¿Cuándo se deja de ser migrante? ¿Cómo se resuelve la convivencia de dos conjuntos de símbolos: lo mexicano y lo japonés? Sumie García Hirata se acerca a la respuesta por medio de una sucesión de apariciones fantasmales, como sutil ejercicio de memoria.
La palabra otaku muchas veces se utiliza de forma despectiva para referirse a los seguidores de mangas e historias animadas provenientes de la cultura japonesa. Esta oleada lleva varias décadas en México, en parte, gracias a la editora Gabriela Maya, responsable de importar mangas que formaron parte de la infancia de toda una generación como Los Caballeros del Zodiaco o Sailor Moon. Por tanto, ¿acaso no son también otakus los que crecieron con estos animes?
Ha pasado más de una década desde el triple desastre que azotó la prefectura de Fukushima, en Japón: un terremoto, un tsunami y el incidente nuclear más peligroso de la historia desde Chernóbil devastaron y despoblaron la región. Las actividades de reactivación están en marcha y, sin embargo, aquel 11 de marzo de 2011 continúa generando repercusiones. Por ejemplo, un “turismo negro” que envuelve a la región en una evocación prefabricada de supervivencia.