El fantasma de la lavadora (2020) de Sergio Tovar.
“Quisimos dejar ligeramente abiertos los guiones para poder incluir elementos de lo que estamos viviendo, porque un día teníamos un noticia fuerte y al día siguiente otra mucho más impactante”, agrega el director de las películas Cuatro Lunas, Los inadaptados, y Mi último día.
La primera temporada consta de cinco capítulos de 10 minutos de duración, que pueden verse en el canal de YouTube de Sergio Tovar. Hasta el momento desconoce si habrá una secuela, pero para el director la historia inspirada en su propio encierro ha sido un ejercicio catártico.
“La idea surgió al sentir que los contenidos de la televisión pertenecían a una era que dejó de existir cuando la pandemia se apoderó del planeta. Entonces quise hacer una serie que reflejara de manera más cercana las condiciones actuales, como el no saludar, no salir, recibir la comida en casa y desinfectarlo todo”.
“El humor es lo único que permite que en tiempos malos el espíritu no se vaya al suelo, está bien ver noticias, estar enterados, pero eso cansa, es desgastante solamente hablar del virus. De pronto necesitamos un alivio”, asegura.
El rodaje se ha hecho en la casa del padre de Tovar, en Tepic, Nayarit, donde él creció. “Aquí empecé a hacer mis primeras películas, tenía 12 años y las grababa con una cámara de video. Usaba las mismas escaleras, los mismos pasillos y lo hacía todo yo solo; ponía la cámara, le picaba el botón, corría y me ponía enfrente, como ahora”.
El fantasma de la lavadora (2020) de Sergio Tovar.
La producción de El fantasma de la lavadora es similar. Tovar escribe una escena, la ensaya junto con Manrique hasta sentir que la comprenden, buscan el área de la casa donde quieren filmar, colocan las luces, los tripies, las conexiones, la cámara y a grabar.
Después, mientras Tovar edita, Manrique se sienta a componer la música para cada episodio. Es así como han ido construyendo esta serie, cuya postproducción depende del editor de cine Max Blásquez y el diseño de sonido del productor Ángel Ayala Arriaga.
Este proyecto se hace desde el encierro y para el encierro y pretende ser un bálsamo para todos aquellos que la han pasado mal durante la pandemia, de modo que puedan entretenerse un rato y reírse de las circunstancias.
“El humor es lo único que permite que en tiempos malos el espíritu no se vaya al suelo, está bien ver noticias, estar enterados, pero eso cansa, es desgastante solamente hablar del virus. De pronto necesitamos un alivio”.
Respecto a sus personajes, Tovar está convencido de que ya existen y deambulan por algún lugar. “Mi trabajo no es inventarlos, sino irlos descubriendo”, afirma. El personaje al que interpreta, Reynaldo, es un hombre que se la pasa dando órdenes, un caprichoso que cada día se torna más odioso. Valiéndose de brebajes y hechizos, intenta enamorar a Carlitos, que cada vez lo soporta menos y busca refugio en el cuarto de lavado de la casa.
“Ninguna persona, aún en esta situación, es tan bidimensional. Todos tenemos aristas, solamente que las aristas incómodas de algunos son más evidentes y otros las ocultan mejor. En realidad, nadie se salva”, asegura.
El fantasma de la lavadora (2020) de Sergio Tovar.
Carlitos, a quien Reynaldo acosa con espontáneas invitaciones a cenar, tiene muy claro que su única intención con él era un encuentro sexual sin mayor compromiso, por lo que rechaza constantemente al anfitrión, y en ocasiones sufre de angustia y ansiedad por no poderse ir.
Esta serie representa también un esfuerzo por acercar temáticas LGBT a las audiencias de manera honesta. “Muchas personas han capitalizado con la homosexualidad, persiguiendo un instinto monetario, pero también hay quienes lo hacen con un sentido legítimo de apoyo al movimiento”.
«Este proyecto se hace desde el encierro y para el encierro y pretende ser un bálsamo para todos aquellos que la han pasado mal durante la pandemia, de modo que puedan entretenerse un rato y reírse de las circunstancias».
Según Tovar, si bien es cierto que hay más apertura para estos contenidos, muchos de ellos refuerzan estereotipos de los hombres débiles, amanerados, y tontos, y esto vuelve contraproducente lo que a primera vista es un avance.
“Hay que entender que estamos en un mundo en transición, y que así como algunos de los líderes más poderosos siguen perteneciendo al bando de los homofóbicos, de los conservadores y de los que reprimen, también hay un público ávido de estas historias reales”.