Au revoir, Agnès
La única mujer que se abrió camino al corazón de la Nouvelle Vague, falleció hoy a los 90 años.
Varda by Agnès (2019) fue el broche de oro. Durante la presentación de su último documental en el Festival Internacional de Cine de Berlín, la cineasta Agnès Varda anunció su retiro de la industria. Era momento de dedicarse a otras actividades. Las instalaciones artísticas eran su próximo objetivo. Pero aquel filme, además de servir como catarsis de su larga trayectoria, se transformó en la alegoría de un adiós. “La abuela de la Nouvelle Vague”, como es conocida, falleció de cáncer en París a los 90 años la noche del 28 de marzo.
Tras su partida dejó al mundo una larga trayectoria desde la cual es posible apreciar la manera tan exquisita y tan humana con la que Agnès Varda veía la vida, esa particularidad que la llevó a dejar marca detrás de la cámara.
Arlette Varda, como la nombraron al nacer, llegó al mundo un 30 de mayo de 1928, en Ixelles, Bélgica, su padre fue griego y su madre francesa. En 1940, durante la II Guerra Mundial, la familia tuvo que emigrar a Sète, Francia, donde pasó su adolescencia. El arte, la fotografía y la literatura, fueron sus pasiones durante la adolescencias, estudió historia del arte en la École du Louvre y fotografía en la École des Beaux-Arts antes de trabajar como fotógrafa en el Théâtre National Populaire de París. Su amor por el cine llegó poco después.
Varda es la única mujer considerada parte de la Nouvelle Vague, el legendario movimiento fílmico de finales de la década de los 50 que cambió la historia del cine francés. En aquel entonces se le llamó de “bajo presupuesto” y sí, en efecto era un contraste con los clásicos, pues consistía en una nueva manera de producir donde importaba más la expresión. Ante esa prioridad, esta nueva ola del cine rompió con la rigidez de lo que antecedía, en favor de nuevos paradigmas.
Para Agnès eso fue natural, ella fue quien dio este brinco, la libertad de movimiento, los paisajes abiertos y las historias con corte social eran fundamentales para ella. Sin embargo, en algunas ocasiones su trabajo fue eclipsado por otros exponentes que replicaban su técnica, Jean-Luc Godard, Francois Truffaut, Claude Chabrol , Jacques Rivette y Eric Rohmer, entre ellos.
En alguna ocasión, Agnés Varda confesó que sus tres pilares para hacer cine eran “inspiración, creación y compartir el resultado”. Su debut, cargado de todo eso, llegó en 1955 con la cinta La Pointe Courte, donde yuxtapuso la relación de una pareja infeliz con las luchas de un pueblo pesquero francés. El resultado fue una narrativa que rompía con todo lo establecido. A esta cinta le siguieron icónicos trabajos como Cléo de 5 a 7 (1962), Black Panthers (1968), Mural Mural (1981) y Kung-Fu Master! (1988).
Sus cintas eran historias protagonizadas por mujeres jóvenes en escenarios sorprendentes. Bajo su dirección, el movimiento de la cámara permitía al espectador ser parte de la historia desde un ángulo privilegiado. “Siempre supe que mis aciertos llegarían observando a la gente, mostrando su lado más especial, interesante. Nunca peleé contra mis instintos“.
Se alejó de la industria, no sin antes estrenar la cinta Jacquot de Nantes (1991), un tributo en el que alude al sueño que desde niño tuvo su marido, el director Jacques Demy (fallecido en 1990), de ser cineasta. Tras un largo periodo inactiva, Varda regresó a la gran pantalla armada, por primera vez, con una cámara digital, el resultado fue el documental Les glaneurs et la glaneuse (Los espigadores y la espigadora, 2000). Fue con este filme que su carrera revivió a través de la frescura con la que retrató a la sociedad del nuevo milenio, haciendo una crítica al consumismo a partir de la labor de los espigadores de la Francia rural, todo enmarcado en un espectáculo visual cargado de dramatismo.
A pesar de considerarse una artista fuera de los cánones cinematográficos, su trabajo fue reconocido en muchos escenarios. Logró el León de Oro del Festival de Cine de Venecia por su película Vagabond en 1985; el premio César por Las Playas de Agnès en la categoría Mejor Película Documental en 2009 y en 2015 se convirtió en la primera mujer en recibir la Palma de Oro de honor de Cannes y en 2017 la primera en recibir un Óscar honorífico.
Apenas en 2017, la cineasta logró que su nombre volviera a cimbrar la industria, esta vez de la mano del artista francés JR. Ambos pertenecen a diferentes generaciones y quizá esa fue la chispa que les permitió lograr Faces Places. Recorrieron diferentes zonas rurales de Francia y capturaron los rostros de cuantas personas pudieron, una técnica simple pero efectiva. JR se encargaba de maximizar esas fotos y a su vez, intervenían los espacios públicos.
El resultado fue un documental en donde Agnés y JR se muestran naturales, conviven con la gente y disfrutan del arte a través de largas charlas en donde uno aprendió del otro. Estuvieron nominados para la categoría Mejor Documental en los premios de la Academia.
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