Monet, los impresionistas y una revolución tecnológica

Monet, los impresionistas y una revolución tecnológica

La miniserie Monet y los Impresionistas, creada por Huawei en colaboración con Crossmedia, cuenta la historia de la última corriente artística del siglo 19 y cómo cambió el mundo del arte para siempre. 

Tiempo de lectura: 4 minutos

La historia del arte a veces puede parecer elusiva. Las imágenes más famosas del mundo del arte las hemos visto reproducidas en pósters, guarda pantallas, bolsas y camisetas. Podrían parecer una más del montón, sin autor y sin fecha, pero el contexto en el que surgieron es de suma importancia para entender los cambios de una sociedad. Uno de los movimientos más importantes fue el del impresionismo, que aunque comenzó con Manet, él y sus contemporáneos participaron en la última gran corriente artística del siglo XIX, que además abrió las puertas a toda la revolución que vino después.

Una serie hecha por Crossmedia y Huawei, nos adentra a la vida e historia de los impresionistas rumbo a la exposición expansiva de Monet, a través de audio y pantallas, que se llevará a cabo en el Fórum Buenavista próximamente.  Monet y los impresionistas consta de seis capítulos que se pueden ver a través de YouTube.

El nombre de “impresionistas” tiene una historia muy peculiar. Como en cualquier movimiento social o artístico, la innovación suele toparse con pared. En esa época, como denota Gerardo Traeger, uno de los historiadores de arte más conocidos de México, los nuevos pintores comenzaban a pintar fuera de los estudios y talleres, a lo que los franceses llamaban pleine air. Este tipo de técnicas y escenas, que eran cotidianas y se consideraban vulgares, rara vez eran permitidas en el Salón de París, donde los grandes artistas se exhibían. “Estos jóvenes se estaban juntando en un café en París y deciden hacer su propio salón y llamarle el ‘Salón de los rechazados’. Lo que sucede con él es que los escuchan, los voltean a ver, se acerca la crítica para burlarse de ellos, para criticarlos. Renoir era muy aguerrido, casi siempre acababa a golpes con algún crítico o algún coleccionista que se iba a burlarse de ellos. Entonces este salón surge como una necesidad de un espacio para exponer, estamos hablando en un mundo donde había muy pocos espacios “, explica Traeger.

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