Ante la crisis alimentaria, huertos urbanos
Una visita a Huertos Concretos, un proyecto de la economista Lily Foster.
Lily Foster estudió Economía Política en la Universidad de Berkeley, California. Su carrera la llevó a entender cómo funcionan los procesos alimenticios y la crisis ecológica por la que el mundo está atravesando. En los últimos siete años ha trabajado como diseñadora, instructora y asesora para la construcción y optimización de sistemas alimentarios urbanos en México, Estados Unidos y Sudamérica. Ahora vive en la Ciudad de México y tiene el proyecto Huertos Concretos, el cual tuve la oportunidad de conocer de la mano de Club Travesías.
En la azotea de una casona en la calle de Chihuahua 139, en la colonia Roma, se respira diferente. En este lugar hay estructuras de madera y otros materiales reciclados que le dan hogar a hortalizas, flores y frutas. Mientras caminábamos entre todo tipo de plantas, Lily nos platicó sobre los diferentes modelos para tener un huerto urbano. Todos los sistemas que ella ha diseñado surgen de procesos naturales, pues sabe que de esta manera los ciclos de vida de los vegetales y frutas que están creciendo serán normales e irán a su propio ritmo. Calabazas, kale, pepinos, girasoles, acelgas, berengenas, cempasúchil… todo lo que hay ahí es comestible, aunque algunas de las plantas, como la ortiga, son estrictamente medicinales.
Tras un primer recorrido pasamos a una larga mesa en la que creamos nuestro propio microinvernadero con una cajita de plástico reciclado y un almácigo (un vasito negro parecido a los que forman las cajas para huevo) con tierra fértil y composta. Foster también nos habló de remedios para plagas y de las técnicas necesarias para empezar un huerto en casa, aún cuando sea en un departamento, recalcando que lo que se busca es “cultivar la mayor concentración de nutrición en el menor espacio posible”.
Para cerrar el recorrido, los chefs Mariana y Ángel —de GastroMajar— nos mostraron diferentes y sencillas maneras de preparar deliciosa comida con ingredientes que obtenidos directamente del huerto. Primero hicimos unas tortillas entintadas con espinaca y betabel, condimentadas con hojas frescas del huerto. El relleno de los tacos fue de flor de calabaza salteada. El postre, un crumble de galleta con mermelada de fresa y hoja de aguacate, fresas frescas y yogurt orgánico.
La experiencia fue una sólida evidencia de lo accesible que es incorporar un huerto a la vida diaria, y los múltiples beneficios que le puede traer a nuestra salud y economía. Pensar en una sociedad en la que que cada familia pueda cosechar lo que necesita para comer, es un ideal que suena lejano, pero que no es tan difícil de alcanzar. El proyecto de Lily Foster es una invitación a seguir aprendiendo de estos sistemas que parten de un respeto a la naturaleza y a sus ciclos de vida.
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