La historia detrás de las piezas más icónicas de El diseño de Cartier: Un legado vivo

La historia detrás de las piezas más icónicas de El diseño de Cartier: Un legado vivo

Más allá de su valor estético, El diseño de Cartier: Un legado vivo muestra cómo la Maison ha sido capaz de adaptarse a los gustos y necesidades de sus clientes a través de los años. Las piezas más icónicas de la exposición nacieron como respuesta a un mundo cambiante y, por ende, tienen un lugar muy especial en el contexto cultural e histórico en el que fueron creadas.

Tiempo de lectura: 4 minutos

Además de representar una idea, una técnica o una emoción, las obras que forman parte de una exposición deben ser capaces de hablarle al público sobre un momento específico de la historia. En el caso de El diseño de Cartier: Un legado vivo, que desde mediados de marzo y hasta el 14 de mayo se exhibe en el Museo Jumex, no son fotografías, pinturas o esculturas las que logran esto, sino una impresionante selección de joyas. Desde el collar Serpiente de María Félix hasta los Relojes Misteriosos de la Maison, las más de ciento sesenta piezas icónicas de la Colección Cartier, así como de colecciones privadas y documentos de archivo, utilizan el valor del diseño como herramienta para entender un mundo en constante cambio.

Gracias a la curaduría de Ana Elena Mallet y la museografía de Frida Escobedo, El diseño de Cartier: Un legado vivo habla mucho más allá de su valor estético. Por supuesto que cada pieza es un deleite visual y un despliegue de maestría en la elaboración y atención al detalle; sin embargo, se trata de objetos con una historia propia, es decir, representan un contexto que no puede abordarse ni apreciarse por separado. “Las piezas icónicas de alta joyería no solo son adornos, son recordatorios de momentos específicos en la historia. Son cultura material, nos permiten entender cómo se comporta la gente —sus gustos y costumbres— a través del tiempo”, asegura Mallet.

María Félix fotografiada por Max Clemente, luciendo sus aretes creados por Cartier París en 1966; su brazalete «Quimera», creado por Cartier París en1972 y su collar campana, creado por Cartier París en 1940 y modificado en 1972. Foto: © Max Clemente

Un aspecto que ha destacado mucho de esta exposición es su capacidad de hablarle a distintas audiencias, lo cual es un reflejo de la diversidad y del inconfundible espíritu pionero que ha caracterizado a Cartier desde sus orígenes. La buena recepción del público es, además, un testimonio de la riqueza de su patrimonio y savoir-faire en diversas áreas. Por medio de cinco núcleos temáticos y un discurso cronológico, El diseño de Cartier: Un legado vivo permite entender cómo es que la Maison ha sido capaz de evolucionar y adaptarse desde hace más de cien años.

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