El hombre que dedicó su vida a mostrarnos el paraíso que perderemos.
La sexta extinción masiva. La aniquilación biológica. El antropoceno. Así es como muchos científicos han llamado a la época actual, en la que las especies se extinguen cien veces más rápido de lo que lo harían si no fuera por el impacto humano.
“Todos nuestros problemas ambientales serían más fáciles de resolver con menos personas, y más difíciles –y en última instancia, imposibles– de resolver, con cada vez más personas”, acertó David Attenborough, considerado el padrino de la televisión de historia natural.
Attenborough no necesitó leer demasiado sobre cambio climático y la extinción de las especies para comprender estos fenómenos, pues él ha estado ahí. Ha sido testigo de primera mano del deterioro ambiental, y mucho antes de que alguien dijera “cambio”, él acercaba a los televidentes los rincones que más desconocían del mundo, como los hábitats de los chimpancés y las aves del paraíso.
Si llegara un extraño de otro planeta (o del nuestro también), habría que presentarle a Sir David para que le explicara lo más importante de la historia, de la humanidad y de la naturaleza.
Él mismo se dijo una vez un incrédulo del cambio climático, pero rectificó ante los fenómenos ambientales que ha visto ocurrir en las últimas dos décadas.
David Attenborough es memoria invaluable del antropoceno y como muy pocas personas en el mundo, tiene la capacidad de advertirnos lo que está por suceder.
Desde que empezó su carrera como naturalista y figura de la televisión, la población se triplicó. A sus 93 años de edad es consciente de que su generación ha vivido mucho más que las anteriores, mientras la humanidad no deja de reproducirse.
“A largo plazo, el crecimiento de nuestra población debe terminar”, dijo en entrevista con la televisora que lo vio nacer, la British Broadcasting Coroporation (BBC).
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David Frederick Attenborough nació el 8 de mayo de 1926, el mismo año que la Reina Isabel II, en Isleworth al este de Londres. Aunque no creció en palacios, sí lo hizo en el campus universitario del Colegio Leicester (hoy Universidad de Leicester), pues su padre era director del instituto.
En la niñez encontró parte de su vocación como naturalista, pues cuando podía, iba al museo de New Walk en Leicester donde ayudaba a clasificar fósiles. Así que para la universidad ya había elegido las Ciencias Naturales como su carrera.
En la década de los cincuenta, después de servir a la marina real británica, David Attenborough aplicó para un puesto como productor de radio en la BBC y, aunque fue rechazado, al final se quedó para el canal de televisión de ese medio.
David no tenía un televisor y sólo había visto un programa televisivo, pero después de permanecer como practicante en el canal, a sus 28 años de edad comenzó a ser partícipe en la programación de la BBC.
En su trabajo cotidiano buscaba formas de salir del estudio, dejar las mesas de debate y mostrar el mundo. Bajo este concepto propuso el programa Zoo Quest, con grabaciones de animales exóticos o poco conocidos. Así fue como los espectadores de Reino Unido descubrieron a muchas especies de la vida salvaje en sus propios hábitats sin tener que salir de sus casas.
Zoo Quest (1954 a 1964) es considerado uno de los programas pioneros que abordó la historia natural y las aventuras en tierras desconocidas.
En la grabación de este programa, Attenborough fue a Komodo en un viaje muy largo en bote, antes de que un vuelo pudiera llegar ahí.
Por sus aportaciones a la televisora, el naturalista fue ascendido como programador del segundo canal de la BBC, que bajo su mando se convirtió en el primer canal en Europa en transmitir a todo color.
Después de hacer cambios importantes –como encomendar la grabación de Monty Python, cuya fama se incrementó después su salida al aire en 1969–, Attenborough entendió que su vida debía transcurrir en un ecosistema diferente al de aquél, en oficinas y detrás de cámaras.
“Para entonces, ya había pasado ocho años sentado detrás de un escritorio, ya los niños tenían una educación, ya había pagado por el piano y pensé ‘¿qué estás haciendo? Ahí está Patagonia. Nunca he ido a Patagonia”, dijo años después a la periodista de CNN, Christiane Amanpour, refiriéndose a su familia de dos hijos y su esposa, Jane Elizabeth Ebsworth.
En 1975 regresó a hacer una serie de programas sobre diferentes tribus en el mundo. De acuerdo con la BBC, algunos de estos habitantes estaban tan aislados que jamás habían tenido contacto con europeos antes de la llegada de David.
“No son las diferencias entre nosotros lo importante. Son las semejanzas”, dijo Attenborough en el documental de televisión A blank on the map.
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David aparece en primer plano sentado en una montaña y detrás de él, un gorila en la misma posición. Al notar la situación en la que se encuentra, Attenborough reconoce su lugar en ese territorio de primates y comienza a susurrar un discurso improvisado, pero trascendental.
“Hay mucho más significado y entendimiento mutuo en el intercambio de miradas con un gorila que con cualquier otro animal que conozca. Su mirada, su oído, su sentido del olfato, todo es muy similar al nuestro y ven al mundo de la misma manera que nosotros”, comienza a explicarle relajado a una audiencia que todavía no lo ve.
Aún con un volumen de voz bajo, describe que la distribución social de los gorilas es muy parecida a la de los humanos, a pesar de ser más grandes y poderosos que nosotros.
“El macho es una criatura poderosa y enorme, pero sólo usa su fuerza cuando debe proteger a su familia y es muy raro que haya violencia en su grupo. Así que parece muy injusto que el hombre elija al gorila para simbolizar lo agresivo y violento, cuando es todo lo que un gorila no es y nosotros sí”.
Esta secuencia es desde entonces la más memorable de cualquier producto audiovisual de historia natural, incluida en la serie Life on Earth, que al transmitirse tuvo 500 millones de espectadores a nivel mundial. Para los británicos, es uno de los momentos más importantes en la historia de la televisión.
“Al igual que muchas otras personas de mi época, ver la maravilla de la naturaleza con él como nuestro guía fue una influencia inestimable para guiarnos hacia la ciencia”, escribió en 2018 para The Guardian, Adam Rutherford, genetista y editor de la revista Nature.
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A partir de esta serie, David se comprometió con la misión de filmar documentales en serie para hablar de diferentes temas en la vida silvestre: en The Trials of Life, que hizo en 1990, hablaba de los comportamientos de caza de diferentes especies. Otro de sus programas más aclamados fue La vida privada de las plantas y posteriormente La vida de las aves.
En la celebración por sus 54 años de carrera, el productor y director de The Blue Planet, Alistair Fothergill, reconoció que David había hecho de todo en la televisión: evolución para Life on Earth, ecología en The Living World y etnología en The Trials of Life.
“Y después de eso, hizo (programas de) plantas, aves mamíferos, animales marinos, reptiles, anfibios. Es un registro increíble de un mundo que desaparece”.
No por nada, parece ser todavía uno de los hombres que más ha viajado y conocido en la tierra. Tan solo para hacer el documental de The Life of Birds, viajó 256 mil millas, lo equivalente a darle la vuelta a la Tierra diez veces.
Sin embargo, su productor insiste en la suerte que ha tenido David Attenborough. No solamente porque nadie ha visto tanto de la naturaleza como él, sino porque lo más probable es que ante el daño y la extinción acelerada, sus ojos fueron quizás los últimos en ver muchas maravillas.
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En su honor, en 1985 el divulgador fue nombrado caballero por la reina Isabel II por sus servicios en la televisión. También, algunas especies de seres vivos han recibido nombres que hacen tributo a David Attenborough, como un escarabajo, una hierba y un dinosaurio de cuello largo llamado Attenborosaurus.
Él es, además, la única persona que ha ganado Premios de Cine de la Academia Británica (BAFTA) por programas en televisión en formato blanco y negro, a color, HD y 3D.
Alguna vez en la revista Time le preguntaron al hombre que más especies ha visto en su vida que si pudiera (y si creyera en eso), en qué animal reencarnaría, a lo que él contestó que volvería al mundo como un perezoso, para colgarse de los árboles y masticar plantas.
Su compromiso con la naturaleza va mucho más allá de lo profesional. El naturalista redujo al mínimo su consumo de carne por el impacto que tiene esta industria en el deterioro ambiental y jamás ha conducido, ni ha sido dueño de un automóvil.
Si llegó a ser escéptico del cambio climático, se ha asegurado de rectificarse, David Attenborough dijo a CNN que hace diez años comenzó a darse cuenta que no hay duda alguna que la humanidad es la responsable de las alzas en las temperaturas de la Tierra.
Es por esta razón que no ha parado de producir y participar en documentales que hablan sobre las maravillas naturales, pero también para advertir sobre lo que podríamos estar perdiendo en 20 años. En su más reciente señal de alerta ha dicho que las aves serán los dinosaurios de nuestra era y que su desaparición será enteramente nuestra responsabilidad.
Este año Attenborough narró su primera serie para Netflix, llamada Our Planet y consiste en ocho episodios que hablan de las repercusiones inmediatas que ya resienten a grande y pequeña escala todos los ecosistemas.
De acuerdo con el genetista Adam Rutherford, gracias al documental de fauna marina The Blue Planet en 2001, la cifra de personas interesadas en convertirse en biólogos marinos subió dentro y fuera de la Universidad de Southampton.
“No se puede proteger algo que no nos preocupa y nadie puede preocuparse por algo que nunca ha experimentado”, ha dicho mil veces David Attenborough, el hombre que ha trabajado hasta al cansancio por mostrarnos el paraíso y hacernos despertar.
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