Ellas han convertido la protesta social en música feminista y han tomado escenarios, iglesias, premiaciones, universidades, plazas públicas y medios de comunicación para poner la lupa sobre la opresión patriarcal.
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Históricamente la música ha sido un canal para impulsar movimientos sociales, culturales y políticos. Pero, al ser un reflejo de la sociedad, en ella también hay viejas estructuras de poder, y para muchas mujeres no ha sido fácil entrar en esa industria. Afortunadamente, cada vez son más las chicas que, de la mano del arte, buscan romper con dichas estructuras y construir escenarios e identidades de resistencia feminista para reformular las dinámicas sociales.
Estas activistas han convertido la protesta social en música feminista y han tomado escenarios, iglesias, premiaciones, universidades, plazas públicas y medios de comunicación para poner la lupa sobre la opresión patriarcal.
Pussy Riot
El 21 de febrero de 2012, usando vestidos y pasamontañas de colores llamativos, Nadezhda Tolokónnikova (Nadia Toloknó), Yekaterina Stanislavovna (Katya) y María Aliójina (Mash), integrantes de Pussy Riot, hicieron un concierto clandestino en el presbiterio del templo ortodoxo más importante de Rusia, la Catedral de Cristo Salvador de Moscú, para protestar en contra de la reelección de Vladímir Putin y sus vínculos con la Iglesia Ortodoxa Rusa. Cantaron Plegaria Punk : «Santa Madre de Dios, echa a Putin”. Con este acto político, el colectivo y banda rusa feminista de punk-rock irrumpió en la opinión pública mundial. Sin embargo, las tres mujeres fueron sentenciadas a dos años de cárcel por «vandalismo motivado por el odio religioso».
A pesar de los actos de represión que el gobierno ruso ha ejercido sobre las integrantes de la banda y las personas que conforman el colectivo –como arrestos, censura, vejaciones y atentados– Pussy Riot, desde la trinchera de la música feminista, continúa la lucha por los derechos humanos de las mujeres, la comunidad LGBT+, los presos políticos y los migrantes. Las letras irreverentes de sus canciones retan al sistema político, evidencian el racismo y el machismo, llaman al derrocamiento del patriarcado y a la liberación sexual.
En mayo de este año publicaron la canción «нож» («Cuchillo»), en la que, según Nadia Toloknó, ofrecen su propia versión del mundo, uno el que el abusador recibe su merecido y el violador potencial teme a las mujeres que tienen puños, spray y un deseo irrefrenable de vivir.
El activismo de Pussy Riot se ha extendido hasta América. Primero con la canción “Make America Great Again”, con la que se pronunciaron en contra de la campaña presidencial de Donald Trump en el 2016 y satirizaron sus declaraciones machistas, xenófobas y racistas: “Dejen entrar a otras personas, escuchen a sus mujeres, basta de matar niños negros”.
Ahora, desde Chile y México, Pussy Riot, en mancuerna con LASTESIS, colectivo feminista chileno, publicaron y difundieron el “Manifesto against police violence/Riot x LASTESIS”, texto en el que denuncian la brutalidad policiaca y la ineptitud de las autoridades ante la crisis de salud y de violencia machista que ha proliferado en la pandemia de coronavirus.
Mare Advertencia Lirika
Originaria de Santa Martha Latuvi, Oaxaca, Mare Advertencia Lirika sintió atracción por la poesía desde niña. A los 16 años se acercó al arte por medio del grafitti y hoy, a los 33, abre nuevas rutas en el rap para las mujeres de México. En la música ha encontrado una identidad como mujer rapera, feminista, migrante y zapoteca. Creció en una casa liderada por mujeres y aprendió a trabajar en comunidad, lo que le ha ayudado a librar las batallas que atraviesan su identidad, como la de los pueblos indígenas, los trabajadores y las infancias.
La defensa de los derechos de las mujeres y la condena a los perpetradores de la violencia de género es el tema transversal en sus potentes rimas:
“Han sido muchas las muertes por abortos clandestinos / y a pesar de la protestas es grande tu ego y tu ignorancia / tu herramienta contra mi es la violencia”, rapea Mare en la canción “Mi vida, mi cuerpo, mis decisiones”, del álbum «Experimental Prole» (2013).
Sus tres álbumes en solitario mezclan música tradicional de cuerdas, huapango, funk y reggae, y fusionan el activismo, el arte, la poesía y la rabia social que convierten las batallas personales en colectivas.
Las palabras de las zapatistas durante el primer encuentro de Mujeres en Lucha: “Nos vamos a volver a ver para prender fuego al sistema y cuidar entre nosotras que nadie apague ese fuego hasta que no queden más que cenizas”, parecen cobrar más sentido durante un confinamiento. Mare Advertencia Lirika se inspiró en ellas para su canción “Incómoda. Manifiesto Feminista«, una oda a la lucha de las mujeres.
Además de la música feminista, el activismo de Mare sirve a distintas comunidades del país con talleres de creación artística y pláticas sobre temas sociales y culturales, que buscan romper paradigmas y provocar el debate, principalmente entre jóvenes y mujeres.
Gata Cattana
De un pequeño pueblo de Córdoba, España, vino Ana Isabel García Llorente. Se convertía en Gata Cattana tres veces al día; rapera de noche, poetisa de día y politóloga a ratos. Su obra es producto de la riqueza que llevaba por dentro: un poco de historia, política, filosofía y cultura andaluza.
Para el día 2 de marzo de 2017, Gata Cattana había creado piezas que serían un canto a la rebeldía y a la justicia. Ese día murió, a los 25 años, por complicaciones cardiacas.
Una de las herramientas que curtieron su pluma fue el feminismo social. Con poemas y canciones guerrilleras sostenía sus feroces principios e ideales: “Mi libertad no cabe ni en jaula de plata blanca/ no reconozco autoridad más allá de mi cuerpo”. Versos como estos denotaban su postura ante la alevosía patriarcal, en la pieza “Los siete contra Tebas”, evidencia de los difusos límites entre la poesía y el rap que había su obra. Estas rimas contra el patriarcado, el capitalismo y la monarquía, permanecen en su primer y póstumo álbum Banzai, con el que, según ella, se lanzaba a la guerra. El disco es producto de su retrospección y existencialismo, y la fusión de los ritmos electrónicos con su herencia flamenca. En vida y aún tras su muerte, ella se sigue abriendo paso en un mundo hecho para los hombres y se convirtió en un referente de la canción de protesta.
Ana Isabel García Llorente escribía en las hojas de su poemario frases como: “Merecerte la vida hasta tal punto, que tu muerte parezca una injusticia”. Cuando Gata Cattana murió hizo justicia a sus propias líneas, pues aún después de emprender el viaje, su poderoso legado político y poético sigue sumando energía a la lucha social.
Ana Tijoux
Nacida en 1977, en Lille, Francia, Ana Tijoux es hija única de una socióloga y un profesor de ciencias políticas, ambos chilenos exiliados en Europa durante la dictadura de Augusto Pinochet. Tijoux tuvo su primer contacto con el rap al ver a un grupo de jóvenes improvisando rimas en los barrios marginales de París, donde su madre trabajaba como educadora. Desde entonces, el hip-hop ha catalizado su espíritu contestatario.
Con cuatro álbumes en solitario, Tijoux ha logrado dominar este género musical, concebido hasta hace no mucho como exclusivo para hombres, y lo ha convertido en un vehículo personal para difundir un discurso de denuncia a las carencias sociales y culturales que detona la desigualdad.
A través de la música feminista, Ana Tijoux ha cohesionado distintas luchas sociales. Las rimas de las canciones de su más reciente álbum, Vengo (2014), son un llamado a derrocar los distintos sistemas de opresión, como el patriarcado, el capitalismo, la segregación urbana y la guerra, que subyugan a las mujeres, a la clase trabajadora, a los pueblos indígenas, a los migrantes y hasta a los ecosistemas.
La manifestación de la ideología feminista y anticolonialista de Ana Tijoux no se limita únicamente a sus letras, como la de la canción “Antipatriarca”: “Mujer líder se pone de pie / Y a romper las cadenas de la piel / Tú no me vas a humillar / Tú no me vas a gritar”, sino que al rescatar las tradiciones musicales populares latinoamericanas, mediante la incorporación de instrumentos como como la quena, el charango, el cajón peruano y la gaita colombiana, en fusión con el hip hop, la rapera franco-chilena se planta ante el colonialismo que carcome a la industria musical.
El proyecto musical de Ana Tijoux ha recibido una decena de nominaciones al Grammy y tenido incontables presentaciones en importantes festivales de música como Lollapalooza, Chile y el Vive Latino en México. Pero es su poderoso discurso lo que la ha colocado como un referente académico en prestigiosas universidades como Harvard y UCLA, en Estados Unidos y la Universidad de Chile.
La conducta rupturista que Ana Tijoux mostró desde los tres años, cuando en el jardín de niños le pidieron que cantara una canción y cantó “La Internacional”, himno comunista del movimiento obrero, se mantiene intacta en su obra hasta estos días.
Estas mujeres creativas son la prueba de la trascendencia del ángulo feminista en la música. No solo han expuesto las limitaciones culturales e ideológicas que aquejan a la sociedad, sino que han empapado con fortaleza los cuerpos y pensamientos de otras mujeres, para que se atrevan a cuestionar el régimen colonialista, patriarcal y capitalista, y luchen para erradicar los factores de desventaja social que privan de recursos y derechos la vida de mujeres y hombres.
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