Cartier, Ana Elena Mallet, Frida Escobedo y el diseño como herramienta para entender el mundo

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La exposición El diseño de Cartier: Un legado vivo no solo propone un recorrido por la historia y la evolución de la Maison dentro del Museo Jumex, sino que, gracias a la visión de Ana Elena Mallet y Frida Escobedo, resalta la importancia del diseño como herramienta para entender el mundo.

“Las piezas de alta joyería no solo son adornos, son recordatorios de momentos específicos en la historia. Son cultura material, nos permiten entender cómo se comporta la gente —sus gustos y costumbres— a través del tiempo”. Para Ana Elena Mallet, este fue uno de los aspectos que más le emocionaron al curar la exposición El diseño de Cartier: Un legado vivo, que, junto con la museografía de la arquitecta Frida Escobedo, propone un recorrido por la historia, la evolución y el savoir-faire de la Maison  en las salas del Museo Jumex.

Además de acercar al público a las piezas más icónicas de la Colección Cartier (y otros archivos privados), uno de los elementos que más llamó la atención, desde que se anunció la llegada de esta muestra a la Ciudad de México, fue la participación de dos mujeres clave en la industria creativa del país. Frida Escobedo y Ana Elena Mallet tienen muchas cosas en común, incluida la capacidad de darle vida a exitosos proyectos artísticos y arquitectónicos; sin embargo, la más relevante para esta colaboración con Cartier es probablemente su visión del diseño como herramienta para entender el mundo.

Collar de Serpiente. Cartier París, pedido especial, 1968. Platino, oro blanco, esmeraldas, oro amarillo y esmalte. Procedencia: María Félix. Dimensiones: Longitud 57 cm. Colección Cartier.

El trabajo en conjunto de esta dupla (a la que también se le unió Maricris Herrera, de Estudio Herrera, en el diseño visual de la exposición) dio como resultado El diseño de Cartier: Un legado vivo, que reúne más de 160 piezas que, entre colores, materiales y formas espectaculares, atrapan al espectador inmediatamente y son un despliegue de maestría en la ejecución y atención al detalle. Para Ana Elena Mallet, “la joyería puede verse y apreciarse como diseño y, por lo mismo, tiene su lugar en un museo”.

Justamente, uno de los grandes logros de la exhibición se da a nivel curatorial, ya que con solo mirar alrededor de las salas es fácil darse cuenta de que la selección de piezas le habla a distintos perfiles: personas mayores emocionadas por acercarse a las joyas de María Félix, jóvenes entusiastas del diseño, expertos en relojería e incluso niños entretenidos con la integración de elementos 3D dentro del recorrido. Ana Elena Mallet asegura que esto también tiene que ver con que, durante la pandemia, los museos y las exposiciones han logrado atraer a nuevos públicos, sobre todo más jóvenes.

Broche de Lirio. Cartier París, pedido especial, 1906. Platino, diamantes y configuración de miligranos. Procedencia: Marie Scott Townsend. Longitud: Cada rama 27,0 cm. Colección Cartier.

El diseño de Cartier: Un legado vivo marca el regreso de la Colección Cartier a México después de más de dos décadas, y se desarrolla por medio de un discurso cronológico que pone en evidencia cómo fue que el estilo de la Maison tomó forma y se adaptó a distintas épocas. Las cinco secciones de la exposición  —“Los primeros años y el nacimiento de un estilo”, “Curiosidad universal”, “El gusto de Jeanne Toussaint”, “Medir el tiempo y portar la belleza” y “María Félix y los íconos de la elegancia”— son también un reflejo de la riqueza del archivo de Cartier y de la gran labor de estudio que, tanto Mallet como Frida Escobedo, llevaron a cabo para entender los inicios de la Maison —desde cómo levantaban un pedido hasta el proceso creativo de hacer un boceto—, algo esencial para darle a este tipo de proyectos otro nivel de profundidad.

El interés por regresar al origen para entender el legado de Cartier también fue clave para la museografía de Frida Escobedo, tanto así que de este concepto nació la idea de crear un espacio que hiciera alusión a una mina o cantera. Desde su mirada arquitectónica, esto fue posible gracias a más de mil paneles de concreto hechos a mano, cada uno distinto, los cuales cambian con la luz y provocan una iluminación tenue que permite que las piezas de Cartier sean las grandes protagonistas de la exhibición.

https://www.facebook.com/fundacionjumexartecontemporaneo/videos/el-dise%C3%B1o-de-cartier-un-legado-vivo/217290344217618/

Para Frida Escobedo, El diseño de Cartier: Un legado vivo también representó una gran oportunidad para resaltar dos grandes inspiraciones en su práctica: los elementos de la arquitectura mexicana que asemejan aspectos de la naturaleza (como puede ser una montaña o, en este caso, cantera) y el trabajo de Josef Albers en diversos sitios arqueológicos de México. Por si fuera poco, a nivel personal la arquitecta tiene una conexión especial con el proyecto ya que su abuelo fue relojero.

El diseño de Cartier: Un legado vivo estará en el Museo Jumex hasta el próximo 14 de mayo. Como parte de la exposición, se desarrollará un programa público que incluye distintos acercamientos a la visión curatorial y museográfica de Ana Elena Mallet y Frida Escobedo. Al igual que Louis-François Cartier lo entendió en su momento, estas dos mujeres son prueba de que una de las mejores formas de abrir fronteras, responder a los intereses del público y entender cómo el mundo cambia es a través del diseño.

Para más información, visita fundacionjumex.org

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La exposición El diseño de Cartier: Un legado vivo no solo propone un recorrido por la historia y la evolución de la Maison dentro del Museo Jumex, sino que, gracias a la visión de Ana Elena Mallet y Frida Escobedo, resalta la importancia del diseño como herramienta para entender el mundo.

“Las piezas de alta joyería no solo son adornos, son recordatorios de momentos específicos en la historia. Son cultura material, nos permiten entender cómo se comporta la gente —sus gustos y costumbres— a través del tiempo”. Para Ana Elena Mallet, este fue uno de los aspectos que más le emocionaron al curar la exposición El diseño de Cartier: Un legado vivo, que, junto con la museografía de la arquitecta Frida Escobedo, propone un recorrido por la historia, la evolución y el savoir-faire de la Maison  en las salas del Museo Jumex.

Además de acercar al público a las piezas más icónicas de la Colección Cartier (y otros archivos privados), uno de los elementos que más llamó la atención, desde que se anunció la llegada de esta muestra a la Ciudad de México, fue la participación de dos mujeres clave en la industria creativa del país. Frida Escobedo y Ana Elena Mallet tienen muchas cosas en común, incluida la capacidad de darle vida a exitosos proyectos artísticos y arquitectónicos; sin embargo, la más relevante para esta colaboración con Cartier es probablemente su visión del diseño como herramienta para entender el mundo.

Collar de Serpiente. Cartier París, pedido especial, 1968. Platino, oro blanco, esmeraldas, oro amarillo y esmalte. Procedencia: María Félix. Dimensiones: Longitud 57 cm. Colección Cartier.

El trabajo en conjunto de esta dupla (a la que también se le unió Maricris Herrera, de Estudio Herrera, en el diseño visual de la exposición) dio como resultado El diseño de Cartier: Un legado vivo, que reúne más de 160 piezas que, entre colores, materiales y formas espectaculares, atrapan al espectador inmediatamente y son un despliegue de maestría en la ejecución y atención al detalle. Para Ana Elena Mallet, “la joyería puede verse y apreciarse como diseño y, por lo mismo, tiene su lugar en un museo”.

Justamente, uno de los grandes logros de la exhibición se da a nivel curatorial, ya que con solo mirar alrededor de las salas es fácil darse cuenta de que la selección de piezas le habla a distintos perfiles: personas mayores emocionadas por acercarse a las joyas de María Félix, jóvenes entusiastas del diseño, expertos en relojería e incluso niños entretenidos con la integración de elementos 3D dentro del recorrido. Ana Elena Mallet asegura que esto también tiene que ver con que, durante la pandemia, los museos y las exposiciones han logrado atraer a nuevos públicos, sobre todo más jóvenes.

Broche de Lirio. Cartier París, pedido especial, 1906. Platino, diamantes y configuración de miligranos. Procedencia: Marie Scott Townsend. Longitud: Cada rama 27,0 cm. Colección Cartier.

El diseño de Cartier: Un legado vivo marca el regreso de la Colección Cartier a México después de más de dos décadas, y se desarrolla por medio de un discurso cronológico que pone en evidencia cómo fue que el estilo de la Maison tomó forma y se adaptó a distintas épocas. Las cinco secciones de la exposición  —“Los primeros años y el nacimiento de un estilo”, “Curiosidad universal”, “El gusto de Jeanne Toussaint”, “Medir el tiempo y portar la belleza” y “María Félix y los íconos de la elegancia”— son también un reflejo de la riqueza del archivo de Cartier y de la gran labor de estudio que, tanto Mallet como Frida Escobedo, llevaron a cabo para entender los inicios de la Maison —desde cómo levantaban un pedido hasta el proceso creativo de hacer un boceto—, algo esencial para darle a este tipo de proyectos otro nivel de profundidad.

El interés por regresar al origen para entender el legado de Cartier también fue clave para la museografía de Frida Escobedo, tanto así que de este concepto nació la idea de crear un espacio que hiciera alusión a una mina o cantera. Desde su mirada arquitectónica, esto fue posible gracias a más de mil paneles de concreto hechos a mano, cada uno distinto, los cuales cambian con la luz y provocan una iluminación tenue que permite que las piezas de Cartier sean las grandes protagonistas de la exhibición.

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Para Frida Escobedo, El diseño de Cartier: Un legado vivo también representó una gran oportunidad para resaltar dos grandes inspiraciones en su práctica: los elementos de la arquitectura mexicana que asemejan aspectos de la naturaleza (como puede ser una montaña o, en este caso, cantera) y el trabajo de Josef Albers en diversos sitios arqueológicos de México. Por si fuera poco, a nivel personal la arquitecta tiene una conexión especial con el proyecto ya que su abuelo fue relojero.

El diseño de Cartier: Un legado vivo estará en el Museo Jumex hasta el próximo 14 de mayo. Como parte de la exposición, se desarrollará un programa público que incluye distintos acercamientos a la visión curatorial y museográfica de Ana Elena Mallet y Frida Escobedo. Al igual que Louis-François Cartier lo entendió en su momento, estas dos mujeres son prueba de que una de las mejores formas de abrir fronteras, responder a los intereses del público y entender cómo el mundo cambia es a través del diseño.

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“Las piezas de alta joyería no solo son adornos, son recordatorios de momentos específicos en la historia. Son cultura material, nos permiten entender cómo se comporta la gente —sus gustos y costumbres— a través del tiempo”. Para Ana Elena Mallet, este fue uno de los aspectos que más le emocionaron al curar la exposición El diseño de Cartier: Un legado vivo, que, junto con la museografía de la arquitecta Frida Escobedo, propone un recorrido por la historia, la evolución y el savoir-faire de la Maison  en las salas del Museo Jumex.

Además de acercar al público a las piezas más icónicas de la Colección Cartier (y otros archivos privados), uno de los elementos que más llamó la atención, desde que se anunció la llegada de esta muestra a la Ciudad de México, fue la participación de dos mujeres clave en la industria creativa del país. Frida Escobedo y Ana Elena Mallet tienen muchas cosas en común, incluida la capacidad de darle vida a exitosos proyectos artísticos y arquitectónicos; sin embargo, la más relevante para esta colaboración con Cartier es probablemente su visión del diseño como herramienta para entender el mundo.

Collar de Serpiente. Cartier París, pedido especial, 1968. Platino, oro blanco, esmeraldas, oro amarillo y esmalte. Procedencia: María Félix. Dimensiones: Longitud 57 cm. Colección Cartier.

El trabajo en conjunto de esta dupla (a la que también se le unió Maricris Herrera, de Estudio Herrera, en el diseño visual de la exposición) dio como resultado El diseño de Cartier: Un legado vivo, que reúne más de 160 piezas que, entre colores, materiales y formas espectaculares, atrapan al espectador inmediatamente y son un despliegue de maestría en la ejecución y atención al detalle. Para Ana Elena Mallet, “la joyería puede verse y apreciarse como diseño y, por lo mismo, tiene su lugar en un museo”.

Justamente, uno de los grandes logros de la exhibición se da a nivel curatorial, ya que con solo mirar alrededor de las salas es fácil darse cuenta de que la selección de piezas le habla a distintos perfiles: personas mayores emocionadas por acercarse a las joyas de María Félix, jóvenes entusiastas del diseño, expertos en relojería e incluso niños entretenidos con la integración de elementos 3D dentro del recorrido. Ana Elena Mallet asegura que esto también tiene que ver con que, durante la pandemia, los museos y las exposiciones han logrado atraer a nuevos públicos, sobre todo más jóvenes.

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El interés por regresar al origen para entender el legado de Cartier también fue clave para la museografía de Frida Escobedo, tanto así que de este concepto nació la idea de crear un espacio que hiciera alusión a una mina o cantera. Desde su mirada arquitectónica, esto fue posible gracias a más de mil paneles de concreto hechos a mano, cada uno distinto, los cuales cambian con la luz y provocan una iluminación tenue que permite que las piezas de Cartier sean las grandes protagonistas de la exhibición.

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El diseño de Cartier: Un legado vivo estará en el Museo Jumex hasta el próximo 14 de mayo. Como parte de la exposición, se desarrollará un programa público que incluye distintos acercamientos a la visión curatorial y museográfica de Ana Elena Mallet y Frida Escobedo. Al igual que Louis-François Cartier lo entendió en su momento, estas dos mujeres son prueba de que una de las mejores formas de abrir fronteras, responder a los intereses del público y entender cómo el mundo cambia es a través del diseño.

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“Las piezas de alta joyería no solo son adornos, son recordatorios de momentos específicos en la historia. Son cultura material, nos permiten entender cómo se comporta la gente —sus gustos y costumbres— a través del tiempo”. Para Ana Elena Mallet, este fue uno de los aspectos que más le emocionaron al curar la exposición El diseño de Cartier: Un legado vivo, que, junto con la museografía de la arquitecta Frida Escobedo, propone un recorrido por la historia, la evolución y el savoir-faire de la Maison  en las salas del Museo Jumex.

Además de acercar al público a las piezas más icónicas de la Colección Cartier (y otros archivos privados), uno de los elementos que más llamó la atención, desde que se anunció la llegada de esta muestra a la Ciudad de México, fue la participación de dos mujeres clave en la industria creativa del país. Frida Escobedo y Ana Elena Mallet tienen muchas cosas en común, incluida la capacidad de darle vida a exitosos proyectos artísticos y arquitectónicos; sin embargo, la más relevante para esta colaboración con Cartier es probablemente su visión del diseño como herramienta para entender el mundo.

Collar de Serpiente. Cartier París, pedido especial, 1968. Platino, oro blanco, esmeraldas, oro amarillo y esmalte. Procedencia: María Félix. Dimensiones: Longitud 57 cm. Colección Cartier.

El trabajo en conjunto de esta dupla (a la que también se le unió Maricris Herrera, de Estudio Herrera, en el diseño visual de la exposición) dio como resultado El diseño de Cartier: Un legado vivo, que reúne más de 160 piezas que, entre colores, materiales y formas espectaculares, atrapan al espectador inmediatamente y son un despliegue de maestría en la ejecución y atención al detalle. Para Ana Elena Mallet, “la joyería puede verse y apreciarse como diseño y, por lo mismo, tiene su lugar en un museo”.

Justamente, uno de los grandes logros de la exhibición se da a nivel curatorial, ya que con solo mirar alrededor de las salas es fácil darse cuenta de que la selección de piezas le habla a distintos perfiles: personas mayores emocionadas por acercarse a las joyas de María Félix, jóvenes entusiastas del diseño, expertos en relojería e incluso niños entretenidos con la integración de elementos 3D dentro del recorrido. Ana Elena Mallet asegura que esto también tiene que ver con que, durante la pandemia, los museos y las exposiciones han logrado atraer a nuevos públicos, sobre todo más jóvenes.

Broche de Lirio. Cartier París, pedido especial, 1906. Platino, diamantes y configuración de miligranos. Procedencia: Marie Scott Townsend. Longitud: Cada rama 27,0 cm. Colección Cartier.

El diseño de Cartier: Un legado vivo marca el regreso de la Colección Cartier a México después de más de dos décadas, y se desarrolla por medio de un discurso cronológico que pone en evidencia cómo fue que el estilo de la Maison tomó forma y se adaptó a distintas épocas. Las cinco secciones de la exposición  —“Los primeros años y el nacimiento de un estilo”, “Curiosidad universal”, “El gusto de Jeanne Toussaint”, “Medir el tiempo y portar la belleza” y “María Félix y los íconos de la elegancia”— son también un reflejo de la riqueza del archivo de Cartier y de la gran labor de estudio que, tanto Mallet como Frida Escobedo, llevaron a cabo para entender los inicios de la Maison —desde cómo levantaban un pedido hasta el proceso creativo de hacer un boceto—, algo esencial para darle a este tipo de proyectos otro nivel de profundidad.

El interés por regresar al origen para entender el legado de Cartier también fue clave para la museografía de Frida Escobedo, tanto así que de este concepto nació la idea de crear un espacio que hiciera alusión a una mina o cantera. Desde su mirada arquitectónica, esto fue posible gracias a más de mil paneles de concreto hechos a mano, cada uno distinto, los cuales cambian con la luz y provocan una iluminación tenue que permite que las piezas de Cartier sean las grandes protagonistas de la exhibición.

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“Las piezas de alta joyería no solo son adornos, son recordatorios de momentos específicos en la historia. Son cultura material, nos permiten entender cómo se comporta la gente —sus gustos y costumbres— a través del tiempo”. Para Ana Elena Mallet, este fue uno de los aspectos que más le emocionaron al curar la exposición El diseño de Cartier: Un legado vivo, que, junto con la museografía de la arquitecta Frida Escobedo, propone un recorrido por la historia, la evolución y el savoir-faire de la Maison  en las salas del Museo Jumex.

Además de acercar al público a las piezas más icónicas de la Colección Cartier (y otros archivos privados), uno de los elementos que más llamó la atención, desde que se anunció la llegada de esta muestra a la Ciudad de México, fue la participación de dos mujeres clave en la industria creativa del país. Frida Escobedo y Ana Elena Mallet tienen muchas cosas en común, incluida la capacidad de darle vida a exitosos proyectos artísticos y arquitectónicos; sin embargo, la más relevante para esta colaboración con Cartier es probablemente su visión del diseño como herramienta para entender el mundo.

Collar de Serpiente. Cartier París, pedido especial, 1968. Platino, oro blanco, esmeraldas, oro amarillo y esmalte. Procedencia: María Félix. Dimensiones: Longitud 57 cm. Colección Cartier.

El trabajo en conjunto de esta dupla (a la que también se le unió Maricris Herrera, de Estudio Herrera, en el diseño visual de la exposición) dio como resultado El diseño de Cartier: Un legado vivo, que reúne más de 160 piezas que, entre colores, materiales y formas espectaculares, atrapan al espectador inmediatamente y son un despliegue de maestría en la ejecución y atención al detalle. Para Ana Elena Mallet, “la joyería puede verse y apreciarse como diseño y, por lo mismo, tiene su lugar en un museo”.

Justamente, uno de los grandes logros de la exhibición se da a nivel curatorial, ya que con solo mirar alrededor de las salas es fácil darse cuenta de que la selección de piezas le habla a distintos perfiles: personas mayores emocionadas por acercarse a las joyas de María Félix, jóvenes entusiastas del diseño, expertos en relojería e incluso niños entretenidos con la integración de elementos 3D dentro del recorrido. Ana Elena Mallet asegura que esto también tiene que ver con que, durante la pandemia, los museos y las exposiciones han logrado atraer a nuevos públicos, sobre todo más jóvenes.

Broche de Lirio. Cartier París, pedido especial, 1906. Platino, diamantes y configuración de miligranos. Procedencia: Marie Scott Townsend. Longitud: Cada rama 27,0 cm. Colección Cartier.

El diseño de Cartier: Un legado vivo marca el regreso de la Colección Cartier a México después de más de dos décadas, y se desarrolla por medio de un discurso cronológico que pone en evidencia cómo fue que el estilo de la Maison tomó forma y se adaptó a distintas épocas. Las cinco secciones de la exposición  —“Los primeros años y el nacimiento de un estilo”, “Curiosidad universal”, “El gusto de Jeanne Toussaint”, “Medir el tiempo y portar la belleza” y “María Félix y los íconos de la elegancia”— son también un reflejo de la riqueza del archivo de Cartier y de la gran labor de estudio que, tanto Mallet como Frida Escobedo, llevaron a cabo para entender los inicios de la Maison —desde cómo levantaban un pedido hasta el proceso creativo de hacer un boceto—, algo esencial para darle a este tipo de proyectos otro nivel de profundidad.

El interés por regresar al origen para entender el legado de Cartier también fue clave para la museografía de Frida Escobedo, tanto así que de este concepto nació la idea de crear un espacio que hiciera alusión a una mina o cantera. Desde su mirada arquitectónica, esto fue posible gracias a más de mil paneles de concreto hechos a mano, cada uno distinto, los cuales cambian con la luz y provocan una iluminación tenue que permite que las piezas de Cartier sean las grandes protagonistas de la exhibición.

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Collar de Serpiente. Cartier París, pedido especial, 1968. Platino, oro blanco, esmeraldas, oro amarillo y esmalte. Procedencia: María Félix. Dimensiones: Longitud 57 cm. Colección Cartier.

El trabajo en conjunto de esta dupla (a la que también se le unió Maricris Herrera, de Estudio Herrera, en el diseño visual de la exposición) dio como resultado El diseño de Cartier: Un legado vivo, que reúne más de 160 piezas que, entre colores, materiales y formas espectaculares, atrapan al espectador inmediatamente y son un despliegue de maestría en la ejecución y atención al detalle. Para Ana Elena Mallet, “la joyería puede verse y apreciarse como diseño y, por lo mismo, tiene su lugar en un museo”.

Justamente, uno de los grandes logros de la exhibición se da a nivel curatorial, ya que con solo mirar alrededor de las salas es fácil darse cuenta de que la selección de piezas le habla a distintos perfiles: personas mayores emocionadas por acercarse a las joyas de María Félix, jóvenes entusiastas del diseño, expertos en relojería e incluso niños entretenidos con la integración de elementos 3D dentro del recorrido. Ana Elena Mallet asegura que esto también tiene que ver con que, durante la pandemia, los museos y las exposiciones han logrado atraer a nuevos públicos, sobre todo más jóvenes.

Broche de Lirio. Cartier París, pedido especial, 1906. Platino, diamantes y configuración de miligranos. Procedencia: Marie Scott Townsend. Longitud: Cada rama 27,0 cm. Colección Cartier.

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