Tiempo de lectura: 3 minutosLo que comenzó siendo un diario íntimo contra las traiciones de la memoria, escapó del cifrado de su autora hasta convertirse en el más reciente de sus libros. En los albores de su embarazo, Jazmina Barrera escribió Línea nigra, un racimo de dudas, observaciones, y referencias tanto literarias como visuales que fue registrando mientras esperaba el nacimiento de Silvestre, su hijo.
La crónica de la transformación de su cuerpo es también una exploración tierna de los misterios de la gestación, o de la gestación de su bebé, porque Jazmina reconoce que no se atreve a lanzar juicios universales. El desarme de piezas con el que trataba de entender para sí misma el mecanismo del embarazo, el parto y la lactancia, se puede condensar en una paradoja: “ser dos personas en el cuerpo de una”.
Uno se puede imaginar el ritmo de los días de Jazmina, quien se describe leyendo mientras su bebé come, o más específicamente, cómo lee libros delgados que puede sostener con una mano mientras él come, o cómo escribe a partir de notas en el celular mientras lo tiene en brazos. Sin embargo, la escritora está siempre dispuesta a las entrevistas.
“Me interesaba el dilema filosófico del embarazo, reflexionar sobre la paradoja de ser dos personas en el cuerpo de una (…) Si algo comprendí es que el cuerpo humano es un misterio enorme. Sabemos cada vez más con la medicina, y con la biología, pero también nos damos cuenta de todo lo que no sabemos, de esos misterios insondables que tienen que ver con cuestiones más filosóficas, emotivas y afectivas, que con datos científicos”, dice vía telefónica.
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En su Línea nigra, el conocimiento empírico le confiere invulnerabilidad, y aquellos enigmas que no se descifran, se ensayan, tal como hace en la página 97:
“Ya pasó mi parto, pero me lo tengo que imaginar. ¿Mi parto? ¿El de mi hijo? ¿De quién es el parto, de quien nace o de la parturienta? Nuestro parto. Lo viví, pero no lo observé. Lo viví pero no lo vi, y por eso me queda como un mito, algo que tengo que imaginar”.
El diario de la escritora mexicana está cargado de asombro. Cuando lo comenzó tenía muchas preguntas, y esas preguntas derivaron en respuestas parciales, pero también en muchas otras preguntas donde la corporalidad es protagonista.
“Creo que en muchos sentidos somos cuerpo, yo lo sentía particularmente en ese momento, todas mis energías corporales como mentales estaban depositadas en esa transformación, estaba obsesionada, muy perpleja, muy asombrada, y muy curiosa también, con mucho interés en reflexionar en eso que me estaba pasando”, comenta.
“Uno se puede imaginar el ritmo de los días de Jazmina, quien se describe leyendo mientras su bebé come, o más específicamente, cómo lee libros delgados que puede sostener con una mano mientras él come, o cómo escribe a partir de notas en el celular mientras lo tiene en brazos”.
En su Línea nigra, el conocimiento empírico le confiere invulnerabilidad, y aquellos enigmas que no se descifran, se ensayan.
“Tenía el ansia de documentar todo. Me sigue pasando que mi hijo se transforma cada semana y yo quisiera poder escribirlo todo, pero prefiero vivirlo, acompañarlo”, asegura.
Ese mismo celo vigía ronda por la página 141: “Cada segundo de su vida me parece una primera vez de algo. (…) La ansiedad se debe a que casi todas las primeras son también las últimas veces. La primera vez que comió sólidos: el último día que fue un bebé de pura leche”.
En su Línea nigra, Jazmina no anda a ciegas entre los tabúes que se le suelen conferir a los cuerpos de las mujeres, el desagrado, o el pudor que dictan las religiones, las sociedades y el patriarcado, sino que se aleja de esos reduccionismos.
“Parece que es muy difícil hablar del cuerpo de la mujer cuando no es para objetivizarlo, hipersexualizarlo, que es lo que hace el capitalismo, o cuando no es para ocultarlo. Lo que sucede con la maternidad es que de pronto eres toda espiritu, bondad y corazón, y las transformaciones en tu cuerpo se consideran más bien grotescas, incómodas y desagradables, y mucha gente prefiere no saber de eso”, dice.
Para Jazmina Barrera el embarazo y el parto son momentos “asombrosos, misteriosos y brutales como la muerte”, y provocan en ella una perplejidad que la inspiró a escribir Línea nigra. “Un día caigo en cuenta de la cantidad de libros, películas, canciones e historias sobre agonía, y muerte que existen. Incontables relatos sobre la muerte, y tan pocas historias de parto y nacimiento”, apuntó en la página 150.
“El embarazo es un tema esencial en la humanidad, tanto como lo son la muerte, el amor, la enfermedad. La maternidad me ha permitido ver claramente mis vínculos corporales, afectivos e intelectuales con las personas a mi alrededor, y con la humanidad. De eso nos estamos dando cuenta con la pandemia, nuestros cuerpos están mucho más vinculados de lo que pensábamos”, concluye.