Es una mañana de octubre de 2014. Por el patio del Museo Franz Mayer, en la Ciudad de México, viene caminando Viggo Mortensen rodeado de su equipo de publirrelacionistas. Es un hombre de 56 años, rubio pero con el cabello encanecido, viste jeans y blazer, que combina con una playera rojiazul del equipo de fútbol San Lorenzo, de Argentina, donde vivió gran parte de su infancia y país al que indudablemente se siente ligado. El actor entra a un salón para atender esta entrevista exclusiva para Gatopardo, seguida por la sesión fotográfica que acompaña esta nota. Afuera quedan curiosos, visitantes y empleados del museo, que miran por las ventanas en espera de que Aragorn salga y puedan tomarle una foto, pedirle un autógrafo, aunque sea tocarlo.
Dirigido por cineastas de talla de Cronenberg, Jackson, Walter Salles, Gus Van Sant y Brian de Palma, entre otros, Mortensen ha buscado ir más allá de Hollywood al experimentar sus límites como intérprete participando en proyectos
independientes donde el estilo, los tonos y hasta los presupuestos, son diferentes. Su polifacética carrera se complementa con la incursión en oficios que nadie esperaría de una estrella del cine norteamericano: editor y poeta, músico de jazz y compositor, fotógrafo y hasta pintor (las pinturas de A Perfect Murder, por ejemplo, eran realmente suyas); además de ser un políglota que habla lo mismo en inglés, que en español, danés, francés, sueco y hasta noruego.
Bajo la lente de los españoles Ray Loriga o Agustín Díaz Yanez, ha interpretado a personajes como el Capitán Alatriste, de la mítica novela de Arturo Pérez-Reverte llevada a la pantalla grande en 2005, Alatriste. Después de participar en la ópera prima de la argentina Ana Piterbag, Todos tenemos un plan en 2012, Mortensen vuelve a hacer cine argentino de la mano del director y guionista Lisandro Alonso en Jauja, ganadora del premio de la crítica en Cannes, donde participan actores argentinos y daneses como Mariano Arce, Adrián Fondari, Diego Román, Ghita Nørby y Viibjørk Malling Agger. Una película filmada en formato 1:1, una suerte de encuadre, con ese ritmo pausado y contemplativo que Alonso ya había plasmado en sus filmes previos como Los muertos y La libertad. Es sin duda una cinta polémica, que al presentarse en San Sebastián recibió aplausos de aprobación, pero también silbidos.
Después de su tibia recepción en Argentina, el crítico de cine Diego Lerer escribió en su blog: convertida en objeto maldito, celebrada por los festivales más vanguardistas y los críticos más dispuestos a apoyar este tipo de cine, Jauja se ha convertido en un pequeño mito local e internacional. Este próximo marzo, llegará a probar suerte a las salas de cine comerciales mexicanas.
Mortensen conversó con Gatopardo sobre cómo llegó a los terrenos del cine iberoamericano y hacia dónde quiere llevar su prolífica carrera.
Gatopardo Después de probar las mieles de Hollywood, ¿qué te ha llevado a hacer cine iberoamericano? ¿Cómo miras el cine que se está haciendo en países de habla hispana?
Viggo Mortensen Me gustan las películas que están realizando en la región. Las películas que he hecho en España y Argentina han sido, a mi gusto, historias interesantes de las que he aprendido mucho y que me han dado la oportunidad de trabajar con gente talentosa y creativa. El hecho de que yo hable español, es una herramienta para hacer otro tipo de cine. Tengo tres películas en España y dos en Argentina. Hablar danés, en este caso, me ayudó a hacer Jauja. Y cuando mi personaje habla español, lo hace con ese acento de danés que me recuerda tanto a mi viejo.
G Viviste una buena parte de tu vida en Argentina, ¿qué tanto te encuentras ligado a ella?
VM Nací en Nueva York pero Argentina está ligada a mi infancia. La dejé en 1970, a los 12 años, cuando mis padres se separaron. Mi viejo, de origen danés, se quedó allá y mis hermanos y yo nos fuimos al norte, muy lejos de toda referencia latinoamericana, a la frontera de Estados Unidos con Canadá. No había nadie que hablara español, no había internet. Sólo había un par de canales de televisión pero locales. Perdí contacto con la cultura latinoamericana con la que me crié, no podía hablar en español con nadie, sólo tenía unos cuantos cómics, figuritas de jugadores del San Lorenzo soy hincha del San Lorenzo. Fue hasta 1995, cuando viajé a Barcelona, España, y empecé a hacer cine en español con Gimlet, de José Luis Acosta.
«Los idiomas me han llevado a desafíos morales distintos a lo que he probado en Hollywood».
G Tu filmografía abarca más de 20 películas. ¿Cómo un estudiante de Ciencias Políticas de la St. Lawrence University termina haciendo cine?
VM El deseo de ver el mundo a través de los ojos de otra persona ha conducido mi vida. Comprobé que entre más herramientas tengas, conocimientos en idiomas, interés en épocas históricas, amplías tu conocimiento como intérprete. Para mi la universidad ha sido la vida, un juego que va cambiando. Hay actores que sólo se aprenden sus diálogos y lo hacen muy bien, saben en qué momento llorar, y qué hacer después. Yo trato de aprender lo más que pueda de la vida, y luego tirarlo todo por la ventana y ver qué pasa, sabiendo que algo se quedó en mi cabeza. Hice una película francesa que va a salir muy pronto, Loin les hommes, de David Oelhoffen, basada en un cuento de Albert Camus. Interpreto a un argelino de padres andaluces que se crió en el campo como la mayoría de los españoles que tuvieron que irse a Argelia, durante la guerra civil. Ahí tuve que hablar francés y árabe. Los idiomas me han llevado a desafíos morales distintos a lo que he probado en Hollywood.
G ¿Cómo te involucras en Jauja, una película de corte independiente?
VM Fabián Casas, el poeta argentino, colaboró con Lisandro Alonso en el guión de esta película. Casas es amigo mío desde hace tiempo, lo conocí cuando publiqué una antología de poesía hace unos ayeres (Antología de la nueva poesía argentina, 2009) con mi propia casa editorial, Perceval Press, con la que tengo diversos proyectos. Yo conocía su poesía, me gustaba y por eso nos hicimos amigos. Tenemos un blog (sobrevueloscuervos.com), desde hace unos tres años. Casas y yo escribimos sobre lo que sucede con el futbol argentino, qué está pasando con el San Lorenzo, pero también de cine, filosofía, libros, y cosas personales, mis visitas al dentista y cualquier cosa chistosa. En 2011, estaba rodando la película Todos tenemos un plan, ópera prima de la argentina Ana Piterbag, cuando Fabián Casas me dice que Lisandro Alonso tenía que hablarme de un proyecto: Jauja. Es un cine clásico de viajes, un western, pero que en realidad tiene un perfil bastante existencial. Me tocó interpretar a este danés (Gunnar Dinesen) que llega en barco a la Patagonia profunda del siglo XIX, con su hija adolescente. Y como todo padre, es el último en darse cuenta que la nena ya es una mujer. Lo ve a través de los ojos de los que la desean. El viaje es el centro de esta historia.
G ¿Disfrutas este tipo de cine, lejos de los presupuestos y contenidos de Hollywood?
VM Es cierto que los rodajes de las películas independientes, de presupuestos mucho menores a las de los estudios norteamericanos, suelen llevarse a cabo con menos presión y entrometimiento por parte de los que dan el financiamiento que suelen saber muy poco e interesarse aún menos, respecto del lado creativo de contar historias. Pero también es posible hacer una buena película con un alto presupuesto y un equipo enorme, en cualquier parte del mundo. Depende de los productores, el presupuesto y la habilidad y el poder del director para funcionar a la hora de rodar y montar la película. Pero sí, en general el director y el equipo se sienten más libres para contar algo singular si hay menos dinero de por medio.
G Jauja es una película que llega producida por ocho países, como Dinamarca, Holanda y Brasil.
VM Incluso tiene producción mexicana. Pero, hay que decirlo, básicamente es argentina y danesa. Porque los principales actores son argentinos y daneses. Y la sensibilidad y el sentido del humor del guión son muy propios del cine argentino y danés. Lisandro es tremendo, es difícil lograr eso. Tuvimos la fortuna de trabajar con muy buenos actores, además del cinefotógrafo finlandés Timo Salminen, que ha hecho grandes cosas con Aki Kaurismäki.
G Casi todos los personajes que has interpretado tienen algo en común. Parecen ser hombres invencibles, pero que en el fondo, están llenos de vulnerabilidad
VM Gunner Dienesen es un hombre que intenta controlar todo, se resiste a ese paisaje caótico del Nuevo Mundo, la extrañeza, y busca imponer su lógica y su forma racional de pensar. Por su puesto que no le da resultados. Cuando le roban a su hija, sólo piensa en que tiene que ponerse el uniforme, la medallita, y salir a hacer preguntas e indagar. Así es cómo funciona en el país de donde viene. Es una forma colonial de pensar, imperialista. Él quiere entender este nuevo mundo, pero domándolo. Hacer una persona así es bastante difícil. Va perdiendo el control. Y de ahí sale esa vulnerabilidad. Es un personaje que se pierde, se lo come esa enorme naturaleza exótica.
G Además de actuar, participaste en la producción de Jauja, y luego la música estuvo a tu cargo. ¿Qué tipo de música necesitaba esta película?
VM Creo que Lisandro no había pensado en usar música, no es un tipo que ponga música a sus películas. Me escribió luego de haberla rodado, y me dijo que había descubierto dos momentos muy importantes en la trama, de transición, en las que empieza a moverse la línea del tiempo y la película deja de ser lineal. Necesitábamos música para reflejar esa entrada a un sueño, esa pérdida del control. Le pasé algunos ejemplos, algunas piezas incompletas, para ver qué le parecía. Y se decidió finalmente por dos, las más líricas para completar esta atmósfera. Lisandro Alonso tiene un instinto increíble, él te puede decir que no sabe ni de dónde vino la idea de Jauja. Pero sí lo sabe, tiene un gran instinto. Sabe aprovechar la suerte, los momentos. En el montaje, por ejemplo, Lisandro estaba mirando el revelado, todas las tomas así en crudo, y entonces se le ocurrió que el formato idóneo era justo el encuadre del 1:1. Es un hombre con los ojos abiertos. Hay creadores que tienen una idea genial pero no van más allá de lo que tienen en el guión. Lisandro sí lo hace.
G Después de componer la música de Jauja, qué tan en serio te has tomado, o te quieres tomar, este papel en la vida. ¿Incursionarás como músico en otros proyectos?
VM Acabo de terminar de grabar y mezclar un disco que se llamará Under the Weather, con nuevas composiciones de piano, y en el que también participan otros músicos. Me gusta tocar, componer, y cada pieza es una historia. Siempre tengo una idea visual de paisajes, y a veces de personas, cuando toco el piano. Siempre he dicho que de un pieza podría salir una película. Pero eso no quiere decir que piense que la música de mi trabajo tiene que formar parte de una banda sonora. La música de Jauja fue una casualidad, algo que le gustó al director, y que terminó siendo parte de esa película. Hace unos años otro director que había escuchado mis piezas, quiso usarlas en su película pero los productores no lo consintieron. Me da un poco igual si la música que compongo se utiliza o no en el cine. Para mí cada pieza es un cuento. Yo compongo y toco porque me gusta, pase lo que pase, y probablemente siempre lo haré.
G A qué se debe tu acercamiento multidisciplinario: escribes poesía, haces fotografía, pintura, y tienes una editorial. ¿Crees que esto se refleja de algún modo en la elección de tus proyectos en el cine?
VM Puede ser. Es lo que me interesa, explorar diferentes medios artísticos, y seguro que me ayuda a tener cierta objetividad, a no tomarme demasiado en serio como artista o actor, a entender que lo de participar en el trabajo colectivo, que es el hacer películas, es sólo una manera de contar historias, y que hay muchas otras de hacerlo. Se pueden ver mil conexiones entre todas las formas que hay para mirar y contar.
G Recordamos tus películas bajo la dirección de David Cronenberg, como A Dangerous Method e Eastern Promises. ¿Cómo fue la experiencia de trabajar con él? ¿Te marcó como actor?
VM Son buenas películas. La otra que hice con él fue A History of Violence, de 2005, basada en la novela gráfica homónima de John Wagner y Vincent Locke. También es buena, quizá la más completa y disciplinada de las tres que hemos hecho juntos. Cronenberg es uno de los muy pocos verdaderos genios del cine contemporáneo. Siempre se esfuerza por aprender cosas nuevas, sin mirar atrás, a lo que ha hecho previamente. También es un caballero con buen sentido del humor. Es un hombre que me gusta como persona y como artista. Me considero muy afortunado de haberlo conocido, y de haber podido trabajar con él.
G Hoy, en la distancia, ¿cómo miras tu participación en El Señor de los Anillos? ¿Fue un impulso decisivo a tu carrera?
VM Ahí tuve mucha suerte. Siempre estaré agradecido con el director Peter Jackson por haberme incluido en el reparto de esa trilogía cinematográfica que hicimos entre 2001 y 2003. Aprendí mucho en un país hermoso donde filmamos, Nueva Zelandia, trabajando con un equipo genial, y el éxito de la saga hizo posible poder participar en las películas que vendrían después, con David Cronenberg y hasta con el español Agustín Díaz Yanes, en Alatriste, y muchas más.
G ¿Qué tipo de actor quieres ser?
VM Bueno, quiero mejorar. En México tuvimos muchísimas nominaciones al Premio Fénix de Cine Iberoamericano. Los premios son buenos, son reconocimientos, ayudan a los distribuidores a colocar las películas en las salas de cine comerciales, les da renombre, llaman la atención. Pero los premios no te hacen mejorar como artista. ¡Que me nominen o no, da igual! He sido nominado muchas veces. Y en cada película que hago, trato de hacer lo mejor que puedo, pienso que con la práctica uno mejora. A mí no me tienen que nominar para que piense que ya hice algo importante. Los premios son una bendición, pero también una distracción. Si vives para ello, si trabajas para ganar premios, tarde o temprano terminarás frustrado. No vale la pena.
Coordinación de moda: Louise Mereles Gras y Teresa Cristo