Familia de media noche: Un documental sobre los mundos subterráneos del sistema de salud
«Familia de medianoche», documental del director Luke Lorentzen, sigue el día a día de una familia que posee una ambulancia en la Ciudad de México. En él se retrata el mundo subterráneo del cuidado de la salud, que opera fuera del gobierno mexicano.
A finales de 2015, Luke Lorentzen, joven cineasta norteamericano egresado de Stanford, despertó en su cuarto de la Ciudad de México, se asomó por la ventana y vio a un niño jugar con una pelota junto a una ambulancia. Al darse cuenta de que el personal y el niño eran familiares, Lorentzen bajó y entabló una conversación que concluyó en una invitación para documentar el recorrido nocturno de la ambulancia en la ciudad. “En esa primera noche vi el mundo subterráneo del cuidado de la salud, que opera fuera del gobierno mexicano”, recuerda el cineasta para Gatopardo. “Terminé pasando los siguientes tres años filmándolos”.
Lorentzen se encontraba en México buscando una historia. Sus anteriores documentales como Santa Cruz del Islote, sobre una pequeña isla de pescadores en Colombia, fueron muy bien recibidos alrededor del mundo, y fue dentro de la ambulancia de la familia Ochoa que encontró su nueva película.
Familia de medianoche abre con una perturbadora estadística: el gobierno de la Ciudad de México (con 9 millones de habitantes) opera menos de 45 ambulancias, y las necesidades de salud se cubren a través de una red privada de estos servicios. Los Ochoa poseen una de estas ambulancias, y cada año atienden cientos de emergencias, en muchas ocasiones con la posibilidad de que los usuarios no quieran pagar por el servicio. Lorentzen documenta este ir de noche a noche desde varias ópticas: la del documental realista, la del thriller de persecución, y hasta la intimidad y la comedia negra.
“El sistema está tan roto que puede tomar a estas personas, que tratan de hacer lo mejor para ellos, y los despoja de posibilidades de hacer algo bien”, reflexiona Lorentzen, “la corrupción es tan poderosa que toma a una buena familia y hace su vida muy difícil”.
La cinta retrata cómo los Ochoa batallan diariamente por llevar comida a la mesa, muchas veces incurriendo en cuestionables actos donde la moral existe en un espacio gris: solicitar pago al poco tiempo de dejar a un paciente en el hospital, o negociar con un paciente dónde puede salir más barato su tratamiento. Todo gira alrededor de la dificultad de habitar este país.
Su retrato también está invadido de un emocionante estilo. Lorentzen consolidó un retrato de la injusticia en México, pero también hizo una película que desde la proporción visual, el color o su estilo narrativo no remite tanto a películas documentales sino a ficción, a las persecuciones de William Friedkin o a la tensión de David Fincher. “Quería que la película fuese una experiencia, y no una serie de información o exposición”, explica el director. “Quería que el público viajara en esta ambulancia, y eso influyó en las imágenes que iba a usar, como el diseño sonoro”, comenta. “Me inspiré en películas de ficción que crean una tensa y agravante experiencia”.
“La corrupción del sistema de salud es tan poderosa que toma a una buena familia y hace su vida muy dificil”.
No obstante, independientemente de su estilo o discurso, Familia de medianoche es, para el director, “un drama familiar, antes que cualquier otra cosa”. Le dio énfasis a la familia y sus decisiones. “Tan sólo unas horas en la ambulancia exponen un rango de emociones y sentimientos; desde lo más traumático y abrumador hasta lo cómico y humoroso”.
Su realizador pasó casi tres años construyendo un rapport de confianza con la familia, lo cual es evidente en la cercanía y franqueza con la que se comportan frente a la cámara. Un documental de gran balance que muestra cómo la corrupción escurre, empapa y fractura una sociedad que recurre a métodos atípicos para sobrevivir. Por si esto no fuese suficiente, todos sus elementos están codificados para máximo impacto audiovisual, donde la tensión es insana, y el tono puede rondar entre lo amargo, lo simpático y lo desesperanzador. “Quería recordarle más o menos cada 20 minutos al público que ésta es una situación real, de una familia real. Esto no es ficción, le ocurre a las personas todos los días”, concluye Lorentzen.
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