Helen Escobedo, la escultora que veía el futuro
La obra de Helen Escobedo estará expuesta en la galería Proyectos Monclova.
Helen Escobedo rompió con su época. No le importó, en lo más mínimo, que fuera difícil ser artista, aún más siendo mujer. No le importó que en los años 60 en México no se estuviera hablando de ecología, ni migración, ni feminismo; su cabeza estaba en otros tiempos. Su intención no era marcar tendencia ni hacerse de un nombre. Lo que le importaba a Helen Escobedo era el quehacer artístico.
En el archivo del Fondo Helen Escobedo –que está bajo el cuidado de los dos hijos de la artista, Andrea y Michael y la dirección de Sandra Cerisola– hay un repertorio de más de 946 piezas que incluyen además de sus famosas esculturas, dibujos, collages, fotografías, poemas y trabajos de investigación.
“Aunque ella partía de la escultura, lo que caracterizó a Helen fue también su acercamiento multidisciplinario”, explica Polina Stroganova, directora de la galería Proyectos Monclova, que desde hace unos meses representa el Fondo de manera exclusiva y próximamente inaugurará la exposición “El potencial de la escultura”, con la obra de Escobedo, que también fue museóloga, actriz, internacionalista y políglota –que no es una profesión pero merece la pena decirlo–.
Helen Escobedo nació en la Ciudad de México el 28 de julio de 1934. A los 15 años empezó a estudiar arte, en el Mexico City College (que ahora se llama Universidad de las Américas), donde tomó clases con Germán Cueto, excepcional escultor que destacó especialmente en los años cincuenta, y que enseñaba la disciplina como una forma de libertad, como un arte experimental para que cada quién desarrollara una intuición sobre las propiedades del material, de su uso y del espacio que ocuparía.
Después de casi dos años Helen fue invitada a estudiar al Royal College of Art, en Londres, donde aprendió de artistas de la talla de Jacob Epstein, Ossip Zadkine y Henry Moore. Estudió ahí por tres años y cuando regresó a México, en 1954, organizó su primer exposición con ayuda de Inés Amor –la mujer que fundó la Galería de Arte Mexicano, la primera del país– donde exhibió piezas expresionistas y orgánicas muy distintas a lo que vendría después en su producción artística.
Fue hasta 1964 cuando la obra de la escultora se “inauguró” con una voz propia y contundente. La serie Vernissage marcó el inicio de un nuevo proceso artístico en su carrera que la distanciaba de las tendencias de las galerías. Comenzó a trabajar en superficies bidimencionales y monumentales que se liberaban de la base y se integraba con la arquitectura, el ambiente. Formó grupos escultóricos donde el público, la crítica y hasta los turistas formaban parte de la obra.
“Poco después vendrían sus esculturas habitables: formas laberínticas, paisajes lunares que contienen espacios utópicos para ser habitados”, escribe Rita Eder, historiadora de arte y gran amiga de Helen Escobedo.
Su trabajo en torno a la integración de los ambientes, el diseño y la escultura monumental interactuaba con la arquitectura y el arte efímero. Construía collages que le permitían anticipar futuras esculturas y tomaba fotos con perspectivas que le permitían escalar sus modelados. Jugaba y conversaba, constantemente, con el espacio y no sólo con la pieza que iba a ocuparlo.
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La producción de Helen era casi industrial, “no dejaba de pensar y de imaginar”, declaró Stroganova. Pensaba a futuro y en el futuro; en la repercusión de los procesos sociales e industriales. “Justamente estas ideas las hacía en maquetas y collages que le ayudaban a pensar, ella tenía sus métodos”.
Además de la tremenda cantidad de propuestas que se le ocurrían, Helen Escobedo trabajó en el Museo Universitario de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), fue directora técnica del Museo Nacional de Arte y directora del Museo de Arte Moderno. Además fue comisaria artística de los museos de la UNAM y estuvo encargada de las exposiciones internacionales. De los 24 a los 55 años ocupó diferentes roles administrativos y creativos en museos mexicanos.
El ’68, año icónico para México, también fue un punto de quiebre para Escobedo. Mathias Goeritz, el famoso escultor mexicano, era uno de sus grandes amigos y la invitó a formar parte del equipo que diseñaría la Ruta de la amistad, uno de los más ambiciosos proyectos generados a raíz de las Olimpiadas Culturales de los Juegos Olímpicos de México 1968. Su escultura se llamó Puertas al viento.
Después, también con Goeritz y Manuel Felguérez, Federico Silva, Sebastián y Hersúa, diseñó el Espacio Escultórico de la UNAM.
“Por vez primera trabajo con colegas de mi misma profesión, una experiencia única que arroja como resultado esta extraordinaria obra abierta que conjuga la pasión de sus seis autores dejando pasar por el apretado cedazo de su crítica un diseño tan sencillo, tan de nadie, que podría ser de todos mas no de uno solo. De ahí su magia y misterio, de ahí su majestuosidad y silencio, no monumento ni foro sino obra abierta, indescifrable y eterna en su concepto. Una de las experiencias más válidas de mi quehacer artístico en grupo”, declaró una vez Helen Escobedo.
En el Espacio Escultórico se encuenta Coatl, su escultura más famosa, que invoca al movimiento, que involucra al transeúnte y juega con los colores del ambiente. Rita Eder dijo sobre este proyecto que, “Más que piezas; inició la invención de sistemas; necesitó todo un conjunto de elementos fuera de la obra que le darían validez”.
Proyectos Moncolva, ahora únicos encargados de la difusión de la obra de esta icónica artista mexicana, comenzará el 2019 exhibiendo una selección de piezas. Al tener acceso al archivo completo han decidido mostrarlo por partes. “Nos interesaba mucho más irnos enfocando en ciertos ejes de su trabajo”, explica Stroganova. En esta primera muestra, que le abrirá las puertas al público general a partir del 5 de febrero –poco antes de que empiece Zona Maco en la Ciudad de México– se revisará la investigación de Escobedo hacia la escultura y el espacio.
“La exposición abarca esa parte de la investigación de la escultura en relación con arquitectura, diseño, espacio público o naturaleza”, dice la directora de la galería. “Presentamos su noción de expandir el concepto de la escultura, siempre pensarlo en el contexto”.
La exposición, que estará montada por cinco semanas (hasta el 9 de marzo) se forma a partir de dibujos, collages, maquetas, proyectos que sí se realizaron, además de obras inéditas y las pinturas que Escobedo dejó tras de sí, en su prolífica carrera.
“El potencial de la escultura”
Del 5 de febrero
Al 9 de marzo del 2019
Colima 55 Roma Norte
Ciudad de México 06700
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