Caravana Migrante: Obstáculos y esperanzas
Miles de personas unidas en un largo camino para huir de la violencia y la pobreza en Honduras.
Cerca de dos mil personas de la caravana migrante han logrado llegar a territorio mexicano, tras cumplir con los requisitos que las autoridades mexicanas han pedido para ingresar al país. Hace once días cuatro mil personas se unieron en este éxodo latinoamericano, que partió de la ciudad de San Pedro Sula —al norte de Honduras— hacia un destino que podría tener el nombre de cualquier ciudad mexicana o estadounidense, pero que ellos han bautizado como «un futuro mejor”.
Cansados de tanto caminar y hasta enfermos por lo que han sufrido a lo largo del recorrido de más de 500 kilómetros, los migrantes —la mayoría hondureños— tomaron un descanso de su ruta este domingo. Lo hicieron en las calles y en el Parque Bicentenario de Tapachula, Chiapas, donde durmieron la noche de ayer.
En este parque donde diariamente hay un espectáculo de música de marimba, los migrantes gritaban “¡México, México!”, cada que recibían una muestra de apoyo. Otros, sintiéndose más cerca de su destino, gritaban “sí, se pudo, sí se pudo”.
Esta no es la primera vez que pasa algo así. Desde 2010, al menos una vez cada año, migrantes centroamericanos —en su mayoría hondureños— han tomado caminos similares buscando un lugar para refugiarse de la situación de violencia agravada por pandillas como la Mara Salvatrucha, el narcotráfico y la pobreza que azota al 68% de la población de Honduras.
Pero no sólo huyen desde esto, según las declaraciones que los migrantes han dado a distintos medios, la inflación ha afectado hasta a los alimentos de la canasta básica, aumentando significativamente su precio. Incluso servicios básicos como el agua o la electricidad se han vuelto impagables para gran parte de población.
En esta ocasión, la caravana migrante se formó tras una convocatoria en redes sociales. Algunos han acusado al exdiputado Bartolo Fuentes de organizarla con fines políticos, pues ha estado vinculado de cerca al movimiento. Los primeros reportes señalaron que la movilización, en su punto más álgido —el jueves pasado— contenía entre 6 mil y 7 mil personas, que parecían una marea de gente recorriendo la carretera, pero el contingente se ha ido debilitando.
Las caravana migrante estaba formada al frente por mujeres y niños, también por mujeres embarazadas y bebés, a su par caminaban también adultos mayores. Muchos de ellos, viendo el largo víacrucis que les esperaba, han optado por regresar a su país en camiones que el presidente hondureño Juan Orlando Hernández envió para devolver a los migrantes a su ciudad de origen.
Donald Trump ha intentado detener a la caravana, amenazando a los gobiernos de Guatemala, Honduras y El Salvador con quitarles la ayuda financiera de Estados Unidos. Además, México fue amenazado con la cancelación de T-MEC de no lograr contener a la caravana y la migración ilegal. Además, como ya es costumbre, Trump se refirió a los caminantes diciendo: “un gran porcentaje de esas personas son criminales y quieren venir a nuestro país”. Además, Trump aseguró que si la caravana migrante continua su marcha, mandará a las tropas norteamericanas a cerrar el acceso en su frontera. El presidente estadounidense intentará usar esta retórica para beneficiar a su partido en las próximas elecciones, a celebrarse el 6 de noviembre, pues ha culpado de esta caravana al Partido Demócrata.
Tras los dichos de Trump se han dado varias reacciones anti-inmigrante en el trayecto de la caravana y en redes sociales. Esta actitud aumentó el viernes pasado, tras la agresión que recibieron seis de los doscientos policías federales que resguardan la frontera. Desde entonces mucha gente de Chiapas ha recibido en sus celulares mensajes que “invitan a la población a no abrir la puertas de su casa a los invasores” y se ha reportado que algunos restaurantes han cerrado sus puertas a los extranjeros.
Ante la llegada de los migrantes, Enrique Peña Nieto, envió un mensaje el viernes, donde dijo haber solicitado la ayuda de la ONU para asistir la emergencia y mencionó que lo ocurrido en el paso fronterizo fue «una situación inédita». Dijo también que México “no permitirá el ingreso al territorio de manera irregular y mucho menos de forma violenta».
Luis Videgaray, el actual Secretario de Relaciones Exteriores, declaró ese mismo viernes que si los migrantes no poseen los papeles necesarios para ingresar al país, o si deciden no solicitar “refugio”, serán deportados. Algunos de los migrantes que han llegado a México no tienen papelería oficial o ignoran cómo solicitar refugio, por lo que algunas organizaciones les han ayudado. Este domingo por la tarde Trump mencionó en un twitt que aquellos que quieran entrar a Estados Unidos tendrán que pedir primero asilo en México.
De viernes a domingo, según lo reportado por la Secretaría de Gobernación, se han recibido mil 28 solicitudes de refugio, y muchos de los solicitantes ya se encuentran en albergues acondicionados, esperando no tener que volver a la realidad de su país de origen. Muchos de ellos están esperanzados tras las promesas del presidente electo, López Obrador, de ofrecer visas de trabajo para la construcción del Tren Maya o para otras labores relacionadas con el medio ambiente.
Aquellos que aún no piden “asilo” siguen esperando—en medio del calor húmedo y la lluvia— en el puente que separa a Guatemala de México, donde cada tanto pasa un helicóptero haciendo ruido. Esos migrantes esperan que México suavice su política actual y abra sus puertas para que puedan recorrer lo más de 3 mil kilómetros que separan a Chiapas de Estados Unidos para tener una nueva vida. Otros más, en balsas hechas con llantas, sortean otro tipo de obstáculos mientras cruzan el rio Suchiate, esperando no ser deportados.
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