Un tenor por el mundo
Samantta Hernández Escobar
Fotografía de Mar Álvarez
Javier Camarena es uno de los más notables intérpretes de ópera en el mundo.
Javier Camarena es considerado en la Staatsoper de Viena y la Bayerische Staatsoper de Múnich como uno de los grandes exponentes de la ópera contemporánea. Basta apreciar la gracia y naturalidad con la que se entrega en cada una de sus interpretaciones para confirmar que tiene el título bien merecido y que su lugar está sobre los escenarios.
Desde niño lo supo: “El sonido de la orquesta afinando era un motivo de fascinación”, dice sobre los conciertos didácticos de la Orquesta Sinfónica de Xalapa, de donde es originario; “los primeros encuentros con la música”, recuerda Camarena mientras prepara su próxima temporada en el Palais Garnier de París, con la ópera de Don Pasquale de Gaetano Donizetti.
A los 19 años comenzó sus estudios en música en la Universidad Veracruzana y los concluyó en la de Guanajuato, periodo de grandes jornadas y disciplina que lo llevaron a debutar en 2004 con un rol estelar en La hija del regimiento, de Donizetti, en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México. Esta misma pieza fue la que presentó en febrero pasado en el Metropolitan de Nueva York, y que se transmitió en varios recintos del mundo, como el Auditorio Nacional de la capital.
Comenzó con el teatro de la Ópera de Zúrich en 2006, cuando luego de dos años de trabajar en México de la mano de directores como Enrique Patrón Rueda y Teresa Rodríguez, tomó la decisión de
dejar el país para entrar a un programa estudiantil en Suiza, donde a los pocos meses de ingresar fue contratado para trabajar con Francisco Araiza, “otro de los grandes que ha dado México; me fui para estudiar con él”. De ahí, sus éxitos pulularon por toda Europa.
En el extranjero su nacionalidad no ha sido una sorpresa. “El país ha dado grandes tenores como Rolando Villazón, Ramón Vargas y Arturo Chacón”, reconoció Camarena. Sin embargo, hay algo en él, una característica extraordinaria, que lo hace ser uno especial.
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Camarena es el maestro del bis, la interpretación adicional en un concierto, momento de lucimiento vocal para un solista, y elemento que se ha convertido en su sello. “Es como dar las gracias al público que se vuelca en aplausos y elogios. Una satisfacción enorme. Si algo tiene la ópera que me fascina es que te permite toda una gama de emociones”, explicó.
Gracias a esta habilidad, se ha consolidado como un gran intérprete, más aún con La hija del regimiento con la que logró un bis en cada presentación. Al recordar su reciente actuación en el met, destacó que en esos breves minutos “llegaron a su mente todos estos recuerdos de mi debut en Bellas Artes y de antes, lo que me tardé en preparar esa aria; todas la veces que me encerraba en un salón de Guanajuato a practicar hasta quedarme sin voz”.
“He intentado estar presente en mi país tanto como me ha sido posible. Uno siempre tiene la esperanza de que el arte comience a ser más valorado en el ámbito nacional. Somos potencia en exportar artistas”, dice. En su próxima agenda, México está marcado para octubre donde promete dejar atónitos a sus espectadores.
Fotografía de portada: Spinto / Mar Álvarez
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