Una excéntrica comedia romántica

Una excéntrica comedia romántica

El director Gabriel Abrantes cuenta qué hace tan especial a «Diamantino», su más reciente película

Tiempo de lectura: 4 minutos

Diamantino es, en resumen, una película como ninguna. El trabajo de Gabriel Abrantes y Daniel Schmidt, que ganó el premio principal de la Semana de la Crítica en Cannes 2018, es inolvidable desde los primeros 20 minutos. La película comienza como un comercial genérico de alguna marca de deportes. Diamantino Matamouros es la superestrella del fútbol portugués (similar a Cristiano Ronaldo) a quien se le ha ido su talento. Su pérdida lo lleva a adoptar un refugiado de Mozambique, que en realidad es un agente secreto con la misión de frustrar la red de lavado de dinero de las hermanas malévolas de Diamantino. Ellas están trabajando con una doctora fascista de ultraderecha que busca clonar al futbolista con fines propagandísticos. La película también está repleta de la alucinación recurrente del protagonista: perros pekineses rodeados de humo rosa. Todo lo anterior tan solo es la premisa.

Delirante y excéntrica, Diamantino es una película que combina deportes, romance, ciencia ficción, descubrimiento sexual, crítica social e intriga internacional en una improbable mezcla que —sorprendentemente— funciona a la perfección. Sus tintes de comedia romántica y fantasía están astutamente mezclados con una potente crítica al ascenso de la ultraderecha en el mundo (la doctora fascista idea un slogan para Diamantino: “Make Portugal Great Again”), la crisis de refugiados que vive Europa y la xenofobia de muchos sectores. La película, por supuesto, no comenzó así, nos cuenta Gabriel Abrantes, codirector de la cinta en entrevista con Gatopardo: “Originalmente queríamos hacer una comedia romántica”, explica Abrantes con un dejo de ironía en la voz.

Diamantino y sus hermanas gemelas

Diamantino y sus hermanas gemelas.

Diamantino no es el primer trabajo que hacen Abrantes y Schmidt juntos. Su afinidad por la cultura popular y el cine los ha llevado a hacer cortometrajes y largometrajes como Palacios de Pena o A History of Mutual Respect. Lo que ha unido muchos de estos productos es la afinidad por filmar en película, algo que Abrantes explica con importancia: “Hacer este trabajo en un formato lujoso y sensual como 16mm me hizo respetar mucho más lo que estaba haciendo. Si hago algo provocador o tonto estaba forzado a creerlo, porque había gastado una buena cantidad de dinero en el stock de película, así que las ideas más ridículas me las tomaba un poco más en serio. Así lo justifiqué un poco. Obviamente también está el valor estético visual de la película análoga, del cual siempre he estado enamorado”. 

Este estilo visual hace que Diamantino tenga una cualidad ligeramente antigua, como de una película vieja, de mala calidad y serie B. El largometraje también hace amplio uso de efectos especiales computarizados, que apoyan el estilo kitsch y casi cutre. Sobre esto, Abrantes dice que “es algo que funciona, siempre he trabajado con película, pero también me encantan los efectos especiales y esas películas como Iron-Man. Traer algo de ese lenguaje a películas independientes, de bajo presupuesto y en 16mm me llama mucho la atención […]. Hay algo sobre la película granulada y fuera de foco que mezcla los elementos en 3D o efectos especiales de una mejor forma, y se convierten parte del mundo de forma mucho más homogénea”.

Diamantino y los perritos pekineses.

Diamantino y los perritos pekineses.

El primer guión lo escribieron Abrantes y Schmidt en 2011. “Estábamos viendo muchas comedias románticas de Hollywood en los 40, como con Katherine Hepburn y Cary Grant, al estilo Bringing Up Baby y queríamos hacer nuestra propia versión de ellas. Lo que nos inspiró de ellas es que leímos un libro llamado In Pursuit of Happiness de Stanley Cavell, y habla de cómo estas comedias románticas parecen géneros de cine muy conservadores cuando, en realidad, pusieron al frente ideas progresistas sobre mujeres y su rol en la sociedad”. Esta idea es clave, Diamantino es una película fantástica cuya fachada de camp, ingenuidad y cine de serie B cubre una reflexión sobre la época contemporánea.

Al centro de esta época se encuentra Diamantino Matamouros, superestrella futbolística y símbolo sexual de Portugal que, aunque parece un estereotipo hecho y derecho, no cumple con casi ninguna de las características que hoy tendría una figura así. La figura deportiva de la película es prácticamente asexual, no tiene un concepto de masculinidad y tampoco juzga a las personas bajo ninguna circunstancia. Diamantino no es así por una cuestión intelectual sino por genuina ignorancia, él representa al tonto feliz (talado del mismo árbol que el Cándido de Voltaire o Forrest Gump) que —irónicamente— representa una postura política sensata: “La película se convirtió en una oda a la ingenuidad […]. Me he preguntado ‘¿por qué hicimos a este personaje tan ingenuo?’ y creo que mientras estamos saturados de información con las noticias, y todos están tan ‘iluminados’ [trad: ‘woke’, un término en inglés que ridiculiza a las personas excesivamente vocales sobre su conciencia social] publicando en Instagram sobre cualquiera que sea su orientación política, la película propone que este personaje inocente e ingenuo sea el más abierto, y el que menos prejuicios y estereotipos abarque. Esa es la idea de Diamantino, la ingenuidad del protagonista como un arma política” explica Abrantes.

Las hermanas gemelas de Diamantino.

Las hermanas gemelas de Diamantino.

Diamantino está llena de detalles y subtramas sobre ansiedades contemporáneas: brexit, la hipocresía de la caridad, la permanencia del racismo y la xenofobia. Sin embargo, Abrantes declara también que ese no es exactamente el núcleo de su trabajo: “Hay una serie de botones temáticos de coyuntura que aparecen en la película, pero no diría que esos son el corazón de ella. Más bien, esas son cosas a las que Daniel [Schmidt, el codirector de la cinta] y yo reaccionamos y reflexionamos, nos conmueven o nos irritan en algunos casos. Pero creo que el mensaje político en realidad tiene que ver con el amor […] creo que ese es probablemente el corazón de la película, y donde las políticas deberían estar de alguna forma”. 

En Diamantino hay un tema recurrente que no sólo es el de la crítica social, sino el de aprender a amar a las personas, el de ver más allá de las cuestiones políticas, con las que fácilmente catalogamos a la gente. La película podrá parecer ridícula y demasiado excéntrica, pero al interior también es una historia algo tierna sobre un personaje que aprende a ver más allá de la estupidez del futbolista para observar a un ser humano tolerante y puro.


 

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