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Portada del número 230 de la Revista Gatopardo: Destinos improbables
El azar, las casualidades y lo inesperado son fuerzas creadoras de realidades que cambian vidas, en este número se habla de su poder transformador y de su potencia inspiradora en la vida de mujeres extraordinarias.
¿Cuánto de lo que nos sucede en la vida ha sido planeado y cuánto inesperado? Y si fuéramos más allá y cuantificáramos lo planeado y lo inesperado, como un tour de force en nuestro camino, ¿qué ganaría?, ¿lo súbito o lo anticipado?
Cuando Piedad Bonnett (Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 2024) comenzó a escribir poemas, no lo hizo pensando en que su obra sería reconocida y premiada. Mucho menos imaginó que en algún momento contaría la “vida, enfermedad y muerte” de su hijo Daniel y que, al hacerlo, sería no como un acto terapéutico, sino como uno literario. A los 39 años, Piedad Bonnett tenía una vida familiar y profesional, digamos que convencional, hasta que publicó su primer libro de poemas y entonces, además de todo lo que ya era, ahora se convertía en una escritora publicada. Desde entonces, los premios que han llegado han sido todos, como ella misma lo reconoce, inesperados, y algunos como “regalos envenenados”; sobre todo aquel que recibió dos días antes del suicidio de su hijo.
Inesperado resultó también que su libro más íntimo, doloroso, “sangrante”, fuera el más querido por sus lectores jóvenes. En Lo que no tiene nombre (Alfaguara, 2013), Piedad Bonnett relata una historia que ninguna madre desearía contar jamás. Ella, con franqueza, nos comparte lo atroz que puede ser un acontecimiento inesperado, porque eso es lo que hacen las escritoras valientes: nos hacen experimentar lo que se siente cuando lo peor que podría pasar pasa.
En cambio, quien parece haber estado preparándose toda la vida para el momento en que, por fin, ostentara y ejerciera todo su poder es Karina Milei, actual secretaria general de la Presidencia de la nación argentina. Es también la única hermana y la persona más influyente y de mayor confianza del presidente Javier Milei. Su vida anterior al cargo público que hoy ocupa era desconocida por la mayoría, pero ahora, al examinar su pasado, es posible que entendamos el tipo de relación que existe entre los hermanos y por qué se convirtieron en los adultos que son, después de haber sido los niños que fueron. Su historia da pie a todo tipo de conjeturas, pero algo deja claro: no se puede subestimar a una mujer que ha llevado a su hermano a ocupar la Presidencia de su país.
En el momento en que se escribe esta carta editorial han pasado tan solo unos días de la victoria que le dio el oro olímpico a la boxeadora argelina Imane Khelif, cuya identidad de género e incluso su sexualidad fueron puestas en duda desde su primera pelea por su extraordinario físico y fuerza. La discusión mediática llegó al punto de cuestionar y ofrecer como prueba sus niveles hormonales. Al parecer, las hormonas y demás factores biológicos se blanden a la menor provocación cuando así conviene. Pues bien, en esta edición pedimos a lu Ciccia, biotecnóloga y doctora en Estudios de Género, que explicara el papel que juegan las hormonas sexuales a nivel cerebral en las habilidades cognitivas, físicas y motoras, emocionales, sociales y hasta creativas en las personas. Particularmente, le pedimos que abordara un tema: el llamado “instinto maternal” (ella lo llama “proyecto reproductivo”). ¿Sucede desde lo biológico —hormonal— u ocurre como el resultado de una programación social? Nos dice que sí puede existir una inclinación natural hacia ciertas actividades a partir de nuestra biología, pero que, aunque esto sea una causa suficiente, el contexto y los anhelos importan, y mucho. Imane Khelif no sería la peleadora que es si no hubiese nacido con la biología con que nació; tampoco lo habría logrado si no lo hubiera deseado y entrenado para ser la mejor de su categoría en el mundo.
Lejos de Argelia, en la Sierra Mixe de Oaxaca, a María Reyna la azarosa biología la dotó con una hermosa voz de soprano en una comunidad donde “nadie canta”, porque hacerlo en mixe “es imposible” y, sin embargo, ella interpretaba las canciones de Selena y aun sin referencias ni formación musical se supo con un don. Lo que sí planeó fue la ruta que tendría que seguir para convertirse en la primera cantante de ópera mixe del mundo y cumplir su más grande sueño: cantarle en mixe —esa delicada y complejísima lengua hablada por más de 139 000 personas en México— a su madre.
Quien sí jugó con la biología y logró reproducir por primera vez a un chimpancé en cautiverio y criar a su descendencia fue la extravagante y acaudalada heredera cubana Rosalía Abreu. A principios del siglo pasado, en su fastuosa Quinta Palatino en La Habana, conocida popularmente como la Finca de los Monos, llegó a tener “130 monos y simios (de unas 25 especies distintas)” en su zoológico personal. Esta mujer despertó curiosidad e interés en los personajes más encumbrados de la época, artistas y escritores incluidos, pero fue Robert M. Yerkes, un psicólogo estadounidense conocido por ser uno de los padres de la primatología moderna y por sus coqueteos con la eugenesia, quien tendría el vínculo más cercano con ella. Esta relación se fortalecería por el propósito de “mejorar la humanidad”, aunque el cometido implicara muy cuestionables —incluso para la época— prácticas tentativas de reproducción entre humanos y simios.
Por último, la periodista Olivia Zerón, en una crónica personalísima, nos habla de uno de los dilemas que atormentan a algunas mujeres a edades cada vez más tempranas: envejecer o hacer lo posible por disimular el paso de los años. ¿Bótox o no bótox?
El hilo conductor en este número lo encontramos, azarosamente, en el camino. Son todas historias de mujeres extraordinarias que, habiendo planeado o no los acontecimientos que cambiaron el rumbo de su vida, han sublimado las tragedias, las inseguridades y los dones. Esperamos que las disfruten.
El azar, las casualidades y lo inesperado son fuerzas creadoras de realidades que cambian vidas, en este número se habla de su poder transformador y de su potencia inspiradora en la vida de mujeres extraordinarias.
¿Cuánto de lo que nos sucede en la vida ha sido planeado y cuánto inesperado? Y si fuéramos más allá y cuantificáramos lo planeado y lo inesperado, como un tour de force en nuestro camino, ¿qué ganaría?, ¿lo súbito o lo anticipado?
Cuando Piedad Bonnett (Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 2024) comenzó a escribir poemas, no lo hizo pensando en que su obra sería reconocida y premiada. Mucho menos imaginó que en algún momento contaría la “vida, enfermedad y muerte” de su hijo Daniel y que, al hacerlo, sería no como un acto terapéutico, sino como uno literario. A los 39 años, Piedad Bonnett tenía una vida familiar y profesional, digamos que convencional, hasta que publicó su primer libro de poemas y entonces, además de todo lo que ya era, ahora se convertía en una escritora publicada. Desde entonces, los premios que han llegado han sido todos, como ella misma lo reconoce, inesperados, y algunos como “regalos envenenados”; sobre todo aquel que recibió dos días antes del suicidio de su hijo.
Inesperado resultó también que su libro más íntimo, doloroso, “sangrante”, fuera el más querido por sus lectores jóvenes. En Lo que no tiene nombre (Alfaguara, 2013), Piedad Bonnett relata una historia que ninguna madre desearía contar jamás. Ella, con franqueza, nos comparte lo atroz que puede ser un acontecimiento inesperado, porque eso es lo que hacen las escritoras valientes: nos hacen experimentar lo que se siente cuando lo peor que podría pasar pasa.
En cambio, quien parece haber estado preparándose toda la vida para el momento en que, por fin, ostentara y ejerciera todo su poder es Karina Milei, actual secretaria general de la Presidencia de la nación argentina. Es también la única hermana y la persona más influyente y de mayor confianza del presidente Javier Milei. Su vida anterior al cargo público que hoy ocupa era desconocida por la mayoría, pero ahora, al examinar su pasado, es posible que entendamos el tipo de relación que existe entre los hermanos y por qué se convirtieron en los adultos que son, después de haber sido los niños que fueron. Su historia da pie a todo tipo de conjeturas, pero algo deja claro: no se puede subestimar a una mujer que ha llevado a su hermano a ocupar la Presidencia de su país.
En el momento en que se escribe esta carta editorial han pasado tan solo unos días de la victoria que le dio el oro olímpico a la boxeadora argelina Imane Khelif, cuya identidad de género e incluso su sexualidad fueron puestas en duda desde su primera pelea por su extraordinario físico y fuerza. La discusión mediática llegó al punto de cuestionar y ofrecer como prueba sus niveles hormonales. Al parecer, las hormonas y demás factores biológicos se blanden a la menor provocación cuando así conviene. Pues bien, en esta edición pedimos a lu Ciccia, biotecnóloga y doctora en Estudios de Género, que explicara el papel que juegan las hormonas sexuales a nivel cerebral en las habilidades cognitivas, físicas y motoras, emocionales, sociales y hasta creativas en las personas. Particularmente, le pedimos que abordara un tema: el llamado “instinto maternal” (ella lo llama “proyecto reproductivo”). ¿Sucede desde lo biológico —hormonal— u ocurre como el resultado de una programación social? Nos dice que sí puede existir una inclinación natural hacia ciertas actividades a partir de nuestra biología, pero que, aunque esto sea una causa suficiente, el contexto y los anhelos importan, y mucho. Imane Khelif no sería la peleadora que es si no hubiese nacido con la biología con que nació; tampoco lo habría logrado si no lo hubiera deseado y entrenado para ser la mejor de su categoría en el mundo.
Lejos de Argelia, en la Sierra Mixe de Oaxaca, a María Reyna la azarosa biología la dotó con una hermosa voz de soprano en una comunidad donde “nadie canta”, porque hacerlo en mixe “es imposible” y, sin embargo, ella interpretaba las canciones de Selena y aun sin referencias ni formación musical se supo con un don. Lo que sí planeó fue la ruta que tendría que seguir para convertirse en la primera cantante de ópera mixe del mundo y cumplir su más grande sueño: cantarle en mixe —esa delicada y complejísima lengua hablada por más de 139 000 personas en México— a su madre.
Quien sí jugó con la biología y logró reproducir por primera vez a un chimpancé en cautiverio y criar a su descendencia fue la extravagante y acaudalada heredera cubana Rosalía Abreu. A principios del siglo pasado, en su fastuosa Quinta Palatino en La Habana, conocida popularmente como la Finca de los Monos, llegó a tener “130 monos y simios (de unas 25 especies distintas)” en su zoológico personal. Esta mujer despertó curiosidad e interés en los personajes más encumbrados de la época, artistas y escritores incluidos, pero fue Robert M. Yerkes, un psicólogo estadounidense conocido por ser uno de los padres de la primatología moderna y por sus coqueteos con la eugenesia, quien tendría el vínculo más cercano con ella. Esta relación se fortalecería por el propósito de “mejorar la humanidad”, aunque el cometido implicara muy cuestionables —incluso para la época— prácticas tentativas de reproducción entre humanos y simios.
Por último, la periodista Olivia Zerón, en una crónica personalísima, nos habla de uno de los dilemas que atormentan a algunas mujeres a edades cada vez más tempranas: envejecer o hacer lo posible por disimular el paso de los años. ¿Bótox o no bótox?
El hilo conductor en este número lo encontramos, azarosamente, en el camino. Son todas historias de mujeres extraordinarias que, habiendo planeado o no los acontecimientos que cambiaron el rumbo de su vida, han sublimado las tragedias, las inseguridades y los dones. Esperamos que las disfruten.
Portada del número 230 de la Revista Gatopardo: Destinos improbables
El azar, las casualidades y lo inesperado son fuerzas creadoras de realidades que cambian vidas, en este número se habla de su poder transformador y de su potencia inspiradora en la vida de mujeres extraordinarias.
¿Cuánto de lo que nos sucede en la vida ha sido planeado y cuánto inesperado? Y si fuéramos más allá y cuantificáramos lo planeado y lo inesperado, como un tour de force en nuestro camino, ¿qué ganaría?, ¿lo súbito o lo anticipado?
Cuando Piedad Bonnett (Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 2024) comenzó a escribir poemas, no lo hizo pensando en que su obra sería reconocida y premiada. Mucho menos imaginó que en algún momento contaría la “vida, enfermedad y muerte” de su hijo Daniel y que, al hacerlo, sería no como un acto terapéutico, sino como uno literario. A los 39 años, Piedad Bonnett tenía una vida familiar y profesional, digamos que convencional, hasta que publicó su primer libro de poemas y entonces, además de todo lo que ya era, ahora se convertía en una escritora publicada. Desde entonces, los premios que han llegado han sido todos, como ella misma lo reconoce, inesperados, y algunos como “regalos envenenados”; sobre todo aquel que recibió dos días antes del suicidio de su hijo.
Inesperado resultó también que su libro más íntimo, doloroso, “sangrante”, fuera el más querido por sus lectores jóvenes. En Lo que no tiene nombre (Alfaguara, 2013), Piedad Bonnett relata una historia que ninguna madre desearía contar jamás. Ella, con franqueza, nos comparte lo atroz que puede ser un acontecimiento inesperado, porque eso es lo que hacen las escritoras valientes: nos hacen experimentar lo que se siente cuando lo peor que podría pasar pasa.
En cambio, quien parece haber estado preparándose toda la vida para el momento en que, por fin, ostentara y ejerciera todo su poder es Karina Milei, actual secretaria general de la Presidencia de la nación argentina. Es también la única hermana y la persona más influyente y de mayor confianza del presidente Javier Milei. Su vida anterior al cargo público que hoy ocupa era desconocida por la mayoría, pero ahora, al examinar su pasado, es posible que entendamos el tipo de relación que existe entre los hermanos y por qué se convirtieron en los adultos que son, después de haber sido los niños que fueron. Su historia da pie a todo tipo de conjeturas, pero algo deja claro: no se puede subestimar a una mujer que ha llevado a su hermano a ocupar la Presidencia de su país.
En el momento en que se escribe esta carta editorial han pasado tan solo unos días de la victoria que le dio el oro olímpico a la boxeadora argelina Imane Khelif, cuya identidad de género e incluso su sexualidad fueron puestas en duda desde su primera pelea por su extraordinario físico y fuerza. La discusión mediática llegó al punto de cuestionar y ofrecer como prueba sus niveles hormonales. Al parecer, las hormonas y demás factores biológicos se blanden a la menor provocación cuando así conviene. Pues bien, en esta edición pedimos a lu Ciccia, biotecnóloga y doctora en Estudios de Género, que explicara el papel que juegan las hormonas sexuales a nivel cerebral en las habilidades cognitivas, físicas y motoras, emocionales, sociales y hasta creativas en las personas. Particularmente, le pedimos que abordara un tema: el llamado “instinto maternal” (ella lo llama “proyecto reproductivo”). ¿Sucede desde lo biológico —hormonal— u ocurre como el resultado de una programación social? Nos dice que sí puede existir una inclinación natural hacia ciertas actividades a partir de nuestra biología, pero que, aunque esto sea una causa suficiente, el contexto y los anhelos importan, y mucho. Imane Khelif no sería la peleadora que es si no hubiese nacido con la biología con que nació; tampoco lo habría logrado si no lo hubiera deseado y entrenado para ser la mejor de su categoría en el mundo.
Lejos de Argelia, en la Sierra Mixe de Oaxaca, a María Reyna la azarosa biología la dotó con una hermosa voz de soprano en una comunidad donde “nadie canta”, porque hacerlo en mixe “es imposible” y, sin embargo, ella interpretaba las canciones de Selena y aun sin referencias ni formación musical se supo con un don. Lo que sí planeó fue la ruta que tendría que seguir para convertirse en la primera cantante de ópera mixe del mundo y cumplir su más grande sueño: cantarle en mixe —esa delicada y complejísima lengua hablada por más de 139 000 personas en México— a su madre.
Quien sí jugó con la biología y logró reproducir por primera vez a un chimpancé en cautiverio y criar a su descendencia fue la extravagante y acaudalada heredera cubana Rosalía Abreu. A principios del siglo pasado, en su fastuosa Quinta Palatino en La Habana, conocida popularmente como la Finca de los Monos, llegó a tener “130 monos y simios (de unas 25 especies distintas)” en su zoológico personal. Esta mujer despertó curiosidad e interés en los personajes más encumbrados de la época, artistas y escritores incluidos, pero fue Robert M. Yerkes, un psicólogo estadounidense conocido por ser uno de los padres de la primatología moderna y por sus coqueteos con la eugenesia, quien tendría el vínculo más cercano con ella. Esta relación se fortalecería por el propósito de “mejorar la humanidad”, aunque el cometido implicara muy cuestionables —incluso para la época— prácticas tentativas de reproducción entre humanos y simios.
Por último, la periodista Olivia Zerón, en una crónica personalísima, nos habla de uno de los dilemas que atormentan a algunas mujeres a edades cada vez más tempranas: envejecer o hacer lo posible por disimular el paso de los años. ¿Bótox o no bótox?
El hilo conductor en este número lo encontramos, azarosamente, en el camino. Son todas historias de mujeres extraordinarias que, habiendo planeado o no los acontecimientos que cambiaron el rumbo de su vida, han sublimado las tragedias, las inseguridades y los dones. Esperamos que las disfruten.
El azar, las casualidades y lo inesperado son fuerzas creadoras de realidades que cambian vidas, en este número se habla de su poder transformador y de su potencia inspiradora en la vida de mujeres extraordinarias.
¿Cuánto de lo que nos sucede en la vida ha sido planeado y cuánto inesperado? Y si fuéramos más allá y cuantificáramos lo planeado y lo inesperado, como un tour de force en nuestro camino, ¿qué ganaría?, ¿lo súbito o lo anticipado?
Cuando Piedad Bonnett (Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 2024) comenzó a escribir poemas, no lo hizo pensando en que su obra sería reconocida y premiada. Mucho menos imaginó que en algún momento contaría la “vida, enfermedad y muerte” de su hijo Daniel y que, al hacerlo, sería no como un acto terapéutico, sino como uno literario. A los 39 años, Piedad Bonnett tenía una vida familiar y profesional, digamos que convencional, hasta que publicó su primer libro de poemas y entonces, además de todo lo que ya era, ahora se convertía en una escritora publicada. Desde entonces, los premios que han llegado han sido todos, como ella misma lo reconoce, inesperados, y algunos como “regalos envenenados”; sobre todo aquel que recibió dos días antes del suicidio de su hijo.
Inesperado resultó también que su libro más íntimo, doloroso, “sangrante”, fuera el más querido por sus lectores jóvenes. En Lo que no tiene nombre (Alfaguara, 2013), Piedad Bonnett relata una historia que ninguna madre desearía contar jamás. Ella, con franqueza, nos comparte lo atroz que puede ser un acontecimiento inesperado, porque eso es lo que hacen las escritoras valientes: nos hacen experimentar lo que se siente cuando lo peor que podría pasar pasa.
En cambio, quien parece haber estado preparándose toda la vida para el momento en que, por fin, ostentara y ejerciera todo su poder es Karina Milei, actual secretaria general de la Presidencia de la nación argentina. Es también la única hermana y la persona más influyente y de mayor confianza del presidente Javier Milei. Su vida anterior al cargo público que hoy ocupa era desconocida por la mayoría, pero ahora, al examinar su pasado, es posible que entendamos el tipo de relación que existe entre los hermanos y por qué se convirtieron en los adultos que son, después de haber sido los niños que fueron. Su historia da pie a todo tipo de conjeturas, pero algo deja claro: no se puede subestimar a una mujer que ha llevado a su hermano a ocupar la Presidencia de su país.
En el momento en que se escribe esta carta editorial han pasado tan solo unos días de la victoria que le dio el oro olímpico a la boxeadora argelina Imane Khelif, cuya identidad de género e incluso su sexualidad fueron puestas en duda desde su primera pelea por su extraordinario físico y fuerza. La discusión mediática llegó al punto de cuestionar y ofrecer como prueba sus niveles hormonales. Al parecer, las hormonas y demás factores biológicos se blanden a la menor provocación cuando así conviene. Pues bien, en esta edición pedimos a lu Ciccia, biotecnóloga y doctora en Estudios de Género, que explicara el papel que juegan las hormonas sexuales a nivel cerebral en las habilidades cognitivas, físicas y motoras, emocionales, sociales y hasta creativas en las personas. Particularmente, le pedimos que abordara un tema: el llamado “instinto maternal” (ella lo llama “proyecto reproductivo”). ¿Sucede desde lo biológico —hormonal— u ocurre como el resultado de una programación social? Nos dice que sí puede existir una inclinación natural hacia ciertas actividades a partir de nuestra biología, pero que, aunque esto sea una causa suficiente, el contexto y los anhelos importan, y mucho. Imane Khelif no sería la peleadora que es si no hubiese nacido con la biología con que nació; tampoco lo habría logrado si no lo hubiera deseado y entrenado para ser la mejor de su categoría en el mundo.
Lejos de Argelia, en la Sierra Mixe de Oaxaca, a María Reyna la azarosa biología la dotó con una hermosa voz de soprano en una comunidad donde “nadie canta”, porque hacerlo en mixe “es imposible” y, sin embargo, ella interpretaba las canciones de Selena y aun sin referencias ni formación musical se supo con un don. Lo que sí planeó fue la ruta que tendría que seguir para convertirse en la primera cantante de ópera mixe del mundo y cumplir su más grande sueño: cantarle en mixe —esa delicada y complejísima lengua hablada por más de 139 000 personas en México— a su madre.
Quien sí jugó con la biología y logró reproducir por primera vez a un chimpancé en cautiverio y criar a su descendencia fue la extravagante y acaudalada heredera cubana Rosalía Abreu. A principios del siglo pasado, en su fastuosa Quinta Palatino en La Habana, conocida popularmente como la Finca de los Monos, llegó a tener “130 monos y simios (de unas 25 especies distintas)” en su zoológico personal. Esta mujer despertó curiosidad e interés en los personajes más encumbrados de la época, artistas y escritores incluidos, pero fue Robert M. Yerkes, un psicólogo estadounidense conocido por ser uno de los padres de la primatología moderna y por sus coqueteos con la eugenesia, quien tendría el vínculo más cercano con ella. Esta relación se fortalecería por el propósito de “mejorar la humanidad”, aunque el cometido implicara muy cuestionables —incluso para la época— prácticas tentativas de reproducción entre humanos y simios.
Por último, la periodista Olivia Zerón, en una crónica personalísima, nos habla de uno de los dilemas que atormentan a algunas mujeres a edades cada vez más tempranas: envejecer o hacer lo posible por disimular el paso de los años. ¿Bótox o no bótox?
El hilo conductor en este número lo encontramos, azarosamente, en el camino. Son todas historias de mujeres extraordinarias que, habiendo planeado o no los acontecimientos que cambiaron el rumbo de su vida, han sublimado las tragedias, las inseguridades y los dones. Esperamos que las disfruten.
Portada del número 230 de la Revista Gatopardo: Destinos improbables
¿Cuánto de lo que nos sucede en la vida ha sido planeado y cuánto inesperado? Y si fuéramos más allá y cuantificáramos lo planeado y lo inesperado, como un tour de force en nuestro camino, ¿qué ganaría?, ¿lo súbito o lo anticipado?
Cuando Piedad Bonnett (Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 2024) comenzó a escribir poemas, no lo hizo pensando en que su obra sería reconocida y premiada. Mucho menos imaginó que en algún momento contaría la “vida, enfermedad y muerte” de su hijo Daniel y que, al hacerlo, sería no como un acto terapéutico, sino como uno literario. A los 39 años, Piedad Bonnett tenía una vida familiar y profesional, digamos que convencional, hasta que publicó su primer libro de poemas y entonces, además de todo lo que ya era, ahora se convertía en una escritora publicada. Desde entonces, los premios que han llegado han sido todos, como ella misma lo reconoce, inesperados, y algunos como “regalos envenenados”; sobre todo aquel que recibió dos días antes del suicidio de su hijo.
Inesperado resultó también que su libro más íntimo, doloroso, “sangrante”, fuera el más querido por sus lectores jóvenes. En Lo que no tiene nombre (Alfaguara, 2013), Piedad Bonnett relata una historia que ninguna madre desearía contar jamás. Ella, con franqueza, nos comparte lo atroz que puede ser un acontecimiento inesperado, porque eso es lo que hacen las escritoras valientes: nos hacen experimentar lo que se siente cuando lo peor que podría pasar pasa.
En cambio, quien parece haber estado preparándose toda la vida para el momento en que, por fin, ostentara y ejerciera todo su poder es Karina Milei, actual secretaria general de la Presidencia de la nación argentina. Es también la única hermana y la persona más influyente y de mayor confianza del presidente Javier Milei. Su vida anterior al cargo público que hoy ocupa era desconocida por la mayoría, pero ahora, al examinar su pasado, es posible que entendamos el tipo de relación que existe entre los hermanos y por qué se convirtieron en los adultos que son, después de haber sido los niños que fueron. Su historia da pie a todo tipo de conjeturas, pero algo deja claro: no se puede subestimar a una mujer que ha llevado a su hermano a ocupar la Presidencia de su país.
En el momento en que se escribe esta carta editorial han pasado tan solo unos días de la victoria que le dio el oro olímpico a la boxeadora argelina Imane Khelif, cuya identidad de género e incluso su sexualidad fueron puestas en duda desde su primera pelea por su extraordinario físico y fuerza. La discusión mediática llegó al punto de cuestionar y ofrecer como prueba sus niveles hormonales. Al parecer, las hormonas y demás factores biológicos se blanden a la menor provocación cuando así conviene. Pues bien, en esta edición pedimos a lu Ciccia, biotecnóloga y doctora en Estudios de Género, que explicara el papel que juegan las hormonas sexuales a nivel cerebral en las habilidades cognitivas, físicas y motoras, emocionales, sociales y hasta creativas en las personas. Particularmente, le pedimos que abordara un tema: el llamado “instinto maternal” (ella lo llama “proyecto reproductivo”). ¿Sucede desde lo biológico —hormonal— u ocurre como el resultado de una programación social? Nos dice que sí puede existir una inclinación natural hacia ciertas actividades a partir de nuestra biología, pero que, aunque esto sea una causa suficiente, el contexto y los anhelos importan, y mucho. Imane Khelif no sería la peleadora que es si no hubiese nacido con la biología con que nació; tampoco lo habría logrado si no lo hubiera deseado y entrenado para ser la mejor de su categoría en el mundo.
Lejos de Argelia, en la Sierra Mixe de Oaxaca, a María Reyna la azarosa biología la dotó con una hermosa voz de soprano en una comunidad donde “nadie canta”, porque hacerlo en mixe “es imposible” y, sin embargo, ella interpretaba las canciones de Selena y aun sin referencias ni formación musical se supo con un don. Lo que sí planeó fue la ruta que tendría que seguir para convertirse en la primera cantante de ópera mixe del mundo y cumplir su más grande sueño: cantarle en mixe —esa delicada y complejísima lengua hablada por más de 139 000 personas en México— a su madre.
Quien sí jugó con la biología y logró reproducir por primera vez a un chimpancé en cautiverio y criar a su descendencia fue la extravagante y acaudalada heredera cubana Rosalía Abreu. A principios del siglo pasado, en su fastuosa Quinta Palatino en La Habana, conocida popularmente como la Finca de los Monos, llegó a tener “130 monos y simios (de unas 25 especies distintas)” en su zoológico personal. Esta mujer despertó curiosidad e interés en los personajes más encumbrados de la época, artistas y escritores incluidos, pero fue Robert M. Yerkes, un psicólogo estadounidense conocido por ser uno de los padres de la primatología moderna y por sus coqueteos con la eugenesia, quien tendría el vínculo más cercano con ella. Esta relación se fortalecería por el propósito de “mejorar la humanidad”, aunque el cometido implicara muy cuestionables —incluso para la época— prácticas tentativas de reproducción entre humanos y simios.
Por último, la periodista Olivia Zerón, en una crónica personalísima, nos habla de uno de los dilemas que atormentan a algunas mujeres a edades cada vez más tempranas: envejecer o hacer lo posible por disimular el paso de los años. ¿Bótox o no bótox?
El hilo conductor en este número lo encontramos, azarosamente, en el camino. Son todas historias de mujeres extraordinarias que, habiendo planeado o no los acontecimientos que cambiaron el rumbo de su vida, han sublimado las tragedias, las inseguridades y los dones. Esperamos que las disfruten.
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