Veracruz, el estado de las fosas
El Colectivo Solecito, formado por madres y familiares de desaparecidos se dedica a abrir fosas clandestinas para encontrar a los suyos.
Lucía de los Ángeles Díaz Genao lleva más de cinco años buscando a su hijo Guillermo. Ella dirige el Colectivo Solecito, originario de Veracruz y formado por madres y familiares de personas desaparecidas. Como colectivo han pasado años entre la tierra y el lodo, en medio de campos baldíos, con la esperanza de encontrar algún indicio de sus familiares.
El primer paso es clavar varillas de metal en la tierra. Su experiencia les ha enseñado que si la varilla se hunde demasiado rápido o un olor fétido inunda el aire, es posible que ahí haya una fosa y en la fosa cuerpos, quizás los restos de un hijo, de un padre, o de una hermana que llevan años buscando. “Veracruz es un cementerio, pero estoy segura de que no sólo hay fosas aquí. Deben de estar por todo el país”, dice Lucy, como se refieren a ella las mujeres del colectivo. Lo dice cansada, pues tras la aparición de nuevas fosas, esta semana ha tenido que dar demasiadas entrevistas.
El jueves pasado las autoridades de Veracruz localizaron 32 fosas clandestinas en la zona central del estado. Hasta el momento han localizado más de 174 cráneos, pero también hay otros restos óseos, ropa y algunas credenciales de elector ya carcomidas por la humedad. Como si los responsables de haberlos enterrado ahí, hubieran decidido dejar rastro de la identidad de esas personas, que ahora son solo huesos. Sin embargo, los nombres en las identificaciones que aún son legibles, no son prueba suficiente. Lucía me cuenta que el análisis forense es necesario para determinar si las identidades de las credenciales corresponden con el ADN de los restos.
La Fiscalía de Veracruz, que durante 12 años ha guardado intermitentemente las cifras de desaparecidos y ha sido hermética con información vital para su búsqueda, abrió sus puertas ayer (11 de septiembre de 2018) para recibir a familiares que esperaban —o quizá no— encontrar entre la ropa y las credenciales algún rostro u objeto conocido, cualquier cosa que por fin les diera certeza sobre el destino de su ser querido.
Lucy asistió a la fiscalía ayer. “A pesar del tiempo que llevamos en esto, ver las caras de los jóvenes en esas credenciales y escuchar los gritos y el llanto de alguien que los reconoce, es duro, sigue siendo muy difícil”, dice consternada.
De acuerdo con la versión de las autoridades, las 32 fosas se localizaron en agosto en un lugar que no ha sido revelado “por motivos de seguridad” y que se encontró gracias el testimonio de una persona que señaló un terreno de al menos 300 metros cuadrados donde podría haber más de un centenar de cuerpos. Convenientemente Jorge Winckler Ortiz, fiscal del estado de Veracruz, dijo demasiado rápido como para haber tenido tiempo de verificar sus palabras, que los restos hallados tenían más de dos años de antigüedad, justo lo suficiente para deslindar al gobernador en turno y atribuírselos a la administración de Javier Duarte de Ochoa. Sin embargo, los familiares, quienes se han convertido en los verdaderos especialistas en el tema, difieren.“Algunos de estos restos no tienen ni dos años aquí, son también de esta administración que aún lidera Miguel Ángel Yunes Linares”, dice Lucía Díaz. “Dos credenciales encontradas en las fosas son de mujeres desaparecidas durante la administración actual”, señala.
El Colectivo Solecito se ha encontrado con trabas en el gobierno actual y en el anterior para seguir con su búsqueda. Durante estos meses han recibido de las autoridades mensajes cifrados pero contundentes. En junio pasado Jorge Winckler nombró a su equipo de fútbol amateur “Los Desaparecidos”. Lucía Díaz sigue pensando que el gesto “fue una burla para cientos de madres que siguen buscando a sus hijos”. Por si fuera poco, ante las protestas del colectivo las autoridades los han bloqueado de las redes sociales, como si con ese otro gesto fueran a tapar el sol con un dedo.
El colectivo trabaja sin ninguna protección estatal y no sólo no ha recibido ayuda de las autoridades, sino que le han llovido amenazas, tanto de funcionarios como de grupos criminales al intentar buscar a sus hijos en otros predios. Ante la necesidad de respuestas han intentado extender su búsqueda a otros municipios y a otros baldíos, pero el gobierno les ha quitado los pocos apoyos que tenían para hacerlo porque se han convertido en un grupo incómodo para este.
Sobre el nuevo gobierno, Lucía prefiere esperar antes de hablar de esperanza. “Para nosotros ellos tienen una carta en blanco, esperamos que trabajan por solucionar la situación que vivimos en Veracruz pero que también está presente en otros estados, mejorando la situación de las víctimas en cuanto a investigación y localización de los desaparecidos. Sin duda, el gobierno entrante tendrá una carga difícil”.
Dos años después de que el Colectivo Solecito encontrará la fosa más grande del sexenio de Enrique Peña Nieto, tras recibir un mapa anónimo que apuntaba a un enorme cementerio cerca del puerto, en un predio conocido como Colinas de Santa Fe; y a un año de que se descubriera una fosa conocida como Arbolillo en el municipio de Alvarado, el horror sigue en aumento.
De estas dos fosas solo se han identificado 32 cuerpos de los 339 localizados. Para describir estas zonas, las autoridades usas frases como, “cementerios particulares del crimen organizado”, para contribuir a lo que más les interesa, deslindarse. Pero las madres saben que esa tierra, a veces árida, pudo ser sido el destino final de sus familiares.
Lucía cuenta brevemente que el Colectivo ha encontrado cerca de 300 personas entre las que aparecieron en Colinas de Santa Fe y algunas más que fueron abandonadas en pozos en la localidad de Córdoba, pero que “las autoridades han sido incapaces de darles información sobre el sexo o la edad aproximada que podrían tener los cuerpos”. Ese hermetismo, disfrazado de laberinto burocrático ha hecho más lenta la búsqueda y de alguna forma ha agravado la angustia de quienes siguen esperando tener noticias.
Las cifras oficiales apuntan a que este sexenio, el número de desaparecidos superó los 35 mil. Sin embargo, las organizaciones civiles tienen la certeza de que la cifra real es muchísimo más grande. Lucía dice con certeza que debe haber más fosas en su estado, ”algo que generaría horror y renuncias en otros lados del mundo”, declara.
Esta mujer no ha dormido bien desde la noche del 28 de junio de 2013, cuando su hijo de 29 años, un conocido músico autonombrado DJ Patas —por que nunca encontraba zapatos de su talla— fue “levantado” en la puerta de su casa. Al igual que otras mujeres del colectivo, Lucía no dormirá bien hasta encontrarlo a él y todos aquellos que siguen apareciendo en carteles bajo la frase “¡Ayúdanos a encontrarlo!”.
Los restos y las credenciales que no fueron reconocidos aún, viajaran por todo Veracruz para ver si alguien puede identificarlos. Mientras tanto el Colectivo Solecito seguirá recorriendo su estado, trabajando, buscando y pidiendo a las autoridades lo que les corresponde: justicia.
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