Octavia y Octavia Casa son marcas comprometidas con nuestro país. Roberta habla con orgullo de que se trata de emprendimientos nacionales: tiene un equipo de 80 personas, todas mexicanas; ella misma es mexicana, y toda la producción ocurre aquí: “Todo lo que eso involucra es una responsabilidad social con México, pero más como empresario, no necesariamente desde la parte de diseño o desde la parte creativa. Para mí, la idea es que sea mexicano desde adentro; aportar más para ayudar al país”. Iniciativas como la campaña “Me quito el sombrero”, de tequila Don Julio, opina, son muy necesarias para brindar ese apoyo, pues considera que es más importante que nunca que las personas y las empresas usen su plataforma para amplificar y dar voz a las iniciativas de otros mexicanos y ayudar a la consolidación de lo local: “Sí tenemos que darle la importancia: sí tenemos esa responsabilidad como mexicanos con otros mexicanos”.

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La paciencia y la solidaridad parecen ser la fórmula de la reinvención para Roberta Maceda, la joven empresaria que, con apenas 31 años, fundó y dirige Octavia, la marca de ropa que desde 2015 es una alternativa para quienes buscan prendas accesibles, de muy buena calidad y totalmente hechas en México por manos nacionales. Paciencia porque, aunque parezca que todo está bajo control, las condiciones pueden transformarse de un instante a otro; solidaridad, porque sólo rodeándose de gente valiosa y comprometida es como se pueden resolver los problemas y salir a flote.

Octavia ya era una marca bien consolidada cuando se desató la crisis sanitaria del Covid-19, con puntos de venta exclusivos y una plataforma de e-commerce funcional y confiable. Sin embargo, las medidas de confinamiento obligaron a cerrar la fábrica por tres meses, y las instalaciones sufrieron un asalto. Roberta y su equipo debieron pensar de manera más creativa en la estructura y la forma de colaborar, ya que producir ropa a distancia es sumamente complicado, y debieron dosificar la reserva de existencias en el almacén. Sin embargo, gracias a una buena sinergia en el equipo, lograron ofrecer diseños que respondían a las nuevas necesidades de su clientela: prendas adecuadas para el trabajo remoto, cómodas, que no requirieran tintorería, que fueran asequibles y bonitas.

En paralelo a las dificultades que enfrentaba la fábrica, la apertura de Octavia Casa, su nuevo proyecto, tuvo que aplazarse. El plan había comenzado como un complejo de departamentos, pero había evolucionado —de la mano del arquitecto Pablo Pérez Palacios y la firma PPPA— hasta convertirse en un hotel boutique de siete habitaciones en la colonia Condesa. Con todo listo para abrir en marzo de 2020, sin embargo, sabían que no había marcha atrás. Después de todo, ya habían sobrellevado una crisis previa, cuando la construcción tuvo que ponerse en pausa tras el sismo de septiembre de 2017. Así que, en esta ocasión, aprovechó el tiempo para hacer pruebas, conocer mejor al staff y resolver hasta los más pequeños detalles. Sobre todo, utilizó esos meses para conseguir que el espacio comunicara un aspecto central de su filosofía: la importancia de lo hecho en México. El hotel, mediante una selección cuidadosa de piezas de diseño nacional, subraya la creatividad de nuestro país, vital incluso en tiempos difíciles.

Octavia Casa abrió a finales de año y es parte de un cambio de perspectiva de apoyo a lo local. Está pensado como un escape para quienes vienen de visita a nuestro país en busca de un respiro, con lo que pone su grano de arena en la reactivación del turismo —justo cuando más se necesita— y funciona al mismo tiempo como un aparador del talento local. Además, la apertura de Octavia Casa implicó la generación, de inicio, de casi una decena de empleos.

"Para mí, la idea es que sea mexicano desde adentro; aportar más para ayudar al país."

Hoy, Roberta habla con optimismo y siempre en plural. Menciona a sus papás como sus grandes maestros, a su mamá como su principal aliada en los negocios, al diseñador Jesús Ibarra como su mano derecha y, sobre todo, a su equipo, que a lo largo del año más complicado de la historia reciente se mantuvo ahí: “Agradezco más que nunca al equipo que tenemos”, dice, y reconoce que es reconfortante saber que no está sola en la toma de decisiones.

Octavia y Octavia Casa son marcas comprometidas con nuestro país. Roberta habla con orgullo de que se trata de emprendimientos nacionales: tiene un equipo de 80 personas, todas mexicanas; ella misma es mexicana, y toda la producción ocurre aquí: “Todo lo que eso involucra es una responsabilidad social con México, pero más como empresario, no necesariamente desde la parte de diseño o desde la parte creativa. Para mí, la idea es que sea mexicano desde adentro; aportar más para ayudar al país”. Iniciativas como la campaña “Me quito el sombrero”, de tequila Don Julio, opina, son muy necesarias para brindar ese apoyo, pues considera que es más importante que nunca que las personas y las empresas usen su plataforma para amplificar y dar voz a las iniciativas de otros mexicanos y ayudar a la consolidación de lo local: “Sí tenemos que darle la importancia: sí tenemos esa responsabilidad como mexicanos con otros mexicanos”.

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La joven empresaria Roberta Maceda apuesta por lo nacional. Las piezas de su firma Octavia se conciben por un equipo creativo mexicano, y su hotel, Octavia Casa, celebra un barrio de la capital y sirve de escaparate para mostrar lo mejor del diseño.

La paciencia y la solidaridad parecen ser la fórmula de la reinvención para Roberta Maceda, la joven empresaria que, con apenas 31 años, fundó y dirige Octavia, la marca de ropa que desde 2015 es una alternativa para quienes buscan prendas accesibles, de muy buena calidad y totalmente hechas en México por manos nacionales. Paciencia porque, aunque parezca que todo está bajo control, las condiciones pueden transformarse de un instante a otro; solidaridad, porque sólo rodeándose de gente valiosa y comprometida es como se pueden resolver los problemas y salir a flote.

Octavia ya era una marca bien consolidada cuando se desató la crisis sanitaria del Covid-19, con puntos de venta exclusivos y una plataforma de e-commerce funcional y confiable. Sin embargo, las medidas de confinamiento obligaron a cerrar la fábrica por tres meses, y las instalaciones sufrieron un asalto. Roberta y su equipo debieron pensar de manera más creativa en la estructura y la forma de colaborar, ya que producir ropa a distancia es sumamente complicado, y debieron dosificar la reserva de existencias en el almacén. Sin embargo, gracias a una buena sinergia en el equipo, lograron ofrecer diseños que respondían a las nuevas necesidades de su clientela: prendas adecuadas para el trabajo remoto, cómodas, que no requirieran tintorería, que fueran asequibles y bonitas.

En paralelo a las dificultades que enfrentaba la fábrica, la apertura de Octavia Casa, su nuevo proyecto, tuvo que aplazarse. El plan había comenzado como un complejo de departamentos, pero había evolucionado —de la mano del arquitecto Pablo Pérez Palacios y la firma PPPA— hasta convertirse en un hotel boutique de siete habitaciones en la colonia Condesa. Con todo listo para abrir en marzo de 2020, sin embargo, sabían que no había marcha atrás. Después de todo, ya habían sobrellevado una crisis previa, cuando la construcción tuvo que ponerse en pausa tras el sismo de septiembre de 2017. Así que, en esta ocasión, aprovechó el tiempo para hacer pruebas, conocer mejor al staff y resolver hasta los más pequeños detalles. Sobre todo, utilizó esos meses para conseguir que el espacio comunicara un aspecto central de su filosofía: la importancia de lo hecho en México. El hotel, mediante una selección cuidadosa de piezas de diseño nacional, subraya la creatividad de nuestro país, vital incluso en tiempos difíciles.

Octavia Casa abrió a finales de año y es parte de un cambio de perspectiva de apoyo a lo local. Está pensado como un escape para quienes vienen de visita a nuestro país en busca de un respiro, con lo que pone su grano de arena en la reactivación del turismo —justo cuando más se necesita— y funciona al mismo tiempo como un aparador del talento local. Además, la apertura de Octavia Casa implicó la generación, de inicio, de casi una decena de empleos.

"Para mí, la idea es que sea mexicano desde adentro; aportar más para ayudar al país."

Hoy, Roberta habla con optimismo y siempre en plural. Menciona a sus papás como sus grandes maestros, a su mamá como su principal aliada en los negocios, al diseñador Jesús Ibarra como su mano derecha y, sobre todo, a su equipo, que a lo largo del año más complicado de la historia reciente se mantuvo ahí: “Agradezco más que nunca al equipo que tenemos”, dice, y reconoce que es reconfortante saber que no está sola en la toma de decisiones.

Octavia y Octavia Casa son marcas comprometidas con nuestro país. Roberta habla con orgullo de que se trata de emprendimientos nacionales: tiene un equipo de 80 personas, todas mexicanas; ella misma es mexicana, y toda la producción ocurre aquí: “Todo lo que eso involucra es una responsabilidad social con México, pero más como empresario, no necesariamente desde la parte de diseño o desde la parte creativa. Para mí, la idea es que sea mexicano desde adentro; aportar más para ayudar al país”. Iniciativas como la campaña “Me quito el sombrero”, de tequila Don Julio, opina, son muy necesarias para brindar ese apoyo, pues considera que es más importante que nunca que las personas y las empresas usen su plataforma para amplificar y dar voz a las iniciativas de otros mexicanos y ayudar a la consolidación de lo local: “Sí tenemos que darle la importancia: sí tenemos esa responsabilidad como mexicanos con otros mexicanos”.

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La paciencia y la solidaridad parecen ser la fórmula de la reinvención para Roberta Maceda, la joven empresaria que, con apenas 31 años, fundó y dirige Octavia, la marca de ropa que desde 2015 es una alternativa para quienes buscan prendas accesibles, de muy buena calidad y totalmente hechas en México por manos nacionales. Paciencia porque, aunque parezca que todo está bajo control, las condiciones pueden transformarse de un instante a otro; solidaridad, porque sólo rodeándose de gente valiosa y comprometida es como se pueden resolver los problemas y salir a flote.

Octavia ya era una marca bien consolidada cuando se desató la crisis sanitaria del Covid-19, con puntos de venta exclusivos y una plataforma de e-commerce funcional y confiable. Sin embargo, las medidas de confinamiento obligaron a cerrar la fábrica por tres meses, y las instalaciones sufrieron un asalto. Roberta y su equipo debieron pensar de manera más creativa en la estructura y la forma de colaborar, ya que producir ropa a distancia es sumamente complicado, y debieron dosificar la reserva de existencias en el almacén. Sin embargo, gracias a una buena sinergia en el equipo, lograron ofrecer diseños que respondían a las nuevas necesidades de su clientela: prendas adecuadas para el trabajo remoto, cómodas, que no requirieran tintorería, que fueran asequibles y bonitas.

En paralelo a las dificultades que enfrentaba la fábrica, la apertura de Octavia Casa, su nuevo proyecto, tuvo que aplazarse. El plan había comenzado como un complejo de departamentos, pero había evolucionado —de la mano del arquitecto Pablo Pérez Palacios y la firma PPPA— hasta convertirse en un hotel boutique de siete habitaciones en la colonia Condesa. Con todo listo para abrir en marzo de 2020, sin embargo, sabían que no había marcha atrás. Después de todo, ya habían sobrellevado una crisis previa, cuando la construcción tuvo que ponerse en pausa tras el sismo de septiembre de 2017. Así que, en esta ocasión, aprovechó el tiempo para hacer pruebas, conocer mejor al staff y resolver hasta los más pequeños detalles. Sobre todo, utilizó esos meses para conseguir que el espacio comunicara un aspecto central de su filosofía: la importancia de lo hecho en México. El hotel, mediante una selección cuidadosa de piezas de diseño nacional, subraya la creatividad de nuestro país, vital incluso en tiempos difíciles.

Octavia Casa abrió a finales de año y es parte de un cambio de perspectiva de apoyo a lo local. Está pensado como un escape para quienes vienen de visita a nuestro país en busca de un respiro, con lo que pone su grano de arena en la reactivación del turismo —justo cuando más se necesita— y funciona al mismo tiempo como un aparador del talento local. Además, la apertura de Octavia Casa implicó la generación, de inicio, de casi una decena de empleos.

"Para mí, la idea es que sea mexicano desde adentro; aportar más para ayudar al país."

Hoy, Roberta habla con optimismo y siempre en plural. Menciona a sus papás como sus grandes maestros, a su mamá como su principal aliada en los negocios, al diseñador Jesús Ibarra como su mano derecha y, sobre todo, a su equipo, que a lo largo del año más complicado de la historia reciente se mantuvo ahí: “Agradezco más que nunca al equipo que tenemos”, dice, y reconoce que es reconfortante saber que no está sola en la toma de decisiones.

Octavia y Octavia Casa son marcas comprometidas con nuestro país. Roberta habla con orgullo de que se trata de emprendimientos nacionales: tiene un equipo de 80 personas, todas mexicanas; ella misma es mexicana, y toda la producción ocurre aquí: “Todo lo que eso involucra es una responsabilidad social con México, pero más como empresario, no necesariamente desde la parte de diseño o desde la parte creativa. Para mí, la idea es que sea mexicano desde adentro; aportar más para ayudar al país”. Iniciativas como la campaña “Me quito el sombrero”, de tequila Don Julio, opina, son muy necesarias para brindar ese apoyo, pues considera que es más importante que nunca que las personas y las empresas usen su plataforma para amplificar y dar voz a las iniciativas de otros mexicanos y ayudar a la consolidación de lo local: “Sí tenemos que darle la importancia: sí tenemos esa responsabilidad como mexicanos con otros mexicanos”.

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Octavia ya era una marca bien consolidada cuando se desató la crisis sanitaria del Covid-19, con puntos de venta exclusivos y una plataforma de e-commerce funcional y confiable. Sin embargo, las medidas de confinamiento obligaron a cerrar la fábrica por tres meses, y las instalaciones sufrieron un asalto. Roberta y su equipo debieron pensar de manera más creativa en la estructura y la forma de colaborar, ya que producir ropa a distancia es sumamente complicado, y debieron dosificar la reserva de existencias en el almacén. Sin embargo, gracias a una buena sinergia en el equipo, lograron ofrecer diseños que respondían a las nuevas necesidades de su clientela: prendas adecuadas para el trabajo remoto, cómodas, que no requirieran tintorería, que fueran asequibles y bonitas.

En paralelo a las dificultades que enfrentaba la fábrica, la apertura de Octavia Casa, su nuevo proyecto, tuvo que aplazarse. El plan había comenzado como un complejo de departamentos, pero había evolucionado —de la mano del arquitecto Pablo Pérez Palacios y la firma PPPA— hasta convertirse en un hotel boutique de siete habitaciones en la colonia Condesa. Con todo listo para abrir en marzo de 2020, sin embargo, sabían que no había marcha atrás. Después de todo, ya habían sobrellevado una crisis previa, cuando la construcción tuvo que ponerse en pausa tras el sismo de septiembre de 2017. Así que, en esta ocasión, aprovechó el tiempo para hacer pruebas, conocer mejor al staff y resolver hasta los más pequeños detalles. Sobre todo, utilizó esos meses para conseguir que el espacio comunicara un aspecto central de su filosofía: la importancia de lo hecho en México. El hotel, mediante una selección cuidadosa de piezas de diseño nacional, subraya la creatividad de nuestro país, vital incluso en tiempos difíciles.

Octavia Casa abrió a finales de año y es parte de un cambio de perspectiva de apoyo a lo local. Está pensado como un escape para quienes vienen de visita a nuestro país en busca de un respiro, con lo que pone su grano de arena en la reactivación del turismo —justo cuando más se necesita— y funciona al mismo tiempo como un aparador del talento local. Además, la apertura de Octavia Casa implicó la generación, de inicio, de casi una decena de empleos.

"Para mí, la idea es que sea mexicano desde adentro; aportar más para ayudar al país."

Hoy, Roberta habla con optimismo y siempre en plural. Menciona a sus papás como sus grandes maestros, a su mamá como su principal aliada en los negocios, al diseñador Jesús Ibarra como su mano derecha y, sobre todo, a su equipo, que a lo largo del año más complicado de la historia reciente se mantuvo ahí: “Agradezco más que nunca al equipo que tenemos”, dice, y reconoce que es reconfortante saber que no está sola en la toma de decisiones.

Octavia y Octavia Casa son marcas comprometidas con nuestro país. Roberta habla con orgullo de que se trata de emprendimientos nacionales: tiene un equipo de 80 personas, todas mexicanas; ella misma es mexicana, y toda la producción ocurre aquí: “Todo lo que eso involucra es una responsabilidad social con México, pero más como empresario, no necesariamente desde la parte de diseño o desde la parte creativa. Para mí, la idea es que sea mexicano desde adentro; aportar más para ayudar al país”. Iniciativas como la campaña “Me quito el sombrero”, de tequila Don Julio, opina, son muy necesarias para brindar ese apoyo, pues considera que es más importante que nunca que las personas y las empresas usen su plataforma para amplificar y dar voz a las iniciativas de otros mexicanos y ayudar a la consolidación de lo local: “Sí tenemos que darle la importancia: sí tenemos esa responsabilidad como mexicanos con otros mexicanos”.

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Fotografía de
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06
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21
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Tiempo de Lectura: 00 min

La joven empresaria Roberta Maceda apuesta por lo nacional. Las piezas de su firma Octavia se conciben por un equipo creativo mexicano, y su hotel, Octavia Casa, celebra un barrio de la capital y sirve de escaparate para mostrar lo mejor del diseño.

La paciencia y la solidaridad parecen ser la fórmula de la reinvención para Roberta Maceda, la joven empresaria que, con apenas 31 años, fundó y dirige Octavia, la marca de ropa que desde 2015 es una alternativa para quienes buscan prendas accesibles, de muy buena calidad y totalmente hechas en México por manos nacionales. Paciencia porque, aunque parezca que todo está bajo control, las condiciones pueden transformarse de un instante a otro; solidaridad, porque sólo rodeándose de gente valiosa y comprometida es como se pueden resolver los problemas y salir a flote.

Octavia ya era una marca bien consolidada cuando se desató la crisis sanitaria del Covid-19, con puntos de venta exclusivos y una plataforma de e-commerce funcional y confiable. Sin embargo, las medidas de confinamiento obligaron a cerrar la fábrica por tres meses, y las instalaciones sufrieron un asalto. Roberta y su equipo debieron pensar de manera más creativa en la estructura y la forma de colaborar, ya que producir ropa a distancia es sumamente complicado, y debieron dosificar la reserva de existencias en el almacén. Sin embargo, gracias a una buena sinergia en el equipo, lograron ofrecer diseños que respondían a las nuevas necesidades de su clientela: prendas adecuadas para el trabajo remoto, cómodas, que no requirieran tintorería, que fueran asequibles y bonitas.

En paralelo a las dificultades que enfrentaba la fábrica, la apertura de Octavia Casa, su nuevo proyecto, tuvo que aplazarse. El plan había comenzado como un complejo de departamentos, pero había evolucionado —de la mano del arquitecto Pablo Pérez Palacios y la firma PPPA— hasta convertirse en un hotel boutique de siete habitaciones en la colonia Condesa. Con todo listo para abrir en marzo de 2020, sin embargo, sabían que no había marcha atrás. Después de todo, ya habían sobrellevado una crisis previa, cuando la construcción tuvo que ponerse en pausa tras el sismo de septiembre de 2017. Así que, en esta ocasión, aprovechó el tiempo para hacer pruebas, conocer mejor al staff y resolver hasta los más pequeños detalles. Sobre todo, utilizó esos meses para conseguir que el espacio comunicara un aspecto central de su filosofía: la importancia de lo hecho en México. El hotel, mediante una selección cuidadosa de piezas de diseño nacional, subraya la creatividad de nuestro país, vital incluso en tiempos difíciles.

Octavia Casa abrió a finales de año y es parte de un cambio de perspectiva de apoyo a lo local. Está pensado como un escape para quienes vienen de visita a nuestro país en busca de un respiro, con lo que pone su grano de arena en la reactivación del turismo —justo cuando más se necesita— y funciona al mismo tiempo como un aparador del talento local. Además, la apertura de Octavia Casa implicó la generación, de inicio, de casi una decena de empleos.

"Para mí, la idea es que sea mexicano desde adentro; aportar más para ayudar al país."

Hoy, Roberta habla con optimismo y siempre en plural. Menciona a sus papás como sus grandes maestros, a su mamá como su principal aliada en los negocios, al diseñador Jesús Ibarra como su mano derecha y, sobre todo, a su equipo, que a lo largo del año más complicado de la historia reciente se mantuvo ahí: “Agradezco más que nunca al equipo que tenemos”, dice, y reconoce que es reconfortante saber que no está sola en la toma de decisiones.

Octavia y Octavia Casa son marcas comprometidas con nuestro país. Roberta habla con orgullo de que se trata de emprendimientos nacionales: tiene un equipo de 80 personas, todas mexicanas; ella misma es mexicana, y toda la producción ocurre aquí: “Todo lo que eso involucra es una responsabilidad social con México, pero más como empresario, no necesariamente desde la parte de diseño o desde la parte creativa. Para mí, la idea es que sea mexicano desde adentro; aportar más para ayudar al país”. Iniciativas como la campaña “Me quito el sombrero”, de tequila Don Julio, opina, son muy necesarias para brindar ese apoyo, pues considera que es más importante que nunca que las personas y las empresas usen su plataforma para amplificar y dar voz a las iniciativas de otros mexicanos y ayudar a la consolidación de lo local: “Sí tenemos que darle la importancia: sí tenemos esa responsabilidad como mexicanos con otros mexicanos”.

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La joven empresaria Roberta Maceda apuesta por lo nacional. Las piezas de su firma Octavia se conciben por un equipo creativo mexicano, y su hotel, Octavia Casa, celebra un barrio de la capital y sirve de escaparate para mostrar lo mejor del diseño.

La paciencia y la solidaridad parecen ser la fórmula de la reinvención para Roberta Maceda, la joven empresaria que, con apenas 31 años, fundó y dirige Octavia, la marca de ropa que desde 2015 es una alternativa para quienes buscan prendas accesibles, de muy buena calidad y totalmente hechas en México por manos nacionales. Paciencia porque, aunque parezca que todo está bajo control, las condiciones pueden transformarse de un instante a otro; solidaridad, porque sólo rodeándose de gente valiosa y comprometida es como se pueden resolver los problemas y salir a flote.

Octavia ya era una marca bien consolidada cuando se desató la crisis sanitaria del Covid-19, con puntos de venta exclusivos y una plataforma de e-commerce funcional y confiable. Sin embargo, las medidas de confinamiento obligaron a cerrar la fábrica por tres meses, y las instalaciones sufrieron un asalto. Roberta y su equipo debieron pensar de manera más creativa en la estructura y la forma de colaborar, ya que producir ropa a distancia es sumamente complicado, y debieron dosificar la reserva de existencias en el almacén. Sin embargo, gracias a una buena sinergia en el equipo, lograron ofrecer diseños que respondían a las nuevas necesidades de su clientela: prendas adecuadas para el trabajo remoto, cómodas, que no requirieran tintorería, que fueran asequibles y bonitas.

En paralelo a las dificultades que enfrentaba la fábrica, la apertura de Octavia Casa, su nuevo proyecto, tuvo que aplazarse. El plan había comenzado como un complejo de departamentos, pero había evolucionado —de la mano del arquitecto Pablo Pérez Palacios y la firma PPPA— hasta convertirse en un hotel boutique de siete habitaciones en la colonia Condesa. Con todo listo para abrir en marzo de 2020, sin embargo, sabían que no había marcha atrás. Después de todo, ya habían sobrellevado una crisis previa, cuando la construcción tuvo que ponerse en pausa tras el sismo de septiembre de 2017. Así que, en esta ocasión, aprovechó el tiempo para hacer pruebas, conocer mejor al staff y resolver hasta los más pequeños detalles. Sobre todo, utilizó esos meses para conseguir que el espacio comunicara un aspecto central de su filosofía: la importancia de lo hecho en México. El hotel, mediante una selección cuidadosa de piezas de diseño nacional, subraya la creatividad de nuestro país, vital incluso en tiempos difíciles.

Octavia Casa abrió a finales de año y es parte de un cambio de perspectiva de apoyo a lo local. Está pensado como un escape para quienes vienen de visita a nuestro país en busca de un respiro, con lo que pone su grano de arena en la reactivación del turismo —justo cuando más se necesita— y funciona al mismo tiempo como un aparador del talento local. Además, la apertura de Octavia Casa implicó la generación, de inicio, de casi una decena de empleos.

"Para mí, la idea es que sea mexicano desde adentro; aportar más para ayudar al país."

Hoy, Roberta habla con optimismo y siempre en plural. Menciona a sus papás como sus grandes maestros, a su mamá como su principal aliada en los negocios, al diseñador Jesús Ibarra como su mano derecha y, sobre todo, a su equipo, que a lo largo del año más complicado de la historia reciente se mantuvo ahí: “Agradezco más que nunca al equipo que tenemos”, dice, y reconoce que es reconfortante saber que no está sola en la toma de decisiones.

Octavia y Octavia Casa son marcas comprometidas con nuestro país. Roberta habla con orgullo de que se trata de emprendimientos nacionales: tiene un equipo de 80 personas, todas mexicanas; ella misma es mexicana, y toda la producción ocurre aquí: “Todo lo que eso involucra es una responsabilidad social con México, pero más como empresario, no necesariamente desde la parte de diseño o desde la parte creativa. Para mí, la idea es que sea mexicano desde adentro; aportar más para ayudar al país”. Iniciativas como la campaña “Me quito el sombrero”, de tequila Don Julio, opina, son muy necesarias para brindar ese apoyo, pues considera que es más importante que nunca que las personas y las empresas usen su plataforma para amplificar y dar voz a las iniciativas de otros mexicanos y ayudar a la consolidación de lo local: “Sí tenemos que darle la importancia: sí tenemos esa responsabilidad como mexicanos con otros mexicanos”.

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La paciencia y la solidaridad parecen ser la fórmula de la reinvención para Roberta Maceda, la joven empresaria que, con apenas 31 años, fundó y dirige Octavia, la marca de ropa que desde 2015 es una alternativa para quienes buscan prendas accesibles, de muy buena calidad y totalmente hechas en México por manos nacionales. Paciencia porque, aunque parezca que todo está bajo control, las condiciones pueden transformarse de un instante a otro; solidaridad, porque sólo rodeándose de gente valiosa y comprometida es como se pueden resolver los problemas y salir a flote.

Octavia ya era una marca bien consolidada cuando se desató la crisis sanitaria del Covid-19, con puntos de venta exclusivos y una plataforma de e-commerce funcional y confiable. Sin embargo, las medidas de confinamiento obligaron a cerrar la fábrica por tres meses, y las instalaciones sufrieron un asalto. Roberta y su equipo debieron pensar de manera más creativa en la estructura y la forma de colaborar, ya que producir ropa a distancia es sumamente complicado, y debieron dosificar la reserva de existencias en el almacén. Sin embargo, gracias a una buena sinergia en el equipo, lograron ofrecer diseños que respondían a las nuevas necesidades de su clientela: prendas adecuadas para el trabajo remoto, cómodas, que no requirieran tintorería, que fueran asequibles y bonitas.

En paralelo a las dificultades que enfrentaba la fábrica, la apertura de Octavia Casa, su nuevo proyecto, tuvo que aplazarse. El plan había comenzado como un complejo de departamentos, pero había evolucionado —de la mano del arquitecto Pablo Pérez Palacios y la firma PPPA— hasta convertirse en un hotel boutique de siete habitaciones en la colonia Condesa. Con todo listo para abrir en marzo de 2020, sin embargo, sabían que no había marcha atrás. Después de todo, ya habían sobrellevado una crisis previa, cuando la construcción tuvo que ponerse en pausa tras el sismo de septiembre de 2017. Así que, en esta ocasión, aprovechó el tiempo para hacer pruebas, conocer mejor al staff y resolver hasta los más pequeños detalles. Sobre todo, utilizó esos meses para conseguir que el espacio comunicara un aspecto central de su filosofía: la importancia de lo hecho en México. El hotel, mediante una selección cuidadosa de piezas de diseño nacional, subraya la creatividad de nuestro país, vital incluso en tiempos difíciles.

Octavia Casa abrió a finales de año y es parte de un cambio de perspectiva de apoyo a lo local. Está pensado como un escape para quienes vienen de visita a nuestro país en busca de un respiro, con lo que pone su grano de arena en la reactivación del turismo —justo cuando más se necesita— y funciona al mismo tiempo como un aparador del talento local. Además, la apertura de Octavia Casa implicó la generación, de inicio, de casi una decena de empleos.

"Para mí, la idea es que sea mexicano desde adentro; aportar más para ayudar al país."

Hoy, Roberta habla con optimismo y siempre en plural. Menciona a sus papás como sus grandes maestros, a su mamá como su principal aliada en los negocios, al diseñador Jesús Ibarra como su mano derecha y, sobre todo, a su equipo, que a lo largo del año más complicado de la historia reciente se mantuvo ahí: “Agradezco más que nunca al equipo que tenemos”, dice, y reconoce que es reconfortante saber que no está sola en la toma de decisiones.

Octavia y Octavia Casa son marcas comprometidas con nuestro país. Roberta habla con orgullo de que se trata de emprendimientos nacionales: tiene un equipo de 80 personas, todas mexicanas; ella misma es mexicana, y toda la producción ocurre aquí: “Todo lo que eso involucra es una responsabilidad social con México, pero más como empresario, no necesariamente desde la parte de diseño o desde la parte creativa. Para mí, la idea es que sea mexicano desde adentro; aportar más para ayudar al país”. Iniciativas como la campaña “Me quito el sombrero”, de tequila Don Julio, opina, son muy necesarias para brindar ese apoyo, pues considera que es más importante que nunca que las personas y las empresas usen su plataforma para amplificar y dar voz a las iniciativas de otros mexicanos y ayudar a la consolidación de lo local: “Sí tenemos que darle la importancia: sí tenemos esa responsabilidad como mexicanos con otros mexicanos”.

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La paciencia y la solidaridad parecen ser la fórmula de la reinvención para Roberta Maceda, la joven empresaria que, con apenas 31 años, fundó y dirige Octavia, la marca de ropa que desde 2015 es una alternativa para quienes buscan prendas accesibles, de muy buena calidad y totalmente hechas en México por manos nacionales. Paciencia porque, aunque parezca que todo está bajo control, las condiciones pueden transformarse de un instante a otro; solidaridad, porque sólo rodeándose de gente valiosa y comprometida es como se pueden resolver los problemas y salir a flote.

Octavia ya era una marca bien consolidada cuando se desató la crisis sanitaria del Covid-19, con puntos de venta exclusivos y una plataforma de e-commerce funcional y confiable. Sin embargo, las medidas de confinamiento obligaron a cerrar la fábrica por tres meses, y las instalaciones sufrieron un asalto. Roberta y su equipo debieron pensar de manera más creativa en la estructura y la forma de colaborar, ya que producir ropa a distancia es sumamente complicado, y debieron dosificar la reserva de existencias en el almacén. Sin embargo, gracias a una buena sinergia en el equipo, lograron ofrecer diseños que respondían a las nuevas necesidades de su clientela: prendas adecuadas para el trabajo remoto, cómodas, que no requirieran tintorería, que fueran asequibles y bonitas.

En paralelo a las dificultades que enfrentaba la fábrica, la apertura de Octavia Casa, su nuevo proyecto, tuvo que aplazarse. El plan había comenzado como un complejo de departamentos, pero había evolucionado —de la mano del arquitecto Pablo Pérez Palacios y la firma PPPA— hasta convertirse en un hotel boutique de siete habitaciones en la colonia Condesa. Con todo listo para abrir en marzo de 2020, sin embargo, sabían que no había marcha atrás. Después de todo, ya habían sobrellevado una crisis previa, cuando la construcción tuvo que ponerse en pausa tras el sismo de septiembre de 2017. Así que, en esta ocasión, aprovechó el tiempo para hacer pruebas, conocer mejor al staff y resolver hasta los más pequeños detalles. Sobre todo, utilizó esos meses para conseguir que el espacio comunicara un aspecto central de su filosofía: la importancia de lo hecho en México. El hotel, mediante una selección cuidadosa de piezas de diseño nacional, subraya la creatividad de nuestro país, vital incluso en tiempos difíciles.

Octavia Casa abrió a finales de año y es parte de un cambio de perspectiva de apoyo a lo local. Está pensado como un escape para quienes vienen de visita a nuestro país en busca de un respiro, con lo que pone su grano de arena en la reactivación del turismo —justo cuando más se necesita— y funciona al mismo tiempo como un aparador del talento local. Además, la apertura de Octavia Casa implicó la generación, de inicio, de casi una decena de empleos.

"Para mí, la idea es que sea mexicano desde adentro; aportar más para ayudar al país."

Hoy, Roberta habla con optimismo y siempre en plural. Menciona a sus papás como sus grandes maestros, a su mamá como su principal aliada en los negocios, al diseñador Jesús Ibarra como su mano derecha y, sobre todo, a su equipo, que a lo largo del año más complicado de la historia reciente se mantuvo ahí: “Agradezco más que nunca al equipo que tenemos”, dice, y reconoce que es reconfortante saber que no está sola en la toma de decisiones.

Octavia y Octavia Casa son marcas comprometidas con nuestro país. Roberta habla con orgullo de que se trata de emprendimientos nacionales: tiene un equipo de 80 personas, todas mexicanas; ella misma es mexicana, y toda la producción ocurre aquí: “Todo lo que eso involucra es una responsabilidad social con México, pero más como empresario, no necesariamente desde la parte de diseño o desde la parte creativa. Para mí, la idea es que sea mexicano desde adentro; aportar más para ayudar al país”. Iniciativas como la campaña “Me quito el sombrero”, de tequila Don Julio, opina, son muy necesarias para brindar ese apoyo, pues considera que es más importante que nunca que las personas y las empresas usen su plataforma para amplificar y dar voz a las iniciativas de otros mexicanos y ayudar a la consolidación de lo local: “Sí tenemos que darle la importancia: sí tenemos esa responsabilidad como mexicanos con otros mexicanos”.

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La paciencia y la solidaridad parecen ser la fórmula de la reinvención para Roberta Maceda, la joven empresaria que, con apenas 31 años, fundó y dirige Octavia, la marca de ropa que desde 2015 es una alternativa para quienes buscan prendas accesibles, de muy buena calidad y totalmente hechas en México por manos nacionales. Paciencia porque, aunque parezca que todo está bajo control, las condiciones pueden transformarse de un instante a otro; solidaridad, porque sólo rodeándose de gente valiosa y comprometida es como se pueden resolver los problemas y salir a flote.

Octavia ya era una marca bien consolidada cuando se desató la crisis sanitaria del Covid-19, con puntos de venta exclusivos y una plataforma de e-commerce funcional y confiable. Sin embargo, las medidas de confinamiento obligaron a cerrar la fábrica por tres meses, y las instalaciones sufrieron un asalto. Roberta y su equipo debieron pensar de manera más creativa en la estructura y la forma de colaborar, ya que producir ropa a distancia es sumamente complicado, y debieron dosificar la reserva de existencias en el almacén. Sin embargo, gracias a una buena sinergia en el equipo, lograron ofrecer diseños que respondían a las nuevas necesidades de su clientela: prendas adecuadas para el trabajo remoto, cómodas, que no requirieran tintorería, que fueran asequibles y bonitas.

En paralelo a las dificultades que enfrentaba la fábrica, la apertura de Octavia Casa, su nuevo proyecto, tuvo que aplazarse. El plan había comenzado como un complejo de departamentos, pero había evolucionado —de la mano del arquitecto Pablo Pérez Palacios y la firma PPPA— hasta convertirse en un hotel boutique de siete habitaciones en la colonia Condesa. Con todo listo para abrir en marzo de 2020, sin embargo, sabían que no había marcha atrás. Después de todo, ya habían sobrellevado una crisis previa, cuando la construcción tuvo que ponerse en pausa tras el sismo de septiembre de 2017. Así que, en esta ocasión, aprovechó el tiempo para hacer pruebas, conocer mejor al staff y resolver hasta los más pequeños detalles. Sobre todo, utilizó esos meses para conseguir que el espacio comunicara un aspecto central de su filosofía: la importancia de lo hecho en México. El hotel, mediante una selección cuidadosa de piezas de diseño nacional, subraya la creatividad de nuestro país, vital incluso en tiempos difíciles.

Octavia Casa abrió a finales de año y es parte de un cambio de perspectiva de apoyo a lo local. Está pensado como un escape para quienes vienen de visita a nuestro país en busca de un respiro, con lo que pone su grano de arena en la reactivación del turismo —justo cuando más se necesita— y funciona al mismo tiempo como un aparador del talento local. Además, la apertura de Octavia Casa implicó la generación, de inicio, de casi una decena de empleos.

"Para mí, la idea es que sea mexicano desde adentro; aportar más para ayudar al país."

Hoy, Roberta habla con optimismo y siempre en plural. Menciona a sus papás como sus grandes maestros, a su mamá como su principal aliada en los negocios, al diseñador Jesús Ibarra como su mano derecha y, sobre todo, a su equipo, que a lo largo del año más complicado de la historia reciente se mantuvo ahí: “Agradezco más que nunca al equipo que tenemos”, dice, y reconoce que es reconfortante saber que no está sola en la toma de decisiones.

Octavia y Octavia Casa son marcas comprometidas con nuestro país. Roberta habla con orgullo de que se trata de emprendimientos nacionales: tiene un equipo de 80 personas, todas mexicanas; ella misma es mexicana, y toda la producción ocurre aquí: “Todo lo que eso involucra es una responsabilidad social con México, pero más como empresario, no necesariamente desde la parte de diseño o desde la parte creativa. Para mí, la idea es que sea mexicano desde adentro; aportar más para ayudar al país”. Iniciativas como la campaña “Me quito el sombrero”, de tequila Don Julio, opina, son muy necesarias para brindar ese apoyo, pues considera que es más importante que nunca que las personas y las empresas usen su plataforma para amplificar y dar voz a las iniciativas de otros mexicanos y ayudar a la consolidación de lo local: “Sí tenemos que darle la importancia: sí tenemos esa responsabilidad como mexicanos con otros mexicanos”.

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