La fotografía tuvo el efecto esperado: hubo revuelo mediático. Martínez Vargas dio sendas entrevistas todo aquel día: el Río de los Remedios, reveló, había sido dragado de junio a septiembre, y tan sólo en el tramo que va desde la Curva del Diablo —frente al centro comercial Las Américas— hasta los límites con Tonanitla habían hallado los restos de 21 personas, 16 de los cuales pertenecían a mujeres. Todo esto lo supo, dijo el diputado, al participar en una reunión de padres de víctimas de desaparición y autoridades.
Las autoridades mexiquenses se defendieron y “echaron de cabeza” a Martínez Vargas: el diputado ni siquiera había asistido a la reunión de la que hablaba. Pero él no trastabilló. Admitió que, en efecto, no había asistido él directamente, pero sí un colaborador suyo: David Mancera Figueroa, defensor de derechos humanos en el Estado de México, quien un año atrás se había acercado a Irish para invitarla a una reunión y la ayudó a gestionar la exhumación de los restos, y quien había estado al tanto de las desapariciones de Yenifer y de las otras dos muchachas.
Los reporteros corrieron entonces a entrevistar a Mancera Figueroa, quien dio su propia versión. Él aclaró que las búsquedas se hicieron desde inicios de 2014 y no desde junio, y aseguró que no se encontraron los restos de 21 personas, sino de 43. Habló de cuerpos muy descompuestos y de otros destazados, descuartizados. Sin embargo, acusó, la procuraduría mexiquense no había realizado los exámenes de ADN para identificar a quiénes correspondían los restos.
De la reunión con los padres de familia se dio a conocer otro giro de tuerca. Entre las asistentes estaba la mamá de S. (la primera muchacha raptada, quien fue a un café internet y no regresó), cuyos restos supuestamente habían sido identificados en mayo de 2013 (por las mismas fechas en que fueron hallados los de Bianca), y reveló que el cuerpo que le habían entregado en aquel entonces no era el de su hija. Aparentemente, la procuraduría mexiquense había tomado análisis de ADN cuando el cuerpo de una mujer fue hallado en 2011 atado a una tapa de alcantarilla y después lo inhumó en una fosa común; en 2013 esa muestra fue cotejada con el ADN de los familiares y dio positivo, pero al momento de exhumar sacaron los restos equivocados: los de un hombre muy chaparrito y de edad avanzada. La madre recuperó los restos hasta mediados de 2017, casi tres años después del escándalo del Río de los Remedios y más de seis años después de la desaparición de su hija.
De vuelta a ese 13 de octubre de 2014, la Procuraduría General de Justicia del Estado de México contraatacó. El entonces titular de la institución, Alejandro Jaime Gómez Sánchez, dio una conferencia de prensa donde acusó a Martínez Vargas de irresponsable por sus publicaciones en redes sociales. Aseguró que los restos referidos por el diputado fueron hallados durante la recolección de basura y desechos en el canal de 19 kilómetros de longitud, que va desde la Ciudad de México hasta el territorio mexiquense, y que en todo ese trayecto se encontraron alrededor de unos siete mil restos óseos. (¡Siete mil restos óseos! Cantidades similares se han hallado en las fosas clandestinas de Nuevo León y de Veracruz.) El procurador continuó desestimando: de éstos, 6 mil 962 eran de origen animal y únicamente 79 de origen humano. No explicó cómo determinaron la diferencia, pero añadió: de los restos humanos, 60 fragmentos correspondían a una misma persona, un varón, de quien ya se tenía el perfil genético pero cuya identidad no se había resuelto aún; los 19 restos humanos faltantes correspondían a una misma persona y se encontraban en estudio en el área de servicios periciales.
Mientras tanto, los medios detectaron otra inconsistencia las declaraciones de Martínez Vargas: la fotografía que había difundido en su cuenta de Facebook no era de un hecho reciente. Sí se trataba de un cadáver hallado en el Río de los Remedios, en Ecatepec, pero en enero de 2014, no en junio ni en septiembre. La agencia Cuadratín había dado la noticia, y de hecho la fotografía era suya. Según el pie de foto de la imagen publicada por la agencia, el cadáver estuvo flotando durante 60 días en las aguas negras a la altura de Potrero Chico (a unos 20 minutos de Los Héroes y muy cerca de otro foco rojo de desapariciones), a pesar de que en repetidas ocasiones los vecinos llamaron a las autoridades para que lo recuperaran. Así que no era un cuerpo rescatado durante los dragados sino otro más, del que hasta la fecha no hay información disponible. Públicamente jamás se informó la identidad de la mujer.
Al día siguiente, el 14 de octubre, el diputado Martínez Vargas y David Mancera convocaron a una conferencia de prensa acompañados por los familiares de cinco muchachas desaparecidas. Ahí presentaron los audios de dos llamadas telefónicas que este último realizó, la primera a la fiscal de feminicidios del Estado de México y la segunda a la fiscal contra trata de personas, Guillermina Cabrera. En ambos casos las funcionarias evadieron las cifras de los restos encontrados. Sin embargo, quedó claro que la procuraduría estaba realizando búsquedas por mandato judicial, no por mantenimiento del Gran Canal, y que había hallazgos.
Posteriormente, se sumó a las declaraciones públicas la voz de Carlos Mata, abogado de David, el Gato, el único de los adolescentes detenidos por el feminicidio de Bianca que entonces contaba con defensa legal privada. Fue él quien hizo públicas las órdenes judiciales para dragar el canal a partir de las declaraciones de dos de los chicos detenidos. Es decir, la procuraduría mexiquense mintió: los dragados no eran por desazolve, sino por órdenes de un juez, derivadas de las declaraciones de los tres adolescentes, quienes referían haber tirado varios cuerpos en el Gran Canal. En alguno de los videos Mata narró: “Esta es una banda de feminicidas seriales”.
¿Por qué salía el abogado defensor de uno de los acusados a desmentir a la procuraduría. ¿Quién era Carlos Mata?
SER PENALISTA EN ECATEPEC
En aquel entonces, el bufete jurídico Delos, del licenciado Carlos Mata, se encontraba sobre la céntrica avenida México, en Ecatepec: una casa blindada —ya habían sufrido algunos atentados— cuya sala de espera albergaba clientes de toda índole, pero sobre todopersonas de escasos recursos que portaban sus documentos en fólderes de plástico y bolsas del supermercado. En el segundo piso se encuentra la oficina de Mata; es la más grande y bonita de todo el bufete, decorada con los colores neutros y más bien típicos de un despacho jurídico: paredes en beige, muebles en color chocolate. Pero en los libreros y repisas se despliega una colección de juguetes coleccionables de superheroes y videojuegos: juguetes de acción de Superman, Batman, los soldados Spartans —los legendarios marines del espacio de la serie de videojuegos Halo—, y por supuesto no podían faltar los personajes de Star Wars, en particular una máscara grande de Darth Vader. En una de las repisas de abajo, una consola de videojuegos y discos y más discos amontonados.
Ecatepec, México. Marzo 13 / Fotografía de Manuel Velasquez vía Getty Images.
En la oficina se encontraba Carlos Mata, un hombre joven, alto y robusto, entonces de unos 32 o 33 años, sentado frente a su escritorio, y en una de las sillas al frente, un hombre de mediana edad, con sobrepeso y una pistola al cinto. Hablaron unos minutos más, de forma muy cordial, y se despidieron con un abrazo. Entonces, Carlos Mata se volvió y dijo algo así como:
—Es mi compadre, MP de homicidios aquí en Ecatepec.
Y la entrevista comenzó:
—Nosotros aquí le hemos trabajado a diferente gente, de la política y de los servidores públicos, en Ecatepec, en Chalco, en Ixtapaluca. Entre ellos hemos destacado el trabajo que hemos hecho para policías, tanto municipales como estatales, y ministeriales. Hemos trabajado con mandos medios, jefes de área y de investigación, que desafortunadamente se han visto involucrados en asuntos de delincuencia organizada, o en cosas muy simples, como la de Carlos Ortega Carpinteyro, que había sido jefe de Seguridad Ciudadana de Ecatepec…
El caso de Carlos Ortega Carpinteyro ilustra un poco la procuración de justicia en el municipio. A grandes rasgos, según lo que narró la prensa en aquel momento, todo inició con una joven llamada Viridiana. Ella había sido niña de la calle y pasó por el sistema de orfanatos mexiquenses. Una vez que creció, se hizo madre de familia y tuvo varios empleos en la administración pública local. En 2012 participó en la campaña para alcalde de Ecatepec del priista Pablo Bedolla. Tiempo después trabajó como administrativa en la Secretaría de Seguridad Pública local. En 2013 acusó al jefe de seguridad, Carlos Ortega Carpinteyro, de acoso sexual. Éste fue separado de su cargo, y en aquel año Viridiana sufrió dos intentos de secuestro, por lo que señaló a Ortega Carpinteyro.
Para septiembre de aquel año tanto Carlos Ortega como Viridiana tenían el mismo abogado: Carlos Mata. Carlos Ortega se defendía de las acusaciones de Viridiana, y Viridiana finalmente se retractó y acusó a otro jefe de la policía. A instancias de Mata, ambos defendidos publicaron videos por medio de redes sociales: Viridiana deslindó a Carlos Ortega Carpinteyro de los intentos de secuestro. Dijo públicamente que, aunque lo acusó en un principio, se había equivocado. Y retiró los cargos contra el jefe policiaco. Pero agregó: “Seguridad Ciudadana me quiere desaparecer. No digo que todos, pero en Seguridad Ciudadana me quieren desaparecer”.
Esta línea delgada entre servidores públicos y delincuentes, este pasar de acusado a demandante y viceversa en un pestañeo, es algo constante en Ecatepec. Otro caso que ilustra lo anterior es el de Humberto Trejo Montiel, quien en septiembre de 2014 fue designado de forma provisional como director de Seguridad Ciudadana y Vial de Ecatepec, ya que su antecesor fue destituido tras un escándalo de policías secuestradores. En noviembre él mismo fue acusado de intento de secuestro. Carlos Mata también fue su litigante.
Así es Ecatepec, donde la policía siempre está en la cuerda floja entre el crimen y el homicidio. Y cuando la gente del municipio se refiere a esta paralegalidad, suele decir: “Esto es Ecatepec”. Pero volviendo al caso del Mili, a los dragados y a la entrevista de Carlos Mata, éste retoma:
—El primer dragado lo genera el homicidio de un personaje político en Chalco. La fiscalía de homicidios dragó cerca de cuatro kilómetros, o menos. Pero esto fue antes de 2014. Y en eso le ordenan a la fiscalía de homicidios dejar los dragados, porque los va a retomar la Subprocuraduría de Género, pues los comanda precisamente la banda de Erick San Juan Palafox.
Y a grandes rasgos, Carlos Mata narra que en el Estado de México las investigaciones fueron detenidas un tiempo, debido a que la PGR siguió la línea de los mensajes que enviaban desde el celular de Bianca, que señalaban a una persona que tenía una refaccionaria cerca del Hotel Roma, en Ecatepec. “Fue un tipo que les gustó para desviar la atención.” Implícitamente, Mata advierte que la PGR perdió el tiempo y que fue la procuraduría mexiquense la que logró detener al Mili.
Mata resume así el caso: en su opinión se trató de unos niños que veían demasiados capítulos de la telenovela colombiana El cartel de los sapos, y que comenzaron a vender drogas y de ahí pasaron a ser una banda de feminicidas seriales. Sobre Daniel, su defendido, asegura que fue coaccionado para participar en las torturas sexuales. Cuando las autoridades mexiquenses negaron los dragados, Mata decidió alzar la voz y mostrar las órdenes judiciales porque le pareció excesivo que se negara lo que estaba pasando.
—El Mili llegó primero al penal de Chiconautla [una de las cárceles con peores condiciones del Estado de México] y, tras los peritajes psicológicos, por arrojar un alto grado de peligrosidad, lo enviaron a Otumba, Mata insiste: El Mili reconoció 26 asesinatos. Fue por éstos que se dragó el Gran Canal […] Lo que no entiendo de la procuraduría es por qué miente sobre los dragados.
Si estoy buscando 26 cuerpos, para qué miento sobre los dragados… y para qué escondo, o me los llevo a los acusados de una manera inadecuada, los escondo de una forma así, de una manera inadecuada, los escondo dos días, y luego los presento a los dos días.
Ecatepec, México. Marzo 13 / Fotografía de Manuel Velasquez vía Getty Images.
Mata se refiere a que Daniel, su defendido, estuvo desaparecido durante dos días antes de ser presentado a la Quinta para menores infractores. “Está documentado, porque los padres presentaron una denuncia por desaparición. Yo no estaba involucrado en ese momento, pero hasta intentaron activar la alerta Amber. En este caso se trata de una desaparición forzada, porque participaron elementos del Estado.”
—A veces entiendo esa desesperación de la procuraduría. No la convalido ni la respeto, pero a veces entiendo esa desesperación de la procuraduría, porque el sistema legal que nosotros tenemos tiene muchas lagunas. Ellos [la procuraduría] a veces actúan de manera poco veraz porque tienen que hacer muchas cosas para lograr amarrar una vinculación a proceso, y después de eso, una sentencia. Entonces, la procuraduría simplemente no puede. Tenemos un desfase en tema de procuración de justicia, en comparación con el D. F… y el D. F. tiene muchas deficiencias, pero imagínate qué mal estamos en el tema de procuración de justicia en el Estado de México, donde tenemos un retraso, en comparación con el D. F., en tema de avances tecnológicos y de sueldos, ¡de cinco años! ¡Los sueldos! Aquí un MP te gana unos 14 mil pesos; allá [en la Ciudad de México], unos 21 mil, 25 mil pesos. Aquí, un fiscal gana 45 mil pesos; allá, unos 60 mil pesos. Estamos en un mar de atraso. Entonces, yo a veces trato de entender esa desesperación de la procuraduría de dar resultados con lo que tienen, porque están muy mal. Pero lo que no entiendo es por qué la falta de veracidad.
”Pero volviendo a Daniel. Se llevan al muchacho dos días, lo torturan dos días, con la esperanza de que dé información de las otras muchachas, con la esperanza de tener otra sentencia. Porque, imagínate, es una banda de feminicidas seriales: así lo tienen acreditado en las carpetas. Además, una banda que desmembró, mutiló a chicas y chicos, algunos conocidos por ellos. Pero a los muchachos sólo los condenaron por Bianca.”
Aquel 2014 Daniel fue condenado a cuatro años nueve meses de detención, y Paco y Ricardo, a cuatro años siete meses.
—A mí me causa mucha suspicacia que Matadamas y Ricardo Gordillo piensan, como se dice en el argot delincuencial, que Daniel “los puso”, porque Daniel ya tiene dos intentos de privación de la vida en el interior de la Quinta. Lo agredieron con un cuchillo o picahielos.
—¿Qué hay de los demás feminicidios, de las desapariciones?
—Por lo que yo sé, hay más personas involucradas. Es que imagínate: son 26 asesinatos, ¿por tres muchachos y el Mili? Actualmente se habla de un Jonathan y un Alan o Abraham —Mata titubea—. Están muy preocupados por esta banda de feminicidas, porque es la que más ha salido en medios. A mí ya me vinieron a ver de The Guardian, de Soho, Chilango… Están preocupados por esta banda porque es la que más. Pero, por ejemplo, este caso a nadie le importó —Carlos Mata voltea el monitor de su computadora. Ha desplegado en toda la pantalla la fotografía del cadáver de una joven sobre montones de basura. Ella está semidesnuda, la cara se encuentra completamente descarnada—. Ella se llamaba Anahí. 1 Tenía 24 años. Era una muchacha que se prostituía por el Hotel Roma [hacia donde las llamadas desde el celular de Bianca y de otra desaparecida intentaban desviar la atención, por cierto]. La fueron a tirar por la iglesia de la Vía Morelos, una iglesia antiquísima [a Anahí la mataron en mayo de 2013]. Era una muchachita de la calle; nadie la quiso ayudar, nadie quiso moverse. Cuando la quisimos ayudar, la fiscalía nos dijo que estábamos locos. Lo del Mili es muy aparatoso, sí. Pero ahorita hay incluso sectas satánicas que están ofreciendo un alma con tal de agregar gente a su culto. Hay bandas de trata, se llevan muchachitas fuera del estado y fuera del país…
«Río de los Remedios» en la estación del metro Río de los Remedios. / Vía Wikimedia Commons.
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Regresando al Gran Canal, la realidad es que el Río de los Remedios ya era famoso porque en sus aguas flotaban cadáveres de manera periódica. Pero definitivamente las órdenes judiciales pusieron de manifiesto que no se trataba únicamente de lo que se veía encima de las aguas, sino de buscar lo que había debajo de ellas. Y al buscar los peritos encontraron. Aquel octubre, la opinión pública estalló, recién enterada de las búsquedas, de las palas mecánicas y las órdenes judiciales. Pero los dragados del canal eran algo conocido desde muchos meses atrás por las mujeres que buscaban a sus hijas. La mayoría de ellas mantenía contacto de confianza con algún policía o dos. Esas pláticas por debajo de la mesa narraban desde tiempo atrás el hallazgo decenas de restos, de piecitos, huesitos, brazos, piernas… A muchas madres les habían pedido muestras de adn. Algunas esperaban resultados, con la esperanza sombría de hallar por fin a sus hijas, así fuera de esa manera. Y es que mientras un ser querido se encuentra desaparecido, es como estar en el limbo del infierno. No hay descanso un solo día.
¿Pero se podían atribuir a la banda del Mili los miles de restos óseos que se extrajeron del Gran Canal?
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El diputado, el activista y la procuraduría continuaron la batalla mediática a lo largo de todo el 14 octubre, mientras la procuraduría continuaba ejecutando dragados. Ajenos al estira y afloja mediático, los dragadores a cargo de la maestra Sayonara Encarnación escarbaban entre la costra de suciedad que la pala sacaba a un lado del canal: una montaña de varios metros de altura, compuesta por basura, bolsas de desechos y objetos inverosímiles
Ahí en el canal, justo a la altura del Ministerio Público de Tecámac, ocurrió otro hallazgo: un costal de rafia, como los que se usan para la harina, en cuyo interior había dos bolsas negras de basura meticulosamente cerradas, atadas con una agujeta negra muy larga (¿para botas de militar o de policía?), con un nudo pescador. Adentro de una bolsa había una cabeza que conservaba pocos mechones de cabello. En la otra dos muslos meticulosamente cercenados, con cortes de cirujano. Esa bolsa fue el indicio número 27 de aquel día.
No era la primera vez que del canal pescaban bolsas así. En febrero de aquel año ya habían hallado unas bolsas negras de basura con un costal de rafia en su interior, y dentro de éste unos restos que a finales de septiembre ya habían sido identificados genéticamente.
*Este es un fragmento del libro La fosa de agua (2018), de Lydiette Carrión, editado por Penguin Random House.